Tomado
de ElUnicornio.co (Julio 1 de 2022)
Esta columna pretende plantear una
reflexión sobre los verdaderos alcances de la libertad de expresión. Como
director de El Unicornio en algún momento vinculé a un tipo muy popular en
Facebook, quien coincidía conmigo en su rechazo visceral al régimen uribista
encarnado en Iván Duque. Pero a él en cierta ocasión las vísceras se le iban
alborotando, cuando al final de una columna dijo algo como que “el útero de
Lina Moreno engendró dos monstruos, hijos ambos del mismo monstruo”.
Ahí, me pregunté: ¿es responsable
que un medio permita que un columnista se exprese en esos términos sobre una
mujer respetable como doña Lina Moreno? A mi modo de ver no, era irresponsable.
Y fue por ello que decidí prescindir de sus servicios, pero lo hice de un modo
que no pareciera censura. Le critiqué en su muro cierto comentario sobre
Claudia López que me pareció homofóbico, y santo remedio: anunció que no seguía
con El Unicornio y procedió a bloquearme.
A donde quiero llegar con esto es
a que la actitud del director de El Espectador es diferente a la mía: él sí
permite los excesos, en aras de garantizar la libertad de expresión de sus
columnistas. Recuerdo una vez que dije que Álvaro Uribe desde la trastienda
actuaba como el comandante en jefe de las fuerzas oscuras que asolaban a este
país, y antes de su publicación él me hizo ver que yo no tenía cómo probar eso,
y por tanto se trataba de una afirmación irresponsable. Yo procedí a hacer la
corrección, por supuesto, y agradecí su amable reproche. Pero si yo lo hubiera
dejado así, él igual habría autorizado la publicación, porque para don Fidel la
libertad de expresión es sagrada.
Sagrada hasta el extremo, quiero
decir. Ahora bien, si él digamos me hubiera recomendado que no publicara la
columna que encendió el escándalo en días pasados, yo lo habría acatado. Porque
si hay persona que yo respeto en el mundo del periodismo -y seguiré respetando-
se llama Fidel Cano. Lo digo pese a las cosas tan duras que expresó contra mí
en un video, quizá para salvar su responsabilidad en un suceso que de todos
modos, debo reiterar hasta el cansancio, la responsabilidad final fue solo mía.
Y sirva lo anterior de asidero
para mencionar un duro ataque que lanzó María Antonia Pardo contra mí y contra
el director de El Espectador. Como se recordará, ella era la directora de
Comunicaciones del Pacto Histórico hasta que gracias a los llamados Petrovideos
se vino a saber que llegó allá financiada por el empresario barranquillero
Cristian Daes.
«Tras su deshonrosa salida del
Pacto Histórico, ella no tiene la categoría moral ni profesional para exigirle
cuentas a don Fidel y menos para denigrar de mí como periodista».
Poniéndose en plan de “usted no
sabe lo inteligente y preparada que yo soy”, le dice esto a don Fidel: “Te lo
advertí, Fidel. Te alerté sobre la falta de rigurosidad de este columnista,
pero no me creíste. Contribuiste para que utilizara a El Espectador como su
medio de venganza personal desde donde montó ataques selectivos para destruir
moralmente a quien le diera la gana”. (Ver trino)
Aquí y ahora, tengo cómo probar lo
contrario: que en ese trino la señora Pardo utilizó El Espectador y el nombre
de don Fidel para fraguar una venganza personal. Y procedo a suministrar las
pruebas.
El 21 de diciembre del año pasado
publiqué una columna titulada Queríamos tanto a Nany, donde contaba del
atropello que sufrió la aspiración de quien había sido escogido como cabeza de
lista a la Cámara por el Pacto Histórico, el ilustre abogado Miguel Ángel del
Río. Aspiración ni siquiera propuesta por él mismo, sino por el diputado
Nicolás Petro y ratificada por la Asamblea de Delegados de ese departamento,
con el propósito de “jalonar un proyecto regional que enfrentara las mafias en
cabeza de los Char”.
Dije además que de ese atropello
se había encargado la entonces directora de comunicaciones del Pacto Histórico,
María Antonia Pardo, quien intrigó para que la cabeza de lista le fuera
entregada a su exesposo el actor de farándula Agmeth Escaf.
Yo salí de El Espectador por
decisión propia ante un error que reconocí, pero es conveniente saber por qué
doña Nany fue retirada del cargo que ocupaba en el petrismo. Y las
conversaciones del anillo de asesores de Petro permiten captar la inconformidad
que había con ella. Según Eduardo Noriega, “ella se toma la libertad de hacer
lo que le parece y deja de hacer otras”. Según Gloria Flórez, había que
“amarrarle la lengua” a la periodista tras despedirla, porque conocía
información confidencial. Según el mismo Gustavo Petro, “el señor Daes tiene
una amistad con esta señora, no sé hasta qué nivel es”. Y según Verónica
Alcocer, esposa del presidente electo, se debía actuar rápido para sacarla: “es
urgente”, se le escucha decir a ella. (Ver noticia).
¿Y qué hicieron entonces? La
sacaron. Y si hoy traigo esto a colación es para brindar claridad en que
mientras yo permanecí más de cinco años como columnista de El Espectador, la
señora María Antonia Pardo duró apenas unos meses en el pomposo cargo de
directora de Comunicaciones, para el que no dio la talla, hizo mucho daño y solo
sembró división.
No sé si actuó como infiltrada de
los Daes o los Char o cualquiera de esos clanes corruptos de la costa con los
que se sabe que ella y Agmeth Escaf han tenido cercanía, pero finalizo citando
un informe del portal 070 de la Universidad de los Andes donde se lee esto:
“Como sucede con los Char, a José y Christian Daes los persigue la sombra del
narcotráfico. En 1993 ambos fueron acusados junto a otro centenar de personas
por cargos de conspiración de crimen organizado, tráfico de cocaína y lavado de
dinero en el Tribunal del Distrito Sur de Florida”. (Ver informe).
Así las cosas, parodiando el trino
donde nos ataca a mí y a Fidel Cano, es aquí donde puedo decir: “Te lo advertí,
Gustavo Petro. Te alerté, pero no me creíste. Contribuiste a que Nany Pardo
utilizara al Pacto Histórico en beneficio personal”.
En resumen, debe quedar claro:
tras su deshonrosa salida del Pacto Histórico, ella no tiene la categoría moral
ni profesional para exigirle cuentas a don Fidel y menos para denigrar de mí
como periodista.
Como dicen en Barranquilla: ¡manda
es cáscara!
@Jorgomezpinilla
No hay comentarios:
Publicar un comentario