Injusticias en esta vida se
cuecen como las habas boyacenses, y un caso bien llamativo se viene dando con
el periodista, productor de TV, escritor y político Hollman Morris, quien fue candidato
a la alcaldía de Bogotá por Colombia Humana en 2019, como le correspondía en
línea directa por su brillante trayectoria al frente de Canal Capital
mientras Gustavo Petro fue alcalde.
Pero vio frustrada su aspiración
debido a un escándalo orquestado desde las oficinas del abogado uribista Abelardo
de la Espriella, después de que este convenció a la exesposa, Patricia Casas,
de que le entablara un pleito legal por supuesto maltrato intrafamiliar, tomando
como sustento jurídico que el demandado no cumplía “en un 100% con su
responsabilidad con los menores ni con varios compromisos económicos”. (Ver
noticia).
Cuando La W le preguntó a
la demandante si pretendían dañar la aspiración electoral de su exmarido,
aseguró que no. Pero la denuncia se presentó en medio de la campaña y la
intención del abogado era -por supuesto- provocar un daño político, como en
efecto lo logró, pues de no haber sido por ese escándalo el alcalde de Bogotá hoy
sería Hollman Morris, no Claudia López.
A partir de tan lamentable
circunstancia Hollman quedó marcado por un inri, el de maltratador, frente a lo
cual él alega a su favor que ningún tribunal de justicia ha emitido una sola
condena en su contra, ni por ese tema de índole privada ni por su desempeño en
lo público.
Coincidimos en que se trató de un
“asesinato de carácter” (character assassination), entendido en su
acepción inglesa como acabar con la reputación de
un contrincante mediante una maniobra orientada a desacreditarlo, sembrando
infundios de índole privada o personal en su contra. En este terreno De la
Espriella brilló con luz propia -es de caballeros reconocerlo-, al ganar para
su perversa causa nada menos que a la exmujer de su enemigo político.
Lo cierto es que, golpeado por
ese escándalo y sometido al ‘fuego amigo’ que le llegaba desde el ala feminista
más radical del petrismo, la consecuencia inmediata para su carrera consistió
en que se borró de tajo el buen desempeño que había tenido mientras gerenció Canal
Capital, donde no solo fue eficaz escudero mediático de Petro sino que conquistó
al público joven y posicionó al canal del Distrito con una parrilla de programación
diversa, con contenidos culturales, de opinión y entretenimiento, sumado a que puso
a la televisión pública a generar ingresos.
Esto conviene decirlo en
coincidencia con una coyuntura muy crítica, que hizo a muchos a dudar o poner a
tambalear su fe en el Gobierno del Cambio, a raíz del severo golpe a la
reputación del presidente ocasionado por los malos pasos que venía dando su
primogénito, envuelto en eso que los franceses llaman “relaciones peligrosas” (Liaisons
dangereuses). Es en este contexto dañino donde se aprecia una situación
paradójica, la de comprobar que la persona con el perfil más indicado para corregir
el daño y capotear desde lo mediático esta u otras crisis venideras, está de
algún modo abandonado a su suerte, por cuenta de una situación también ajena a
su desempeño en lo público.
Decíamos en columna reciente que hoy
se presenta una especie de desestabilización a cuentagotas, puesta en práctica
por poderosos medios de comunicación que necesitan que fracase un gobierno
contrario a sus intereses, y en tal medida andan dedicados a sembrar pesimismo
sobre el futuro inmediato del país, sobre todo en el ámbito económico.
Y el Gobierno no es consciente de
esta realidad, como parece evidenciarse en una política de Comunicaciones
errática, dedicada más a apagar los incendios del día a día que al desarrollo
de una estrategia de alto contenido pedagógico, que convenza sobre las ventajas
de los cambios que pretenden impulsar para Colombia a mediano y largo plazo.
Es hora entonces de que el mismo
presidente haga justicia y proceda como de nuevo corresponde, sobre un terreno
donde lo más lógico sería que Hollman Morris asumiera la gerencia de RTVC, hoy
sometida a una inexplicable e insólita orfandad administrativa que ya
va para ocho meses. ¿Por qué el Sistema de Medios Públicos sigue en manos
de la muy uribista administración anterior, comenzando por su actual gerente, Adriana
Vásquez? Vaya uno a saber… Lo cierto es que se conocen denuncias sobre manejos amañados
que la señora viene haciendo de la nómina de una entidad tan neurálgica,
encargada nada menos que de las políticas estatales de Comunicación en lo
televisivo y radial. (Ver denuncia que
circula).
Si la memoria no nos falla, en
octubre del año pasado se presentó la primera gran crisis que afectó la imagen
del gobierno, relacionada con ciertos edredones y sábanas lujosas que había
adquirido el DAPRE para las habitaciones del Palacio de Nariño. En aquella
ocasión se escucharon voces que hablaban de la urgencia de crear medios gobiernistas,
pero creíamos que el problema real se agudizaba ante la ausencia de un manejo
estratégico de la Comunicación. En este terreno, por esos días propusimos dos
aspectos claves: uno, fortalecer los medios aliados; dos, tener inserción
dentro de los medios tradicionales desde instancias gubernamentales, con
mensajes atractivos para el grueso público”. (Ver
columna).
Fue lo que sugerimos, como aporte
conceptual, pero lo que se vio fue la creación del primer medio gobiernista, Informativo
Colombia Hoy, una emisora virtual que transmite tres horas diarias de programación
oficial, de 6 a 9 a.m., con una abultada nómina de periodistas que por cierto
proviene de medios tradicionales. A nuestro modo de ver, esta emisora juega un rol
parecido al de regalarles biblias a los cristianos: son mensajes que le llegan
a un público minoritario, leal a la causa, convencido de las bondades de este
Gobierno.
Y ocurre que una efectiva
estrategia de Comunicaciones debe llegar por igual a tirios y troyanos, o sea
al país entero, buscando sobre todo reconquistar a quienes han sido contagiados
por la ola de pesimismo y malestar colectivo que están sembrando medios como Semana,
El Tiempo, El Colombiano, RCN, Noticias Caracol, Red + Noticias y otros que
por ahora escapan a la memoria.
Esto fue concebido inicialmente
como una columna de opinión independiente, del director de El Unicornio,
pero llegados a este punto nos atrevemos a pensar que en lugar de su
publicación quizá obraría un efecto más positivo si se le concibe como un
documento que se somete a consideración del gobierno con espíritu constructivo,
y donde la principal recomendación sería la de advertir sobre la conveniencia
de tener al frente del manejo estratégico de las Comunicaciones a una persona como
Hollman Morris, quien que con sus gestas y sus realizaciones ha demostrado ser tal
vez el profesional más capacitado, más leal, más eficaz y por tanto más
indicado para emprender tan importante tarea.
En algún pasaje del Nuevo
Testamento, Jesucristo les hablaba a sus discípulos sobre cómo reconocer a los
verdaderos seguidores y evitar a los falsos profetas, con estas palabras: “por
sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de
los abrojos?”. Mateo 7:15-20
La palabra la tiene el presidente
de la República.