sábado, 20 de diciembre de 2008

Es que le toca (de nuevo)


El quid en torno a una eventual segunda reelección de Álvaro Uribe no está en si quiere o no quiere repetir Presidencia en el 2010, sino en que le toca. De nada sirve que a modo de atepenultimátum EL TIEMPO diga que "ha llegado el momento en que (...) debe decirle de manera clara e inequívoca al país que no aspira a ser elegido por tercera vez en el 2010" (14-12-08), porque justo al día siguiente su respuesta consistió en cancelar su presencia en una importante cumbre en Salvador (Brasil) para ir a "apersonarse de la solución" al –providencial, para sus planes- diluvio que cayó sobre Plato (Magdalena), como si anunciara que ha comenzado la campaña hacia esa "tercera vez" a la que tanto le temen los dueños del más importante periódico de Colombia, con justa razón.

Y no es que el Presidente se las quiera dar de terco al llevarle la contraria a tanta gente importante -desde Juanes hasta el cardenal Rubiano, pasando por su amigo Fabio Echeverri-, sino que no tiene otra salida. Aquí las opiniones van desde el que piensa que Uribe está íntimamente convencido de que sólo él puede continuar por cuatro años más su propia tarea de la Seguridad Democrática y la confianza inversionista, hasta quien le apuesta a que el hombre no se puede retirar del poder mientras no se les resuelva la situación a los 'goodfellas' que quedan en la cárcel por el asunto de la 'parapolítica', al considerar que quizá algunos de ellos saben demasiado, y en su condición de reos difícilmente se subirán a un helicóptero. También están los que -más osados- se atreven a afirmar que a lo que Uribe de verdad le teme es a la Corte Penal Internacional (CPI) e, incluso, vaticinan que el día menos pensado se le cierra El Aro.

Al contrario de lo que de buena fe EL TIEMPO espera, creemos que ha llegado el momento en que Álvaro Uribe le dirá al país de manera clara e inequívoca que estuvo analizando con "prudencia" las opciones que tenía, y al comprobar que no podía defraudar a los "cinco millones de compatriotas" que firmaron para que se quedara, y que aún le falta otro ratico para acabar de aplastarle la cabeza a la serpiente del terrorismo, pedirá una tercera oportunidad sobre la Tierra y hará un llamado de urgencia a la comprensión y a la solidaridad, etc., etc.

Será ésta la más desgastante de todas las jornadas políticas de los últimos tiempos, pues el Presidente se verá obligado (de nuevo) a emplear todos los medios a su favor -tanto económicos y políticos, como de propaganda- para lograr que más de siete millones de personas voten a favor de acompañarle a una tercera aventura en el poder, mientras la institucionalidad del país se hace trizas (de nuevo). Es aquí donde las Farc seguirán jugando un papel decisivo para una eventual perpetuación de Uribe en el poder, pues bastaría con que alguno de sus Santos le hiciera (de nuevo) el milagrito de capturar a otro cabecilla -de la talla de un 'Jojoy' o del mismo 'Alfonso Cano'- para que las masas se volcaran (de nuevo) a adorarlo y respaldarlo, ciegamente convencidas de que cómo él no hay otro caudillo sobre la faz del planeta.

En febrero de este año, a pocos días del asalto al campamento de 'Raúl Reyes' y cuando aún permanecía Íngrid Betancourt secuestrada, dijimos en columna para eltiempo.com que "vistas las cosas con rigurosa frialdad analítica, nada sería más provechoso para los intereses políticos de las Farc que la liberación unilateral de Ingrid, candidata a la Presidencia de la República y competidora directa de Álvaro Uribe cuando fue tomada prisionera". Muy por el reverso y dentro de lo previsto, su rescate mediante la ingeniosa Operación 'Jaque' catapultó a Uribe a unos índices de aceptación superiores al 90 por ciento y sumió a esa guerrilla en un desprestigio nacional e internacional del que no se ha repuesto.

Hoy, si en medio de su demencial orgullo guerrerista se dejaran aconsejar, se les diría (de nuevo) que la liberación unilateral de los secuestrados que les quedan en su poder obraría a favor de su proyecto político, pues en el mundo entero sería interpretado como un gesto de buena voluntad (más si lo hicieran antes de acabar el año...), libraría a los guerrilleros de la tentación de volarse con sus cautivos en busca de la Ciudad Luz y aliviaría la presión que el propio Uribe enarbola, en cuanto a su condición de imprescindible para derrotarlos.

Es en este escenario donde, si las Farc quisieran, podrían incidir (de nuevo) en la escogencia del próximo Presidente de la República, como lo vienen haciendo en los últimos diez años. Pero para el caso que hoy nos ocupa, no debemos hacernos mayores ilusiones, pues lo previsible es que sigan prefiriendo a Uribe Vélez...

lunes, 15 de diciembre de 2008

Obama, "legalízala"


Hay un capítulo de Los Simpson que muestra a la pequeña Lisa ejerciendo como presidenta de Estados Unidos, y a su hermano Bart como un vago de siete suelas que le ayuda a resolver un problema con un grupo de países acreedores, mientras Homero despedaza con una pica los pisos y jardines de la Casa Blanca en busca del tesoro de Lincoln (que halla). Cuando Lisa, agradecida, le pregunta a su hermano cómo retribuirle el favor de haberle espantado esas culebras, Bart le dice: "legalízala". A lo que ella responde: "dalo por hecho".

El capítulo en mención fue estrenado el 19 de marzo de 2000, un año en el que a nadie (quizás ni al mismo Barack Obama) se le pasaba por la cabeza que un día no lejano un hombre de raza negra sería presidente de los Estados Unidos de América, en una condición que la revista Semana definió acertadamente como el "Rey del mundo".


El tema cobra actualidad porque la guerra contra las drogas adquiere cada día más visos de ser un monumental fracaso -como lo fue la prohibición del alcohol o Ley Seca, de 1920 a 1933-, en reiterada constatación de que el fruto prohibido es el más gustado. Hoy, México asiste atónito al espectáculo diario de violencia asesina que brindan poderosas mafias del narcotráfico, con suficiente poder de fuego para intimidar a la población y dinero de sobra para infiltrar los más altos niveles ('a poco', ya habían comprado Zar Antidrogas), cual copia a escala de una situación ya vivida en Colombia y de la que aún no se conoce del todo hasta dónde llegó la infiltración, sólo que ahora en las propias barbas del Tío Sam.

Por éste y muchos otros motivos, todos ligados al infinito poder corruptor de la droga como fruta prohibida -y en tal medida, productora de colosales ganancias- a Obama le corresponde el turno (y el honor, si aliviara el problema) de replantear los métodos y la estrategia para encarar el 'flagelo' del consumo y la producción de drogas ilícitas. En ese replanteamiento obra como puntada una declaración suya emitida durante la campaña electoral, cuando se opuso a la persecución contra los médicos que formulan marihuana para el alivio de males como el glaucoma o la artritis, aduciendo que juzga tan correcta su prescripción como la de formular morfina, con los debidos controles, al que pueda necesitarla: "I think -dijo- that's entirely appropriate". Ya en ocasión anterior, en 2004, durante un debate en la Northwestern University se había manifestado a favor de repensar y despenalizar las leyes sobre la marihuana ("rethink and decriminalize our marijuana laws").

Todo apunta entonces a que los alcances de Obama no se limitarían a la regulación del uso médico de la marihuana, sino a la despenalización del consumo, con lo cual pondría al país en sintonía con lo que la mayoría quiere (por no decir anhela), si nos atenemos a una encuesta de la revista Time según la cual el 80 por ciento de los norteamericanos está de acuerdo con que se la distribuya para fines médicos, y el 75 por ciento a favor de no encarcelar a los que la portan con fines recreativos. Mientras tanto, por estos lares, a contrapelo de los nuevos vientos el presidente Álvaro Uribe insiste en querer mandar a la cárcel a unos y otros, considerando quizá los réditos que tan retardataria visión le trae, en términos de "voticos".

Hoy en Estados Unidos "el valor anual de la cosecha de marihuana totaliza 35.803 millones de dólares, es decir unos 84 billones de pesos colombianos, más de ocho veces el valor de la producción agraria de Colombia", lo cual la ha convertido en "el cultivo de mayor valor" en ese país, ¡por encima del maíz! (EL TIEMPO, enero 6 de 2006). Ello explicaría en parte por qué con el paso de los años se ha venido afianzando una cultura permisiva en torno a la otrora 'hierba maldita', cuya manifestación más palmaria es la serie de dibujos animados con mayor éxito en el mundo entero, Los Simpson, donde en forma reiterada se hace abierta apología de su consumo (y hay cómo probarlo) en horario infantil, para más señas.

Algún analista internacional había expresado que "la legalización solo ocurrirá cuando el consumo sea un fenómeno imposible de frenar, pero el negocio esté bajo pleno control norteamericano". Puesto que las condiciones están dadas, es previsible que la despenalización de la producción, la venta y el consumo comenzará por la aceptación social de la marihuana, en reconocimiento de una realidad que impone el sentido común, como es la imposibilidad ética de prohibirle al que se quiere intoxicar -o emborrachar, o suicidar incluso- que lo haga.

Así las cosas, del mismo modo que en cuestión de días asumirá la Presidencia de Estados Unidos (contra todos los pronósticos) el hijo de un inmigrante nacido en Kenia, nada de raro tendría que en un futuro no lejano obtuviera más simpatías el candidato que prometiera una hierba de mejor calidad, más barata o con mayor potencial sicodélico.

Sea como fuere, con la que ya hay, alcanza y sobra para todos...

jorgegomezpinilla@yahoo.es

jueves, 20 de noviembre de 2008

DMG: David Menospreció a Goliat


Un primer elemento a considerar en el embate del Gobierno contra DMG: cuando David Murcia Guzmán se metió con la familia de Álvaro Uribe Vélez y quiso darle a éste lecciones de comunicación familiar (“no sé cómo será la relación del Presidente con sus hijos, pero definitivamente no está enterado de lo que hacen…”), no previó hasta qué punto estaba ‘dando papaya’, ni que, en consecuencia, llevaría ‘del bulto’. Nos referimos a la entrevista que sostuvo con La W de Caracol el pasado viernes 21 de noviembre, en respuesta a la que acababa de conceder el mandatario y durante la cual tuvo oportunidad de terciar con Jerónimo Uribe Moreno, a quien quiso mostrar como ‘untado’ en sus negocios.

Para continuar con los dichos populares, “el pez muere por la boca”. Es factible que la circunstancia de enfrentarse de tú a tú con el Presidente y con su hijo mayor acabó por envalentonarlo, al punto de acusar al presidente del Grupo Aval, Luis Carlos Sarmiento Angulo, de estar detrás de una supuesta “persecución”, luego de haberse ido lanza en ristre contra la totalidad del sistema financiero, y de amenazar con responder a las arbitrariedades de que estaría siendo víctima con “más arbitrariedades”. Se presume además que en algunos de los temas que expuso en su defensa tendría razón (como en lo de pagarles a los clientes por la publicidad que le hacían a su marca, algo ceñido a la lógica), pero cometió el gravísimo error estratégico de no calibrar la reacción de su oponente, ante tamaña provocación.

Es por eso que ante la andanada oficial del día siguiente (le mandaron desde el policía de la esquina hasta la Interpol) sólo atinó a presentar disculpas extemporáneas y a llamar a la calma, cuando todo estaba ya perdido.

Un segundo elemento a considerar, sería la asombrosa habilidad de Uribe para sortear las crisis, a sabiendas de que en ésta no saldrá del todo indemne, pues deberá enfrentar el malestar colectivo provocado por lo que para miles de ahorradores fue su propio Titanic financiero, después de que habían visto en el David de la cola de caballo –tan parecido al original de la Biblia- al valiente que con su cauchera de las tarjetas prepago quiso ponerle una pedrada en el ojo al gigante Goliat del sistema financiero. Pero erró la puntería…


Un tercer elemento: si el Gobierno de Uribe y sus amigos los financistas no hubieran parado -¿aplastado?- a DMG (gracias en parte a que Murcia pisó la cascarita), con el tiempo habría puesto en jaque a la banca nacional, en la medida en que comenzaba a fungir como un empresario sensible y bondadoso (rara avis…), el que sí ayudaba a “calmar el hambre del pueblo”, contrario a la voracidad por todos sentida de los pulpos financieros que por décadas han manejado con mano de hierro –aunque laxa con ellos mismos- los ahorros y los créditos en nuestro país.


Moraleja y conclusión: si quieres triunfar en la vida, no te metas con Álvaro. Y menos con Jerónimo…

jorgegomezpinilla@yahoo.es

lunes, 10 de noviembre de 2008

Vacío de visión



El pasado jueves 6 de noviembre los televidentes de CityTV presenciamos un debate de esos que producen “oso ajeno”, en el que el asesor de Comunicaciones de la Alcaldía Mayor, Andrés Rojas, acelerado y nervioso balbuceaba respuestas telefónicas a unas muy pertinentes preguntas formuladas por los periodistas Yesid Lancheros y Juan Carlos Flórez, este último invitado en calidad de ex concejal y ex candidato a la alcaldía de Bogotá.

El hablar atropellado e inconexo de un funcionario de primerísimo nivel explica en parte por qué el alcalde Samuel Moreno pretende gastarse una millonada en una (¿otra?) asesoría de Comunicaciones para mejorar su imagen (en respuesta a la última encuesta de opinión de Gallup, que lo tiene con una favorabilidad del 31 por ciento), mas no lo justifica, pues “la calentura no está en las sábanas”. El problema está en una gestión que de entrada muestra a un grupo de secretarios trabajando cada uno al frente de su respectiva entidad como rueda suelta, no a un equipo gerencial en torno a un líder, con una visión propia y coherente de ciudad.

Este precoz desprestigio, a sólo diez meses del comienzo de su administración, demuestra que quizá tenían razón los que decían que el candidato no se preparó para gobernar, sino para ganar la Alcaldía. Hay incluso quienes –aun más críticos- creen que ni siquiera tuvo que prepararse para ganar, pues se topó con la candidatura cuando el ala clientelista del Polo (encabezada por Jaime Dussán, que mueve a los maestros del Distrito) decidió postularlo, y se la quedó para usufructo propio -y de su familia y amigos- el día que ese mismo sector interpuso y ganó una demanda ante el Consejo Nacional Electoral para que la consulta que escogiera a su candidato no fuera abierta, sino semicerrada. ¿O fue semiabierta?

Lo cierto es que a última hora el CNE dispuso que para votar en esa consulta había que afiliarse al Polo, lo cual les impidió participar a muchísimos amigos de la candidatura de María Emma Mejía (sobre todo de su mismo estrato), pese a que arrasaba con el voto de opinión. De allí en adelante el candidato no tuvo que esforzarse gran cosa, pues cabalgó con relativa comodidad sobre el desprestigio de Transmilenio* (que hundió a Enrique Peñalosa), tan cómodo que inclusive sorteó la crisis por una respuesta errada que le concedió a Antanas Mockus en un debate televisivo, cuando reconoció que estaría dispuesto a ser sólo un poquito corrupto, y de cuya campaña hoy no se le recuerda casi nada diferente a su propuesta del metro, que fue en últimas la que le aseguró tan resonante triunfo.

A su éxito se sumó además que de todos los candidatos era sin duda el más simpático (en llamativo contraste con Peñalosa), así fuera William Vinasco el más popular –gracias a los días de la radio- y Juan Carlos Flórez el más preparado, pero a quien “le faltó ropita”, como dirían las señoras bogotanas. Falta ver si este último tendría razón cuando afirma que Samuel Moreno es “un alcalde muy débil”, como lo dijo durante el debate en el que su asesor de Comunicaciones no tuvo respuestas para nada. Sea como fuere, a nuestro Alcalde Mayor le quedan tres años para demostrar que tirios y troyanos estaban equivocados. Son los mismos años que le quedan a su partido para ver si entre todos le ayudan a enderezar el rumbo, porque hasta el momento sólo se ha visto que no ha estado del todo bien asesorado.

Y del metro, ¿qué? Empantanado, como el alcalde…

jorgegomezpinilla@yahoo.es

* Hoy Transmilenio es de lo que mejor funciona en esta administración, la cual, si sigue como va, acabará por devolverle a Peñalosa la alcaldía y el prestigio perdidos.

martes, 14 de octubre de 2008

Pasiones que matan


Hace unos días este cronista fue testigo de un drama desgarrador en el que un hombre de entre 35 y 40 años de edad gritaba a pulmón herido frente a su mujer, quien no superaba los 30. Él de pie y ella sentada al frente, inerme y hermosa, en la única banca de un parque de Cedritos (Bogotá) de escasa concurrencia. El hombre al parecer se había enterado de algo entre ella y un amigo suyo, y sus palabras en forma de bramidos indicaban el calibre de la ofensa: “¡La tocó! ¡Mi amigo!” Y ella inclinaba la cabeza, como diciendo “sí, efectivamente, así ocurrió”. Antes que violenta, la escena era conmovedora.

“¡No puede ser! ¡Que alguien me ayude! ¡Yo necesito que alguien me diga algo! ¡La tocó!” Y ella asentía. Hubo de parte del suscrito un primer impulso de intervenir, quizá para evitar una tragedia, pero se optó por permanecer al margen –y seguir el camino- al comprobar que la mujer en su estoico silencio parecía controlar la situación, pese a que en su agonía el hombre vomitaba lo que lengua mortal decir no pudo.

La escena no daba para constatar que ella hubiese permitido (o propiciado) aquello que tenía a su compañero sentimental en verdaderas ascuas, pero sí es representativa de una violencia conyugal que con el paso de los meses adquiere figura de pandemia, y con frecuencia desemboca en crímenes pasionales de la más variada laya, donde la mujer entrega la más elevada cuota de sangre. Según Medicina Legal, en 2006 en Colombia se registraron 132 “homicidios impulsivos”, en 2007 la cifra se incrementó a 183 –uno cada dos días, exactamente- y en lo que va del año se aproxima a los 100, siendo Bogotá la ciudad que mayor número de casos registra (70 por ciento), la mayoría de ellos entre parejas en unión libre y con una incidencia superior en dos localidades geográficamente antípodas, Ciudad Bolívar y Usaquén.

En busca de una palabra que dé explicación a lo que viene ocurriendo, encontramos dos: liberación femenina. No hay duda alguna de que en los últimos 30 años –en un país donde el hipismo de los 70`s y su revolución del amor libre casi no tocó a las nuestras- las mujeres de aquí y de allá han desencadenado una revolución que está afectando profundamente sus relaciones con los hombres. Se trata de una cita a la que muchos quizá llegaron tarde, porque se niegan a entender que la mujer ha ocupado unos espacios en los que antes desempeñaba un rol de inferioridad, los cuales van desde el ámbito laboral hasta la conquista de su propia libertad sexual (todo ello ligado a la práctica de su derecho a la felicidad), mientras que un sentimiento atávico de machista posesión impulsa al sexo opuesto a impedirlo, a como dé lugar.

Hay casos de casos, claro está: está el del celoso patológico que la muele a golpes porque en una fiesta bailó dos veces seguidas con el mismo parejo (recuérdese a Lizette Ochoa en Barranquilla, 2006), hasta el del rey de burlas –tomado de la vida real- que después de 20 años de matrimonio descubre que su cónyuge mantuvo relaciones íntimas con tres (“sólo tres”, diría luego el agraviado con resignado humor negro) de sus mejores amigos, y al enterarse se debate entre matarla, suicidarse o dejarla, y escoge la tercera opción, para salvación de todos los involucrados.

El caso referido ocurrió en Bogotá, una ciudad donde según coloquial expresión de Margarita Vidal “todas se comen a todos”, lo cual acarrea consecuencias, en ocasiones con saldo trágico. Es sorprendente al respecto que entre los estratos altos el suicidio como solución ante un drama pasional se ha disparado –valga el retruécano-, pues en 2008 ya se registran 175 casos (en 148 hombres y 27 mujeres), de mayor frecuencia en las localidades de Suba (20) y Usaquén (18), siendo las principales razones los conflictos de pareja (18) y el desamor (10), con preferencia 3 a 1 por el ahorcamiento (96) sobre el “proyectil de arma de fuego” (39), según información suministrada por el concejal Carlos Baena en reciente foro sobre el tema. Esto haría concluir que un mayor nivel cultural o económico fortalece las barreras contra las pasiones homicidas, pero no los exime de atentar contra su propia humanidad, agobiada y doliente.

Según Françoise Giroud (Hombres y mujeres, Planeta Colombiana Editorial, 1995) “el drama de los celos consiste en que mientras más vigilada y espiada se halla una, más se ahoga y más tentada se siente a alimentar la sospecha”. A lo cual responde en el mismo libro –de exquisita factura intelectual- el pensador Bernard-Henri Lévy (ella francesa de origen italiano, él argelino), ubicando la discusión en un contexto humano, demasiado humano: “desde que hay amantes, hay celosos. Y los celos son inconfesables. Y hay hombres, eventualmente filósofos, que estrangulan a su mujer”.

Se trata de un fenómeno cuyas raíces son incluso étnicas, pues en Occidente seguimos atados a una moral judeocristiana que subyace en el inconsciente colectivo y le teme al “poder desmesurado del placer femenino” (dice la Giroud que “si se dejara actuar a la mujer, agotaría la energía del hombre”), mientras que los chinos –y las chinas- tienen una vida erótica más intensa y refinada, debido a que ignoran la noción de pecado. Para no hablar de los esquimales, quienes no conocen los celos y por tanto, cuando un extraño es atendido en su iglú, lo más refinado de la hospitalidad es prestarle la mujer.

Son entonces esos condicionamientos culturales –y mentales, en últimas- los que a veces convierten a un hombre culto y respetado en un asesino en potencia, por culpa de una simple debilidad ajena, cuando la solución a su problema quizá pudiera estar en tomarse unos días de descanso en Groenlandia...

viernes, 5 de septiembre de 2008

El elefante, todavía ahí


Un motivo adicional de preocupación para los colombianos que no quieren a Álvaro Uribe, es que Barack Obama no llegue a ser elegido presidente de Estados Unidos. La preocupación –que para muchos se acompaña de escalofríos- no es gratuita, pues el triunfo de Obama no sólo no está asegurado, sino que se perfila como un candidato de alto riesgo.

El analista internacional Isaac Bigio anotaba dos eventualidades favorables a un triunfo de MacCain, como sería que Osama Bin Laden fuese dado de baja (porque nadie lo quiere vivo), o que este cometiera otro “macro-atentado” en Estados Unidos. Si a ello le agregamos que la maquinaria Republicana –experta en destruir candidaturas- enfilará baterías contra el candidato Demócrata apenas salga de su propia Convención, podemos dar por descontado que de aquí a noviembre, para Obama y Biden (Joseph, no Bin Laden) el camino es culebrero.

Asumiendo de todos modos que el ganador fuera Obama, es iluso pensar que esto se traducirá en bancarrota para Uribe, como muchos optimistas –quizá mal informados- esperan. Las tres grandes variables de la relación entre Estado Unidos y Colombia son el TLC, el Plan Colombia y Hugo Chávez. El TLC será aprobado con o sin George Bush, porque es de suponer que el Gobierno colombiano se plegará –como es tradición- a las condiciones que imponga el Presidente que allá resulte. (Uribe ha puesto toda la carne en el asador por McCain, pero igual no dejará de cocinar al gusto americano). Con respecto al Plan Colombia, como resultado del cambio que se dio en el Congreso norteamericano el año pasado, la tendencia a mediano plazo será la de continuar la ayuda, pero repartida miti-miti entre lo militar y lo social. Y en cuanto a la variable Chávez, sin importar quién gane se mantendrá el apoyo político a Colombia, por razones de ‘seguridad nacional’.

Otro aspecto a favor de Uribe es que, así sigamos agarrados de las mechas y lavando la ropa sucia a la vista del vecindario, en el contexto latino hay otros huevos cociéndose. La frontera con México seguirá caliente, tanto por el tema inmigración como por el problema de las drogas y el Plan Miranda contra la delincuencia organizada, al que Estados Unidos prestará especial atención, para evitar un polvorín en su patio trasero. De otro lado, una nueva mirada hacia Latinoamérica pondrá primero sus ojos en Brasil, el nuevo coloso regional. En el contexto global seguirá ardiendo Irak, aunque ya a media llama; los escarceos de Putin en Georgia harán que los dueños de la industria armamentista se froten las manos, Occidente no dejará de recelar del hombre nuclear de Irán (Ahmadineyad) y Pakistán seguirá siendo importante enclave en tan candente zona, pese al cambio de mando.

Llámense pues McCain u Obama, la preocupación de fondo atiende a resolver los problemas de la economía americana, que presentará altas fiebres por lo menos hasta 2010 y que de no resolverse afectarán al resto del continente, en efecto dominó. Un triunfo del elefante republicano revelaría entonces que al presidente Uribe se le sigue haciendo el milagrito, pero no que las lleve todas consigo. Porque tendrá que lidiar con su propio elefante, parecido -sólo que de mayor tamaño- al que según el cardenal Rubiano se le metió a Ernesto Samper hasta la sala y que, para el caso que nos ocupa, han visto rondar hasta altas horas de la noche por los corredores de Palacio.

Si la gobernabilidad del presidente Uribe sale bien librada de semejante ‘chicharrón’ (y ya hay cadenas de oración funcionando), deberá además evitar una caída económica sin afectar el presupuesto de Defensa, que es el consentido de su Seguridad Democrática. En 2002 éste fue de 4.000 millones de dólares, en 2008 se había triplicado a 12.000 (de los cuales el Plan Colombia sólo aportó 433) y deberá aumentar aun más en 2009, si pretende que la Fuerza Pública le siga brindando resultados. La pregunta entonces es si podrá mantener el mismo rango de prestigio político y crecimiento económico durante la época de vacas flacas que se avecina, y con un fornido elefante saltándole travieso por todo lado.

¿Significa lo anterior que un tercer período presidencial de Álvaro Uribe estaría en entredicho? No deje de ver el próximo capítulo…

Un país políticamente incorrecto



Es tal el grado de desbarajuste institucional que atraviesa este país del Sagrado Corazón, que ya uno no sabe si lo políticamente incorrecto es que el presidente Álvaro Uribe todavía no le haya presentado disculpas al magistrado Iván Velásquez por haber acogido como prístinas verdades las falsas imputaciones que contra este hizo el paramilitar alias 'Tasmania', o si lo políticamente incorrecto es preguntar por qué no se ha disculpado.

Sea como fuere, si llegara a ser cierto que lo políticamente incorrecto es todo lo que "podría causar ofensa o ser rechazado por la ortodoxia", sucesos recientes de similar catadura permitirían concluir que, con cada día que pasa, Colombia se posiciona en el ámbito internacional como el país de lo políticamente incorrecto.

Para la muestra, estos botones:

Políticamente incorrecto es que el vicepresidente Francisco Santos haya forzado la renuncia de María Consuelo Araújo a la Cancillería por los problemas judiciales de su hermano (para no mencionar al padre), pero le parezca de lo más correcto que el Ministro de la Justicia, que tramita una reforma de la justicia y tiene a un hermano suyo señalado por la justicia, permanezca en su cargo.

Política y jurídicamente incorrecto es que el Fiscal General de la Nación cierre la investigación por el caso 'Tasmania' y afirme a los cuatro vientos que el Presidente fue "engañado", pero no les abra investigación a quienes supuestamente lo engañaron, a saber, su hermano Santiago, su primo Mario y el abogado de 'Tasmania' (y del 'Tuso' Sierra), todos vecinos y amigos.

Políticamente incorrecto es que Mario Uribe se presente ante el país y los medios de comunicación (que casi se pelean por entrevistarlo) como si la Fiscalía lo hubiera absuelto, cuando, según EL TIEMPO del domingo 24 de agosto, "la acción judicial en su contra está abierta, y sigue procesado y vinculado a la investigación".

Política y jurídicamente incorrecto es que el secretario jurídico de la Presidencia atienda dos veces en Palacio a alias 'Job' y al abogado de alias 'don Berna', y que a una tercera visita confidencial nocturna -no registrada- hayan asistido además el secretario de prensa y "una funcionaria no identificada del DAS", para recibirles videos y grabaciones cuya intención era seguir enlodando a la Corte Suprema.

Periodísticamente incorrecto es que la columnista María Isabel Rueda escriba que "si (...) el Presidente decide apoyar a su Ministro y este decide permanecer en su cargo, apoyo a Fabio Valencia Cossio". Parodiando lo que nos decían de niños: entonces, ¿si el Presidente le ordena tirarse por un abismo, usted se tira?

Políticamente incorrecto es someter ante un Congreso contaminado por la 'parapolítica' unas reformas de la justicia y de la política cuyo verdadero propósito es aliviarles la pena a los congresistas, amigos y funcionarios del Gobierno presos o investigados precisamente por sus vínculos con los grupos paramilitares.

Política y cínicamente incorrecto es que el consejero José Obdulio Gaviria diga que en Colombia no hay desplazados sino "migrantes", con lo cual nos recuerda el Estatuto de Seguridad (¿Democrática?) del ex presidente Julio César Turbay Ayala, quien afirmaba que durante su Gobierno no había torturas, sino personas que se autotorturaban.

Política y jurídicamente incorrecto es que Teodolindo Avendaño y Yidis Medina estén presos por el delito de cohecho -esta última en una celda de máxima seguridad, pese a que le dieron casa por cárcel- pero estén libres quienes los cohecharon (y que conste, la inflexión verbal es gramaticalmente correcta).

Moraleja y conclusión: si no fuera porque el prestigio (o teflón, que llaman) del presidente Álvaro Uribe da para que ocurran estos -y los que vienen- sucesos políticamente incorrectos, cualquier extranjero desprevenido podría pensar que este país se hace cada día más política, ética, jurídica y moralmente insostenible.

Música de réquiem en el Country Club


En momentos en que se discute la necesidad de un escenario exclusivo para la música en la capital de Colombia, conocimos de primera mano el proyecto de grado de un arquitecto recién egresado de la Universidad Javeriana, Giovanni Muñoz Vargas, cuya nota final fue 5,0 sobre 5,0, estuvo dirigido por el musicólogo y también arquitecto Emilio Sanmiguel y "surge de la necesidad de otorgarle a Bogotá un lugar especialmente diseñado para la realización de eventos musicales".
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/otroscolumnistas/musica-de-requiem-en-el-country-club-_4454219-1

La tesis en mención tiene de interesante que parte de un piso firme, pues tomó como referencia el Plan de Reordenamiento del Country Club, que definió Antanas Mockus en el 2003, para dar continuidad al proceso de expropiación que en el 2000 inició Enrique Peñalosa -para la construcción de un parque público- de las 7,86 hectáreas correspondientes a la cancha de polo, y cuya entrega definitiva al Distrito se dio en noviembre del año pasado. Lo que muchos no saben -pero Muñoz Vargas sí sabía- es que este proyecto (Decreto 413 del 2003) en realidad apuntaba a que en una segunda etapa el parque se extendiera al 61 por ciento del terreno, de modo que desaparecían los campos de golf y se le daba continuación a la carrera 15 hasta la calle 134. En su tercera etapa, el 30 por ciento restante del terreno era entregado a los socios, para que desarrollaran allí proyectos urbanísticos de vivienda.

Así las cosas, el estudiante laureado -hoy arquitecto- estudió el Plan Maestro de Equipamientos Culturales (PMEC) que adelantaba el programa 'Bogotá sin indiferencia', de Lucho Garzón, hizo un análisis de los equipamientos que faltan, comparó su estado actual con ciudades como París, Nueva York y Madrid y concluyó que los terrenos que en un futuro debía desalojar el Country Club eran el lugar ideal para dotar a Bogotá del Centro Cultural Metropolitano de las Artes, al cual ubicó hipotéticamente en el mismo sitio que hoy ocupa su sede social, la única zona construida de sus 111 hectáreas. Este complejo constaría de un teatro con capacidad para 3.500 personas y una media torta para 12.000 más, con la facilidad de poder presentar el mismo espectáculo musical a ambos escenarios. A ellos se integraría un auditorio de 1.500 sillas para conciertos de música selecta, una sala de exposiciones que serviría además como "centro de aprendizaje para las artes y la música", un edificio de parqueaderos con 3.500 cupos y zonas verdes por todas partes, en una extensión de... ¡un millón de metros cuadrados!

Estamos describiendo el parque en pretérito condicional, porque desde que el alcalde Samuel Moreno tomó posesión del cargo dejó claro que no continuará con el proyecto original de expropiación de todo el Country Club, y que en lo referente a la cancha de polo -que ya le pertenece al Distrito y en teoría no tiene reversa-, si el Consejo de Estado determina que Bogotá debe pagar más de 10.400 millones de pesos (de los cuales ya se abonó la mitad), tampoco seguirá adelante porque "no voy a sacrificar la construcción de hospitales o escuelas por hacer un parque".

Las dos diferencias básicas que sostuvieron Enrique Peñalosa y Samuel Moreno durante la anterior campaña a la alcaldía fueron TransMilenio (versus metro) y Country Club. En torno a este último, Peñalosa siempre se mantuvo en que el club debía buscar otro sitio, porque "el problema no es político sino administrativo", mientras que Moreno respondía con evasivas ("la ciudad tiene otras prioridades"), quizá en consideración a que la junta directiva y los vecinos del Country Club asumieron como suyo propio al candidato del Polo, así suene a contrasentido político.

Lo anterior significa, para hablar en plata blanca y no alargar la pita, que mientras Samuel Moreno permanezca en el cargo, los socios del Country Club podrán seguir jugando golf tranquilos en sus dos campos de 18 hoyos cada uno, y los partidarios de la construcción del Centro Metropolitano de las Artes (y de la continuación de la carrera 15 hacia el norte) tendrán que irse con su música a otra parte.

Pérfido jaque al Jaque


http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/otroscolumnistas/perfido-jaque-al-jaque_4438434-1


La filtración –mediante venta, pues nadie creería que fue gratis- del video de la Operación Jaque donde se comprueba el uso “deliberado” (según Rafael Santos, codirector de El Tiempo) de un chaleco con el emblema “sagrado” (ibídem) de la Cruz Roja, permite por un lado constatar que los extremos se juntan, mientras por otro deja flotando una serie de álgidos interrogantes:

1. Del mismo modo que el ministro de Defensa habló de “traición a la Patria”, alias Iván Márquez afirmó que el éxito de la operación recayó en “dos traidores (alias César y alias Enrique Gafas), quienes a su vez fueron traicionados por los generales y el Gobierno”. ¿Acaso ambos tienen la razón?

2. Si ya resultaba dudosa la primera versión dada por el Presidente, según la cual un soldado antes de aterrizar habría calmado sus nervios mediante el uso de ese “peto” (lo cual haría pensar que quizá lo compró a escondidas en un San Andresito y lo camufló entre sus haberes), la segunda implicaría que tanto al directo responsable de la operación –el comandante del Ejército, Mario Montoya- como al Ministro de Defensa y al Presidente de la República no sólo les ocultaron el uso de dicha prenda, sino… ¡la existencia del video!

3. Por mucha tierra que se le quiera echar al asunto, el que peor parado queda es el Ejército, pues “por la plata baila el perro”, lo cual se traduce en que ante la posibilidad de un dinerillo extra, ni en sus propios hombres de la Inteligencia se puede confiar.

4. A sabiendas de que se trata de una interpretación perversa (o pérfida, para estar a tono), ¿pudo haber en la filtración del video algún interés en perjudicar las aspiraciones presidenciales de Juan Manuel Santos?

5. Como un hecho concomitante –y por extraño que parezca- la imagen del presidente Uribe siempre sale fortalecida ante los errores y/o engaños de sus subalternos.

6. Si para el caso en cuestión –la liberación de los secuestrados- “el fin justifica los medios” (en lo cual coincide el 91 por ciento de los colombianos), ¿unas ‘piadosas’ mentirillas adicionales no serían parte de esos mismos medios?

7. Hablando de los otros medios, no deja de ser paradójico que haya sido el más áulicamente oficialista, el canal RCN, el que puso en mayores aprietos ante el mundo al Gobierno, con su “primicia internacional”.

8. Por cierto, ¿por qué durante la ‘recepción’ que hasta la medianoche les ofrecieron a los recién liberados en Palacio (algún chistoso afirmó que el Gobierno los secuestró por “un ratico”), tanto el Presidente como el Comandante del Ejército les preguntaban tanto si habían visto o no emblemas de entidades humanitarias?

9. ¿Y por qué la propia Íngrid afirmó no haberlos visto si, además de los vistosos emblemas in situ de la Cruz Roja, Telesur y Ecuavisa, el helicóptero salvador portaba el de “Misión Humanitaria Internacional” (una falsa ONG) hasta en su barriga?

10. ¿Tuvo algo que ver la tímida reacción del CICR –que del crimen de guerra conocido como “perfidia” pasó a hablar de “violación al Derecho Internacional Humanitario (DIH)”- con el hecho de que Colombia es el mayor aportante del continente a la Cruz Roja?

11. Y ¿por qué no hay –ni habrá, al parecer- un solo responsable directo por esta violación al DIH?

Sea como fuere, es obvio que este pérfido jaque a la Operación Jaque no le causará mayor daño a la imagen del Gobierno –al menos en lo interno, como siempre- y se terminará aceptando la (última) versión oficial, porque “la historia la escriben los triunfadores”.

miércoles, 9 de julio de 2008

Nadie sabe para quién rescata

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El regreso de Íngrid Betancourt y otros 14 secuestrados a la libertad ha provocado un tsunami político intercontinental de tales dimensiones, que su primera consecuencia visible consiste en que le ha limitado al presidente Álvaro Uribe su libertad (valga la redundante paradoja) de decidir si se va o se queda otros cuatro añitos. La respuesta a la pregunta “si no es Uribe, ¿quién?” estaba resuelta hasta este miércoles 2 de julio, porque Juan Manuel Santos había hecho todos los méritos, en la medida en que ha sido el artífice del rosario de derrotas que hoy tiene a las FARC “pagando escondederos de a peso”.

Pero volvió Íngrid a la vida -así, a secas- gracias a la brillante operación Jaque, y el tablero de la política quedó patas arriba. Es sabido que el Ministro de la Defensa se muere de las ganas de ser Presidente, y sus resonantes triunfos militares apuntan a satisfacer esa ambición –así diga lo contrario, como buen político-, o sea que bastaría una palabra o guiño de su jefe inmediato para ser ungido. Pero una cosa es que sea el más indicado para recibir la tonsura de la sucesión presidencial, y otra que posea el carisma –que sí le sobra a Uribe- para enfrentar a Íngrid. Quizá para resolver esta carencia es que se ha hablado de la fórmula Santos-Betancourt, pero sería un matrimonio por conveniencia, en el que más temprano que tarde terminarían partiendo cobijas.

Juan Manuel Santos ha demostrado ser tan hábil estratega como Uribe, tanto en el ajedrez del conflicto armado como en lo económico (en un ámbito neoliberal, obvio), pero de ahí a que logre suscitar los mismos arrebatados sentimientos que despierta entre sus fans el Presidente cuando encorva ojos y parpaditos para encomendarse al beato Marianito, hay un largo trecho. Ello no significa que el ministro de las armas esté ‘negado’ para la Presidencia, sino que en el manejo de lo mediático aún le falta tomar el curso, de modo que al final de éste logre demostrar que la resurrección de Íngrid no atenta contra el nacimiento de su candidatura. Sólo en esas condiciones Uribe se atrevería a soltarlo al ruedo, sabiendo que su política de Seguridad Democrática no corre riesgo alguno en medio de una montonera electoral que sin él -y sólo sin él- se llenaría de candidatos.

Si por los lados del uribismo llueve, por los de la oposición no escampa. Basta ver por ejemplo la voltereta de Lucho Garzón (salto triple, vuelta de campana y muñeco a la lona), quien de coquetearle abiertamente al Partido Liberal pasó a lanzarle impúdicos piropos a Íngrid, manifestando estar dispuesto incluso a llevarle la maleta –a ella también-, como el mozalbete que en el baile de la cuadra se apresura a sacar a la pista a la más bella, para que nadie se la embolate. Y que conste que Lucho está en su derecho –aquí sí-, como Íngrid a su regreso de París lo estará de escoger al parejo que más le convenga, cuando comience a deshojar margaritas: Íngrid-Lucho, Íngrid-Gaviria (cualquiera de los dos), Íngrid-Mockus, Íngrid-Petro, Íngrid-Fajardo (hmmm…), Íngrid-Pardo…

A no ser que le dé por quedarse en su segunda patria y lanzarse más bien a buscar… ¡la Presidencia de Francia!, para lo cual también está habilitada. En cuyo caso Uribe podría retirarse a sus cuarteles de invierno (sin duda a preparar la campaña de 2014, aunque acogiendo las voces de quienes le aconsejan no perpetuarse en el poder), y Juan Manuel Santos comenzaría aliviado a buscar su propio(a) Vicepresidente(a). Pero falta ver quién hablará primero, pues si Uribe se lanza Íngrid tal vez preferiría no quemarse, y cualquier parecido con Juana de Arco sería simple coincidencia. Mientras que si es Íngrid quien decide lanzarse antes de que se pronuncie Uribe, éste tendrá que pensar más de una vez (y dos, y tres…) si será que se aguanta el gustico.

De cualquier modo, sin importar la decisión que uno u otra tomen, lo cierto es que a raíz de la liberación de Íngrid la política está –ahora sí- de alquilar balcón, y en el curso de los próximos meses podremos comprobar si parodiando el refrán popular, nadie sabe para quién rescata.

Torta para dos

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Al retirarse de la medición de audiencias de Ibope, los canales Caracol y RCN cayeron en la práctica conocida como "matar al mensajero", consistente en acusar a la persona que trae una mala noticia de ser la causante de la misma. En un contexto más doméstico, es como cuando el marido descubre que su mujer le pone los cachos en el sofá y vende el sofá.

Se trata de una medida de fuerza, de algún modo cercana a la coerción, pues esos dos canales solitos financian el 52 por ciento de las mediciones de sintonía. Y si bien el gerente de la empresa encuestadora, Ricardo Mariño, en entrevista con La W Radio afirmó que "Ibope no puede hacer nada más que llevar la verdad a sus usuarios y a la comunidad publicitaria", dejó una puerta abierta a la negociación (si es que es negociable la verdad) cuando consideró que espera "llegar a un acuerdo con los dos canales".

El enfado -que por lo visto pasó a mayores- tuvo su origen en el descubrimiento del agua tibia, pues no les gustó que dicha firma hubiera reportado un aumento de la penetración de la televisión por suscripción, algo que en la aldea global vaticinada por Marshall McLuhan se veía venir, disgústele a quien le disguste. Al cierre de esta columna no se sabía si la intempestiva renuncia de Álvaro García a la dirección de Noticias del canal RCN está relacionada con el mismo suceso, pero la coincidencia es llamativa (se dio el mismo día), en un medio hecho a imagen y semejanza de su dueño, el industrial Carlos Ardila Lülle.

La decisión que ambos canales tomaron de retirarse de Ibope es, a su vez, reflejo de la simbiosis que los hermana, pues no sólo comparten la torta publicitaria televisiva en porciones casi monopolísticas, sino que, en asuntos de contenido, se portan como siameses, de modo que si uno lanza 'Los protegidos', el otro ya tiene listo 'El cartel de los sapos'. Y para que no quede duda de su alianza estratégica, en la revista 'Caras' (de RCN) nos explican que lo que pasa es que "la mafia está de moda" (!).

No significa ello que hagan apología del delito, así cueste enorme trabajo entender el propósito de la "exclusiva" que el coronel Bayron Carvajal le concedió a Claudia Gurisatti para que fuera emitida -luego de intensa campaña publicitaria- el mismo día que la justicia produjo su fallo por la masacre de Jamundí, cual si el canal RCN hubiera hecho causa común con la defensa del reo. Significa más bien que han banalizado a tal punto la realidad nacional, que el propio codirector de EL TIEMPO Enrique Santos Calderón, refiriéndose a la 'parapolítica' en entrevista con la revista 'Cambio', a raíz de su cumpleaños 60, a la vez que reivindicaba a la prensa escrita por su papel de "destape, denuncia e investigación del fenómeno", se manifestaba extrañado porque "la televisión pasó de agache. No se entiende la actitud de los grandes canales de televisión".

Lo que tampoco se entiende es que, en lugar de haber tomado el reporte de Ibope como un campanazo de alerta que los obligara a lanzar una mirada autocrítica sobre su parrilla de programación (donde los culebrones mandan la parada), RCN y Caracol hayan preferido, cual virgen ofendida, arrancar sus cabellos en agonía e irse lanza en ristre contra el que les trajo la mala nueva. Es un hecho incuestionable que, ante una oferta de canales tan profusa y rica en matices como la que hoy muestra la televisión por cable -desde los que ofrecen "solo cine" hasta los especializados en deportes, noticias, historia, viajes, música, gastronomía o farándula internacional-, la audiencia colombiana está comenzando a descubrir que no hay melodrama que dure cien años, ni televidente que lo resista.

Y eso sin caer en odiosas comparaciones con lo que también pudiera un día acontecer en "la cosa política". Porque parecería harina de otro costal, pero no lo es. No del todo...

El Yidisgate y la verdad desnuda



“He volado demasiado alto con alas prestadas.”
Charles Van Doren

Hay dos películas que el Ministerio de Educación Nacional debería incluir con carácter obligatorio en el currículo académico: El dilema (Robert Redford, 1994) porque enseña a vivir dignamente, y Las invasiones bárbaras (Denys Arcand, 2003) porque enseña a morir ídem.
Hoy hablaremos de la primera, en atención al asombroso paralelo que brinda con el Yidisgate, referente a las dádivas que en 2002 habría recibido la entonces representante Yidis Medina para cambiar su voto de negativo a positivo, a favor de la reelección del presidente Álvaro Uribe.

El título original de la cinta es Quiz Show y alude al escándalo que se desató en Estados Unidos en 1958, cuando se supo que el más popular programa de concurso de la NBC (“Twenty One”) había acudido a una trampa para reemplazar a un concursante –Herbert Stempel- por otro de noble familia y mejor registro visual –Charles Van Doren-, con el único propósito de aumentar la audiencia. Stempel viene a ser como el Yidis de la trama, pues le prometen que le darán su propio programa de televisión si “se tira a la lona”, para lo cual debe responder equivocadamente a una pregunta sencilla: ¿Cuál película ganó el Óscar a mejor film en 1955? Él sabía que había sido “Marty”, pero le obligan a decir que “Nido de ratas” (On the waterfront), la ganadora del año anterior.

El asunto es que el hombre queda ‘ardido’ porque pasan los meses y no le cumplen el trato, y hace “17 llamadas” al canal, donde deja dicho en son de amenaza que “aquí va a pasar algo”, pero no le pasan al teléfono. Así que decide irse hasta la oficina del productor, Dan Enright, para decirle que “yo necesito volver a la televisión. Consígueme un programa o te arrastro conmigo a la mierda. ¡Hazlo, o todos sabrán del fraude!” Lo que Stempel no sabe es que lo están grabando, e incluso conservan las facturas del siquiatra que como ‘cortesía de la casa’ decidieron pagarle cuando lo echaron del programa, y que éste acogió de buena gana.

Mientras tanto, la atención nacional se desplaza hacia el nuevo concursante, Charles Van Doren (Ralph Fiennes, el de El paciente inglés), profesor de idiomas de la universidad de Columbia, quien se convierte en una especie de Joe Di Maggio del intelecto gracias a que semana tras semana responde acertadamente las más variadas y difíciles preguntas, a tal punto que su propio padre se sorprende cuando le escucha pronunciar en pantalla los nombres de los tres campeones mundiales de boxeo que precedieron a Joe Louis: “James D. Braddock… Max Baer y… y… ¿Primo Carnera?”.

Otro sorprendido es un joven abogado recién egresado de Harvard, Richard Goodwin, quien ocupa una ‘corbata’ como miembro del Comité de Supervisión Legislativa del Congreso y se entera de que Stempel presentó denuncia por fraude ante un Gran Jurado, y le da por investigar si será posible tanta belleza, sabiduría y talento en dicho programa. Así que comienza por preguntarle a Charles Van Doren si conoce la queja del concursante anterior, según la cual lo obligaron a perder para que él pudiera entrar, y éste manifiesta no saber nada al respecto.

Goodwin se dirige entonces a Stempel (un hombre emocionalmente inestable, interpretado a la perfección por John Turturro), quien le abre las puertas de su desordenada casa, le explica cómo lo hicieron perder y le dice que “el concurso es una farsa”, de modo que “si acabas con Van Doren, serás más famoso que el Sputnik”. Pero al investigador no le interesa perjudicar al exitoso concursante, pues incluso ha desarrollado hacia él una solidaridad de clase que terminará en amistad y servirá para tratar de protegerlo. Lo que quiere es llegar a la verdad, por lo que toca a las puertas del canal. Allí le hacen escuchar la grabación, le muestran los recibos de las “cinco sesiones semanales” con el siquiatra y le hablan del “estado de enajenación mental” del individuo, así como de su “rencor irracional” hacia el programa. Cualquier parecido con la realidad…

Cuando las cosas parecen haber llegado a un callejón sin salida, ante los reclamos que Goodwin le hace a Stempel por haber ocultado lo del siquiatra y lo del chantaje “(consígueme un programa o…”), éste decide autoinculparse –al mejor estilo Yidis, de nuevo- y contarle que “a mí me daban las respuestas”. De aquí en adelante la película de Redford adquiere la dinámica de una bola de nieve que arrastra todo a su paso, pues después de que el investigador le transmite a Van Doren lo que le ha dicho Stempel, vemos al catedrático atravesando por una crisis de conciencia que lo obliga a pedirles a los realizadores del concurso que ya no le den las respuestas, sino “sólo las preguntas”.

Pero aquí no para la cosa, pues faltaba la prueba reina: un concursante de años atrás, James Snodgrass (y aquí debemos anotar que todos los nombres y sucesos son reales) le entrega a Goodwin un sobre sellado, mientras le explica que se trata de un correo certificado que él mismo se envió un 11 de enero, 48 horas antes del programa en el que él concursaba, con las respuestas a las preguntas que le harían el día 13. Lo cual –puesto que estamos de parangón- nos remonta al video con la entrevista que Yidis había grabado desde un comienzo para Noticias Uno, contando lo que diferentes funcionarios del Gobierno colombiano le habrían ofrecido a cambio de su voto.

Es entonces cuando, a medida que la verdad aflora, queda claro por qué la película se llama “El dilema”. Porque llega el momento en que el hombre más querido y con mayor reputación comprende que el cerco se va cerrando en torno a él, y se ve ante la disyuntiva de seguir mintiendo o… quedar como un ‘cuero’. El propio investigador intenta confrontarlo con la verdad, mediante la narración de una anécdota familiar: un tío que le había sido infiel a su mujer confesó la culpa ocho años después, debido a que “le remordía la conciencia de haberse salido con la suya”. Y a continuación le entrega un citatorio para el Comité, advirtiéndole que “si quieres ser un caballero, pórtate como tal”.

En ese mismo contexto, Van Doren recibe la visita del presidente de la NBC , Robert Kintner, quien le pide firmar una declaración eximiendo de culpa al canal, a la vez que lo invita a convocar a los medios para negar cualquier implicación suya como concursante, no sin antes recordarle que “¿no te hemos tratado como a un miembro de la familia?”. Nunca se sabe si en tal condición también tenía comunicación directa con los hijos del Presidente (ni siquiera sabremos si éste tenía hijos), pero lo cierto es que el hombre firma el papel, aunque se niega a la rueda de prensa, pues cree que “no hay nada más sospechoso que un hombre que no ha sido acusado, declare su inocencia.”

Es sólo ante su padre –Mark Van Doren, doctor en Literatura- que se atreve a desnudar su drama interior, en un vibrante diálogo entre el íntegro moral y el pecador, que este breve espacio nos impide apreciarlo en su dimensión real, pero que remata de este modo:

- ¿Te pagaron entonces por engañar al público?

Y el hijo pródigo responde:

- Sí, padre.

Ya frente al estrado, el protagonista del escándalo lee una extensa declaración en la que reconoce que “le mentí al país sobre lo que sabía y sobre lo que no sabía”, y al final es felicitado por los miembros del Comité, quienes alaban su “espíritu gallardo”, su “valentía” y su “caballerosidad, con excepción de uno que se aparta de tanto aplauso porque juzga que “un hombre no puede ser felicitado por decir la verdad”.

En síntesis, El dilema (o Quiz Show) es una película con un guión soberbio, de hondo calado ético, que si pudieran verla todos los involucrados en el Yidisgate con seguridad provocaría un remezón en sus conciencias, pues trata de la importancia de ser honestos y de las complicaciones que trae el faltar a la verdad, en cualquier circunstancia de la vida.