martes, 29 de noviembre de 2016

Diatriba contra un pastor adicto al diezmo




Hay que ver el estado de alarma general (tradúzcase angustia) en que entraron los pastores evangélicos y cristianos después de que el padre católico Alberto Linero publicara un trino diciendo que "Jesús no nos pidió porcentajes de dinero".

El primero en saltar como gallo crispado fue el ‘pastor digital’ Oswaldo Ortiz, de filiación evangélica, quien desde agosto pasado hizo causa común con la diputada santandereana Ángela Hernández, de filiación cristiana, en su airada rebelión contra las cartillas que según ellos portaban mensajes encriptados que hacían que quien las leyera se convirtiera en homosexual.

Para refutar a Linero, Ortiz corrió a publicar en su cuenta de Twitter un video en el que aparece pegado sobre la pared el supuesto versículo del Nuevo Testamento donde (según su versión) Jesús habló del diezmo:  “¡Ay de ustedes maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Que separan para Dios la décima parte de la menta, del anís y del comino, pero no hacen caso de las enseñanzas más importantes de la ley, que son la justicia, la misericordia y la fidelidad. Esto es lo que deben hacer, sin dejar de hacer lo otro”. (Ver texto).

Lo primero que llamó mi atención fue que el astuto pastor –ahora líder político rabiosamente uribista- no hubiera mostrado la página de la Biblia de donde tomó el versículo (Mateo 23:23) sino un papel impreso, por lo que entré a sospechar que lo había transcrito en forma amañada a su propósito. Me puse entonces a la tarea de buscar en Google ese mismo pasaje del Evangelio, y descubrí que hubo dos cosas que al parecer alteró porque no las encontré por ningún lado, ni en la Biblia católica ni en la evangélica: una donde dice “la décima parte de la menta”, y otra donde agrega “esto es lo que deben hacer”.

En el Antiguo Testamento el diezmo era un requisito mediante el cual todos los israelitas ofrendaban al tabernáculo el 10 por ciento de lo que ganaban o hacían crecer (Levítico 27:30; Números 18:26; Deuteronomio 14:23) y de ahí la palabra diezmo, pero en el Nuevo Testamento no aparece estipulado ese porcentaje exacto. Tampoco encontré la expresión “esto es lo que deben hacer”, sino “esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello” (Biblia evangélica), o “ahí está lo que ustedes debían poner por obra, sin descartar lo otro” (Biblia católica).

Ahí quedó la impresión de que esas alteraciones al texto original obedecían al propósito de Ortiz de impedir que sus mansas ovejitas duden sobre la conveniencia de diezmar el diez por ciento (no otra suma) de los ingresos que por “ley divina” establece la mayoría de las iglesias evangélicas, origen por cierto de las fabulosas fortunas que logran amasar. Y es también por eso que él se habría encargado de cambiar “esto era necesario hacer” por “esto es lo que deben hacer”. Como ya sabemos, los creyentes asumen como palabra de Dios todo lo que sale de la boca de su pastor, y en tal medida es condición sine qua non para la supervivencia económica del clero evangélico que a sus rebaños les quede bien claro “lo que deben hacer”.

Llama la atención que el video ya no aparece en la cuenta de Twitter de Ortiz (aunque puede verse aquí), y además se encargó de borrar toda mención al debate sobre el diezmo, tal vez en aplicación al refrán “el que tenga rabo de paja no se arrime a la candela”.

Como para todo pastor que se respete la verdad es el faro de luz que le impide caer en el pecado de la mentira, y ya que Ortiz es tan aficionado a la pugnacidad contra quienes no comparten su doctrina (antes religiosa y ahora marcadamente política), le quiero hacer una amable invitación a que produzca un nuevo video donde muestre la página de la Biblia con el texto original de ese versículo tan conveniente al objetivo de seguir ordeñándole el diezmo a su obediente grey. Si lo publica y se demuestra que soy yo el equivocado, tendré la gallardía de reconocer mi error y presentar disculpas.

No se puede negar que Ortiz es un comunicador hábil y carismático, y es la razón por la cual fue cooptado por el uribismo para su causa política, del mismo modo que fue cooptada Ángela Hernández para la causa rabiosamente confesional de su paisano Alejandro Ordóñez, pese a que ella milita en el Partido de La U, el mismo del presidente Santos, pero su dirección colegiada no ha tenido los pantalones para sancionarla o pedirle la credencial.

Ortiz y Hernández coinciden en la utilización que gracias a su ‘don de la palabra’ hacen de la política valiéndose de la religión, y viceversa. Ahora bien, en referencia a Ortiz, considerando que nos seguimos mutuamente en Twitter, le hago extensiva la invitación a que si se demuestra que en ninguna parte de la Biblia está el versículo tal cual él lo publicó, tenga a su vez la gallardía de abandonar su ‘carrera’ de pastor y seguir la recomendación de su colega Darío Silva: “si algún pastor quiere hacer política, que se baje del púlpito a la curul, pero sin mezclar estos dos muebles”. Según Silva “el Señor es mi pastor, pero mi pastor no es mi Señor”. (Ver declaración).

Hablando en plata blanca, el reto de salvación que se le plantea al histriónico Oswaldo Ortiz es el de demostrar que no es uno de esos sujetos referidos en el versículo que él mismo citó en su auxilio: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois como sepulcros blanqueados que por fuera se muestran hermosos, mas de dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suciedad”.

Por último, reconozco mi equivocación cuando dije arriba que en la cuenta de Ortiz había desaparecido toda alusión al debate con el padre Linero. Acabo de mirar de nuevo y encontré esto: “(Dar el diezmo) es comprometerse en obediencia con un principio, una palabra, una misión. Es el acto voluntario de darlo todo sin "peros". (Ver trino). Este llamado a la “obediencia” suena a imposición a la brava, para que sus dóciles ovejitas no dejen de reportarle el diezmo al que es adicto. Cualquier parecido con el también uribista y también pastor cartagenero Miguel Arrázola… ¿será pura coincidencia? (Ver video de Arrázola pidiendo el diezmo).

DE REMATE: Para comunicarse con Dios no se requieren intermediarios, menos en forma de avivatos o charlatanes. Ningún ser humano necesita un pastor, porque no somos ovejas. 

martes, 22 de noviembre de 2016

Detrás de Julián Quintana hay una mano negra




Si algo tiene el poderoso aparato de propaganda que maneja la extrema derecha en este país, es que sabe mover los medios y los calanchines requeridos para hacer creer que la noche es día o el día es noche, según su conveniencia. Ya se vio cuando a punta de mentiras, fotomontajes y pastores evangélicos alinearon la votación del plebiscito a favor del NO, y adquiere ribetes de película cuando el mismo director del CTI que en 2014 capturó al hacker contratado por la campaña de Óscar Iván Zuluaga, hoy aparece oficiando del lado del uribismo.

Es tan claro como la luz del día que Andrés Felipe Sepúlveda fue contratado por la campaña del Centro Democrático para hacer fracasar las conversaciones de paz, y eran tan conscientes de estar haciendo algo indebido que los 230 millones de pesos que le pagaron por sus servicios no los registraron en la contabilidad y no se los entregaron a él sino a su hermano. Y existen dos videos donde se aprecia la cercanía de Sepúlveda con la campaña: uno en el que se ve al ‘asesor espiritual’ Luis Alfonso Hoyos llevándolo al canal RCN para que lo entrevistaran, y otro donde le informa de sus actividades de sabotaje a Óscar Iván Zuluaga, y le dice: “¿Qué estamos mostrando? Información extraída de inteligencia militar a la que yo tengo acceso”. Más adelante, se escucha a Zuluaga interpelar: “De aquí al 25, queda un mes para dar un golpe”. (Ver video).

Esto es prueba fehaciente de que Sepúlveda estaba dedicado a ‘chuzar’ lo que ocurría en La Habana con base en las instrucciones que recibió, según su propia confesión a la Fiscalía: “No al proceso de paz”. (Ver confesiones). Y el escándalo artificial que se ha desatado con las declaraciones del exdirector del CTI, Julián Quintana, quien hoy oficia ante los medios como vedette de su propia fabulación, se inscriben dentro del mismo propósito: “No al proceso de paz”.

En este contexto cobran relevancia las palabras de Julio Sánchez Cristo cuando al entrevistar al director de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), se refiere a “las declaraciones bastante confusas de quien fuera el director del Cuerpo Técnico de Inteligencia de la Fiscalía, el señor Julián Quintana. ¿Por qué confusas? Porque no las ha soportado, se ha limitado a decir que será su palabra contra la del almirante (Álvaro) Echandía”. (Escuchar entrevista).

Confusión, ciertamente, es lo que han generado las supuestas ‘revelaciones’ de Quintana, pese a que el meollo de lo ocurrido con el hacker Sepúlveda lo aportó el almirante Echandía en la entrevista citada: “Aquí lo importante fue que se desmanteló una organización criminal que infiltró a agentes del Estado (DNI, Ejército, Policía), ese fue el éxito de esa operación”. Y es eso lo que la feroz campaña del CD hoy pretende hacer olvidar, con su ejército de pájaros disparando contra las escopetas.

El uribismo logró armar la tormenta perfecta en un vaso de agua trasnochada, y para que ello fuera posible se requirió ‘alinear’ a su favor al voluble exdirector del CTI. ¿Cómo lo hicieron? La solución al misterio estaría en desenredar el hilo de la madeja que puso a Quintana del otro lado del proceso, como un testigo contra la investigación que él mismo lideró. En este propósito, resulta pertinente aportar algunos elementos de análisis:

El 29 de julio de 2015 fue detenida en el aeropuerto Eldorado Carmen Sofía Carreño, secretaria privada del entonces director del CTI, Julián Quintana, cuando en compañía de su esposo intentaban ingresar al país un millón de dólares proveniente de República Dominicana. Según Semana.com, “la funcionaria (…) viene ni más ni menos que de la Unidad Nacional de Extinción de dominio, donde trabajó con Quintana. Él le tenía tanta confianza, que se la llevó a trabajar al CTI”. (Ver noticia).

Cinco meses después, el 23 de diciembre, la esposa de Julián Quintana fue sometida a una inspección con escáner en el mismo aeropuerto, cuando la pareja se disponía a viajar a Panamá. La Policía adujo que el procedimiento obedeció a que se consideró el viaje como 'crítico', por haber comprado los tiquetes a última hora o porque viaja frecuentemente hacia ese destino (Ver noticia).

En apariencia estos sucesos no comportan nada indebido para Quintana, pero en relación con el primero aparece una columna del pasado 20 de enero escrita por el representante uribista Samuel Hoyos en la página web de Uribe (alvarouribevelez.com.co), titulada ‘Lavandería en la Fiscalía’, donde dice esto: “Llama la atención que si Quintana no confiaba en Carreño la haya llevado como su secretaria privada al CTI, tras haber trabajado con ella anteriormente. También es extraño que el director del Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía, que tiene entre sus funciones investigar el lavado de activos, no haya siquiera sospechado de su asistente privada a pesar de que ésta viajó, en menos de seis meses, cuatro veces a la isla caribeña. Viajes que superan la capacidad de una persona que, según él, se dedica a recibir correspondencia y atender llamadas”. (Ver columna)

Llama la atención también que la acusación proviene de uno de los alfiles del expresidente Uribe, y es cuando la malicia indígena nos pone a pensar si no será que a Quintana le conocieron algún ‘guardado’… y este les haya servido para ‘arreglarlo’ del lado del patrón.

Un tercer hecho llamativo se aprecia en un Top Secret de Noticias Uno: después de salir de la Fiscalía Quintana firmó un contrato –aún vigente- con la Comisión de Acusación de la Cámara, el cual “podría haber determinado su decisión de cambiar de bando”. Aunque Quintana niega que ese contrato haya sido gestionado por el representante uribista Edward Rodríguez, el presidente de la Comisión, Nicolás Guerrero, le manifestó por escrito al noticiero que “el asesor Julián Quintana fue asignado al representante investigador Edward Rodríguez” (Ver Top Secret).

¿A qué obedece entonces este súbito y orquestado escándalo? A que quieren presionar al nuevo Fiscal General para que le tuerza el rumbo a la investigación, en su condición de proclive al uribismo, como parece indicarlo su declaración según la cual él “tampoco” tiene evidencia contra Óscar Iván Zuluaga (ver noticia). Es entonces cuando el lector capcioso se pregunta si una declaración del Fiscal ante los medios equivale a sentencia ejecutoriada, o si será que Martínez Neira está violando la reserva del sumario. En cualquier caso se le ve parcializado hacia una de las partes, y es entonces cuando uno comienza a sospechar que quizá tiene razón el uribismo en eso de que la justicia está politizada…

DE REMATE: Por los días en que estalló el escándalo del hacker Sepúlveda, el Inspector General de la Dirección Nacional de Inteligencia era Pedro Agustín Valencia Laserna, hermano de la senadora Paloma Valencia y cuñado del expresidente Andrés Pastrana. Los medios que se tragaron el anzuelo de que el gobierno espiaba la campaña del CD, están demorados en entrevistar a quien por la importancia de su cargo –y por sus parentescos- le respiraba en la nuca a su jefe inmediato, el almirante Echandía.

martes, 15 de noviembre de 2016

La marcha contra Uribe es para salvar la paz




Escribo esto para defenderme de una columna que escribí para Las 2 Orillas, y la historia es como sigue:

El pasado 23 de octubre mi amigo y colega Iván Gallo publicó este post en su muro: “Yo no voy a marchar contra Uribe. Ya no más marchas del odio. Con las que convoca el Centro Democrático tenemos”. En respuesta le envié una columna que escribí, titulada ‘Del no más FARC al No más Uribe’ (ver columna), y le dije que me agradaría contrastar sus pareceres con los míos, y él me invitó a que escribiera para su portal exponiendo por qué soy partidario de la marcha No Más Uribe, que está sonando duro en las redes sociales y se anuncia para el 2 de diciembre (Ver afiche de la Marcha).

El pasado lunes festivo envié la columna a Las 2 Orillas, titulada ‘La marcha contra Uribe es para salvar la paz’. Justo ayer martes 15 la vi publicada hacia el mediodía (ver columna) y lo primero que noté fue la agresiva imagen que usaron para ilustrarla, una mano roja que pareciera estar dándole una cachetada al rostro de Uribe. Tampoco me pareció acertado que en el encabezado dijeran “el periodista Jorge Gómez convoca el próximo 2 de diciembre una (sic) movilización para repudiar al ex presidente”, pues ni el propósito de la marcha es para repudiarlo (al menos la columna no lo dice) ni escribí eso para convocar a nadie, solo para exponer mis puntos de vista. Allí mismo hice expresa claridad en que no soy “el organizador”, como equivocadamente me vio Carolina Sanín. Y agregué: “Es más, no conozco a los organizadores, y la única referencia que tengo es una dirección de correo: marcha69octubre@gmail.com”.

Le escribí entonces a Iván por el Messenger de FB, exponiéndole mis argumentos: “Aquí entre nos, me parece muy agresiva la imagen de esa mano roja sobre la cara de Uribe. Otra cosa, yo no estoy convocando a esa marcha, dije adentro que no soy el organizador. Para nada quiero que se me vea en plan agitacional. Eso de decir que yo la convoco me puede exponer a retaliaciones, no necesariamente de Uribe pero sí de sus 'fans'.” Y rematé con esto: “Disculpará el atrevimiento, ¿no será posible dejar el título original?” (Ver mensaje a Gallo).

Unos minutos después Iván respondió diciendo “OK, ahora hacemos los cambios”. Pero se llegó la hora del cierre de mi columna para El Espectador y viendo que la publicación de Las 2 Orillas permanecía inalterada y eso me podía perjudicar, decidí cambiar de tema y escribir una columna que me defendiera de lo que me publicaron. Aunque no comparto la opinión de Gallo sobre la marcha, me pareció más seria y argumentada que la de Carolina Sanín cuando dijo “Yo no marcho contra Uribe. Me parece que es lo mismo que hacerse una paja pensando en Uribe, y no me hago pajas con rabia. Ni me las hago en público”. (Ver post).

No estoy entre los que dedican tiempo a pensar cómo se masturba Carolina Sanín, pero sí soy de los que acogió entusiasta la idea de esa marcha, como ya se sabe. Para sustentar mi apoyo quise acudir a los argumentos que expuse en El Espectador, cuando apareció esta columna de Antonio Caballero donde dice: “Uribe no tiene la menor intención de contribuir a la paz, por la sencilla razón de que no quiere que haya paz en Colombia. Y a la tentativa de que la haya quiere romperle el pescuezo”. ¿Y en qué se basa para decirlo? En que “lo que busca Uribe y aspira a lograr por extenuación del adversario, es un pacto nacional contra la paz”.

Esto es prístina claridad, y me niego a entender que haya gente ubicada en el centro o a la izquierda del espectro político que no entienda la urgencia de enfrentar ese inminente peligro, y la única salida de la que vienen hablando los más lúcidos analistas –León Valencia, Daniel Samper Ospina, Matador, Daniel Coronell o Germán Ayala Osorio- es la movilización popular.

Debemos diferenciar entre las marchas espontáneas de universitarios que desde el 2 de octubre se vienen dando a favor del “Acuerdo YA”, y lo que sería una marcha contra una persona en particular, que es lo que al parecer les provoca erisipela a ciertos conspicuos miembros de la Intelligentsia’ de nuestro país, una de cuyas particularidades consiste en que lo que no se les ocurre a ellos, no les parece inteligente. (Y esto va para Sanín, no para Gallo).

Para decirlo sin ambages, se trata es de enfrentar el fenómeno que encarna Álvaro Uribe, no de repudiarlo a él porque SÍ. Es lo mismo que si desde el lado de la democracia el país tomara conciencia y decidiera enfrentar el fenómeno conocido como la Mano negra, para manifestar que no está dispuesto a tolerar más actos desestabilizadores o subversivos con apariencia de libre juego democrático, como cuando inundaron Internet y las redes sociales de propaganda sucia infestada de montajes fotográficos y con base en mentiras o falsos temores (como el de la “dictadura homosexual”) alinearon a los pastores evangélicos y cristianos para que pusieran a sus obedientes ‘rebaños’ a votar por el NO en el plebiscito. Para esa clase de gente necesitada de quién la conduzca, la palabra del pastor es la palabra de Dios.

Parodiando al corrupto exprocurador Alejando Ordóñez (tan corrupto que fue destituido), esa Mano negra nos la están metiendo sin vaselina, y ya es tiempo de decir NO MÁS.

El mismo Gallo de pelea arriba citado escribió esto en su muro de Facebook el miércoles 9 de noviembre, siendo las 6:30 de la hora en que la mar se enluta: “Todo está dado para que Alejandro Ordoñez sea el nuevo presidente de Colombia”. (Ver post). Tan de acuerdo estoy con él, que uno no entiende por qué frente al altruista propósito de decir NO MÁS a la caverna que quiere lanzarnos de nuevo a la guerra, todavía hay personas que en lugar de sumar… restan.

DE REMATE: Modestia aparte, no puedo pasar por alto que el pasado 20 de septiembre -42 días antes de la elección- escribí la columna Trump va a ganar, donde expuse los ocho factores que a mi modo de ver le darían (dieron) el triunfo final al empresario. Ofrézcome como profeta, dos profecías por el precio de una.

domingo, 13 de noviembre de 2016

Vida, premuerte y resurrección a bordo de una aeronave



Esta crónica fue publicada en El Tiempo el sábado 15 de febrero de 1997, página 5A. 

Cara o sello, vivir o morir: son las dos únicas posibilidades matemáticas que el azar le ofrece a quien, atrapado y condenado a permanecer en la barriga de un avión cuyo  tren de aterrizaje se niega a descender, sabe que en los próximos segundos el capitán intentará un aterrizaje de emergencia.

Eran las 4:25 de la tarde del viernes 7 de febrero de 1997. Después de un vuelo de 35 minutos desde Bucaramanga sin el más mínimo contratiempo, con cielo azul profundo y nubes de algodón, el avión DC 9 de Aero República matrícula HK-3906 comenzó a descender  sobre la sabana de Bogotá. Yo era uno de sus 26 ocupantes. Venía de Girón (Santander), a donde había viajado ocho días atrás en plan de retiro espiritual, y de vuelta llevaba la intención de escribir sobre el descuido en que tienen a este Monumento Nacional. Los apuntes hablaban de calles en piedra cubiertas de papeles, porque no hay dónde botarlos; del grafito en aerosol que adorna hace meses la entrada a la capilla de Las Nieves, joya colonial del siglo XVII; de las temibles gitanas que merodean las escalinatas de la iglesia del Señor de los Milagros, en busca de incautos; de la camioneta de la Alcaldía que a punta de megáfono despertaba cada mañana a los habitantes de la zona histórica, para recordarles el pago oportuno del impuesto predial unificado. Lo que no sabía, era que la verdadera historia estaba a punto de desplegar sus alas.

El avión descendía vertiginoso hacia la pista de aterrizaje, cuando a una altura no superior a los trescientos metros repotenció sus motores, aumentó la velocidad y ascendió precipitadamente, dejando atrás el aeropuerto Eldorado. Las miradas de los pasajeros se cruzaron, en busca de una explicación a tan brusco viraje. De la fila 10 para atrás el avión permanecía vacío, a excepción de una azafata solitaria en el puesto 13A con cara de no me dejo preocupar. Hacia ella me dirigí. La pregunta de rigor, (“¿qué está pasando?”), encontró una amable aunque poco convincente respuesta de rigor: “Hay mucho tráfico aéreo; debemos esperar”.

Minutos antes la había visto acariciar con deleite la cabecita de un bebé, cuando aún no se reportaba peligro. “¿Le gustan los niños, verdad?”, pregunté, para ganar su confianza, con un fin perfectamente lícito: obtener información. Me contó que tenía un hijo de cuatro años, que llevaba un mes como azafata, que se llamaba María Fernanda y que, efectivamente, el problema no era de tráfico aéreo. Una señal en la cabina de mando indicaba que la llanta delantera del avión o “tren de nariz” no había descendido, pero en realidad sí; lo que fallaba (según ella) era un bombillo.

Camino al baño, para atender una necesidad repentina,  recordé que el día anterior había visitado a una vidente, de nombre Alix (sic), por invitación de un familiar. Ésta, después de pronosticar un terremoto que asolaría a una gran ciudad colombiana, me había despedido con estas palabras: “encomiéndese a la Virgen María”.  Ni corto ni perezoso, aunque en la posición y el sitio menos indicados, este cronista se encomendó por primera vez en muchos lustros a la Virgen del Perpetuo Socorro. (Parecía la más indicada).

En el costado opuesto a mi asiento viajaba Alberto Pallares, ingeniero civil residente en Barrancabermeja, quien advirtió que el avión llevaba más de media hora volando en círculos sobre Ambalema y que “ese río es el Magdalena”. Cuando le transmití la información que había obtenido, su deducción fue la peor noticia que podré recibir este año: “el capitán está quemando combustible para intentar un aterrizaje forzoso”. Sentí un profundo mareo, que debió traducirse en palidez extrema,  y la desagradable impresión de ser un cadáver en potencia. Un pre cadáver, mejor dicho. Se lo conté a la bella azafata, pero sonó como haciéndome el chistoso. Ella, exhibiendo un humor negro aún más refinado, me siguió el juego: “mientras el capitán no ordene apretar con los dientes un documento de identificación, significa que no hay peligro”.
 
- ¿Y para qué el documento? -pregunté (caí),  ingenuo.

-  Para identificar los cuerpos, por supuesto.

A las 5 y 32 minutos de la tarde, casi una hora después de declarada la emergencia en tierra, el capitán de la nave, Germán Flórez, se dirigió a los pasajeros para confirmar lo que algunos, no más de tres, ya sabíamos: que estábamos sobre Ambalema, que se había presentado un inconveniente técnico en el tren de nariz -supuestamente ya superado- y que “para mayor seguridad pasaremos frente a la torre de control y luego procederemos al aterrizaje”. La voz del capitán inspiraba confianza.

Recordé (en esos momentos sólo queda recordar) que en el maletín de mano llevaba una cámara Kodak. Vi al ingeniero Pallares en actitud de fervorosa oración, agachado, con las manos cubriendo su cara y los codos sobre sus piernas recogidas, y obturé. Había olvidado activar el flash. Apunté entonces hacia la cabina de mando, pero sólo registraba occipitales de difícil identificación. Viré hacia el fondo 180 grados y descubrí el rostro, siempre sonriente, de María Fernanda. Obturé, esta vez con éxito.

Diez minutos después del primer mensaje, el capitán se dirigió de nuevo a los pasajeros: “Nos acaban de informar desde la torre de control que el tren delantero se encuentra en óptimas condiciones, por lo cual procederemos al aterrizaje. Solicitamos abrochar sus cinturones y mantener en posición vertical el espaldar de sus sillas”. La versión que se obtenía desde la ventanilla difería por completo de la del capitán: en cada intersección de la pista había apostadas máquinas de bomberos amarillo verdosas, y a lado y lado hombres enfundados en brillantes trajes de asbesto y operarios con mangueras que al paso del avión buscaban algo, ansiosos, bajo el fuselaje.

El ingeniero Pallares recogió sus brazos entre las piernas y acomodó la cabeza en el ángulo que formaban las rodillas juntas, como experimentado aeronauta. Fue quizás el único que asumió esta posición, sin que nadie lo hubiese ordenado o sugerido. Quise hacer lo mismo, pero algo fallaba. Imaginé mi cabeza estrellándose contra cada uno de los asientos delanteros en el momento del estrépito, por lo que el instinto me ordenó  lanzar las piernas contra la silla del frente, para resistir el impacto.

No faltaba siquiera un metro para aterrizar pero seguíamos en el aire, a una velocidad endiablada. Por fin las llantas traseras tocaron pista y se deslizaron sin tropiezo los primeros doscientos metros. Creímos entonces (creí) que la versión del capitán era la acertada. Pero no. La nave inclinó su cerviz y se fue de bruces sobre el pavimento, provocando una vibración sostenida que se sentía hasta en los dientes. Era como tratar de controlar un Fórmula 1 en plena carrera de Indianápolis, con el timón descompuesto y las llantas delanteras pinchadas. Arrastrados sin compasión sobre la pista, no sabíamos qué ocurriría un segundo después. Cualquier cosa podía fallar, incluso el corazón. Del vientre de la nave salían chispas de fundición, las máquinas de bomberos bañaban la pista de espuma,  los bomberos regaban el fuselaje con bienhechor rocío.
 
Cuando el avión por fin se detuvo, no se veía nada hacia el exterior; ni humo ni llamas, porque las ventanillas estaban empapadas de agua y espuma. Los auxiliares de vuelo intentaron abrir las puertas de emergencia que expulsaban los deslizadores, pero no funcionaron. Esto obligó a que la evacuación se hiciera por la puerta delantera, con la efectiva ayuda de los bomberos en sus trajes de astronautas, más nerviosos que los mismos ocupantes, como se aprecia en la penúltima foto que alcancé a tomar, antes de que se acabara el rollo. La última fue un plano general del avión, nariz en tierra, bajo el gris cielo bogotano de las 5 y 46 minutos de esa tarde fatídica.

¿Por qué no hubo escenas de pánico, llanto o histeria durante la emergencia? Sin lugar a dudas por el ejemplar comportamiento de la tripulación, sumado a la pericia del piloto y su primer auxiliar de vuelo, Fabio Munévar. Pero ello no excluye otros interrogantes: Si la falla fue mecánica ¿quién tuvo la culpa? ¿Pudo haber un descuido en el mantenimiento? ¿Por qué además del “tren de nariz” tampoco se abrieron las puertas de emergencia ni los deslizadores? ¿Cuántos años de uso u horas de vuelo tenía (o tiene) el HK-3906 de AeroRepública? ¿Habrá una investigación y en caso tal, cuándo se conocerán los resultados y los responsables?

Por último: ¿quién paga la cuenta del psicólogo mientras nos subimos a otro avión?

martes, 8 de noviembre de 2016

Armando Benedetti: ¿durmiendo con la enemiga?

  


El pasado 28 de septiembre, cuatro días antes de la elección que sumió a Colombia en la incertidumbre debido un resultado obtenido con constreñimiento al elector por la vía del engaño, publiqué la columna ‘Alerta: usan a Dios para seguir la guerra’. (Ver columna).

Allí me referí a Viviane Morales, la promotora de un referendo para prohibir a solteros y parejas LGBTI la adopción de niños, lo cual limitaría los derechos hasta de su hija lesbiana. Pero quise ante todo llamar la atención sobre la diputada santandereana Ángela Hernández, quien de tiempo atrás viene haciendo fuertes ataques contra el gobierno de Juan Manuel Santos pese que obtuvo su curul en representación del Partido de la U, el mismo del presidente.

Frente a Viviane se debe reconocer que a excepción de esa iniciativa ligada a su fe religiosa, en otros temas ha actuado como miembro de su bancada, como en el proyecto que buscaba imponer el voto obligatorio o ‘pedagógico’, el cual lamentablemente se hundió. Sea como fuere, alguien le escuchó decir a Horacio Serpa que la senadora “ya está más afuera que adentro”.

Pero el caso de Ángela Hernández adquiere visos de aberración desde la óptica de la coherencia política –aberrante incoherencia, quiero decir- pues desde semanas antes del plebiscito hizo causa común con el corrupto Alejandro Ordóñez por el NO, y hoy ella no solo es de los políticos que reclaman como propio el triunfo, sino que arremete con inusitada virulencia contra el gobierno bajo cuyo cobijo fue elegida. En un video dentro de una iglesia cristiana donde compartió prédica con el concejal bogotano Marco Fidel Ramírez de Opción Ciudadana, a la diputada se le escucha decir esto:

“Señor gobierno, con todo respeto, con la misma fuerza que le extendemos la mano para decirle que queremos apostarle a la paz, le decimos: si ustedes no sacan la ideología de género, si ustedes no nos entregan a los niños, si ustedes no garantizan la libertad religiosa, ¡será la iglesia su mayor opositor!” Y agrega: “hoy que tenemos la investidura de haber ganado un proceso democrático, ¿por qué tenemos que ir blandengues en este afán de que nos reciba (el presidente)? (Ver video).

Sumado al tono extorsivo del discurso, desde lo subliminal plantea que los niños están secuestrados por el gobierno. Y eso, en mentes ignorantes cala. Lo que sí deja claro es que habla desde la orilla de los vencedores, y es cuando el espectador desprevenido se confunde, pues creía que el Partido de la U –al que ella pertenece- apoyaba el SÍ y había sido por tanto de los perdedores.

En la columna arriba citada dije que el senador Armando Benedetti en su condición de copresidente de La U no se atreve a tocar a Ángela Hernández, porque sabe que la victimiza y la crece más.  Para salir de dudas decidí llamarlo, y cuando le mencioné a la diputada santandereana la recordó como “la que armó el mierdero de las cartillas”.

Le indagué si sabía del video en mención, me preguntó por la fecha y cuando le dije 20 de octubre, manifestó su extrañeza porque “el 12 de octubre el presidente se reunió con absolutamente todos los pastores de cada iglesia, y ellos estuvieron de acuerdo en que se quitara la expresión identidad de género y en que iba a quedar “igualdad para hombre y mujer”. A su vez, hizo claridad en que “la guerrilla puso eso así para ganar opinión, en cuanto a que la mujer debe ser igual al hombre, y los pastores lo confundieron con ideología de género”. Y agregó: “hasta donde yo sé los pastores ya entendieron eso, pero lo que veo es que esa vieja está haciendo un show”.

La llamada a Benedetti fue el sábado 22 de octubre, y al final le escuché decir que una posible sanción para la diputada era “quitarle el derecho al voto”. Él quedó en que “el lunes yo me voy a pronunciar sobre ella”, pero se llegó el martes 24 y no solo no se pronunció sino que dejó de contestar mis llamadas a su celular y tampoco respondió al único mensaje que le dejé. 

En honor a la verdad, por los días posteriores al triunfo del NO el propio Benedetti instruyó a la Comisión de Ética de su partido a que citara a la diputada Hernández para formularle cargos y escuchar descargos, pero esta se excusó alegando –con justificada causa- que en esos días se casaba, y en medio del matrimonio y la luna de miel el asunto se fue diluyendo. Luego se conoció la foto publicada por ella misma en su página de Facebook y luego misteriosamente retirada, del entonces procurador Alejandro Ordóñez en una iglesia de garaje al que un pastor unge poniéndole la mano sobre su cabeza mientras ella lo sostiene de su brazo, vestida con una camiseta de la Selección Colombia. (Ver foto).

Es precisamente esa imagen la que despierta tanta curiosidad, pues la comprobada cercanía de la diputada Hernández con el segundo más encarnizado enemigo de Juan Manuel Santos y del proceso de paz (después de Uribe, obvio), daría para pensar que en el Partido de la U le han cogido el ‘gustico’ a eso de dormir con tan atractiva enemiga. Y ojo, hablo en sentido figurado.

El asunto de fondo con Ángela Hernández es que la campaña homofóbica que emprendió contra la entonces ministra Gina Parody le aportó el ‘prestigio’ y capital político suficientes para ir en busca hasta de la Gobernación de Santander, si quisiera. ¿A nombre de quién? No creemos que de La U, donde también parece estar “más afuera que adentro”. Ahora bien, ¿queremos los santandereanos a una fanática religiosa rigiendo los destinos de nuestro departamento, en estrecha cooperación y complicidad con su paisano el cavernícola Alejandro Ordóñez? Por supuesto que ¡NO!

Parodiando a los del Chapulín Colorado: Y ahora, ¿quién podrá defendernos?

DE REMATE: En su columna del domingo pasado León Valencia plantea la posibilidad de que para 2018 Uribe se presente como el vicepresidente de Iván Duque, y en tal sentido ve “un binomio como el de Putin y Medvédev: Uribe gobernando y Duque con el título formal de presidente”. La fórmula no se descarta, pero queda sin resolver qué pasaría si el presidente en ejercicio perece, qué sé yo, en un accidente de helicóptero. ¿Podría en tal caso Uribe ocupar la presidencia, pese a que la reelección quedó abolida? Averígüelo Vargas…

martes, 1 de noviembre de 2016

La Virgen María y Alejandro Ordóñez, el apóstata




Para medir el grado de postración moral en que se encuentra Colombia, basta conocer las ‘hazañas’ de un personaje como Alejandro Ordóñez Maldonado.

¿Cómo así que el Consejo de Estado lo retiró de su cargo por haberse hecho reelegir de modo fraudulento, pero fue como si lo hubieran premiado? Mejor dicho, ¿por qué después de que lo echan se gana un puesto en la renegociación del Acuerdo de Paz? ¿Y a quién representa, si por el Partido Conservador está Martha Lucía Ramírez? Con razón dicen que en el país de los ciegos el tuerto es rey.

Si tuviera vergüenza propia estaría devolviendo el aparatoso esquema de seguridad que se adjudicó por cuatro años posteriores a su salida, sin olvidar que tras su destitución quiso evitar ser notificado y corrió a presentar renuncia al Congreso, pero allá no le pararon bolas porque ya conocen sus marrullas.

Según Semana en artículo titulado Derroche de seguridad, “el exprocurador cuenta con 19 escoltas y 9 carros, lo cual es una exageración y un costo enorme para los contribuyentes”. Si es así, pregunto: ¿por qué en lugar de aplicar la sanción que corresponde a quien ha obrado contra la ley o de mala fe, los medios siguen acogiendo su ‘teología de género’ como si fuera un hombre virtuoso?

Teología de género es cuando pretende justificar el detrimento patrimonial diciendo que “nosotros estamos amparados por el manto de la Virgen y por san Miguel Arcángel, que es el comandante y jefe de mi esquema de seguridad”. Hombre, en ese caso no solo podría prescindir por completo de su servicio de seguridad, sino que, ya tan cercano a San Miguel Arcángel... ¡debería encomendarle a él la seguridad del país entero!

No se trata de burlarnos de sus creencias, es que cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto. Y es obligación ética del periodista lanzar una voz de alerta, máxime si de por medio está la estabilidad institucional que Ordóñez y las fuerzas oscuras que lo acompañan se empeñan en alterar, con un objetivo claro: impedir que la guerrilla se incorpore a la vida política de la nación, para que no se conozcan las verdades que saldrían a la luz pública con el tribunal de justicia previsto en la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).

Teología de género fue también cuando Ordóñez comenzó a ver ‘ideología de género’ en el Acuerdo de Paz, y enfiló su artillería aplicando la teoría del enemigo imaginario que tan buenos resultados le dio al ministro nazi de la Propaganda, Joseph Goebbels. Para el caso que nos ocupa, el enemigo imaginario es la supuesta alianza ‘diabólica’ entre Santos y Timochenko, que le traería a Colombia la dictadura homosexual y el castrochavismo. Con semejante embuchado, la rancia extrema derecha que huele a naftalina logró embolatarnos la paz.

Estamos hablando además de un funcionario bajo cuya administración –según editorial de El Espectador- “convirtió el Ministerio Público en un ente hostil para los ciudadanos a los que debía proteger (…) y desperdició recursos en una cruzada organizada para obstaculizar todos los progresos en los derechos de las mujeres y las personas LGBTI”.

Cruzada, sí, con sustento religioso y propósito político. Como cuando le puso de penitencia al ‘pecador’ exalcalde de Medellín, Alonso Salazar, 12 años de inhabilidad para ocupar cargos públicos porque quiso crear una clínica para ayudar a mujeres a abortar en condiciones seguras, bajo los tres atenuantes permitidos por la Corte Constitucional: violación, malformación del feto o peligro para la vida de la madre. Eso para la religión que practica Ordóñez es pecado, y debía recibir castigo.

Durante sus casi ocho años de gestión Ordóñez actuó con criterio selectivo, descargando su furia sobre sus rivales políticos (Piedad Córdoba, Gustavo Petro, Juan Manuel Santos, etc.) con base en una agenda que en el último año incluyó usar los recursos del Estado para ambientar su candidatura a la presidencia por todo el paísrepartiendo regalos, como denunció en su momento La Silla Vacía. (Ver La campaña del Procurador).

Ordóñez ya salió de la Procuraduría pero su ominosa figura no deja de aparecer hasta en la sopa, y es cuando nos preguntamos si los medios olvidan su responsabilidad social al darle tanta pantalla, o si será que la Virgen María le está haciendo el milagrito que tanto le suplicó desde su tesis de grado: “la restauración del Orden Cristiano y el aplastamiento del comunismo ateo, para que brille por doquier la Fé Católica”. (Ver La tesis degrada).

Ordóñez nunca ha dejado de usar la religión para su provecho político, y en este contexto son llamativas las habilidades de camaleón que viene mostrando, como cuando acudió de la mano de su paisana la diputada homofóbica Ángela Hernández a una iglesia cristiana de garaje para ser ungido por un pastor evangélico. (Ver unción).

No poseo el privilegio de hablarle al oído a la madre de Nuestro Señor Jesucristo, pero si la ocasión se presentara le recordaría que los evangélicos no le rezan a ella porque “en la Biblia no existe un solo versículo donde diga que se debe creer en María para la Salvación o para la vida eterna” (me lo dijo un evangélico), ni permiten la adoración de imágenes religiosas por considerarlo idolatría. ¿Por qué llegó entonces el católico ortodoxo Alejandro Ordóñez al extremo de apostatar de su creencia en la Virgen para dejarse ungir por un evangélico, él que asiste todos los domingos a la iglesia Los Sagrados Corazones de Jesús y María a la misa lefebvriana practicada bajo el primigenio ritual de los cristianos de las catacumbas, en riguroso latín y con el sacerdote dando la espalda a los feligreses?

Hombre, muy fácil: porque está en campaña y cualquier votico cuenta…

DE REMATE: La foto que aquí incluyo de Alejandro Ordóñez en condición de sumisa inferioridad, dejándose tocar la cabeza por un pastor evangélico en acto de unción, fue retirada de la página de Facebook de Ángela Hernández. No es difícil adivinar de dónde provino la solicitud del retiro...