martes, 26 de abril de 2022

Caracol y 'Las 2 Orillas'… ¿en la misma orilla?

 


Tomado de El Espectador

La semana anterior hubo dos hechos mediáticos -para no llamarlos noticias- que ponen a dudar del profesionalismo de ciertos medios y parecen obedecer a un fenómeno cada vez más en boga, consistente en mentir deliberadamente sobre algo o alguien pero dando la apariencia de verdad.

Algo en lo cual insistían nuestros profesores de periodismo, era en la rigurosidad: no publicar nada que no se tenga plena certeza de que es cierto.

El primer hecho alude a un informe en Noticias Caracol al mediodía del viernes 22 de abril, cuando su corresponsal en Madrid, Maya Restrepo, dijo que “hoy la audiencia española recibió la declaración del exdirector chavista de la contrainteligencia militar, Hugo Armando ‘el Pollo’ Carvajal, por supuesta financiación del régimen venezolano a Gustavo Petro. Su testimonio fue ante la magistrada de la Corte Suprema de Justicia, Cristina Lombana”. Y agregó que Carvajal “comprometió directamente a Gustavo Petro en la recepción” de esos dineros. (Ver informe).

Pero nada de eso ocurrió, y lo que si ocurrió lo revelaba casi en simultánea El Tiempo: “El 'Pollo' Carvajal se abstuvo de declarar en caso contra Petro”. (Ver noticia). Fue por ello que minutos después el informativo se vio obligado a rectificar, afirmando que “los abogados de Gustavo Petro en España nos acaban de informar que hoy no hubo diligencia de Hugo Carvajal”. Y ya en la emisión de la noche su director, Juan Roberto Vargas, presentó excusas por lo ocurrido.

Lo llamativo, de todos modos, es que en la alocución donde Vargas presentó disculpas no mencionó al directo agraviado, ni siquiera hizo referencia a él en singular, sino en plural: “ofrecemos excusas (…) a todas las personas afectadas con esta información errónea”. ¿Acaso cuántas personas resultaron afectadas? Solo una, que se sepa: Gustavo Petro Urrego, cuyo nombre omitieron pronunciar. ¿Por qué? La respuesta parece de Perogrullo: porque mostrarlo como la víctima directa de ese hecho de desinformación lo fortalece políticamente, mientras que el propósito original de la noticia falsa había sido el contrario: perjudicarlo. Y en esa primera ocasión, la de la noticia falsa, su nombre sí fue pronunciado de manera profusa.

Con la disculpa pública el noticiero dio por enterrado el asunto, pero actuarían más ajustados a la ética si pudiéramos saber por qué ocurrió el error, algo además fácil de averiguar: ¿fue acaso que la magistrada colombiana, previendo lo que iba a pasar, quiso adelantarse a los sucesos contándole a la ingenua reportera lo que supuestamente había ocurrido dentro de la audiencia? O si no fue Lombana, ¿quién utilizó a la chica con el propósito artero de hacerle daño a Petro?

Hablando de cosas contrarias a la ética periodística, un segundo caso de noticia amañada se le puede endilgar a Las 2 Orillas, que, en preocupante coincidencia con el tratamiento sesgado o torcido de Semana, ahora editorializa desde el título: “Gustavo Bolívar recibe con los brazos abiertos al amigo de exsenador que ordenó la masacre de Macayepo”. (Ver nota). Allí aseguran que “El pasado 20 de abril en el municipio de Ovejas, Sucre, en un evento público el senador (Bolívar) recibió con los brazos abiertos a Ávaro González Quessep, exalcalde de Ovejas y uno de los hombres más cercanos al Gordo (Álvaro) García”, condenado por la masacre de Macayepo.

Ante tan grave acusación busqué a Bolívar, para conocer su impresión sobre lo que parecía más un ataque personal que una noticia escueta, y me sorprendió la tranquilidad con la que lo asumía, como si fuera una tergiversación más de las tantas que le viven haciendo de sus actuaciones públicas.

Así al menos lo entiende Bolívar: “Primera vez que vengo a Ovejas, no conozco a nadie, hay gente que se toma fotos con uno. A uno le pueden poner a alguien al lado para luego salir a decir que nos dieron su apoyo o que los apoyamos. Y eso no es cierto. Mi posición contra los paramilitares siempre ha sido vertical”.

Pude entonces confirmar que nunca se abrazó con ese señor, que era tan solo una hipérbole de la que se valió el articulista para estigmatizarlo. Inocente de las consecuencias, Bolívar había trinado en desarrollo de ese evento: “A esta hora en Ovejas, Sucre.  Miren lo que me dice este dirigente: ‘42 años en política y es la primera vez que voy a votar por un candidato de izquierda’.” (Ver trino).

Lo que no sabía él y sí sabían en Las 2 Orillas, es que se trataba de un cercano al ‘Gordo’ García. Y de ahí se agarró el (o la) articulista para montarle al senador del Pacto Histórico un juicio popular. A diferencia de Noticias Caracol -que al menos presentó excusas etéreas- de Las 2 Orillas no se ha conocido disculpa o retractación, ni han retirado esa nota a todas luces difamatoria.

Así hubiera sido cierto que Gustavo Bolívar se abrazó con el dirigente político amigo del ‘Gordo García, el medio tenía la obligación ética de confrontar la información que poseía con la versión del acusado. Y no lo hizo. Por ende, cabe la pregunta: ¿dónde está el editor?

Estos dos ejemplos de noticias construidas con mentiras serían expresiones de un aparente poder blindado detrás del trono -con fornida chequera y/o atractiva mermelada publicitaria- orientado básicamente a hacerle daño al proyecto conocido como Pacto Histórico, en particular a su candidato Gustavo Petro. En el caso de Caracol el propósito sería el de entramparlo jurídicamente, pues la financiación extranjera de campañas presidenciales viola la ley colombiana.

Si una lección pudiera sacarse de todo esto, es que los grandes medios están en mora de establecer unas normas mínimas de autorregulación cuando de informar sobre campañas electorales se trata. Quizás por andar tan activos y entusiastas en la tarea de destruir el prestigio de una opción política específica, en realidad están contribuyendo a acabar de destruir moralmente a Colombia.

Post Scriptum: Qué es más dañino para el país, ¿que el comandante del Ejército descalifique a un candidato a la presidencia de la República... o que el presidente de la República salga a respaldarlo en lugar de destituirlo de manera fulminante, como debió hacer? Aquí tienen cabida las palabras de Alberto Lleras Camargo en el Teatro Patria, cantón Norte del Ejército, el 9 de mayo de 1958 frente a toda la oficialidad: “La política es el arte de la controversia por excelencia. La milicia, el de la disciplina. Cuando las Fuerzas Armadas entran a la política se quebranta su unidad, porque abre la controversia en sus filas". (Ver discurso completo).

@Jorgomezpinilla

martes, 19 de abril de 2022

Reflexiones sobre una visita “ingenua, torpe, inoportuna”

 


Tomado de El Espectador 

El petrismo radical que ataca tan duro a Noticias Uno por considerarlo al servicio de la campaña de Sergio Fajardo debió quedar súpito ante el informe que presentó este medio la noche del viernes 15 de abril (ver), donde se demuestra que con motivo de la visita del hermano de Gustavo Petro a La Picota hubo un entrampamiento.

Allí, el reportero Carlos Cárdenas apunta a resolver este interrogante: ¿quién tomó la foto del hermano de Petro en La Picota? La misma inquietud existía desde que un informe de Ricardo Calderón para Noticias Caracol lo mostró haciendo fila para entrar a la cárcel: ¿el camarógrafo aguardó paciente, como cuando grabaron a Carlos Mattos visitando a Iván Cancino, porque le habían contado que iría allá esa tarde? ¿O alguna fuente les hizo llegar el video?

El informe de Noticias Uno fija su atención en una foto donde se ve a JF Petro caminando frente a la valla de seguridad del complejo penitenciario. Con base en un concepto aportado por dos guardias expertos en seguridad, concluyen que “la fotografía fue tomada por una persona que tiene libertad de circulación dentro de las instalaciones. Por ser reclusorio, esta libertad de circulación es limitada. Por tanto (…), el ocasional fotógrafo estaba advertido sobre la presencia de su objetivo. (…) El hecho de que haya seguimiento gráfico de JF Petro desde que llegó a La Picota y mientras permaneció en ella, es prueba de un montaje para perjudicarlo”.

Un segundo informe del mismo noticiero, el domingo 17, logró dar con la persona que tomó la foto: el parapolítico Pedro Muvdi, quien les contó a otros reclusos que la envió al también condenado por paramilitarismo, coronel Hugo Aguilar, y este al parecer la habría filtrado a los artífices del entrampamiento.

Sobre el video en la fila de ingreso, una fuente fidedigna de Caracol le dijo a esta columna que fue un “chepazo” del camarógrafo, pues estaban a la espera de otra persona para un tema por completo diferente, cuando notaron ahí la presencia del hermano de Petro. Y comenzaron a grabar… y a investigar.

Hay otros dos elementos que ponen al espectador en modo dubitativo: un audio del narcotraficante Marquitos Figueroa invitando a votar por Petro, donde se presenta como “su amigo M F”; y un documento que habría puesto a circular Pedro Niño, abogado del narco paramilitar Kiko Gómez, cuyo supuesto origen era la campaña del Pacto Histórico y su contenido proponía una amnistía general de delitos, con algunos párrafos en primera persona: “Mi propuesta está ajustada a los cánones internacionales de cómo vivir en una sociedad civilizada”. Sin margen de duda, el documento es falso. Nadie de ninguna orilla le da ninguna seriedad. Y el mismo abogado Niño había cursado la invitación a la Comisión Intereclesial para que escuchara a ese grupo de reclusos. Así las cosas, todo indicaría que fue este el que lanzó el anzuelo con la carnada.

Respecto al audio con la supuesta voz de Marquitos Figueroa, se deja ver como la pieza más engañosa de todo el entramado. En algún momento el periodista Gonzalo Guillén (quien hizo meter presos a Kiko Gómez y Figueroa) y Diana López (hija de una víctima de Kiko) pusieron el grito en el cielo, pero ya son conscientes de que ese audio formó parte de la hábil celada.

Tiene razón Alfonso Prada, hoy jefe de debate de la campaña de Gustavo Petro, cuando reconoció como “ingenua, torpe e inoportuna” la visita de Juan Fernando Petro a La Picota. Los tres adjetivos dan una idea del golpe de opinión negativa que significó semejante revelación: que en plena efervescencia de la campaña electoral un hermano del candidato del Pacto Histórico andaba en reuniones al parecer furtivas con un grupo aproximado de diez reclusos, en su mayoría políticos corruptos y parapolíticos condenados, algunos por homicidio.

¿Por qué furtivas? Porque si no lo hubieran sido, habrían quedado como príncipes informando al término del encuentro, con un comunicado donde explicaban el motivo de tan conspicua reunión. Y el debate se habría armado en torno a si era conveniente o no esa clase de reuniones en medio de la campaña. Y pare de contar, caso cerrado.

Pero prefirieron hacer esas cosas sin contarle a nadie, y es cuando uno se acuerda de lo que decía el abuelo sabio: “no hagas cosas buenas que parecen malas”.

Razón tuvo entonces Gustavo Petro en una entrevista que les concedió a Daniel Coronell y Federico Gómez, de la revista Cambio, donde reconoció que “es un papayazo que hemos dado”. Y recordó un dicho propio del ambiente carcelario: “uno tiene que caminar con la espalda pegada a la pared”. (Ver entrevista).

Es evidente el impacto que tan inoportuno encuentro tuvo en el ámbito político, sobre todo en las cada día más acaloradas redes sociales, sobre un escenario donde brillan tres poderosos enemigos mutuos: el petrismo, el fajardismo y el uribismo.

A esta altura de la contienda no es fácil identificar cuál rabioso contrincante le da las más salvajes dentelladas a su oponente, pues los tres se atacan con la misma fiereza. Pero el resultado final sí es fácil de predecir, porque parece calcado del de hace cuatro años: la estúpida división entre la izquierda y el centro le abre de nuevo las puertas del poder al candidato de la extrema derecha. Y el que más ayuda en esta tarea, sin duda, lo digo a ojo cerrado, es Sergio Fajardo. Un ser dañino por pasivo (“ni uribista ni antiuribista”), aunque de bondadosa apariencia. Íngrid en versión masculina.

Hoy reitero lo dicho en algún trino reciente: lo ideal sería que el triunfo del Pacto Histórico en la primera vuelta fuera tan abrumador, que no se necesitara de una riesgosa segunda vuelta enfrentando a Gutiérrez. Pero se presenta una situación compleja, porque Petro no ayuda. Ni se deja ayudar.

Post Scriptum: ¿Qué les hace pensar a ustedes que después de haberse apoderado del Ejército, la Fiscalía, la Procuraduría, la Contraloría y la Defensoría del Pueblo, el aparato mafioso que se instaló en la Presidencia de la República estará dispuesto a entregar el poder por las buenas? Esto se va a poner muy feo.

@Jorgomezpinilla

martes, 12 de abril de 2022

Alternativa: “Atreverse a pensar es empezar a luchar”

 


Tomado de El Espectador

Son tres hasta el momento los libros que cuentan la historia de Alternativa, revista fundamental en la historia del periodismo colombiano, de la que fue su mecenas y gran orientador Gabriel García Márquez y tuvo entre sus plumas más insignes a Antonio Caballero.

Del primero de ellos figura como autor quien fuera su director, Enrique Santos Calderón, titulado Alternativa, lo mejor de la revista que marcó a una generación. Editado por Debate (sello de Random House), es una recopilación de artículos, entrevistas y editoriales.

El segundo fue publicado en 2020 por el periodista e historiador Luis Alfonso Mena, columnista de El Unicornio, y se titula La historia de la revista Alternativa (1974 – 1980). Este es más analítico, sobre todo de su trasegar como la primera revista de izquierda que hubo en Colombia, durante sus escasos seis años de existencia.

Y en días recientes Editorial Planeta publicó Atreverse a pensar es empezar a luchar (eslogan que adornaba la carátula de la revista), cuyo autor es Carlos Gerardo Agudelo Castro, el compañero más cercano de trabajo que tuve en Alternativa.

Carlos y yo nos habíamos conocido como estudiantes de Comunicación Social de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, de la que recién habíamos egresado. Él militaba en el Bloque Socialista (BS), de tendencia troskista; yo simpatizaba con la Unión Revolucionaria Socialista (URS), cercana al bolchevismo, pero crítica del estalinismo.

Así suene jactancioso, no sobra contar que la idea de publicar esta historia de Alternativa surgió de una charla que hace cerca de un año sostuve con el editor literario de Planeta, Juan David Correa, a quien consulté sobre la viabilidad de escribir algo que siguiera el rastro literario, periodístico y cinematográfico de nuestro Nobel en la isla de Cuba. Juan David me dijo que el tema García Márquez estaba saturado, pues por esos días acababan de salir sendos libros, el de su hijo Rodrigo García Barcha (Gabo y Mercedes: una despedida) y el de su mejor amigo, Guillermo Angulo (Gabo + 8).

Ahora bien, manifestó estar vivamente interesado en un libro que recogiera la verdadera historia de Alternativa, la de sus protagonistas de carne y hueso: contar la novela (real) de lo que había pasado ahí, cómo empezó, con quiénes, por qué murió la revista. Y me propuso que lo escribiera.

Era una idea tentativa, además de un honroso voto de confianza, pero recordé que Carlos Agudelo, quien se había desempeñado trece años como corresponsal de El Tiempo en Nueva York, había hecho un doctorado en Periodismo y Comunicación Pública en la Universidad de Maryland cuya tesis de grado versaba precisamente sobre Alternativa. Se presentaba entonces desde lo ético un conflicto de intereses, pues yo iría a escribir sobre lo que en apariencia alguien ya había escrito, y para colmo amigo mío.

Yo no conocía el contenido de su libro, Carlos nunca me lo había dado a conocer, aunque sí había seguido al dedillo las fuentes que él consultaba mientras lo escribía, porque él me iba contando. Recuerdo en particular una visita que le hizo a ESC en su apartamento del barrio Rosales en Bogotá, ciertas cosas que le contó sobre los verdaderos protagonistas de la historia. Pero no seré aquí infidente, para eso está el libro.

En todo caso, la única manera de resolver la intriga de si lo escribía yo o no, era pidiéndole al colega que me compartiera el contenido de su libro, como en efecto hizo, después de contarle que Planeta me había propuesto escribir la historia de Alternativa, quizá lo mismo que él ya había escrito, aunque aún no había leído. Y le dije que no descartaba la posibilidad de proponer su libro en remplazo de ponerme yo a escribirlo. O sea, le hablé con mis cartas destapadas sobre la mesa.

El asunto es que me envió su libro-tesis y una noche de insomnio lo leí a grandes parrafadas, como hacemos los editores con textos voluminosos. Y al final de la lectura concluí que estaba frente a un texto soberbio, poderoso, muy atractivo, tal vez con una estructura más académica que periodística, pero era algo subsanable en alguien con su sobrada experiencia como reportero.

Fue ese el motivo básico por el cual decidí “sacrificar” mi proyecto editorial, de modo que presenté su libro a consideración de Planeta y en pocos días fue aprobado para su publicación. Hoy me queda cierta incómoda sensación de ‘tusa’, como de que quizás el autor no supo corresponder debidamente a semejante gesto de desprendimiento (incluso pareció como si yo le hubiera salido a deber), pero aquí no caben las consideraciones personales.

Lo único cierto es que esta historia de la revista Alternativa se lee con deleite, porque es un trabajo editorial y periodístico depurado, sin duda el mejor de los tres libros que aquí reseñé. Por ese motivo lo recomiendo a ojo cerrado, con la seguridad además de que se convertirá en texto obligado de estudio para alumnos y alumnas de las facultades de comunicación y periodismo en Colombia.

El lanzamiento se hará el 28 de abril en la Feria del Libro de Bogotá (FILBo 2022). Allá nos vemos.

Post Scriptum: Si llegan a segunda vuelta Gustavo Petro y Federico Gutiérrez, no vislumbro nada bueno para Colombia. Sería el peor escenario posible, pues quedaría empoderado el candidato de la peligrosa extrema derecha. Por el bien del país, urge que Petro gane en primera vuelta. Es casi cuestión de vida o muerte para la democracia. Respecto a Sergio Fajardo, baste decir que tuvo cuatro años para posicionarse como el gran opositor al gobierno de Duque y no lo quiso hacer. Solo apareció para la campaña electoral, cuatro años después de haberse ido a ver ballenas. Por eso el 13-M obtuvo esa pichurria de votos (menos que Francia Márquez) y ahora pretende una utópica “remontada” que solo servirá para abrirle el camino -de nuevo- a la bestia uribista. Mala cosa, pésima cosa.

@Jorgomezpinilla

viernes, 1 de abril de 2022

Sergio Fajardo y el eterno retorno

 


Tomado de El Espectador

En desarrollo de la política suele presentarse un fenómeno que Federico Nietzsche definía como el eterno retorno, consistente en que todos los acontecimientos del mundo, todas las situaciones pasadas, presentes y futuras se repiten eternamente. Según el filósofo, se requiere la grandeza de espíritu del Superhombre (Übermensch) para aceptarlo, porque ha alcanzado un estado de madurez espiritual superior al del hombre común.

Superhombres hemos sido entonces los colombianos de los últimos cincuenta o cien años de vida republicana, porque permanecemos atados por el cuello a la noria de un eterno retorno consistente en que cada cuatro años todo cambia… para que todo siga igual.

Otro filósofo alemán, también Federico pero de apellido Hegel, decía que “todo sistema engendra la semilla de su propia destrucción”. Lo vivimos en carne propia hace más de veinte años, cuando la violencia guerrerista de las Farc que se enseñoreó sobre el país engendró en Álvaro Uribe la semilla de su propia destrucción, hasta el punto de obligarlos a sentarse a negociar con Juan Manuel Santos. Lo cierto es que hoy están diezmados, en parte por sus errores políticos tras la firma del acuerdo de paz, en parte por la eliminación sistemática o genocida de sus excombatientes, tarea a cargo de las fuerzas oscuras que en remplazo de las Farc a su vez se han enseñoreado sobre Colombia.

Veinte años después de haber soportado la soberbia autoritaria del sátrapa, el país se hastía de sus crímenes de variada laya, de sus abusos y sus desmanes. Surge entonces la semilla que podría destruirlo, encarnada en un Gustavo Petro que a la cabeza del Pacto Histórico parecería que ya no tiene pierde.

Y es aquí cuando el espectador desprevenido -y el prevenido también- se pregunta si será que ahora sí, por fin, se logrará la transformación que requiere el país, y si será que Petro logra los acercamientos y consensos necesarios con sus contrarios para asegurar gobernabilidad.

Mejor dicho, aún no es hora de cantar victoria, porque la preocupación se centra en que el desmadre que comenzó el 7 de agosto de 2018 podría repetirse en dosis aún más devastadoras a partir del 7 de agosto del año en curso.

Hace cuatro años asumía el mando de la nación un lacayo de Álvaro Uribe al que con justa razón le colgaron el rótulo de subpresidente, por ser el primer presidente de Colombia con jefe. Este sumió al país en el averno de la corrupción y la criminalidad, y cuatro años después podríamos seguir comiendo de la misma caquita si Federico Gutiérrez (el mismo que dice “vos dijistes”) pasa a la segunda vuelta y no se logra que los astros se alineen en función de sembrar la semilla que permita la germinación de un cambio verdadero.

Tarea nada fácil, sobre todo tras constatar que Sergio Fajardo vuelve a jugar el mismo papel tóxico de cuatro años atrás, cuando en lugar de cerrar filas al lado de Gustavo Petro para impedir el regreso de la bestia herida se fue a ver ballenas y anunció su voto en blanco. Esto se tradujo en que le abrió las compuertas del poder al mismo candidato al que acababan de enseñarle a cabecear un balón y le habían teñido el pelo para inyectarle experiencia artificial, Iván Duque Márquez.

Hoy Fajardo hace lo mismo, aunque ahora en versión remasterizada. Con la pichurria de votos que obtuvo y con las fuerzas de centro que lo acompañan, ya ni siquiera debe esperar a la primera vuelta para atravesarse de nuevo como vaca muerta en la ruta del Pacto Histórico, impedir su triunfo definitivo el 27 de mayo y permitir que el candidato del uribismo pase a competir con Petro en la jornada del 19 de junio. En cuyo caso, Dios nos coja confesados.

El ambiente se torna aún más tétrico cuando uno descubre que hay personas de centro, incluso amigos y amigas mías (menores y mayoras), portadores de un sentimiento de desprecio tan profundo hacia Petro que, pese a ser conscientes de que los votos por Fajardo jugarán a favor de que Gutiérrez pase a segunda vuelta, no les importa. Lo que sea, con tal de que no gane Petro.

En un trino reciente Fajardo mostraba fotos de una reunión con sus coequiperos (Juan Fernando Cristo, Angélica Lozano, Juan Manuel Galán, Mabel Lara, Jorge Robledo entre otros), donde decía: “Definiendo con este equipazo los últimos detalles para iniciar la remontada con la que ganaremos la presidencia. Juntos vamos a liderar la transformación que Colombia necesita”. (Ver trino).

A lo cual, el suscrito le respondía: “Mientras más alta sea la "remontada", mayor la cantidad de votos que le sumarán a la posibilidad de que Petro no gane en primera vuelta y deba enfrentar a Gutiérrez en la segunda. Si pretenden que van a pasar ustedes a la segunda, además de ilusos, son irresponsables con el país”. (Ver trino).

He ahí el quid, busilis, meollo o intríngulis del asunto: pretender “remontar” la descomunal diferencia de votos que hay entre Gutiérrez y Fajardo constituye burda utopía, comenzando tan solo porque Francia Márquez solita puso más votos que Fajardo. Se trata por tanto de una quimera altamente dañina, rayana en la más soberana irresponsabilidad con el futuro de Colombia.

Es por ello que a esta altura del partido, a la gente medianamente sensata, inteligente o cuerda de este país se le altera la paciencia, la templanza, la resiliencia y hasta los jugos gástricos, porque nadie con tres dedos de frente entiende cómo es posible que Sergio Fajardo continúe impasible en su tarea de acomodar de nuevo nuestros asientos para la siguiente vuelta de la espiral que habrá de mantenernos, una vez más, atados a la estúpida noria del eterno retorno uribista.

Como dije en mi columna de la semana pasada, si Gutiérrez pasa a la segunda vuelta, apague y vámonos.

Post Scriptum: Votaré por el candidato del Pacto Histórico en la primera vuelta, esperando que no haga falta una segunda. Ahora bien, para que esto sea posible conviene que Petro morigere los ánimos caldeados con sus rivales de centro y derecha, que abrace en lugar de retar, que convoque en lugar de distanciar, que sume en lugar de restar, y que sobre los escombros que deja el acólito del sátrapa proyecte un mensaje de optimismo o confianza en el futuro venidero. Algo así como un ¡Colombia, la alegría ya viene!

De otro lado, al cierre de esta columna nos informan desde la campaña del Centro Democrático que ya hay video de Federico Gutiérrez haciendo la 21 con un balón, y en consecuencia permanecen atentos a un eventual repunte en las encuestas. Noticia en desarrollo.

@Jorgomezpinilla