domingo, 22 de enero de 2023

Abelardo de la Espriella debería estar preso


 

Tomado de ElUnicornio.co (22 de noviembre 2022)

Hola. Muchos de ustedes saben que en mi último video acusé a Abelardo de la Espriella de ser un matón en dos versiones: de los que mandan a matar gente, y matón de juzgado. Lo primero hacía referencia a que en dos columnas suyas, una en El Heraldo de Barranquilla y otra para Los Irreverentes, invitó a matar primero a Nicolás Maduro y luego a Gustavo Petro. Y el video lo hice en respuesta a la sentencia de un juzgado de esa misma ciudad, Barranquilla, que pretende obligarme a pagarle al demandante diez millones de pesos por supuestos daños morales a su honra.

En lugar de honra, yo diría que transita por la deshonra desde los días del Pacto de Ralito, cuando, si le hemos de creer a Mancuso, habría hecho fortuna timando a los paramilitares que se acogieron a la paz de Uribe. Hoy, después de que a su suegra la despidieron del consulado en Miami porque se negaba a renunciar, De la Espriella anda convertido en un abogado decadente que se vale de mangualas jurídicas para hacer ruido en los medios.

Pero vamos al grano: lo que no conté en el video anterior es que al día siguiente de la columna donde proponía matar a Maduro, el entonces director del periódico insignia de Barranquilla, Marco Schwartz, lo retiró como columnista, con estas palabras: “Llamé al autor de la columna para expresarle mi profundo desacuerdo, para transmitirle que esos principios no encajan en la línea que yo pretendo imprimir al periódico. No encuentro justificable bajo ningún aspecto que desde las páginas de opinión de EL HERALDO se instigue al homicidio y la violencia”. (PANTALLAZO)

Lo llamativo es que De la Espriella no escarmentó, porque ocho meses después hizo lo mismo, pero con Gustavo Petro, ya desde una cloaca del periodismo llamada Los Irreverentes, donde dijo: “Petro no es un juego: hay que reconocer que es todo un fenómeno político que cada día gana más fuerza. (…) Invito a los colombianos a que no sean indiferentes ante la criminalidad, a que pongan el pecho (…) y, si es del caso, a que aprieten el gatillo sin remordimiento, cuando sea menester. Por abogado, no se preocupen: pongo a disposición gratuitamente mi firma para defender(los)”.

¿Por qué andaba tan envalentonado, mandando a matar gente a diestra y siniestra? Por lo siguiente: a Maduro propuso asesinarlo al final del gobierno de Santos (2017), con la oposición uribista fortalecida tras el triunfo del NO en el plebiscito. Y cuando invitó a matar a Petro, Iván Duque acababa de ser elegido presidente. O sea, creía que tendría el mundo a sus pies si lograba que algún loquito fanático matara a Petro. Y en ambos casos, tendría la Fiscalía de su lado.

Recurriendo tan solo al sentido común, no es de ningún modo comprensible que en menos de un año un tipo acuda a dos medios diferentes para incitar a cometer sendos asesinatos, uno contra un presidente en ejercicio y otro contra un rival político que cogía fuerza y al que quería evitar que llegara a ser lo que es hoy, el presidente de Colombia en ejercicio. Y el autor intelectual de ambos planes macabros no fue a la cárcel. ¿Ah? ¿Quién en su sano juicio lo puede entender?

Es algo inaudito, y obliga a traer de nuevo a colación la noticia de Los Ángeles Times según la cual la Fiscalía de Brasil le abrió investigación al piloto de Fórmula 1 Nelson Piquet por desear la muerte del presidente electo, Inacio Lula da Silva. El crimen del que acusan a Piquet es “incitación a la violencia” porque en un video se le escucha decir: “¿Lula? allá en el cementerio”. Solo por esa insignificancia, por boquiflojo, digamos, Piquet podría ir a la cárcel durante el gobierno de Lula. (PANTALLAZO)

Pero aquí en Colombia un instigador de dos homicidios llamado Abelardo de la Espriella, sigue caminando por las calles y viajando en su jet privado como si fuera uno de Los Intocables que perseguía Eliot Ness. Un rufián de esquina con avión propio, eso les dice todo.

De otro lado, uno novedad: Abelardo de la Espriella me acaba de lanzar una nueva amenaza, mediante un documento con membrete de su oficina de abogados fechado en noviembre (sin día conocido, que tituló: “Solicitud de rectificación y eliminación de afirmaciones contenidas en mensajes de Twitter y en el video titulado “Abelardo de la Espriella, un matón en dos versiones”. Como dice el refrán popular, vuelve la mula al trigo. (PANTALLAZO). ¿Y qué pretende con esto? Amordazarme, callarme, silenciarme, que no vuelva a hablar de él. Pero TACA BURRO, como dicen en los billares.

Lo cierto es que en busca de medirlo con la misma vara que hoy me mide, me he puesto a investigar hasta qué punto ese señor está libre de toda culpa en el terreno judicial, y las sorpresas han sido grandes. Y numerosas. Por ejemplo:

¿Es verdad o mentira que Abelardo de la Espriella comenzó su fortuna cuando Sabas Pretelt lo llevó de su mano ante la cúpula paramilitar reunida en Ralito y terminó timándolos en miles de millones de pesos, prometiéndoles lo que sabía que no les podría cumplir?

¿Cuántas investigaciones se han abierto contra Abelardo de la Espriella, cuántas están archivadas y cuantas permanecen activas en línea de tiempo?

¿Qué se sabe de una investigación que le adelanta el Departamento de Estado de EE.UU. por su papel como abogado defensor de Álex Saab?

¿Es cierto o no que hace seis años avanza una denuncia penal por los delitos de fraude procesal y concierto para delinquir, donde se señala a su oficina de abogados como presunta responsable de dichas conductas, a raíz de haberse apropiado de la Universidad Autónoma de Barranquilla?  

Por último, hay un tema que no puedo dejar por fuera: dije atrás que un juzgado de Barranquilla pretende obligarme a pagar diez millones de pesos. Y ocurre que no soy millonario, no viajo en avión privado, ni siquiera tengo carro propio, lo único propio que tengo es una bicicleta. Tampoco tengo el poder económico ni las conexiones políticas del que intenta acorralarme jurídicamente. Soy un periodista que se trata de ganarse la vida con el ejercicio de su profesión. ¿Cómo? Escribiendo. He cometido errores, por supuesto, como todo ser humano. Pero siempre he ido en busca de la verdad, con plena honestidad intelectual. 

Pero pretenden hacerme pagar diez millones de pesos que no tengo y que, por el contrario, los necesito. ¿Para qué? Para sufragar los costos legales de mi defensa. Incluso es una suma muy pequeña para lo que cuesta enfrentar al que me persigue.

Llegados a este punto, se me ocurre que quizá no es difícil conseguir a 1.000 colombianos dispuestos a aportar cada uno 10.000 pesos, hasta completar precisamente esa suma diez millones. Y con una misión precisa: pagar mi defensa, defenderme del tirano de los incisos legales, derrotarlo en franca lid, lograr que no se salga con la suya. Mil colombianos honrados que quieran colaborar en esta tarea. Es algo que no le cuesta mucho a cada persona individualmente, pero contribuye a financiar mi defensa.

¿Y cómo aportar? Sin complicadas Vakis. Si usted quiere ser uno -o una- de los mil adherentes solidarios, basta con transferir diez mil pesos por Nequi o Daviplata al número 316-2319486. Eso es todo.

El objetivo final de esta pequeña campaña en pro de mi defensa legal, tiene como objetivo ulterior hacer que regrese la dignidad al ejercicio libre del periodismo. Y en esta tarea se hace necesaria su ayuda solidaria. Créame.

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