Tomado de ElUnicornio.co (22 de noviembre 2022)
Hola. Muchos de ustedes saben que
en mi
último video acusé a Abelardo de la Espriella de ser un matón en dos
versiones: de los que mandan a matar gente, y matón de juzgado. Lo primero
hacía referencia a que en dos columnas suyas, una en El
Heraldo de Barranquilla y otra para Los
Irreverentes, invitó a matar primero a Nicolás Maduro y luego a Gustavo
Petro. Y el video lo hice en respuesta a la sentencia de un juzgado de esa
misma ciudad, Barranquilla, que pretende obligarme a pagarle al demandante diez
millones de pesos por supuestos daños morales a su honra.
En lugar de honra, yo diría que
transita por la deshonra desde los días del Pacto de Ralito, cuando, si le
hemos de creer a Mancuso, habría hecho fortuna timando a los paramilitares que
se acogieron a la paz de Uribe. Hoy, después de que a su suegra la despidieron del
consulado en Miami porque se negaba a renunciar, De la Espriella anda
convertido en un abogado decadente que se vale de mangualas jurídicas para
hacer ruido en los medios.
Pero vamos al grano: lo que no
conté en el video anterior es que al día siguiente de la columna donde proponía
matar a Maduro, el entonces director del periódico insignia de Barranquilla,
Marco Schwartz, lo retiró como columnista, con estas palabras: “Llamé al autor
de la columna para expresarle mi profundo desacuerdo, para transmitirle que
esos principios no encajan en la línea que yo pretendo imprimir al periódico.
No encuentro justificable bajo ningún aspecto que desde las páginas de opinión
de EL HERALDO se instigue al homicidio y la violencia”. (PANTALLAZO)
Lo llamativo es que De la
Espriella no escarmentó, porque ocho meses después hizo lo mismo, pero con
Gustavo Petro, ya desde una cloaca del periodismo llamada Los Irreverentes,
donde dijo: “Petro no es un juego: hay que reconocer que es todo un fenómeno
político que cada día gana más fuerza. (…) Invito a los colombianos a que no
sean indiferentes ante la criminalidad, a que pongan el pecho (…) y, si es del
caso, a que aprieten el gatillo sin remordimiento, cuando sea menester. Por
abogado, no se preocupen: pongo a disposición gratuitamente mi firma para
defender(los)”.
¿Por qué andaba tan envalentonado,
mandando a matar gente a diestra y siniestra? Por lo siguiente: a Maduro propuso
asesinarlo al final del gobierno de Santos (2017), con la oposición uribista
fortalecida tras el triunfo del NO en el plebiscito. Y cuando invitó a matar a
Petro, Iván Duque acababa de ser elegido presidente. O sea, creía que tendría
el mundo a sus pies si lograba que algún loquito fanático matara a Petro. Y en
ambos casos, tendría la Fiscalía de su lado.
Recurriendo tan solo al sentido
común, no es de ningún modo comprensible que en menos de un año un tipo acuda a
dos medios diferentes para incitar a cometer sendos asesinatos, uno contra un
presidente en ejercicio y otro contra un rival político que cogía fuerza y al
que quería evitar que llegara a ser lo que es hoy, el presidente de Colombia en
ejercicio. Y el autor intelectual de ambos planes macabros no fue a la cárcel.
¿Ah? ¿Quién en su sano juicio lo puede entender?
Es algo inaudito, y obliga a traer
de nuevo a colación la noticia de Los Ángeles Times según la cual la
Fiscalía de Brasil le abrió investigación al piloto de Fórmula 1 Nelson Piquet
por desear la muerte del presidente electo, Inacio Lula da Silva. El crimen del
que acusan a Piquet es “incitación a la violencia” porque en un video se le
escucha decir: “¿Lula? allá en el cementerio”. Solo por esa insignificancia,
por boquiflojo, digamos, Piquet podría ir a la cárcel durante el gobierno de
Lula. (PANTALLAZO)
Pero aquí en Colombia un instigador
de dos homicidios llamado Abelardo de la Espriella, sigue caminando por las
calles y viajando en su jet privado como si fuera uno de Los Intocables
que perseguía Eliot Ness. Un rufián de esquina con avión propio, eso les dice
todo.
De otro lado, uno novedad:
Abelardo de la Espriella me acaba de lanzar una nueva amenaza, mediante un
documento con membrete de su oficina de abogados fechado en noviembre (sin día
conocido, que tituló: “Solicitud de rectificación y eliminación de
afirmaciones contenidas en mensajes de Twitter y en el video titulado “Abelardo
de la Espriella, un matón en dos versiones”. Como dice el refrán popular,
vuelve la mula al trigo. (PANTALLAZO). ¿Y qué pretende con esto? Amordazarme,
callarme, silenciarme, que no vuelva a hablar de él. Pero TACA BURRO, como
dicen en los billares.
Lo cierto es que en busca de medirlo
con la misma vara que hoy me mide, me he puesto a investigar hasta qué punto
ese señor está libre de toda culpa en el terreno judicial, y las sorpresas han
sido grandes. Y numerosas. Por ejemplo:
¿Es verdad o mentira que
Abelardo de la Espriella comenzó su fortuna cuando Sabas Pretelt lo llevó de su
mano ante la cúpula paramilitar reunida en Ralito y terminó timándolos en miles
de millones de pesos, prometiéndoles lo que sabía que no les podría cumplir?
¿Cuántas investigaciones se
han abierto contra Abelardo de la Espriella, cuántas están archivadas y cuantas
permanecen activas en línea de tiempo?
¿Qué se sabe de una
investigación que le adelanta el Departamento de Estado de EE.UU. por su papel
como abogado defensor de Álex Saab?
¿Es cierto o no que hace seis años
avanza una denuncia penal por los delitos de fraude procesal y concierto para
delinquir, donde se señala a su oficina de abogados como presunta responsable
de dichas conductas, a raíz de haberse apropiado de la Universidad Autónoma de
Barranquilla?
Por último, hay un tema que no
puedo dejar por fuera: dije atrás que un juzgado de Barranquilla pretende
obligarme a pagar diez millones de pesos. Y ocurre que no soy millonario, no viajo
en avión privado, ni siquiera tengo carro propio, lo único propio que tengo es
una bicicleta. Tampoco tengo el poder económico ni las conexiones políticas del
que intenta acorralarme jurídicamente. Soy un periodista que se trata de
ganarse la vida con el ejercicio de su profesión. ¿Cómo? Escribiendo. He
cometido errores, por supuesto, como todo ser humano. Pero siempre he ido en
busca de la verdad, con plena honestidad intelectual.
Pero pretenden hacerme pagar diez
millones de pesos que no tengo y que, por el contrario, los necesito. ¿Para
qué? Para sufragar los costos legales de mi defensa. Incluso es una suma muy pequeña
para lo que cuesta enfrentar al que me persigue.
Llegados a este punto, se me ocurre
que quizá no es difícil conseguir a 1.000 colombianos dispuestos a aportar cada
uno 10.000 pesos, hasta completar precisamente esa suma diez millones. Y con
una misión precisa: pagar mi defensa, defenderme del tirano de los incisos
legales, derrotarlo en franca lid, lograr que no se salga con la suya. Mil
colombianos honrados que quieran colaborar en esta tarea. Es algo que no le
cuesta mucho a cada persona individualmente, pero contribuye a financiar mi
defensa.
¿Y cómo aportar? Sin complicadas Vakis.
Si usted quiere ser uno -o una- de los mil adherentes solidarios, basta con
transferir diez mil pesos por Nequi o Daviplata al número 316-2319486. Eso es
todo.
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