viernes, 27 de enero de 2012

Uribe ante el derrumbe de su estantería


El anuncio que hizo Álvaro Uribe de declarar como testigo en el proceso que se le sigue a Bernardo Moreno tiene un especial valor histórico y coyuntural, pues podría encarnar el punto de quiebre en la enconada lucha que libra el expresidente para evitar que se le derrumbe la estantería del ‘todo vale’ que con tanto empeño –y sigilo- construyó en sus ocho años de gobierno.


http://www.semana.com/opinion/uribe-ante-derrumbe-su-estanteria/171001-3.aspx


Es cierto que también ha intervenido con fiereza a favor de Andrés Felipe Arias, María del Pilar Hurtado, Sabas Pretelt o Luis Carlos Restrepo –como en su momento lo hizo por Jorge Noguera, hoy condenado por homicidio y concierto para delinquir- pero lo llamativo en el caso de su exsecretario privado es que por primera vez Uribe quiere testificar bajo juramento.


Y no lo hará para defenderlo por lo de las ‘chuzadas’ del DAS, que es lo que lo tiene pagando prisión, sino por un caso en apariencia menor: una acusación de tráfico de influencias según la cual Moreno le habría pedido la renuncia al entonces director de la ESAP, por no haber nombrado a gente cercana al parlamentario Tony Jozame, para pagarle así su voto a favor de la relección. Lo cierto es que el expresidente asumió la responsabilidad, al afirmar en carta a la Fiscalía que “determiné, de manera personal y motivado por las necesidades de mi programa de gobierno, el cambio en la ESAP”.


El problema para Uribe es que todo apunta a que las pruebas en este caso son contundentes (más que en lo de las ‘chuzadas’), y ello podría significar que Moreno estuviera cerca de dar el paso extremo de colaborar con la justicia, para que no se cierre aun más sobre su pescuezo la soga. De donde se concluye que los extremos se juntan, pues es la posibilidad de que Moreno claudique en su silencio cómplice lo que estaría llevando a Uribe al extremo de involucrarse tan de lleno en este proceso.


El asunto adquiere ya características de modus operandi, si recordamos que para evitar que María del Pilar Hurtado fuera a prisión, el propio Uribe viajó hasta Panamá a gestionarle el asilo, mediante intermediación directa ante su amigo el presidente Ricardo Martinelli. En este contexto es ilustrativa la visita que antes de huir (en noviembre de 2010) le hizo Hurtado a su ex‘chuzado’ Daniel Coronell, ya que mostraría un estado emocional en trance de desmoronarse, y donde dijo cosas como que “al DAS le correspondía proteger la figura presidencial”.


Asumiendo de contera la hipótesis de que hubiera sido Uribe quien impartió las órdenes para el espionaje a magistrados, opositores y demás, por simple lógica se infiere que los poseedores de la prueba reina de esta “empresa criminal” serían precisamente María del Pilar Hurtado y Bernardo Moreno. Es aquí donde el perfil sicológico de los acusados pudiera terminar por jugarle la peor de las partidas a Uribe, ante la eventualidad de que la Cancillería de Panamá le revocara el asilo a la primera, mientras el segundo fuera encontrado culpable –además- de tráfico de influencias.


Como quedó planteado en columna anterior (La perversión casi obligada del poder) es factible que personajes como Bernardo Moreno, María del Pilar Hurtado o Sabas Pretelt hubieran actuado apegados a la norma en otras circunstancias. Sólo que, ya subidos sobre la cresta de una ola caudillista en la que bastaba una insinuación para que se entendiera como una orden, quizá fueron impelidos a actuar desde la ilegalidad.


Ésta es una tarea que deberán dilucidar los jueces, pero es un hecho indiscutible que con el paso de los días crece la audiencia de los que le pierden el miedo a ‘cantar’ (verbi gratia Juan Camilo Salazar y Camila Reyes contra Andrés Felipe Arias), y que en caso de que personajes como Bernardo Moreno o María del Pilar Hurtado se vieran también forzados a colaborar con la justicia, significaría tanto la cerradura del círculo para Álvaro Uribe Vélez, como el punto de quiebre para el derrumbe de su estantería.


martes, 24 de enero de 2012

"Álvaro Gómez no estaba desestabilizando al gobierno de Samper": Serpa


En esta entrevista de Jorge Gómez Pinilla para Semana.com, tras culminar su gestión como gobernador de Santander, Horacio Serpa se refiere al libro de Enrique Gómez Hurtado, '¿Por qué lo mataron?', sobre el magnicidio de Álvaro Gómez.

http://www.semana.com/politica/alvaro-gomez-no-estaba-desestabilizando-gobierno-samper-serpa/170520-3.aspx

martes, 17 de enero de 2012

"Hay que hundir a Petro"


Está bien que María Isabel Rueda sea quizá una de las mejores periodistas del país, pero no está bien que con relativa frecuencia deje ver su mala leche cuando se trata de ‘tirarse’ a las personas que no son de su agrado, del mismo modo que utiliza las tribunas que le dan para inflar a los que sí lo son. En lo segundo es de recordar la ponchada radial que se pegó por La W durante la pasada campaña a la alcaldía de Bogotá, cuando Julio Sánchez Cristo le preguntó al aire en qué estaba pensando pero la cogió distraída, de modo que se le alcanzó a escuchar con toda nitidez: “hay que subir a Gina”.


En lo primero –o sea en lo de la mala leche- brilla con luz propia su columna de este domingo 15 de enero en El Tiempo, donde comienza por decir que “a nadie le interesa que a Petro le vaya mal”, pero al final queda la impresión de que la consigna era otra: “hay que hundir a Petro”. Para empezar, eso de que a nadie le interesa que a Petro le vaya mal es una gran mentira, pues no tiene ningún asidero pensar que personajes como Álvaro Uribe (a quien la columnista le profesaba admiración hasta hace unos meses), José Obdulio Gaviria, María del Pilar Hurtado, Samuel e Iván Moreno o los parapolíticos que envió a la cárcel, desean de todo corazón que a Petro le vaya bien.


http://www.semana.com/opinion/hundir-petro/170464-3.aspx


Pero la animadversión no sólo contempla a sus enemigos, sino también a los de su misma tendencia política. ¿O es que acaso contradictores de la talla de Carlos Gaviria, Jorge Enrique Robledo o Jaime Dussán elevan hoy sus oraciones para que por intermedio de Petro se pueda demostrar que la izquierda sí puede gobernar? Así las cosas, no nos llamemos a engaños: hay mucho malqueriente interesado en que a Petro le vaya mal como alcalde de Bogotá, y es de sospechar que la columna citada apunta en la misma dirección.


Para la muestra, otro botón: “es una realidad que Petro ganó la alcaldía a punta de echar paja”. Esta frase bien podría entrar en la antología de las más discriminatorias, descalificadoras y elitistas (al menos en lo intelectual), tanto para el nuevo alcalde como para quienes votaron por él, pues pinta al primero como un embaucador y a los segundos como unos idiotas que cayeron en una trampa verbal barata, bajo el hechizo de alguien que sólo sabe hacer eso, “echar paja”.


Lo cierto es que a sólo dos semanas de posesionado –cuando todo periodista serio le daría un compás de espera al político objeto de su análisis- la columnista se despacha sibilina contra Petro mediante un ‘balance’ pormenorizado de sus anuncios (no de sus ejecutorias, considerando la brevedad de su gestión), de donde infiere que “el 95 por ciento de sus propuestas no era viable, como se ha venido a demostrar en los pocos días que lleva como alcalde”. ¿Cómo es posible, nos preguntamos ceñidos a la más estricta lógica cartesiana, que a sólo quince días de gobierno haya sido posible dictaminar que el 95 por ciento de sus propuestas no era viable? ¿Fatiga del ‘metal’ periodístico? ¿Despecho por la derrota de su preferida, Gina Parody? Vaya uno a saberlo…


Otro tema –que en realidad no es otro, sino el tema central- que le preocupa a María Isabel es que Petro “se dedique a construir una plataforma presidencial, a diferencia de Peñalosa y de Mockus, que fueron dos excelentes alcaldes que no se ocuparon de construir plataformas políticas propias, en un acto de honestidad con Bogotá”. Es aquí donde la comentarista incurre adrede en una segunda mentira (a no ser que le hubiera fallado la memoria) pues olvida u omite que Antanas Mockus también usó su administración como plataforma, a tal punto que al final de su primera alcaldía renunció para buscar la presidencia, y los electores le cobraron su veleidad.


El infantilismo de su sesgada columna recae en creer que aspirar a la presidencia es concomitante a ejercer una mala alcaldía, cual si los bogotanos y el país en general fueran a premiarle a Gustavo Petro el no haber cumplido sus promesas por dedicarse a otra cosa. Lo que en últimas pretende la columnista, para decirlo con palabras de Humberto de la Calle es “permitirles la liturgia a los seminaristas, pero negarles a los curas la posibilidad de decir misa” (El Espectador, domingo 15 de enero).


En otras palabras, que si Petro quiere hacer una buena alcaldía debe olvidarse de aspirar a la presidencia, cuando los hechos tozudos indican lo contrario: que una buena alcaldía es el mejor pasaporte para conquistar más elevadas cumbres. En el fondo (o más bien en la epidermis de tan superficial ‘análisis’) el temor de la Rueda radica precisamente en que Petro resulte un buen gobernante, pues ello lo pondría de inmediato en asiento de primera fila hacia el primer cargo de la nación.


Parodiando a la columnista citada, “es una realidad” que tanto ella como los demás enemigos y malquerientes de Gustavo Petro coinciden en que hay que hundirlo a como dé lugar, y para ello nada mejor que tratar de recortarle los pies cuando apenas comienza a dar sus primeros pasos en la alcaldía de Bogotá, no vaya a ser que se les crezca el enano.


En este sentido, el tonito autoritario y despectivo que emplea en la expresión “dejémoslo a ver qué es capaz de hacer”, lo dice todo. De donde se concluye que a María Isabel Rueda le gusta ver la ‘paja’ en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio.

jorgegomezpinilla@yahoo.es