jueves, 31 de enero de 2019

Debemos silenciar a Uribe (II)




El domingo 27 de enero el senador Álvaro Uribe lanzó un trino que despertó enorme intriga, porque iba dirigido contra el caricaturista Matador pero hacía referencia a algo que este había publicado en su cuenta de Twitter el 18 de julio de 2017, cuando retuiteó una columna mía titulada Debemos silenciar a Uribe.

La frase de Uribe para Matador fue “Debemos discutir!”, y la intriga llegó hasta el mismísimo dueño de la revista Semana, Felipe López Caballero, quien en uno de sus Confidenciales no solo llamó la atención sobre lo extemporáneo de la respuesta, sino que le puso su tatequieto a Uribe al afirmar que “suele bloquear a las personalidades que lo critican en redes sociales, con lo que la oportunidad de discutir se pierde”. (Ver Confidencial).

Sea como fuere, el trino le sirvió de munición al candidato de Uribe a la alcaldía de Bogotá, Samuel Hoyos, para enfrentar las críticas que venía recibiendo el uribismo debido al matoneo de que fue víctima Vicky Dávila desde la cuenta Twitter de la directora del Centro Democrático, Nubia Stella Martínez, con trinos como este: ““#NoOigoWRadio porque Vicky Dávila es la jefa de prensa de la rata de Petro”.

Según Hoyos en declaraciones para el programa Semana en vivo, el expresidente Uribe viene siendo estigmatizado y “cuando me refiero a las estigmatizaciones es por ejemplo una columna de un señor Gómez Pinilla en El Espectador diciendo “hay que silenciar a Uribe”. Yo no comparto esa posición. Me parece que es irresponsable”.

A esto se le llama agarrarse de un clavo ardiendo, pues se refirió a algo que escribí hace dos años, y la más prístina aclaración al respecto la dio el mismo Felipe López cuando al referirse a mi columna explicó que “se trataba de poner en duda todo lo que el mandatario dijera, pues era posible que pudiera hacer elegir al nuevo presidente de Colombia (como en efecto ocurrió): "Se requiere que periodistas, medios y opinión pública sensata comencemos a silenciarlo, pero no del modo en que una mano negra ‘silenció’ a un alias Job, a un Pedro Juan Moreno o a un Francisco Villalba, sino aplicándole el filtro de la duda tanto a sus declaraciones públicas como a todo trino que salga de su infestada cuenta de Twitter”. (Ver columna).

Si de estigmatizaciones se ha de hablar, el retuiteo que hizo Matador de mi columna ha servido para que cada cierto tiempo contra él se desate el más feroz matoneo desde las toldas uribistas, que incluye desde amenazas de muerte hasta calificativos como el de “gonorrea con pelos”. Precisamente hace cosa de un año Vicky Dávila le preguntó si era cierto que había dicho “hay que silenciar a Uribe” –algo que los uribistas interpretaron como una amenaza contra su caudillo- y Matador le respondió: “La cuestión con la gente en las redes sociales es que no lee. Cuando yo comparto un link, eso no es ningún delito”.

Esto demuestra que cuando se trata de defenderse de justificadas críticas, el uribismo acude hasta a cosas del pasado para hacerlas pasar como actuales con tal de no quedarse sin argumentos. Pero a su vez demuestra que el planteamiento que hice en la injuriada columna sigue teniendo plena vigencia, y en tal sentido no sobra explicar –como argumento adicional en mi defensa- que en ella me referí a la carta que por esos días más de 60 reconocidos periodistas y directores de medios le dirigieron al senador Uribe a raíz de la calumnia que profirió contra Daniel Samper Ospina, al tildarlo de “violador de niños”.

Son de conocimiento público mis diferencias con Daniel debido a su preferencia en la segunda vuelta por el voto en blanco, que tildé de “irresponsable” (la preferencia) y cuyas consecuencias hoy apenas comenzamos a lamentar, porque habrán de ser peores. Pero es hora de dejarlas atrás y más bien reiterar el contenido de la carta citada, donde sus remitentes decían que “es tiempo de que el expresidente esté a la altura del enorme poder del que ha venido abusando sin mayores consecuencias”, y le pedían “al calumniador que se detenga”. (Ver carta).

Hoy ese enorme poder en lugar de menguar se ha agigantado, pues logró convertir en Presidente de la República a un títere suyo y ya cuenta con rabiosas cuadrillas de mastines de caza –en el Congreso y en las redes sociales- dispuestas a despedazar con dentelladas secas y calientes a todo medio, periodista u opositor que se les atraviese, en fiel copia y remembranza del ‘todo vale’ aplicado durante los nefastos años de la Seguridad Democrática.

Por tal motivo se hace urgente reiterar el llamado al ‘silenciamiento’ que hace dos años hice a periodistas y medios, en cuanto a que “sean conscientes de su irresponsabilidad cuando reproducen cuanta barrabasada se le ocurre espetar al exmandatario, dándole así nutrido abono de crecimiento a sus odios, falacias, engaños y mentiras”.

Algo de lo cual no han sido conscientes los medios aludidos, es que la estrategia de Uribe y sus secuaces consiste en ensuciar el agua donde todos nos bañamos para que no se note lo sucios que ellos están, sobre todo su jefe.

O si no que lo diga la Corte Suprema de Justicia, la misma que lo tiene en condición sub judice desde que fue llamado a una indagatoria que misteriosamente con el paso de los días cada vez más se aplaza, se aplaza y se aplaza…

DE REMATE: “Cría cuervos y te sacarán los ojos”.

miércoles, 23 de enero de 2019

“Y el ELN hizo trizas la paz”


El jueves 17 de enero, día del bombazo contra la Escuela de Cadetes de la Policía, lo primero que pensé fue que eso no podía ser obra del ELN, porque los primeros obvios beneficiados habían sido el fiscal Néstor Huberto Martínez (quien estaba a punto de caer, bastaba un estornudo) y el gobierno de Iván Duque, golpeado por una crisis de credibilidad muy superior a la de Juan Manuel Santos en sus peores días.

Comencé pues a escribir algo donde hacía de detective, planteando un rosario de interrogantes que cuestionaban desde la facilidad con la que el carro cargado de explosivos pudo penetrar a la guarnición policial, hasta el hecho de que al supuesto inmolado le faltaba la mano derecha: entonces, ¿cómo metía los cambios al conducir…?

Tres días después el ELN reivindicó la demencial acción terrorista, y me vi obligado a rehacer lo escrito, y lo segundo que se me vino a la cabeza fue que esa agrupación guerrillera le había servido de idiota útil a las fuerzas oscuras del uribismo en la tarea de hacer trizas la paz, y por tanto el titular debía ir por ese lado: “El ELN hizo trizas la paz”. Y me felicité por ser tan original.

Pero justo cuando enfilaba las primeras líneas por ese rumbo, alguien me envió al Messenger una columna de Víctor de Correa-Lugo que no solo recogía los mismos planteamientos del suscrito y aportaba nuevos elementos de análisis, sino que…. ¡tenía el mismo título!

Así las cosas, me pareció que en justicia periodística debía hacerle un reconocimiento a la lucidez ajena, más cuando la columna en mención no fue publicada en un gran medio sino en el blog personal de su autor. Por tal motivo, hoy cedo este espacio a lo que juzgo como el examen más certero y ponderado que se ha escrito sobre el tema en cuestión.

La columna de Víctor de Currea-Lugo se puede leer aquí.

DE REMATE: Colombia se convirtió en una pesadilla diaria, recursiva, permanente, en eterno retorno, de la que no logras despertar. Paren este tren, que quiero bajarme.

lunes, 14 de enero de 2019

Colombia y su ‘dictadura perfecta’




La dictadura perfecta es una película mexicana de 2014 que ningún colombiano se puede perder, pues parecería que de ella se hubieran copiado para hacer elegir presidente a un inexperto como Iván Duque. Además, permite entender la clase de trucos y montajes a los que han recurrido sus ‘padrinos’ para mejorarle la desastrosa imagen que lo acompaña desde el comienzo de su gobierno.

En principio, son dos las coincidencias: el papel jugado por los medios afectos al gobierno, y los ‘videoescándalos’. En la película el medio actuante se llama Televisión Mexicana, pero alude a Televisa, que según denuncia del diario británico The Guardian fue contratado en 2012 para promover desde lo periodístico al inepto Enrique Peña Nieto, con un ‘lavado de imagen’ tan eficaz que le permitió saltar de la gobernación del Estado de México a la presidencia de su país. En Colombia, bueno, ya sabemos de la estrecha alianza entre el canal RCN y el Centro Democrático.

Otro elemento coincidente es el secuestro de dos niñas de un hogar de clase media, raptadas al parecer con el expreso propósito de producir una “desgarradora” noticia que actuara como cortina de humo para taparle un escándalo al Gober Carmelo Vargas. Y en Colombia se produce el secuestro de un niño con nombre bíblico, Cristo José Contreras, justo cuando las encuestas muestran por el piso la imagen del presidente Duque.

En La dictadura perfecta, el periodista del canal prepago informa con acento patriótico que “el gobernador movilizó personalmente a todos los cuerpos de seguridad del Estado y se comprometió a trabajar sin descanso hasta dar con su paradero”, y se le ve impartiendo órdenes. En Colombia, el mismísimo presidente Duque se pone al frente de las operaciones de rescate, hace una sorpresiva visita a la familia del niño supuestamente secuestrado y declara que “vine aquí a expresar mi solidaridad a la familia. Estamos haciendo lo posible para que Cristo José vuelva a su hogar”. (Ver noticia).

En la trama fílmica el estratega de la operación mediática (Carlos Rojo) le hace decir a la madre, mirando a la cámara mientras sostiene llorando una foto de las niñas: “¡Les suplico por lo que más quieran, ayúdenme a encontrarlas, estamos desesperados!”. Y desde El Carmen (N. de Sder.) la madre de Cristo José dice a los medios, micrófono en mano, con impecable redacción: “sé que en la inmensidad de Dios y de su poder voy a ver a mi hijo nuevamente, porque Dios me ha mostrado siempre su poder y su fuerza. ¡Doy fe de que sus promesas siempre se cumplen!”. (Ver noticia). Por cierto, ¿quién le suministró a ella el micrófono y los altoparlantes…? 

Sea como fuere, en ambos casos se aprecia un secuestro convertido en melodrama, y un gobernante interviniendo para remediar el sufrimiento de una familia y del país entero ante tan doloroso suceso. Bien llamativo además que las niñas son cuidadas por una nana que las trata con tanto cariño, que ellas nunca son conscientes de su cautiverio; en el caso de Cristo José, al momento de su rescate parecía como si regresara de unas vacaciones en Melgar.

Están además los ‘videoescándalos’, como hilo conductor de la trama. De entrada, el que muestra al Gober Vargas recibiendo en su despacho un maletín repleto de dinero de un supuesto narco, que trae a la memoria el famoso Petrovideo. Si bien en el caso de Petro el dinero lo recibe de un colaborador suyo, esas imágenes fueron el instrumento de perpetración de un asesinato moral y sirvieron como poderoso salvavidas para el fiscal Néstor Humberto Martínez durante un debate en el que estaba con el agua al cuello, hasta que la senadora uribista Paloma Valencia lo exhibió como el mago que saca un conejo del sombrero… y de inmediato puso al país a mirar hacia otro lado.

El mismo propósito de actuar como cortina de humo tenía el video del Gober Vargas, el cual es entregado de manos de un general del Ejército al canal de TV contratado, con este mensaje: “el presidente quiere que inflemos esto, para que su escándalo pase desapercibido”. ¿Y cuál fue el escándalo? Que durante la entrega de credenciales del embajador de Estados Unidos, el presidente de México dijo: “si ustedes abren sus fronteras a todos mis compatriotas, verán que podemos hacer toda clase de trabajos; incluso los que ni los negros pueden hacer”. Así, se convirtió en el hazmerreír del pueblo azteca. 

¿Y aquí en qué se relaciona con Iván Duque? En que, durante una visita a Cartagena del secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, dijo: “Hace 200 años el apoyo de los padres fundadores de los Estados Unidos a nuestra independencia fue crucial, por lo que recibir hoy su visita nos llena de alegría y de honor”. El gazapo levantó de inmediato miles de burlas y memes en Twitter, y en cosa de horas el hashtag #LeccionesDeHistoriaDeDuque se convirtió en tendencia nacional.

¿Y cómo se repuso Duque de semejante embarrada histórica, justo en el año del Bicentenario? No habían pasado 48 horas cuando nuestro glorioso Ejército Nacional descubrió un tenebroso plan mediante el cual dos muchachos venezolanos pretendían viajar en una flota a Bogotá para atentar contra el presidente Duque. La prueba reina fue que les encontraron dos rifles en su equipaje, y el ministro de la Defensa salió presuroso a declarar que “son armas armas de alta precisión, es verdaderamente preocupante”, pero dio un parte de tranquilidad a la nación al asegurar que “la seguridad del presidente fue fortalecida con medidas adicionales”. Uf, qué alivio…

Si de nuevo nos diera por ceñirnos a la película mexicana, la trama se resumiría así: buscamos a dos venezolanos varados, les ofrecemos un billete grueso para que transporten unas armas ("todo bajo control, panas"), luego avisamos a la policía de dos sospechosos que viajan en un bus, y tras la captura el escándalo: ¡iban a atentar contra nuestro amado presidente!

Hoy el tema que usan para distraer la atención ya no es Petro, ni el niño ‘secuestrado’, ni el atentado contra Duque, sino Venezuela. En Colombia asesinan líderes sociales a diario, en una avalancha genocida imparable, pero nos ponen a compadecernos de la situación que se vive en el país hermano, y la vicepresidente Marta Lucía Ramírez le pide a Dios que intervenga, a falta de Trump. (Ver trino).

Valiente paradoja: si en México La dictadura perfecta fue concebida como una crítica acerba contra Enrique Peña Nieto, en Colombia es imitada en sus trucos y montajes para fortalecer la golpeada imagen de alguien que sin tener carisma ni perfil de líder, convirtieron en Presidente de la República.

DE REMATE: En relación con el supuesto secuestro del niño con nombre bíblico, en noviembre del año pasado el Gaula de la Policía informó sobre la captura de seis presuntos implicados por los lados de Aguachica y Valledupar. No dieron un solo nombre de los detenidos, solo sus alias, ni dijeron qué clase de delincuencia era. Todo muy gaseoso, para dar apariencia de "caso cerrado". 

lunes, 7 de enero de 2019

"Independence Day", o cómo despertar ganas de fumar




En estos días de relax tuve ocasión de ver en Fox la segunda parte de Independence Day (Día de la Independencia), una película muy taquillera en 1997, que ahora llegó como El Contraataque. Recordé haber escrito para El Tiempo un análisis crítico de la primera versión, donde señalé que apunta a convencer al espectador -en su mayoría adolescentes- de que fumar no es malo. Yo creía que mi artículo iba a causar un revuelo de la madona, pero cayó en manos de un editor torpe que le puso el peor de los títulos posibles, Puros para triunfar, y nadie se dio por enterado.

La crónica comenzaba por contar que el martes 25 de febrero de 1997 el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, había lanzado su Política Nacional Antidrogas, la cual “buscará preservar a una generación de niños y jóvenes de la adicción”, pero la proyección de Independence Day en el teatro presidencial de la Casa Blanca formaba parte de la lista de atenciones para todo aquel que pudiera girar US$250.000 a favor de su campaña de reelección.

Podría pensar el desocupado lector que este es un tema de relleno, pero si vio la película y aún la recuerda, le basta seguir el recuento de las principales escenas para convencerse de que se trata de una descarada apología al consumo del tabaco. Y si hoy lo traigo a colación podría ser porque también ando en plan desocupado, pero sobre todo porque es legítimo rescatar para la historia del cine un planteamiento coherente y fundamentado, perdonarán la inmodestia.

David Levinson, interpretado por Jeff Goldblum, es un convencido defensor de la naturaleza: ante un vaso plástico se pregunta cuánto demora en descomponerse, en su basura separa las latas (siempre Coca Cola) del papel, tiene una matica sobre su escritorio y llega a la oficina en bicicleta. No fuma, y cuando juega ajedrez con su fumador padre en el Central Park de Nueva York le recuerda que “eso no es saludable”. Pues bien: una hora y 40 cinematográficos minutos después este mismo personaje desciende fumándose un tabaco de la nave que lo ha catapultado a la gloria, cual profeta David frente a su pueblo hebreo. (En la película, por coincidencia, es de padre judío.)

En esa misma escena final Steven Hiller (Will Smith) porta además del mérito de haberle enseñado a David a fumar, el de haber piloteado la nave que liberó al planeta de los invasores alienígenas. Steve avanza sosteniendo en su brazo izquierdo al hijo de su esposa, y en su mano derecha el tabaco sin el cual habría cancelado la misión. El presidente de Estados Unidos, Thomas J. Whitmore (Bill Pullman) felicita a David: “no estuvo mal” -le dice- y éste asiente, llevando el tabaco a su boca: “no estuvo mal”. Se aproxima luego el padre, sorprendido de ver fumar a su hijo: “¿eso es saludable?”, pregunta. “Bueno, puedo acostumbrarme”, responde David.

Para entender que no se trata de una escena en la que sus protagonistas fuman para calmar los nervios, sino de una intención premeditada por promover el hábito de fumar, obliga ir al comienzo:

El planeta Tierra se ve amenazado por naves extraterrestres que miden 15 kilómetros cada una, las cuales obedecen las órdenes de una nave nodriza. David trabaja en una compañía de comunicación satelital; desde allí descubre que los alienígenas se están ubicando en posiciones estratégicas y que iniciarán el ataque a una hora determinada. Su exesposa, a quien no ve hace más de tres años, es la asistente privada del presidente Whitmore. Con su ayuda logra colarse a la Casa Blanca, donde convence a éste de la urgencia de abandonar la Casa Blanca antes del Apocalipsis anunciado.

Ante la inminencia de la catástrofe, Steve, calificado aviador de la Fuerza Aérea, se presenta en su base. Cuando el comandante de los “Caballeros Negros” explica la situación y el modo de enfrentar al enemigo, ante sus ojos los soldados van pasando de mano en mano una caja de tabacos. El comandante le pregunta a Steve –tabaco en mano- si tiene algo que agregar: “sólo estoy ansioso por volar y matar extraterrestres”, dice Steve. “Y podrás hacerlo. Todos podrán hacerlo”, replica el comandante. A continuación Steve se encamina a su avión de combate, en compañía de otro piloto. “¿Tienes la lanza de la victoria?”, pregunta. Su compañero confirma, acercando el tabaco a su boca.

En el centro de mando, mientras tanto, algunos de los operadores que manejan los controles y radares sostienen tabacos entre sus dientes. En una escena posterior, Steve se acerca arrastrando su paracaídas a la única nave extraterrestre abatida. Abre la escotilla, coge a patadas y puños al piloto y después de haberlo vencido, enciende “la lanza de la victoria”.

En el refugio donde se encuentra el presidente, al que llegan Steve y David, este demuestra que es necesario inocularles un virus informático a las defensas enemigas, y ello exige penetrar en la estación nodriza. Steve se ofrece a pilotear la nave extraterrestre, David lo secunda y el presidente despide al Secretario de Defensa, por oponerse a la idea.

Segundos antes de iniciar la hazaña, Steve exclama: “¡Demonios, yo no puedo salir si no encuentro mis tabacos!”. El padre de David le ofrece de los suyos: “Toma estos, son los últimos”. Steve los recibe, agradecido: “Usted me salvó la vida. Casi cancelo toda la misión”. Ya dentro de la nave Steve se dirige a David, quien lleva entre sus dedos uno de los tabacos: “Ésta es nuestra lanza de la victoria. Enciéndela cuando termine esto. Es importante”. “Ah sí, la victoria”, responde David.

Pero ocurre que Steve y David quedan atrapados en la nave nodriza, sin aparente posibilidad de salvación. Steve mira su tabaco, lo lleva a la boca. David enciende el suyo, deja escapar la primera bocanada y exclama: “ha sido un placer”. “Digo lo mismo”. Y se dan la mano. En ese preciso instante, debido a un ataque de sus aliados los terrícolas, la nave se desprende (justo cuando comenzaron a fumar) y logran escapar de la debacle.

David y Steve son recibidos en el planeta Tierra por sus familiares, el presidente y su plana mayor. Ambos portan, como ya se dijo, sendos tabacos.  En la escena que antecede a The End, Steve sostiene a su hijo Dylan en una mano, y el tabaco de su buena fortuna en la otra. Mirando hacia la inmensa nave despedazada, le dice a Dylan: “¿Recuerdas lo que te prometí? Fuegos artificiales”.

A medida que la cámara se eleva hacia las nubes sube el volumen de la música, sospechosamente cercana al famoso comercial “Venga al mundo Marlboro”. David ha reconquistado el amor de su vida, se ha ganado la confianza del presidente (el puesto de Secretario de Defensa está vacante) y, para completar la dicha, ha aprendido a fumar…

DE REMATE: Mi próxima columna se titula Colombia y su dictadura perfecta. Intento demostrar que quienes llevaron al poder a Iván Duque se inspiraron en la película mexicana del mismo nombre, La dictadura perfecta. Ello en parte explicaría cosas como el ‘televisivo’ secuestro del niño Cristo José Contreras o el supuesto atentado que se fraguaba desde Venezuela contra la figura del presidente. Aviso desde ahora para que vayan viendo la película, por ejemplo en este enlace.