viernes, 28 de abril de 2017

“Los militares tienen a Santos bajo chantaje”: Myles Frechette


El embajador de Estados Unidos en Colombia durante el proceso 8.000, Myles Frechette, a quien Jaime Garzón llamaba ‘procónsul’ y Horacio Serpa definió como ‘gringo maluco’, publicó en 2015 un libro-entrevista con el periodista Gerardo Reyes (Frechette se confiesa, Editorial Planeta), donde al ser preguntado sobre los posibles autores del asesinato de Álvaro Gómez Hurtado, habló de un grupo de militares retirados. Teniendo en cuenta que él era quizás la persona mejor informada sobre lo que ocurría en Colombia, y que en el libro confesó que “hay secretos de Estado que no los voy a contar”, viajé expresamente hasta Washington a entrevistarlo, en busca de que aportara nuevas luces que contribuyan a esclarecer ese crimen.

El resultado fue una conversación de cuatro horas sin pausa en la terraza interior del hotel Bethesda Hyatt, durante las cuales, a sus 81 años a punto de cumplir, no mostró la menor señal de cansancio y solo bebió un café americano acompañado de un vaso de agua. Allí hizo importantes revelaciones para una publicación que saldrá en próximos días, pero aquí he extractado sus puntos de vista sobre algunos temas de actualidad que tocó, como el “chantaje” que le estarían haciendo al presidente Juan Manuel Santos los militares agrupados en ACORE. A su vez, se refirió al expresidente Álvaro Uribe en duros términos; según Frechette, el desarme de los grupos paramilitares ocurrido durante su gobierno fue algo “completamente chimbo”.

En su libro con Gerardo Reyes, al referirse al golpe de Estado contra Ernesto Samper que se estaba fraguando y al que se le ve relacionado con el asesinato de Álvaro Gómez, usted dijo: “yo creo que ellos, los militares jubilados, le pidieron a él que encabezara ese gobierno”. Todo indica que se refiere a la Asociación de Oficiales Retirados de las Fuerzas Militares (ACORE), y queda entonces la impresión de que usted sabe más sobre el papel que pudo haber desempeñado esa asociación en torno a ese crimen…
Bueno, mire: ACORE es una organización poderosísima en Colombia. Ya ve usted el chantaje que le están haciendo al presidente Santos, para que no les den el mismo tratamiento a los militares que a la guerrilla por crímenes de lesa humanidad. Llega un momento en que ellos dicen “¡ni puel carajo!”. Santos los oye y toma asiento con ellos, pero no están totalmente contentos y siguen presionando. Y van a seguir así, porque mire: si yo fuera uno de ellos pensaría igual, en cuanto a que es posible que yo haya hecho cosas brutales, pero lo hice por el bien de la patria.

¿Quién cree usted que saldrá ganador en ese pulso entre los militares y Santos?
Santos es una persona que tomó un rumbo diferente a su antecesor. Él tiene una visión internacional de Colombia. Comenzó con un acuerdo mutuo de no agresión con Chávez, porque eso estaba medio-candela, ¿no? Y decidió hacer el acuerdo de paz con las FARC, hizo muchos acuerdos de libre comercio, y comenzó a abrir espacios y horizontes participando más y más en organizaciones internacionales. Muchas de las cosas que ha hecho Santos, son cosas que le han hecho mucho bien a Colombia. Ahora, en lo de ACORE: es obvio que si Santos no hace algo para eximirlos, ellos seguirán presionando.

Llama la atención cuando usted dice que ha habido militares que hicieron cosas brutales, pero lo hicieron por el bien de la patria. En el caso del crimen de Álvaro Gómez, ¿ve alguna posibilidad de que lo hubieran hecho también por el bien de la patria?
No. Lo hicieron simplemente porque querían borrar su rastro. Borrar la conexión entre ellos y Álvaro Gómez. Cuando él les dijo que no, ellos pensaron “caracho, de pronto el tipo suelta la letra o se le sale algo…”

¿O sea, lo inmolaron?
Lo inmolaron, sí. El autor material pudo ser cualquier persona. Pero los autores intelectuales están ahí todavía, ahora. No sé adónde, pero están en Colombia. No han sido apresados, no han sido detenidos, nada.

Esto encaja con la teoría de Claus Roxin sobre los aparatos organizados de poder: en los crímenes de autoría mediata, la voluntad conductora de la acción corresponde al autor mediato y no al ejecutor material. En el caso del asesinato de Álvaro Gómez todo indica que fue obra de un aparato organizado de poder desde el estamento militar, pero del que solo fue encontrado culpable un autor material, Héctor Paul Flórez, quien por cierto acaba de salir libre por pena cumplida. ¿Es ese aparato organizado de poder el que sigue impune?
No le puedo contestar, pero me llama la atención que el grupo de ACORE sigue presionando públicamente al presidente Santos para que les dé una escapadita. Yo no soy el único que piensa eso, también Human Rights Watch (HRW). Y toda la gente que se ocupa de Derechos Humanos, todos ellos creen que es así. La presión de ACORE ha hecho retroceder varias veces al presidente Santos, y eso indica que tienen mucha influencia. No sé si Santos contempla que ellos pudieran tomarse el poder, lo dudo. Pero podrían arruinarle todo el esquema. Santos sigue bajo presión, y creo que los de ACORE están tratando de salvar su pellejo.

¿Ese “salvar su pellejo” incluye medidas desestabilizadoras?
No, yo creo que no. Ellos siempre han dicho, y usted lo ha leído: “nosotros somos sirvientes del Estado. Si hicimos alguna cosa en forma errada, fue al servicio de la patria”. Tiene una cierta lógica, pero la cosa es que el Derecho Internacional Humanitario (DIH) establece que hay todo tipo de militares que cometen crímenes de lesa humanidad. Yo recuerdo haber leído un artículo que hablaba de unos militares que llegaron a un lugar y encontraron a ciertos hombres con uniforme de guerrilla, y no se les veía ningún balazo. Pero al quitarles la chaqueta, habían sido acribillados.

¿Deberían estar los autores de esos delitos, conocidos como ‘falsos positivos’, cobijados por el tribunal de la Justicia Especial de Paz (JEP)?
 ¡Claro que no! Y HRW y otras organizaciones están de acuerdo en que no debe ser así, y leí un informe de hace menos de una semana donde la HRW se opone, pero no solo en Colombia sino al nivel de la Corte Penal Internacional (CPI). Todos los esfuerzos de ACORE hoy están empeñados en torcerle el brazo al presidente Santos. Cuando yo llegué a Colombia, recuerdo haber leído un informe sobre la mendacidad de las Fuerzas Armadas. En un lugar, creo que era Antioquia, había una base militar y a medio kilómetro de ahí había una base de los paramilitares. Y los militares con una cara de yo no fui, decían ante la evidencia: “no es verdad”. Eso indica que en Colombia el poder de los militares es enorme.

¿Pueden las organizaciones de Derechos Humanos presionar por su lado para que esos crímenes de lesa humanidad no queden impunes?
Yo conozco gente de HRW y son personas decentes, muy creíbles, y están empujando. Si no fuera por la presión de HRW, al presidente Santos le habría quedado más fácil resolver el tema con ACORE. Pero en este momento está en una situación bien difícil. ¿Por qué? Porque Trump no sopla hacia Colombia con buena gana, y nadie sabe lo que pueda pasar. Los colombianos se metieron al proceso de paz creyéndole a Sergio Jaramillo, en cuanto a que la implementación de los acuerdos tomaría diez años. Y que habría mucha plata. Y Cárdenas puso la reforma tributaria, y mucha gente quedó descontenta con eso. Ciertos elementos del acuerdo de paz están cuestionados por personas serias. Seguir adelante como si no pasara nada, no es suficiente. Hay dudas en Colombia. Hay un tufo de corrupción poderosísimo, y eso le está haciendo mucho daño a Santos. En su discurso de posesión de 2014 Santos sacó una declaración donde dijo: “una de las cosas que no me gusta hacer es ir a Washington a limosnear”. Y cuando un laboratorio de Colombia le dijo que el glifosato sí hacía daño, inmediatamente paró la aspersión aérea. Y ahora se está dando cuenta de que esa decisión fue errada, demasiado apresurada. Y esto lo deja a él en una situación dificilísima.

¿Se refiere al aumento de los cultivos de coca en el país?
Santos es una persona a la que nunca le gustó la aspersión aérea sobre los cultivos de coca, no obstante que en Colombia se usa el glifosato en productos agrícolas que se consumen en la mesa. Después de más de cien pruebas hechas por científicos, nunca se llegó a concluir que estaba causando daño a la salud a personas que vivían cerca. Y súmele a esto que las FARC son muy inteligentes. Vieron que el gobierno estaba diciendo “en regiones donde hay coca vamos a poner plata para hacer cambio de cultivos”, y salieron ellos a amenazar con rifle a los tipos que estaban en las regiones de coca, a que plantaran más coca para traer más plata del gobierno. Es decir: las FARC pueden ser brutales, pero no son pendejos.

Cambio de tercio: usted habla en su libro de personas que le decían “no le tenga mucha confianza a Uribe, es un tipo ligado con los narcos, que apoya a los paramilitares”. Hoy, después de tantos años, ¿cree usted que Uribe apoyaba a los paramilitares… y viceversa?
Cuando yo fui a Antioquia a visitarlo siendo gobernador, él tenía una gran reputación como buen gobernador y gran político. Yo tenía varias preguntas que hacerle, y una de ellas era por qué le había dado el control de expedir licencias para avionetas a César Villegas, un tipo que estaba dándoles esos permisos a naves ligadas al narcotráfico. Era algo que él sabía perfectamente. Y bueno, me dijo que se puso a buscar en Colombia a ver si había alguien que sabía de aviación civil, y no había… Y me dijo que Villegas se había graduado para hacer eso en una universidad de Toronto, y que por eso le ofreció el puesto. Y le dije sí, entiendo lo primero. Pero lo que no entiendo es por qué no lo sacó. Y no pudo darme una respuesta creíble. Habló mucho, ‘cantinfló’.

¿Sabía usted además lo de las Convivir de Uribe, que nacieron precisamente en Antioquia?
Claro. Yo le dije “mire, eso de las Convivir no nos convence”. Él me dijo “es que no van a cargar armas. Serán personas de la región que estarán vigilando los bosques e informarán por radio que hay personas desconocidas en esos lugares”. No niego que me comí el cuento. Y con el pasar del tiempo me di cuenta de que era un señor extremamente hábil, pero muy creyente en lo de los paramilitares.

¿Usted cree que Uribe tuvo algo que ver con el auge del paramilitarismo en Colombia?
Por supuesto. Las Convivir fueron la raíz de lo que después se convirtió en un enorme problema. Cuando Uribe como presidente se dio cuenta de que ya los gringos estaban oliéndose todo, entonces decidió hacer el desarme de los paramilitares. Un desarme completamente chimbo, como usted sabe. Había unidades completas que nunca habían sido Convivir ni nada de esas cosas. Y Washington se quedó dormido.

¿Cómo así, usted cree que Washington fue alcahueta de Uribe en el tema de los paramilitares?
Sí.

¿Y eso por qué…?
Porque al acabarse esas acciones de Uribe y los paramilitares, se reduciría la violencia. Washington quería reducir la violencia en Colombia, y le comió el cuento. Es más, no le voy a decir ante quién, pero yo hablé con personas de muy alto nivel del Departamento de Estado a decirles “este señor Uribe les está vendiendo una historia falsa”. Yo nunca me olvido del pilón de armas que dejaron los paramilitares: muchas de ellas eran nuevas cuando Napoleón fue Emperador de Francia. Es decir, a otro perro con ese hueso. Pero Uribe tenía apoyo en el Congreso y EE UU quería reducir la violencia. Esas son razones de Estado con las cuales yo no concuerdo.

¿O sea que usted cree que quedaron estructuras paramilitares intactas después de esa supuesta negociación?
Es que se fueron a otros lugares. En lugar de seguir operando en los lugares donde habían estado, se fueron al sur y al este del país, a continuar sus fechorías. Ellos son los que ahora se dedican a la minería ilegal, a minería de piedras preciosas. Y mientras tanto el ELN muy feliz haciendo volar el oleoducto…

Teniendo en cuenta la inconformidad que usted siempre tuvo por igual hacia Ernesto Samper y Álvaro Uribe, ¿si le pusieran en una balanza a escoger entre ambos, con quién se quedaría?

Eso es un falso dilema. Samper solo tuvo un período de gobierno, mientras que Uribe consiguió que se cambiara la Constitución para que le permitieran un segundo período, y no contento ¡pidió un tercer período…! Pero el Congreso no le aguantó el sablazo.

martes, 25 de abril de 2017

Véndese libro, informes aquí




Al menos tres libros aspiro a dejar escritos antes de la hora en que la mar se enluta. De esos el primero ya vio la luz, hace dos años. El segundo es el resultado de una investigación periodística que viene en camino, y el tercero, donde anida mi esperanza de posteridad, es una novela autobiográfica: María, llena eres de gracia.

El primero al que hago referencia es Objetivo: hundir a Serpa. He aprovechado la coincidencia con la Feria del Libro FILBO 2017 para promover su venta, con un atenuante a mi favor: un libro es un producto cultural mediante el cual se transmiten ideas o se cuentas historias. Ah, y aún quedan algunos ejemplares… (Ver libro aquí).

Resuelto cualquier reato de conciencia, procedo a contar que Objetivo: hundir a Serpa es “una entrevista sin contemplaciones”, en respuesta a lo que le escuché decir al dirigente liberal cuando le propuse la idea: “vaya busque a mis detractores, dígales que pregunten lo que quieran, que Serpa no dejará nada sin responder”. Así se hizo, y tan diligente fui acatando su recomendación que en el evento de lanzamiento afirmó que yo lo había entrevistado “con bisturí en mano”. Mi humilde opinión es que él exagera, y para resolver el intríngulis habría que acudir al lector o, con todo respeto, a una parodia de lo más CabaI: “¡lean, vagos!”.

Sea como fuere, es hora de sacar pecho y contar que para la sola confección del cuestionario se realizó una minuciosa investigación periodística, y el resultado fue un retrato ilustrado a mano alzada de la historia política y social de nuestra nación durante los convulsionados años en los que Horacio Serpa fue protagonista, tanto sus tres intentos consecutivos en busca de la Presidencia como el resto de su vida pública.

Hubo un momento crucial en la vida de Colombia, y ocurrió durante el gobierno de Ernesto Samper, pero este solo se enteró al día siguiente: una cena –de claro corte conspirativo- a la que fue invitado Horacio Serpa por un grupo de personalidades y periodistas famosos (incluso autoridades en ejercicio), donde le presentaron mil y una razones para que renunciara al cargo de Ministro del Interior, con lo cual Samper se habría caído, por supuesto.

Esa noche Serpa tuvo en sus manos la suerte del mandatario liberal y prefirió no dejarlo solo, seguir acompañándolo. Y con esa decisión tal vez se le cerraron para siempre las puertas de la Presidencia, pues fueron los directores de medios y demás ‘conspis’ que esa noche quedaron viendo un chispero en sus pretensiones, los mismos que de ahí en adelante se encargaron de impedir que se le cumpliera su merecido anhelo de alcanzar un día el solio de Bolívar.

La paradoja reside en que si la respuesta de Serpa hubiera sido la que sus anfitriones esperaban, él habría sido el presidente después de Samper. Y otra habría sido la suerte de Colombia, pues la memoria histórica permite constatar que el siguiente presidente fue el inepto Andrés Pastrana con quien el país cayó arrodillado a las FARC, y luego con el taimado y pérfido Álvaro Uribe también cayó arrodillado, pero al paramilitarismo y a la más aberrante corrupción en todos los órdenes.

Esta verdad simple e irrefutable debería ser tenida en cuenta por los colombianos a la hora de juzgarle a Serpa sus actuaciones pasadas, frente a las cuales por cierto nunca recibió la menor condena o sanción, ni siquiera administrativa, ni se sabe que se haya enriquecido a costa del erario público, pero se le sigue cobrando en morosa y prolongada retroactividad el gran pecado de haber sido leal a un amigo. Y lo digo en presente porque, si hay un político en Colombia que recibe un inmerecido matoneo en redes sociales, ese es Horacio Serpa. ¿Cuál fue en últimas su gran pecado? Después de haber escudriñado durante años en su vida y en su pasado, no lo tengo claro.

Lo que sí veo con claridad es una muy poderosa campaña de propaganda negra orientada a señalar –con el dedo índice apuntando- a Samper y Serpa de haber instigado el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado. Si no fuera porque el exembajador de EEUU, Myles Frechette, puso las cosas en su lugar, el daño para ambos –y de carambola para el Partido Liberal- habría sido irreparable. Frechette, quien era sin asomo de duda la persona mejor informada de Colombia en esos años aciagos, habló de “un grupo de militares retirados”. Y en entrevista exclusiva –próxima a aparecer- que me concedió en Washington D.C. afirmó que “lo hicieron porque querían borrar su rastro. Borrar la conexión entre ellos y Álvaro Gómez. Cuando él les dijo que no (al golpe de Estado que fraguaban), ellos pensaron “caracho, de pronto el tipo suelta la letra o se le sale algo”.

Pero Serpa y Samper quedaron marcados con el estigma de una culpa ajena, pese a que la evidencia apunta a que fueron los mismos autores y encubridores del magnicidio los encargados de regar esa especie; con probada eficacia, por supuesto.

De todo esto se habla en Objetivo: hundir a Serpa, libro del que solo una cosa le preocupa a su autor: demostrar que pese al paisanaje –o debido a- el diálogo se desarrolló con total franqueza santandereana. Y al que ose decir lo contrario le tocará demostrar que el entrevistador no conservó la distancia crítica requerida, en cuyo caso el entrevistador se compromete a retornarle al comprador lo que pagó por su ejemplar. Como en las televentas, “su satisfacción garantizada o la devolución de su dinero”.

DE REMATE: Para decirlo en modo imperativo tomado ilícitamente del repertorio del youtuber de 40 (y 3): ¡Compren mi puto libro! Lo encuentran en el Stand 219 de Ícono Editorial, pabellón 6 de Corferias, primer piso. Preguntan por Gustavo Mauricio García y él les hace un jugoso descuento. Trollers, abstenerse.

martes, 18 de abril de 2017

La religión hace esclavos felices

La compasión es un sentimiento que practican los cristianos y los budistas, con una diferencia: los primeros lo hacen para alcanzar el cielo, los segundos como norma de vida. La compasión podría entenderse también como sinónimo de amor al prójimo, y es lo que siente un agnóstico sensible al ser testigo del grado de esclavitud mental inherente al pensamiento religioso.

Las primeras esclavizadas fueron las mujeres, desde el día en que a algún israelita con alto poder de convicción, aburrido quizás de la dificultad que se presentaba para tratar con las caprichosas féminas de la tribu, se le ocurrió la brillante idea de meterles culpa teológica y se inventó la fábula de una pareja compuesta por Adán y Eva a la que Dios había puesto sobre el paraíso terrenal para que fueran felices y comieran perdices. Pero la compañera del obediente hombre no había resistido la tentación de comerse la manzana prohibida que le acercó una serpiente, y desde ese día una y otra –hembra y serpiente- quedaron emparentadas.

Lo trágico del asunto es que por algo tan insignificante como la satisfacción de un nimio antojo femenino (algo que Dios habría podido resolver con una amonestación o una simple nalgada, qué sé yo), se armó un zaperoco de padre y señor mío y quedamos todos atados por el cuello a la noria de la culpa. Sobre todo las mujeres, a quienes por cuenta de ese desliz se les decretó “sumisión y obediencia al varón”, según el mandato divino consignado en el Antiguo Testamento.

Desde esos días nefastos para la humanidad asumimos a Dios como un ser que gobierna nuestras vidas, toda una autoridad sacramental a la que después de muertos tendremos que ir a rendirle cuentas para que él en su magnánima sabiduría decida si nos manda a arder en las llamas del infierno o nos invita a compartir su beatífico reino…

En este contexto, el gancho que agarra a católicos, evangélicos y cristianos con Jesucristo reside en que "Él murió por nuestros pecados". Lo asumen como verdad incuestionable, y cuidadito si usted la pone en duda, porque les estaría faltando al respeto. Están sumergidos en el pantano de una culpa heredada de generación en generación, como algo congénito, y eso –dicen- es algo que hay que respetarles. Visto el asunto con ojos analíticos, ahí se aprecia una especie de chantaje: naciste pecador, pero Cristo te redimió con su muerte. Y lo peor del asunto es que “sin Cristo no te salvas”. Suena abominable. ¿Cómo así que nací pecador? ¿De cuándo acá debo yo cargar con culpas ajenas por el solo hecho de haber nacido? Ahora bien, si se dice que él murió para salvarnos del pecado, ¿cuál es el rollo? ¿No significa eso que se acabó la película de la culpa por el pecado original? ¿O fue que quedaron algunos intereses pendientes de la deuda contraída en el paraíso…?

Estas reflexiones vienen de una publicación que hice en mi muro de Facebook el pasado Viernes Santo, a raíz de una imagen donde el canal TRO anunciaba el cubrimiento de la Procesión Infantil de Pamplona con una imagen de una niña cargando en sus brazos al Jesucristo crucificado sobre una cruz de madera, y detrás se ve a otras dos niñas vestidas de monjas. Publiqué la foto, acompañada de este texto: “Además del bautizo en estado de indefensión, esto debería ser considerado como abuso infantil: los encarrillan en una religión cuando aún no tienen criterios para definir sus creencias por cuenta propia. En lugar de que los pongan a cargar la imagen de un hombre sometido a salvajes padecimientos, deberían estar jugando”. (Ver foto).

Pues quién dijo miedo, un católico al que conozco y aprecio se lanzó en imprecaciones diciendo que yo debería ser declarado persona non grata del mismo pueblo donde ambos vivimos, y que no era digno de haber sido recibido en la casa de una mujer (también católica ella) cuyo hijo me brindó hospedaje durante los días aciagos en que yo era objeto de una persecución de la que ahora no quiero acordarme. Esto me sirvió de lección, de todos modos: pude apreciar que alguien cercano se sentía agraviado en lo más íntimo de su ser, y fue cuando decidí ‘respetar’ ese día santo para los católicos y silenciar mi publicación.

Por simple coincidencia, el Sábado Santo apareció entre mis recuerdos algo que había publicado tres años atrás en Semana.com: una columna donde manifestaba mi asombro ante el hallazgo de lo que a todas luces parecía ser –y sigue pareciendo- la tumba perdida de Jesucristo, y remataba con esto: “¿Qué podría ocurrir en el mundo católico occidental si hechas las comprobaciones de rigor resultara que esa tumba contuvo en efecto los restos de Jesús de Nazaret y su familia? Elemental, mi querido Watson: habría que comenzar por reescribir la Historia”. (Ver columna).

La respuesta de otro ofendido hasta los tuétanos dice así: “Cuando tú te mueras (…) estoy seguro que nadie te llorará pues con un carácter tan vinagre como el tuyo, solo alegría y entusiasmo despertará tu partida sin regreso. Si queman tus restos, solo serán ceniza negra como tu alma (si es que la conservas). Si te entierran, estarás tan podrido y maloliente como ahora, cuando pretendes quitarle su divinidad a Nuestro Señor Jesucristo y dejarlo reducido a su condición humana”. (Ver anatema).

Ahí observé que estaba frente a alguien inteligente y culto, pero arrebatado por un sentimiento de ira que se anidó en su alma, producto de la lectura de mi columna. Comprendí su dolor y alabé la calidad literaria de su diatriba, y por eso la conservo en mi egoteca. Hay personas que no están en condiciones mentales de prestar oído a argumentos demoledores desde el lado de la razón, porque si se convencieran de que han vivido atadas a un engaño se les vendría abajo la estantería de la Fe que les brinda seguridad espiritual, emocional y psicológica a sus vidas. Apenas comprensible entonces una reacción como esa, la de quien no encuentra salida diferente a la de desear la muerte. Ese hombre, entonces, me despertó compasión cristiana.

Jesucristo fue un gran hombre, con un valioso mensaje centrado en la caridad, pero aquí tiene cabida lo que una vez le dijo Mahatma Gandhi a un inglés que lo visitó: "Me gusta el Cristo de ustedes, pero no me gustan los cristianos. No se parecen en nada a Cristo". O como dijo Napoleón Bonaparte: la religión es lo que evita que los pobres asesinen a los ricos.

DE REMATE: La reunión entre Donald Trump, Álvaro Uribe y Andrés Pastrana que nunca ocurrió, como ya desmintió la Casa Blanca, revela el grado de desesperación en que se halla este par de sujetos, cada día más avasallados por el ímpetu incontenible de la paz. Flagrante mentira para consumo nacional, torpemente fabricada por dos protagonistas de un oso internacional.

lunes, 10 de abril de 2017

Lo que va de la Cristianofobia a la Raterofobia


Es comprensible que la iglesia Ríos de Vida haya eliminado de su página de Facebook un video donde se ve a un grupo de pastores cristianos saltando como orangutanes en rabiosa defensa de Miguel Arrázola (y de su señora e hijos, también ‘pastores’) por las acusaciones recibidas a raíz de un artículo del periodista Lucio Torres, quien reveló el roscograma del que se vale esta ‘bonita familia’ para enriquecerse a costa de sus ingenuos creyentes. (Ver artículo).

Comprensible su eliminación, sí, porque queda en evidencia la manera tan poco ‘cristiana’ como se refieren a sus enemigos, y porque se requiere ser imbécil para dar credibilidad a sus gritos y payasadas, nada parecidas a una prédica religiosa coherente. Basta ver a Arrázola (a partir del minuto 2:30) riéndose a carcajada batiente para preguntarse si no estará actuando más como un poseso digno de exorcismo que como el representante de Dios que dice ser. (Ver video).

Sea como fuere, de ese video se concluye que “los burros se buscan para rascarse”, y lo rescatable es que alguien tuvo a bien copiarlo antes de que lo eliminaran y me hizo llegar su propia versión, a la que le agregó llamas porque los ve como seres endemoniados. Y razón no le falta.

Tan grotesco show fue presidido por el autodenominado ‘profeta’ Kevin Leal, quien opera desde Chicago y se la pasa ‘profetizando’ en iglesias de Suramérica, en inglés y con traductor a bordo, para darse ínfulas de gringo a pesar de su apellido. Él actuó como moderador de un bochornoso espectáculo cuyo objetivo era burlarse de los críticos de Arrázola, y lo hicieron de un modo en que por querer ridiculizarlos, fueron ellos los que quedaron en ridículo. He ahí, entonces, el motivo por el cual eliminaron el video: por vergüenza propia.

Vergüenza sentí, sí –pero ajena- al observar allí a quien cambió su misión pastoril por la de activista de la extrema derecha, Oswaldo Ortiz, revelando una agenda política que exhibe como si formara parte del plan de Dios (minuto 5:15): “¿que un pastor no puede hablar de gobierno e influenciar a un país? ¿En serio creen que no vamos a tener alcaldes, gobernadores, diputados, ediles y presidente con principios de fe? ¿Ustedes creen, medios de comunicación anti-fe, que no vamos a desarrollar blogueros, youtubers, medios y periodistas que influencien positivamente a este país?”. Y remata con la misma carcajada maléfica que minutos atrás usó Arrázola. Vaya paradoja, los acusan de charlatanes y responden con la más estrafalaria charlatanería.

Fue precisamente el charlatán y embaucador Oswaldo Ortiz –hoy metamorfoseado en rabioso uribista con ansias de senaduría- el primero que desde su cuenta de Twitter (@SuperOOTv) salió en defensa de Arrázola y para ello se inventó el término “Cristianofobia”, dando a entender que quienes acusan de estafador al pastor cartagenero son personas que sienten fobia por los cristianos.

Es cierto que estamos frente a personas que despiertan fobia, pero no por odio al cristianismo (al contrario, los verdaderos cristianos son seres admirables), sino por el desprecio que provocan esos individuos que aprovechan su inobjetable labia –o sea su habilidad en el manejo de la palabra- para hacer de las suyas.

El mejor ejemplo de manipulación verbal con fines de lucro lo dio el mismo Miguel Arrázola en un muy difundido video donde llena el escenario de jarras y les dice a sus ingenuas ovejitas que “deberías dar todo lo que tienes”, porque “se lo das a Dios” y porque “entre más das, más lleno serás”. Y les pide –ordena- que “vacíen los bolsillos”, y lo justifica con esta perla: “¿quién fue el que dijo que trajéramos todas las jarras? Dios, a través del profeta”. ¿Puede haber acaso mayor muestra de cínico descaro en el que se muestra como profeta, por un lado, y tan escasa perspicacia desde el lado de quienes corren como borregos en sumisa fila india a obedecerle…? (Ver video).
 
Es por ello que a la engañosa Cristianofobia se debe responder con legítima Raterofobia, entendida esta como la natural aversión que se debe sentir hacia esos falsos pastores que en lugar de asumirse como guías espirituales actúan como embozados rateros de personas con muy bajo nivel cultural o intelectual, a las que embaucan con la supuesta “palabra de Dios” para despojarlos de una buena parte de sus ingresos, en ocasiones mediante la ‘obligación’ del diezmo o las ofrendas, y en otras con prácticas truculentas como la del video de Arrázola aquí citado.

Sirva entonces esta Semana Santa para invitar a los ‘creyentes’ de esos estafadores a meditar en el pasaje del Evangelio donde se narra la expulsión de los mercaderes por parte de Jesucristo, justo en las vísperas de la Pascua judía, cuando les recordó el versículo de Isaías 56–7 según el cual “mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones”, pero “¡ustedes han hecho de ella una cueva de ladrones!”.

DE REMATE: Sirva también la festividad religiosa de pretexto para reproducir un tema que de años atrás atrapa mi atención: el hallazgo de la tumba perdida de Jesús, del que da cuenta un documental de James Cameron para Discovery Channel. Vea aquí mi columna al respecto, y aquí el documental. Por último, recomiendo la 'edificante' lectura de La expropiación de Dios, de Gabriel Silva Luján.

lunes, 3 de abril de 2017

¡Qué posconflicto tan conflictivo!


En días pasados fui invitado por un grupo de estudiantes de Comunicación de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB) a hablar sobre el posconflicto, y hoy quiero recoger parte de las reflexiones que allí hice.

Las Farc fueron derrotadas desde que el establecimiento logró sentarlas a negociar la paz –pues su objetivo había sido siempre la toma del poder por la vía armada-, pero la extrema derecha ansiosa de continuar la guerra las sigue tratando como si todavía estuvieran combatiendo. La prueba reina la dio el senador uribista Daniel Cabrales cuando las acusó de ser las responsables de la tragedia en Mocoa. Según Cabrales usaron “dinamita explosiva”, o sea explosivos que explotan. Es la dialéctica del agua mojada, ahí se aprecia la erudición que acompaña a tan docta bancada. (Ver noticia).

No nos llamemos a engaños, después de haber superado el conflicto armado con las Farc nos ha surgido un nuevo conflicto, el de las plañideras agrupadas en torno a Álvaro Uribe y el neo-paisa Alejandro Ordóñez, máximos representantes de la caverna empeñados en atravesarse como vacas muertas en la rueda de la reconciliación, por dos razones básicas: porque la paz los aniquila (se quedan sin enemigo para asustar a la concurrencia) y porque deben impedir a toda costa que comience a operar el tribunal de justicia contemplado en la Jurisdicción Especial de Paz (JEP), cuya implementación haría que se conozcan las escabrosas verdades de la guerra que aún permanecen ocultas.

De ningún modo puede pasar desapercibida la presencia en la marcha ‘contra la corrupción’ de alias Popeye, pues es reflejo del talante de las fuerzas que hoy se oponen a que se consoliden los acuerdos con las Farc. Popeye, lugarteniente del más grande asesino que ha habido en la historia de Colombia, fue recibido como héroe por el exvicepresidente Francisco Santos, quien afirmó que “tiene derecho a marchar porque ya pagó su deuda con la sociedad”, y aquel ni corto ni perezoso aprovechó el ser tratado como uno más entre los suyos para pedir “que el presidente de la República renuncie, porque es una rata”. (Ver noticia).

Una sanguijuela como Popeye acusando al presidente de ser una rata, hágame el favor… Es lo mismo que si en vida Pablo Escobar hubiera acusado al entonces presidente César Gaviria de ser un asesino, y es cuando uno se pregunta si tanta vitrina a tan redomado sicario será indicativo de que lo están capacitando para incluirlo en la próxima lista del Centro Democrático al Senado. Sea como fuere, esto es patética evidencia de que estamos tratando con ratas.

Hablando de roedores, tampoco se puede desconocer que a falta de sensatez y coherencia política, las fuerzas enemigas de la paz se han visto obligadas a recurrir a los sectores más ignorantes, incultos y maleables de la población. Hablo de lo que el mismo Alejandro Ordóñez definió como “la fuerza del voto religioso”, gente a la que se le puede movilizar con solo asustar diciéndole que la familia está en peligro porque a los niños los quieren poner a leer cartillas que los vuelven homosexuales, y que la patria también está en peligro porque Santos resultó ser un marxista leninista que ‘autoengañó’ al candoroso Álvaro Uribe, y que así como vamos Colombia terminará convertida en otra Venezuela.

A continuación los pondrán a rezar para que Dios se apiade nuestra maltratada nación y restaure la moral perdida, y la recua de idiotas útiles quedará suficientemente ‘emberracada’ para votar por el que su pastor –evangélico o cristiano- les señale, no sin antes haberles recordado la sagrada obligación del divino diezmo…

El asunto de todos modos no se presta a chistes, porque llegado el caso pueden convertir a esas masas adocenadas en beligerante fuerza de choque, amoldable a sus propósitos desestabilizadores.

Pero si por los lados de la extrema derecha llueve, por los de la extrema izquierda no escampa. Sumado al reciente bombazo que perpetró el ELN cerca a la plaza de toros de Bogotá con saldo de un patrullero muerto y decenas de heridos, ahora han salido con un comunicado en el que señalan a la emisora araucana La Voz del Cinaruco de ser un medio “funcional” a los militares, a la vez que califican al portal La Silla Vacía como parte de “una matriz mediática difamadora (…) que llama a golpear al movimiento social para debilitar a la guerrilla”. Como dije en columna anterior, lo que hace el ELN en su insensatez es darle abundante munición a los enemigos de la paz, esa misma a la que los elenos están mostrando tan poca voluntad de acogerse.

Así las cosas, mientras la derecha anda muy juiciosa en la tarea de sembrar desesperación para luego aparecer como los salvadores del despiporre, a las fuerzas del centro y la izquierda les corresponde actuar con cabeza fría en busca de conformar la más amplia de todas las coaliciones posibles, como único recurso para enfrentar a tan poderosos enemigos.

O como dijera Luis Carlos Jacobsen en Facebook: “Nosotros acá jodiendo y ellos organizaditos en redes hace dos años, con cristianos enlazados en Whatsapp como profesionales. Sigan así y veremos cómo se llevan el proceso de paz en nuestras narices...”

DE REMATE: Si el candidato uribista pierde la elección presidencial en 2018 habrá un nuevo conflicto armado, solo que ahora con fuerzas neofascistas. En últimas, ya tienen su propia guerrilla. Y si ganan, preparémonos para el regreso de la guerrilla al monte. La caverna habrá logrado su objetivo.