Tomado
de ElUnicornio.co (4 de enero de 2023)
En torno a la reciente renuncia
de Gustavo Bolívar al Senado hay mucha tela de donde cortar. Primero que todo,
porque dejó abierta la puerta a la posibilidad de lanzarse como candidato a la
alcaldía de Bogotá. Y segundo, porque dijo que se retira para sentarse a
escribir Amor a primera línea, novela que al parecer le contrató el
canal RCN y cuenta el romance entre la joven alemana Rebecca Sprößer y su novio
caleño, asesinado en desarrollo del paro nacional.
Hubo gente de la caverna uribista
que le sacó en cara que vaya a recibir “un pago millonario” por trabajar para
“un medio oligarca”, como si fuera su obligación cobrar poquito o solo debiera
ser contratado por empresas que pertenezcan a gente de izquierda.
De otro lado, son llamativas las
reticencias que ha provocado su eventual postulación al segundo cargo más
importante del país, pero esto mismo da una idea de la trascendental decisión
que tomó, pues donde se hiciera posible que el hombre más cercano al presidente
Petro logre hacerse a la alcaldía de Bogotá, nada sería más útil para apuntalar
el proyecto político y social que pretende desarrollar el actual gobierno.
En su última columna para El
Espectador, Ramiro Bejarano apunta a que “es muy posible que el Pacto
Histórico se apodere de las alcaldías de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla,
bien directamente o en coaliciones”. Y si bien el columnista afirmaba que “en
Bogotá todo se ve confuso”, no se debe olvidar que lo escribió el día anterior
al anuncio de Bolívar, con lo cual lo que antes era confuso ahora adquiere
mayor claridad, como parte de una estrategia de largo alcance. En ciudades como
Medellín o Cali no estamos hablando de políticos con el mismo grado de cercanía
al presidente, pero igual ayudarían a la consolidación del mismo objetivo.
Sin salirnos del propósito
estratégico de afianzamiento de una propuesta de cambio, de las cuatro ciudades
mencionadas por Bejarano las dos que más se integran a dicho objetivo son
Bogotá y Barranquilla. Y en esta última la persona que más está sonando para ir
en busca de esa alcaldía es el corajudo Miguel Ángel del Río, ‘llave’ a su vez
de Gustavo Bolívar. Ahora bien, es donde menos fácil la tiene el Pacto
Histórico, sumado a que meterse el abogado a competir allí podría resultarle
perjudicial a su otra eventual aspiración, la de convertirse en el nuevo fiscal
general de la Nación.
Pero la pelea en La Arenosa hay
que darla, pues se trata nada menos que de derrotar al poderoso clan de los
Char que usó a su antojo a Aida Merlano para una multimillonaria compra de
votos que la llevó al Senado y luego la puso en la cárcel, y a quien al parecer
le orquestaron su fuga para secuestrarla y desaparecerla, y hoy permanece
exiliada en Venezuela, desde donde ha señalado repetidamente a los que fueron los
cómplices y autores intelectuales -y financieros- del entramado criminal.
¿Y quién creen ustedes que es el
abogado que hoy defiende y representa a la señora Merlano? El mismo que podría
entrar a competir por la alcaldía de Barranquilla, exactamente. No es tarea
fácil, ya lo dije, pues hablamos de una ciudad donde el ‘tebille” manda la
parada en cualquier elección. Pero en caso de lograrlo, Miguel Ángel del Río estaría
aportando no su granito de arena sino un monumental triunfo en la tarea de
configurar un verdadero cambio en las costumbres políticas, y significaría además
un duro golpe a la corrupción enquistada en ese departamento y en muchos otros
donde grupos de poder cercanos a intereses mafiosos han acabado por tomar el
control de alcaldías y gobernaciones.
Hablando de reticencias y sin
salirnos del escenario costeño -ni de las coincidencias- no es posible pasar
por alto el ‘fuego amigo’ que le disparó a Gustavo Bolívar el exactor Agmeth
Escaf, convertido de la noche a la mañana en pomposo congresista gracias a que su
ex María Antonia Pardo intrigó para sacar de la cabeza de lista a la Cámara en
Atlántico precisamente a Miguel Ángel del Río, como denuncié en columna de
diciembre de 2021 titulada Queríamos tanto a Nany (Ver
columna).
Escaf le lanzó un duro ataque a su
copartidario, en estos términos: “Pedir que le bajen el sueldo a los colegas,
pero al mismo tiempo renunciar porque ese mismo sueldo (que dice es excesivo)
no le alcanza y necesita otras entradas que le permitan pagar sus gastos, es un
desatino. En fin… ojalá el próximo año nos traiga más unión y coherencia”. A lo
cual, Bolívar le respondió con igual dureza: “Incoherencia es valerse de los
votos del Pacto Histórico para elegirse y después salir a defender los puestos
de los Char. Por algo dijo Nicolás Petro que nos equivocamos con el Pacto en
Atlántico”. (Ver trinos).
Aquí lo llamativo no es que se
presenten diferencias entre dos personas comprometidas en el mismo proyecto
(¿dónde no hay diferencias entre iguales?), sino que Escaf haya olvidado el
refrán según el cual “la ropa sucia se lava en casa”. Mejor dicho, ¿a cuenta de
qué se explica que Escaf pretenda hacerle daño al proyecto político en el que
se embarcó, y donde siempre se le ha visto como el comercial de Davivienda, “en
el lugar equivocado”? La única explicación lógica es que les esté haciendo el
mandado a esos paisanos suyos de Barranquilla que se sabe le son muy cercanos desde
tiempo atrás, los Daes y los Char.
Si se me permite meter la
cucharada, solo para mostrar por dónde va el agua al molino traigo a colación algunas
fotos que publiqué en mi muro de Facebook por los días de la columna citada,
las cuales dan cuenta de la cercanía de Escaf con el clan Char: una donde le
dice a Elsa Noguera “qué orgullo recibir de tus manos la bandera de la tierra
prometida”, otra donde abraza a Álex Char y le dice “mi llave
@alejandrocharch”, y una tercera donde anuncia que “por el amor que le tengo a
mi tierra prometida, porque me emociona ver lo bonita que está, lo bien que va,
el domingo votaré por Álex Char”. (Ver
fotos y trinos).
Pero me estoy saliendo del tema,
porque a donde quiero llegar es a que si Gustavo Bolívar lograra hacerse elegir
burgomaestre de la capital (y la tiene relativamente fácil por el prestigio que
se ha labrado como político insobornable) sería tanto como si su tocayo Petro
regresara en persona ajena a la alcaldía de Bogotá.
Y si en perfecta carambola a tres
bandas Miguel Ángel del Río lograra conquistar la alcaldía de Barranquilla, este
trío de aliados políticos no solo estaría fortaleciendo con granito el proyecto
macro del Pacto Histórico, sino que pondrían por fin a temblar los cimientos
del inmenso poderío político al que parecería que hoy le sigue sirviendo en
forma solapada el señor Agmeth Escaf.
Al cierre de esta columna surge
la noticia de la renuncia de Guillermo Alfonso Jaramillo al cargo de secretario
general del partido Colombia Humana para lanzarse como precandidato a la
alcaldía de Bogotá. Esto de ningún modo invalida lo dicho aquí, solo abre la
puerta a que Jaramillo entre a competir en una consulta abierta con Bolívar, si
este último persistiera en su aspiración.
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