martes, 25 de mayo de 2021

El autogolpe ya empezó

 


Tomado de El Espectador

Una pregunta recurrente en encuestas de opinión es “Si la elección fuera mañana, ¿usted por cuál de estas opciones votaría?”.  

Si hay alguien convencido de que hoy la respuesta por inmensa mayoría señala a Gustavo Petro, es la revista Semana, dirigida por alguien a quien ya no se le puede atribuir el título de periodista, Vicky Dávila. Menos después de su última carátula, donde prácticamente da carta blanca para que cualquier fanático uribista u organización paramilitar de extrema derecha decida atentar contra la vida de este dirigente de izquierda.

Una portada a todas luces irresponsable y temeraria, de catadura criminal, pues escarba en las más bajas pasiones humanas para incitar al odio de la población contra el objeto de su inquina. Su llamado suplicante ¡BASTA YA! es el de quien se arrodilla para rogar piedad a un ser tiránico, imbuido en la sevicia de su maldad. Esa tapa es el llamado de quien quiere sembrar miedo… para vender seguridad.

Estamos ante una infamia, un libelo contra la dignidad de un ser humano, algo que es de suponer daría cuando menos para un carcelazo. Aquí o en Cafarnaúm. Por el vil señalamiento y porque le mete gasolina a la hoguera de las pasiones políticas cuando encima del rostro de Petro aparece en agresivas mayúsculas: COLOMBIA, AL BORDE DE LA QUIEBRA. O sea, Petro es el culpable de que Colombia está al borde de la quiebra y debemos pedirle que se apiade.

Ese mismo carácter difamatorio hace pertinentes las acciones judiciales que se adelantarán para “salvaguardar los derechos vulnerados de Gustavo Petro”, según comunicado de impecable redacción -¡por fin!- de la dirección de Comunicaciones de Colombia Humana, ahora a cargo de la talentosa periodista barranquillera María Antonia (Nany) Pardo, sometida injustamente al escarnio público por una declaración apresurada y sacada de contexto.

Volviendo a la carátula infame, es si se quiere comprensible la reacción de Semana, pues se metamorfoseó en portaestandarte ideológico de una extrema derecha rabiosa y dispuesta a saltar todos los límites con tal de lograr sus propósitos. Son ellos en últimas los que tienen miedo, saben lo que les corre pierna arriba, no solo a doña Vicky y a esa familia de banqueros y vendedores de sillas Rimax sino a todos los uribistas -desde el jefe del subpresidente Duque hacia abajo, sin excepción- si Gustavo Petro conquista la Presidencia de la República el año entrante.

En coincidencia cronológica con la portada denigrante, está la entrevista fingida que la Presidencia puso a rodar el domingo pasado, con Duque respondiendo en inglés a un medio internacional inexistente, en algo que Daniel Coronell llamó “una larga letanía que nadie contradice, donde el mandatario culpa al candidato derrotado hace casi tres años (Gustavo Petro) de la situación que está viviendo el país”. (Ver columna).

Llegados a este escenario mediático, imposible pasar por alto la consigna de Joseph Goebbels en su ideario de la propaganda nazi: “Hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de nuestros opositores”. Lo dijeron y lo hicieron, el pueblo alemán les creyó y pagaron las consecuencias. Y de ningún modo resulta exagerado comparar la situación actual con la Alemania nazi, pues en la misma dirección se sienten, cada vez con más vivo resuello, pasos de animal grande. Y salvaje.

Así lo advierte Hernando Gómez Buendía cuando identifica “un factor que inclina la balanza hacia la mano dura: Álvaro Uribe, que estaba acabado porque las Farc se acabaron hace tiempo, puede resucitar ahora como símbolo del orden (…) y ya comienza a ejercer un gobierno paralelo que, por ejemplo, habla directamente con los mandos militares”. (Ver columna).

Este gobierno paralelo comenzó a sentirse en forma de “simbronada” (sic) cuando el gobierno le encargó al general Eduardo Zapateiro la “asistencia militar” requerida para el restablecimiento del orden público en Cali y alrededores, y este prometió que renunciaba a la comandancia del Ejército si en 24 horas no cumplía la orden, pero según el sarcástico Julio César Londoño “48 horas después renunció a renunciar”, y en lugar de ordenar desordenó todo. (Ver columna).

Contrario al restablecimiento del orden, lo que quizás se está aplicando lo habría percibido el alcalde de Yumbo, John Jairo Santamaría, en entrevista para El Unicornio: “Hay algo oscuro aquí, no quieren dejar que el diálogo sea la solución al problema”. (Ver entrevista).

Llámese mano negra, llámense fuerzas oscuras, estamos en las peores manos. Y a estas lo que menos se le nota es una actitud en defensa de las instituciones, parecen más bien dedicadas a aplicar la tesis marxista de “agudizar las contradicciones”, a desmoronar la institucionalidad desde adentro, propiciando una situación de caos que justifique la adopción de medidas radicales.

¿Qué clase de medidas radicales? Las que estamos viendo: el Esmad reprimiendo con fuerza bruta, policías disparando a diestra y siniestra como si hubieran recibido la orden de matar para “disuadir”, civiles efectuando capturas en compañía de uniformados, más de 500 desaparecidos.

Si pidiesen pruebas de la barbarie, está el video de El País de España que muestra cómo un policía asesina de un disparo a Santiago Murillo, de 19 años, el primer día del paro. Y cómo otro agente dispara por la espalda contra un joven de 17 años, quien falleció al instante. (Ver video de El País).

Es tétrico lo que está pasando, para acabar de completar con la anuencia, omisión o complicidad de una poderosa tenaza de medios que solo divulga la narrativa del “vandalismo” y prefiere permanecer ajena a la máquina del terror (de Estado) que se ha desatado a todo nivel.

En medio de tan ominoso panorama, la pregunta del millón sería: ¿estamos próximos a un autogolpe o… el autogolpe hace rato empezó y nos lo están metiendo por el orto, sin vaselina?

Post Scriptum: Tiene razón Nany Pardo en que “se cocina un golpe de Estado. Un autogolpe, de hecho. El uribismo quiere sacar a Duque de ahí. Por eso Petro ha propuesto ayudarlo (para que no se caiga). Pero Duque, cegatón como es, no admite ayudas ni consejos”. (Ver trino).

martes, 18 de mayo de 2021

John Abiud Ramírez, el ‘avión’ de Girón

 


Tomado de El Espectador

En Girón, el pueblo del área metropolitana de Bucaramanga donde vivo, acaba de comenzar una puja electoral que tendrá repercusión nacional por la clase de intereses en juego.

Se trata de la elección atípica de un nuevo alcalde en remplazo del elegido para el periodo actual, Carlos Román, debido a que el Consejo de Estado le anuló su credencial por comprobada doble militancia: se inscribió por Alianza Verde, partido del que fue concejal y cuyo candidato a la gobernación era Leonidas Gómez, pero se le vio en tribuna con el hoy gobernador Mauricio Aguilar.

El nombre del alcalde remplazado es lo de menos, no fue sino una figura de postín del verdadero poder detrás del trono, John Abiud Ramírez Barrientos, cuya gestión -y la breve de su sucesor- puede conocerse en columna titulada Cómo privatizar una alcaldía.

De este señor dicen que en cuatro años se enriqueció en forma desmedida (al punto de organizarle a su hija una fiesta de 15 que superó los 500 millones de pesos e incluyó la contratación de Silvestre Dangond), que montó una nómina de secretarías y de contratistas que no la tiene ni la alcaldía de Bogotá, y que con asombrosa habilidad se hizo elegir Director Administrativo de la Cámara de Representantes, donde hoy maneja a su arbitrio una chequera fabulosa. (Ver Turmequé de El Espectador).

El asunto es que, para no desprenderse de sus feudos y en actitud que luce desesperada (pues hay un claro ambiente anti-Abiud) el exalcalde tuvo la brillante idea de proponerle u ordenarle a quien en Wikipedia sigue apareciendo como su esposa oficial, Yulia Moraima Rodríguez Esteban, que se lance en busca de remplazar a su pupilo Román.

No es por meternos en la vida privada de la gente, pero conviene contar la historia completa. John Abiud y Yulia llegaron casados a la alcaldía de Girón y, viendo el primero que tenía el terreno ‘pulpito’ para poner sucesor, se le(s) ocurrió la idea de una separación arreglada, de modo que ella no quedara inhabilitada para competir por el cargo que dejaría su esposo.

No es tarea fácil dilucidar si haberse ido a vivir luego con quien fue del 19/12/2019 al 31/12/2020 su secretaria privada, Milena Garcés Acevedo, correspondió a un asunto también arreglado (¿entre los tres?), incluso se dice que fue Milena quien tuvo la idea de candidatizar a Carlos Román en lugar de Yulia, por rivalidad o por conveniencia, vaya uno a saber. Sea como fuere, constituye factor relevante que exesposa y amante actual tienen la misma marca de lujosa camioneta, y que a nombre de la segunda fue adquirido un apartamento en el exclusivo edificio Acqua, en una operación que para cualquier capcioso tiene más cara de testaferrato que de amoroso obsequio.

Tres fueron las candidaturas que se inscribieron para buscar la alcaldía de Girón, a saber:

Una, la ya mencionada de Ramírez Barrientos mediante persona interpuesta, Yulia Moraima. Votar por ella es lo mismo que votar por el depredador del erario de Girón.

Dos, una figura joven y con fuerza propia, Óscar Alberto León, segundo en la pasada elección, quien dispone en el Concejo de una mayoría de ediles que le sirvió para impedir que el manejo administrativo de la alcaldía de Girón fuera privatizado por las fuerzas de John Abiud.

Tres, Mario Andrés Morales, 32 años de edad, hijo del primer alcalde electo de Girón.

Si de Román decíamos que era una figura de postín, de Morales se debe decir que es un candidato anodino, puesto ahí por el mismo Abiud para restarle votos a León.

Dije arriba que la candidatura de Yulia corresponde a una medida desesperada, y la desesperación no obedece tan solo a que don John Abiud (apodado John ‘Avión’ por los gironeses) pueda perder el botín, sino al temor a las repercusiones legales que traería el conocimiento de la verdadera realidad fiscal y presupuestal del municipio por parte de la administración entrante.

Es un hecho irrefutable que Ramírez Barrientos dejó endeudado a Girón en 220.000 millones de pesos, comprometidos sobre vigencias futuras hasta 2040. Como si fuera poco, siendo alcalde solicitó al Idesan un préstamo por 27.000 millones de pesos, del cual hasta donde sabemos, no se ha podido efectuar ningún pago ni se ha amortizado un solo peso de los intereses causados.

Lo anterior se traduce en que Girón podría verse obligado a caer en la ley de quiebras, situación que terminaría por enterrar políticamente a Abiud, puesto que los entes de control entrarían a establecer correctivos y aplicar las sanciones -de inhabilidad- del caso.

Ahora bien, lo preocupante es que de algún modo John ‘Avión’ sigue sosteniendo la sartén por el mango, pues su propia maquinaria electoral le puede poner de 8 a 11 mil votos casi sin mosquearse, por los remanentes del inmenso aparato burocrático que creó siendo alcalde. En la pasada elección el candidato de Abiud (Carlos Román) obtuvo 52.777 votos, mientras que el hoy candidato y segundo en la anterior, Óscar León, contabilizó 10.262. Luciría entonces como ardua la tarea de superar esa diferencia de 5 a 1, pero se podría lograr concientizando a los gironeses mediante una campaña bien creativa del León aspirante, que ponga a “rugir” la conveniencia de sacar a los corruptos del municipio, qué sé yo.

No entraré a considerar las bondades o desventajas que podría traer para Girón la eventual elección de Oscar Alberto León como nuevo alcalde, pero es un hecho también irrefutable que es la mejor opción, de las tres que se presentan.  

Gracias en parte al paro nacional -que ya va para la tercera semana ininterrumpida-, la gente ha comenzado a tomar conciencia sobre la verdadera dimensión de la corrupción política, y esto permite pensar con espíritu esperanzador que puedan soplar nuevos vientos para Girón.

O que al menos se acaben las ‘avionadas’, con eso nos daríamos por bien servidos.

Post Scriptum: Hablando de adquisición de propiedades, limitaciones de espacio nos impiden hoy puntualizar por ejemplo sobre la compra de una casa en predios de Orlando (Florida) para un pariente muy querido de don John. Noticia en desarrollo.

martes, 4 de mayo de 2021

Colombia, ¡la alegría ya viene!



Tomado de El Espectador

A Yéssica Teherán, inspiradora de esta columna.

En consonancia con países del Cono Sur como Chile y Argentina, en noviembre de 2019 Colombia vivió un estallido social que fue el resultado de un descontento masivo, por cuenta del desgobierno nacional. En una serie de marchas tan creativas como combativas, compuestas más que todo por jóvenes, el país les recordó a sus dirigentes que venían con voz propia y dispuestos a usarla.

Pero en desafortunado contravía al sentimiento de indignación desbordada, a comienzos de 2020 apareció un extraño virus, llegado de un país oriental, y más temprano que tarde el agente patógeno se extendió al mundo entero y nos obligó a un confinamiento del que aún no hemos acabado de salir.

La pandemia por el covid puso en salmuera todos los procesos críticos que estábamos viviendo y, en un movimiento de manos al mejor estilo Mr. Burns (personaje siniestro de Los Simpson) el gobierno pudo hacer y deshacer a su antojo. O al menos, de eso estaban convencidos.

A medida que pasaban los meses de la estricta cuarentena, la ineptitud por parte del gobierno en el manejo de la emergencia sanitaria se fue haciendo cada vez más evidente. Los errores se sucedían uno tras otro, en cadena interminable. De entrada, un cierre retardado de los aeropuertos al inicio de la pandemia; luego, la reapertura inoportuna y descontrolada del comercio con los días sin IVA, que disparó los niveles de contagio en las principales ciudades. Todo esto demostraba que el verdaderamente desconectado de lo que sucedía en Colombia era un Iván Duque apoltronado en su zona de confort como presentador vespertino de TV.

El pico más alto de esta desconexión se evidenció con la Reforma Tributaria que presentó para su aprobación al Congreso el ministro de Hacienda que acaba de renunciar, Alberto Carrasquilla, coincidiendo con la tercera ola de contagios y la ineficiente -casi nula- gestión del gobierno en la compra a tiempo y distribución de las vacunas.

En este contexto, el estallido social no se hizo esperar: lejos del miedo al virus y pese a las campañas de disuasión en más de un medio masivo, personas de todas las edades y condiciones -ya no solo jóvenes- salieron a las calles el pasado 28 de abril, esta vez con un grito más firme y desesperado que el que se escuchó en noviembre de 2019.

Las marchas inundaron las redes sociales, de todas partes aparecían fotos y videos de mujeres y hombres sumándose a la marcha. De lo más destacado, la madre llevando a cuestas a su hijo adulto minusválido, mientras sostiene enhiesta la bandera de Colombia. Supimos que se llama Teresa Montero, vendedora ambulante de Manizales que todos los días debe cargar con él hasta su lugar de trabajo (si así se le puede llamar, “trabajo”). Teresa no tiene oportunidades para salir de su calvario, el Estado le niega una línea asistencial para su caso.

Vimos también firme y decidida en Bogotá a la mamá de Dilan Cruz, estudiante de 18 años, recorriendo las calles con la fotografía de su hijo, quien “pagó con su vida el haber protestado contra el gobierno del presidente Iván Duque en noviembre de 2019”, según cuenta Daniel Coronell en columna en su última columna, titulada La culpa es del muerto, que puede leerse aquí.

Tras el rotundo triunfo que para la movilización popular significó el retiro de la reforma tributaria el domingo pasado, día tras día a distintos sectores se les ve prestos a parar o a salir nuevamente a las calles, vislumbrando lo que un día de estos quizá pudiera convertirse en un pacto histórico, bien sea como el resultado de una coalición política o entendido como una conjunción de fuerzas sociales que se unen para luchar por la misma causa, por un mejor país.

Este sí sería el verdadero triunfo, no el supuesto alborozo de los caleños tras la decisión de Duque de retirar unos artículos de la Reforma, algo que Noticias RCN quiso mostrar en burdo montaje informativo como un gesto de agradecimiento de la ciudadanía con el presidente.

Sea como fuere, la “noticia” fingida es valedera en cuanto que celebramos el ambiente de unión que se vive en todos los estratos sociales, cobijados por la misma causa de rebeldía contra una gobierno abusivo, represivo, tiránico y criminal, muy parecido al que en su momento vivió Chile con Augusto Pinochet. Aquí también… ¡estamos despertando!

A Colombia hoy se le ve unida desde sus bases sociales en torno a un descontento que crece y surge de muy variados grupos sociales: jóvenes, personas mayores, madres, niños, artistas, trabajadores y emprendedores, agrupándose alrededor de una vibrante fiesta democrática que se expresa en las calles, en ejercicio del derecho constitucional a la protesta.

Así como en 1988 la población más consciente y sensata de Chile se movilizó para sacar al dictador y cambiar el rumbo de su país, todo indica que aquí estamos dando los primeros pasos para que en 2022 podamos cantar al unísono ¡Colombia, la alegría ya viene!

Post scriptum: La exsenadora liberal Piedad Córdoba afirma en columna para Las 2 Orillas que el país está ante un “autogolpe gradual: no hay subordinación del poder militar al civil, no hay independencia de poderes ni de organismos de control, no hay garantías democráticas ni goce efectivo de los derechos civiles, no hay transparencia ni equilibrio del sistema electoral”. Es cierto, y es la resistencia popular y la movilización permanente lo único que puede impedir que se consolide esta tendencia dictatorial, de claro corte neofascista. (Ver columna).