martes, 27 de diciembre de 2016

Uribe y Trump, los amos del apocalipsis




Hace muchos años conocí un libro de Umberto Eco con un título bien largo, ‘Apocalípticos e integrados en torno a la cultura de masas’, que en ediciones posteriores quedó reducido a sus tres primeras palabras. Es una serie de densos ensayos, con un lenguaje erudito desde la semiótica, pero lo que llamó mi atención fue el concepto de Apocalípticos e Integrados que trataré de resumir aquí, en interpretación libre:

Apocalípticos son los que quieren cambiar el sistema por uno diferente porque creen que vivimos en el peor de los mundos, y ahí se ubican desde la izquierda democrática hasta los guerrilleros y los anarquistas. Integrados son los que creen que vivimos en el mejor de los mundos posibles, motivo por el cual solo se requiere preservar las tradiciones y conservar las cosas como están, y ahí caben desde la derecha civilizada hasta la clerical, pasando por la más extrema, la Mano negra.

Para decirlo en sucinto modo, los apocalípticos son los liberales y los integrados los conservadores. Unos a favor del cambio, otros de la perpetuación de lo existente. La lucha entre esas dos fuerzas mueve la historia, la que quiere transformar el sistema y la que quiere conservarlo, según planteó Friedrich Hegel cuando habló de la confrontación dialéctica de los opuestos –tesis y antítesis- que conduce a una síntesis resolutiva, a menudo en forma violenta y en otras por la vía democrática.

Este planteamiento habrían de aprovecharlo Marx y Engels para promover la lucha de clases, en busca de lo que en su Manifiesto Comunista llamaron la dictadura del proletariado, y fue el detonante de importantes revoluciones como las que encabezaron Vladimir Lenin en Rusia, Mao Zedong en China o Fidel Castro en Cuba, e intentaron de modo infructuoso en Colombia grupos como las FARC, el M-19 o el ELN.

Lo llamativo es que con el transcurrir de los años han comenzado a invertirse los papeles, a tal punto que hoy asistimos a un espectáculo donde los conservadores se han vuelto los apocalípticos, y los liberales los que quieren conservar el statu quo. Y para la muestra dos botones:

En Estados Unidos el gobierno del demócrata (liberal) Barack Obama hizo causa común con su copartidaria y exsecretaria de Estado, Hillary Clinton, para preservar y darle continuidad a una administración que venía de ocho años atrás, pero se les atravesó alguien que era visto como un indeseable hasta por su propio Partido Republicano (conservador), quien valiéndose de un discurso apocalíptico que apeló a los miedos más recónditos (a los inmigrantes, a los musulmanes, a los gais, a los negros, a los TLC) provocó una verdadera revolución pero a la inversa, la de los que se creen más machitos, la de los patanes, la de los bocones, la de los empresarios políticos que se valen de lo que esté a su alcance para eliminar a la competencia, como por ejemplo aliarse hasta con el presidente de Rusia para joder a Hillary, su compatriota.

El segundo botón se da en Colombia, donde un presidente que quiso preservar el esfuerzo titánico de casi cinco años de conversaciones con la guerrilla más antigua del mundo hasta llegar al ‘mejor acuerdo posible’, tuvo la pésima idea de convocar a la refrendación de algo que  no necesitaba ser refrendado, y el resultado fue un cataclismo que no lo esperaban ni los promotores del NO: un expresidente que había tildado a Santos de traidor se puso a la cabeza de una poderosa campaña de propaganda negra para hacer lo que antes hacían los mamertos, “agudizar las contradicciones”, y por la vía del miedo al castrochavismo y a la dictadura homosexual logró alinear a las masas más ignorantes de la población, en perversa alianza con una horda de pastores evangélicos y cristianos que hicieron creer a sus obedientes ‘rebaños’ que debían votar por el NO en el plebiscito para salvar a Colombia del apocalipsis…

Si se quiere buscar un común denominador entre Uribe y Trump, estaría en la utilización que hicieron de las iglesias evangélicas y cristianas. En los dos casos se debe prestar atención a la clase de votantes que permitieron el éxito de ambas ‘revoluciones’: individuos en su mayoría incultos o ignorantes, de poca escolaridad o reducido coeficiente intelectual. Esto se demuestra por ejemplo en la pésima ortografía que muestran los uribistas en las redes sociales. Son personas que han vivido bajo la influencia de un pensamiento animista secular, fácilmente manipulables porque necesitan sentirse seguros obedeciendo a una autoridad o ceñidos al precepto de una doctrina religiosa.
 
Lo llamativo –y preocupante- del nuevo entramado es que las diferencias ideológicas o de pensamiento han sido remplazadas por la apelación a la mentira y el engaño, hasta un punto en que ahora la política se nivela por lo bajo y el debate público se convirtió en un reality donde triunfan los que remplazan la inteligencia por astucia, los que fabrican la trampa, los que contratan a los mejores hackers, los que envueltos en su apariencia de machos alfa conquistan las simpatías de quienes serán las víctimas de sus decisiones (latinos votando por Trump, pobres votando por Uribe) y hasta de las brutas bonitas que quedan ‘matadas’ por los varones más acosadores. Ovejas votando por lobos, mejor dicho.

En medio de este desolador panorama, donde un proyecto político de extrema derecha falsamente bautizado Centro Democrático se dedica a sembrar el caos y la confusión como táctica de supervivencia (porque la paz los aniquila), no queda duda alguna en que si los revolucionarios de antes pretendían la dictadura del proletariado, lo que hoy se aprecia es a los nuevos amos de la política –y del apocalipsis- abriendo las compuertas a la dictadura del lumpenproletariado.

DE REMATE: Tiene pésima presentación que el hijo mayor del entonces Presidente de Colombia se hubiera reunido en un paraíso fiscal con Odebrecht y Miguel Nule. (Ver información). ¿Qué hacía Tomás Uribe en un paraíso fiscal intermediando para que una firma constructora brasilera y una colombiana se unieran en torno a uno de los contratos más cuantiosos del gobierno de su padre, la Ruta del Sol? Y si después se sabe que por esas fechas Odebrecht ‘invirtió’ once millones de dólares en sobornos en Colombia, la conclusión es obvia: ahí hay gato encerrado. Basta conocer este trabajo de La Silla Vacía (ver trabajo) elaborado con base en una entrevista de María Jimena Duzán al  ministro del ramo, Andrés Uriel Gallego (q.e.p.d.), para descubrir cómo el gobierno soltaba plata a manos llenas a los contratistas.

martes, 20 de diciembre de 2016

2016: lo bueno, lo malo, lo pésimo y lo feo




El año que ya casi termina recuerda la película ‘El año que vivimos demasiado’, cuyo título iba a ser utilizado para esta columna, pero es preferible meterle clasificación a lo ocurrido.

LO BUENO
Lo bueno es que se acaba este año, aunque deja dos sucesos de grata recordación: uno, el Consejo de Estado determinó que hubo "engaño generalizado" en la campaña del No en el plebiscito. De manera clara, categórica y cortante sentenció que “crearon y divulgaron mensajes alejados de la realidad, con los que ejercieron violencia por engaño contra el electorado, lo cual produjo el resultado conocido”.

Dos, al presidente Juan Manuel Santos le dieron el Premio Nobel de Paz. Esto debió ser motivo de orgullo nacional, si no fuera porque se lo adjudicaron para impedir que la paz fuera boicoteada por los que ganaron el plebiscito a punta de fotomontajes, mentiras y pastores evangélicos reclutados para sembrar el miedo.

En lo deportivo Colombia obtuvo resonantes triunfos con las ocho medallas en los Olímpicos de Rio, la titánica victoria de Nairo Quintana en la Vuelta a España y el tercer puesto de Atlético Nacional en el Mundial de Clubes. En lo musical, estuvo el Grammy Latino para Shakira y Carlos Vives por su canción de La Bicicleta.

¿Algo más que clasifique como bueno? Ah, sí: el jueves 24 de noviembre se selló la paz entre el gobierno y las FARC mediante el Acuerdo de Colón, que ya fue ratificado por el Congreso.

LO MALO
Malo que por cuenta de la apatía de casi el 70 por ciento de los colombianos ante un tema tan crucial como la paz, el 2 de octubre el uribismo le dio un zarpazo al Acuerdo y casi manda de nuevo a las FARC para el monte. Pero Santos asimiló el golpe, en 40 días escuchó a las partes y recompuso un nuevo Acuerdo, y la respuesta de los ‘amigos del NO’ fue el rompimiento de las relaciones con el gobierno. ¿Amigos del NO? Indulgente nombre para quienes en realidad son los enemigos de la paz, agrupados en esa mano negra que ya tiene nombre propio, Centro Democrático, desde que a su dirección llegó el ideólogo de la extrema derecha que en alguna ocasión definió al comandante de las AUC, Carlos Castaño, como “un intelectual hecho a pulso”.

Malo que los pastores evangélicos y cristianos hayan adquirido tanto poder político de la noche a la mañana, porque en todo Estado laico que se respete la política y la religión no deben mezclarse, so pena de que se contamine con fanatismos de fe irracional el agua en la que todos nos bañamos. Biblia en mano, pretenden imponer un Estado confesional.

En coincidencia con lo anterior, MUY MALO que el corrupto exprocurador Alejandro Ordóñez haya quedado posicionado como candidato a la Presidencia de la República, pese a que fue destituido por el Consejo de Estado tras haberse hecho reelegir con trampas. Malo porque seguirá los mismos pasos de Trump en cuanto a decir barbaridades de alto rating, como cuando dijo que “la Corte Constitucional le ha hecho más daño al país que las FARC”.

A Ordóñez lo veremos ondeando banderas rabiosamente católicas, y como ya cuenta con la complicidad de los embaucadores pastores cristianos y evangélicos (en una de cuyas iglesias de garaje se hizo ungir), el peligro es inminente. Peligro de que conquiste la Presidencia por la vía de exacerbar pasiones religiosas, y a la vuelta de la esquina caigamos en un régimen similar al de Francisco Franco en España, y esto desemboque en una guerra civil.

LO PÉSIMO
El diccionario RAE define pésimo como “lo que es extraordinariamente malo o no puede ser peor”. En tal sentido es pésimo para la paz universal el triunfo en EE UU del energúmeno, bocón, patán, acosador de mujeres, racista y xenófobo Donald Trump, rey del matoneo político. Razón tuvo Semana en decir que Trump ‘¡se enloqueció del todo!’. Mi humilde opinión es que se avecina la III Guerra Mundial, ahora entre las civilizaciones cristiana y musulmana. Un cowboy con ansias de supremacía al mando de la nación más poderosa del planeta ha llegado para aplastar al 'terrorismo islámico' y traerle paz al planeta a su manera, y en su euforia de primíparo del poder omnímodo no hará sino crecer al enemigo, que se multiplicará como hormigas que suben silenciosas por entre los pantalones del imperio hasta alcanzar sus testículos.

LO FEO
Feo lo que pasó con la reunión ‘tripartita’ entre el Papa Francisco, Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe. Pese a la buena voluntad del Santo Padre, al intermediar entre dos fuerzas en pugna hizo valer el refrán según el cual “de buenas intenciones está empedrado el camino hacia el infierno”. El Papa terminó por legitimar al comandante en Jefe de esas fuerzas oscuras que en Colombia se han alineado contra la paz y que ya han comenzado a dejar un reguero de cadáveres por toda la geografía nacional, como en los ‘buenos tiempos’ de los falsos positivos. Hay una bestia herida a la que ni el Papa pudo amansar, y esa bestia viene por todo.

No les extrañe si en 2017 Uribe vuelve con el sirirí de que el acuerdo de Paz “justifica nuevas formas de violencia”, en coincidencia con la reactivación del paramilitarismo, las amenazas (que ya llegan hasta el arzobispo de Cali) y el recrudecimiento de asesinatos selectivos contra líderes sociales, cuya “sistematicidad” no ve el Fiscal General pero se aprecia en que los asesinos siempre actúan sobre seguro, porque nunca hay capturas significativas.

Perdonarán la negrura justo en Navidad, pero solo cuando aparezca un gobierno con los suficientes pantalones para ponerle el tatequieto a la mano negra, dejará de tener sentido la frase de Woody Allen: “siempre he esperado lo peor, pero nunca pensé que fuera peor de lo que yo esperaba”.

DE REMATE: Un Feliz 2017 para todos y, si la candidatura del nefasto Ordóñez se concreta, Dios nos coja confesados.

martes, 13 de diciembre de 2016

Uribe fastidia para ganar la partida




Para medir hasta qué punto la guerra sucia desatada por el uribismo pretende arrastrar por el piso la imagen de Juan Manuel Santos, basta citar el bochornoso incidente que se vivió cuando una periodista –de RCN, por supuesto- le preguntó al presidente delante de la Primera Ministra de Noruega: “¿Qué les dice a sus oponentes, especialmente al expresidente Álvaro Uribe, quien ha dicho que el premio Nobel se compró por intereses noruegos?”.

Ante tan ofensiva pregunta, que hacía quedar como un cuero más al Comité Noruego del Nobel que al mismo Santos, este respondió así: “Se han dicho muchas cosas: que soy comunista, que soy miembro de las FARC, que soy aliado y socio de Fidel Castro para introducir una revolución en mi país, pero es lo más absurdo que he oído lo que usted acaba de comentar: que el premio Nobel se compró. La verdad, eso no merece comentario alguno de mi parte”.

El rumor malintencionado  que la periodista lanzó como granada de fragmentación en medio del auditorio –y al que ningún medio serio diferente a RCN dio credibilidad- cumplió con la misión de envenenar el ambiente, y el resultado obtenido fue que la máxima autoridad de ese país se ofendió y se vio obligada a responder a lo que en ninguna parte del mundo tendría la menor presentación protocolaria, porque la sola formulación de la pregunta –en el lugar menos indicado- lleva ‘mala leche’. (Ver noticia).

Es precisamente a envenenar el ambiente a lo que están dedicadas las hordas uribistas, y ello se vio plasmado de manera patética a raíz del asesinato de la niña Yuliana Samboní, cuando inundaron las redes sociales con imágenes de Rafael Uribe Noguera al lado de Rodrigo Londoño (antes Timochenko) mostrando a ambos como “violadores”. No contentos con lo anterior, rebrujaron entre las fotos sociales de Martín Santos y encontraron una donde aparece al lado de alguien a quien le atribuyeron ser el asesino de Yuliana, cuando en realidad se trataba de Alejandro Gaviria Halaby, como aclaró Yohir Akerman en este trino.

Estos no son hechos aislados, sino eslabones de una cadena ignominiosa de propaganda negra que viene enfilando poderosas baterías contra la paz desde la campaña por el plebiscito, y solo descansarán el día en que hayan hecho tan invivible la república que el pueblo se lance desesperado a votar por el candidato que prometa acabar lo que ellos mismos sembraron: desesperación, confusión, oscuridad.

Están ensuciando el río donde todos nos bañamos, para que todos quedemos tan cochinos como ellos. Hacia tal objetivo la consigna es “calumniad y fastidiad, que de la calumnia y el fastidio algo queda”.

Lo anterior se ajusta a dos de los 10 mandamientos de la manipulación mediática planteados por Noam Chomsky, que el uribismo está aplicando al pie de la letra: uno, “crear problemas para ofrecer soluciones”; dos, “utilizar el aspecto emocional antes que la reflexión”. Así quedó plasmado en la reveladora confesión del gerente de la campaña del NO, Juan Carlos Vélez, cuando dijo que “estábamos buscando que la gente saliera a votar verraca”.

Soy consciente de estar repitiendo algo que he expuesto casi hasta la saciedad en columnas anteriores, pero es un deber hacerlo mientras el gobierno no comprenda la urgencia que tiene de tomar medidas de choque para impedir que el país se vaya por el abismo al que Álvaro Uribe, Alejandro Ordóñez y su jauría de perros rabiosos quieren mandarlo, para luego aparecer como sus salvadores.

Es como si usted viviera en un conjunto residencial donde una de las casas es habitada por una familia ruidosa y buscapleitos, que siembra el malestar en el conjunto pero no hay modo de echarla, ante lo cual el administrador se muestra incapaz de ponerle el tatequieto. Los vecinos desesperados deciden entonces cambiar de administrador, a ver si el nuevo les soluciona el problema. Y es ahí cuando por fin se callan, porque era eso lo que buscaba la familia vocinglera: retirar por las malas al que no les gusta.

El problema de fondo reside en que mientras Santos maneja de buena fe el lenguaje de la paz, el uribismo manipula en forma avasalladora la propaganda de la guerra. Y aunque usted no lo crea, pese a la aprobación del fast track, el segundo va ganando la partida.

Todo indicaría que la mayoría de colombianos le cree más a Uribe que a Santos, pero la única manera de saberlo a ciencia cierta es si existiera el voto obligatorio. Somos tan indolentes que si se sometiera a plebiscito el aumento del salario mínimo, y hubiera que escoger entre la propuesta de los empresarios y la de los trabajadores, ganarían los primeros porque ellos sí irían a votar.

DE REMATE: En relación con la racha de asesinatos selectivos que se viene presentando contra líderes populares, el Fiscal Néstor Humberto Martínez aseguró que no se puede atribuir a una mano negra porque no hay “sistematicidad”, y prefiere hablar de “multicausalidad”. No se requiere ser ciego para advertir que la sistematicidad está en que no hay capturas que permitan llegar a sus autores. Actúan siempre sobre seguro. ¿Simple coincidencia?

lunes, 5 de diciembre de 2016

¿Quién le pone el tatequieto a la Mano Negra?




Hubo una frase de Alejandro Reyes en su columna del domingo pasado que puso el dedo en la llaga: “En Colombia se están incubando las condiciones para que se imponga un fascismo criollo del siglo 21, que culmine la demolición del sistema de democracia liberal que sobrevivió a medio siglo de conflicto armado” (ver columna).

El título del artículo es muy académico, La crisis del sistema liberal y la emergencia del fascismo, pero dice cosas de veras iluminantes, como esta: “Ante la crisis terminal de los partidos que alguna vez construyeron Estado, ocupa el vacío un movimiento político aglutinado por Álvaro Uribe, con capacidad para enterrar la democracia liberal. Las muertes de líderes sociales son un anticipo de lo que puede actualizar el fascismo criollo cuando despliegue todo su poder”.

Esto se comenzó a sentir desde lo mediático en la campaña del plebiscito, con las oleadas de fotomontajes y propaganda negra que condujeron contra todo pronóstico al triunfo del NO. Pero lo preocupante no es eso, sino lo que viene en camino:

1.       Una racha de asesinatos selectivos que en lugar de amainar se incrementará, a cargo de esa Mano Negra cuyos cabecillas se dejan identificar con facilidad, porque nunca emiten una sola palabra de condena contra este fenómeno.
2.       Un proyecto de extrema derecha de alto contenido religioso y con acogida en los sectores más ignorantes de la población, cuya cabeza más visible es el corrupto exprocurador Alejandro Ordóñez, quien se vendrá con una descarga cerrada de improperios y anatemas contra todo lo que le huela a pensamiento liberal, aliado con los sectores más retardatarios, emulando así la exitosa fórmula aplicada por Donald Trump.

En paradójica coincidencia con la incorporación de las FARC a la vida civil, el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Todd Howland, levantó su voz de alarma ante el incremento de la violencia contra líderes sociales: 35 atentados y 53 asesinatos en solo 2016. Al cierre de esta columna se reportó el caso de José Mauricio Bernal, quien trabajaba con su padre en la Mesa Municipal de Víctimas en Montañita (Caquetá), organización que había recibido el Premio Nacional de Paz (ver noticia).

Si los que están luchando a brazo partido para que continúe la guerra contra las FARC no logran su cometido, entrarán en guerra contra el Estado. Estuvieron a favor del Estado cuando llevaron a Uribe a la presidencia, pero ahora que éste ya no manda sobre las tropas anda dedicado a hacer terrorismo psicológico, como cuando el domingo pasado dijo sin inmutarse que “la palabra paz queda herida con la elevación del grupo terrorista FARC a la condición de socio del Estado” (ver declaración).

La recién desatada racha de asesinatos selectivos no se va a detener, porque a esa Mano Negra genocida no le temblará ninguno de sus dedos para seguir segando vidas que desprecia. Están convencidos de que actúan por el bien de la patria, del mismo modo que durante el gobierno de Uribe en el 90 por ciento de las Brigadas del Ejército los autores de los ‘falsos positivos’ se creyeron con derecho a asesinar a más de 3.000 jóvenes para hacerlos pasar por guerrilleros, y luego se justificaron en que “no estaban recogiendo café”.

Detrás de la tal resistencia civil que invoca Uribe contra Santos está la aplicación de todas las formas de lucha para impedir la reconciliación nacional, porque si se acaban las FARC se les acaba la rentabilidad política del miedo al enemigo. La paz los aniquila.

Se vienen tiempos difíciles, y el triunfo de Trump les da munición (verbal por ahora) a los enemigos de la paz hacia el propósito de salirse con las suyas, como lo han logrado frente a todos los gobiernos que en los últimos 30 años intentaron resolver el conflicto por la vía del diálogo.
 
La arena política nos muestra la reedición de un combate a muerte contra la paz, cuyo primer round se vivió el 2 de octubre, cuando ganaron los chicos malos del paseo. El segundo round consistirá en sembrar el caos y la confusión de aquí al 2018, repartiendo ‘chumbimba’ desde la trastienda mientras desde lo público resucitan el miedo a los homosexuales y al castrochavismo, con la perversa complicidad de los pastores evangélicos (y de los medios que como idiotas útiles reproducen sus barrabasadas), para luego pretender aparecer como los salvadores y, aunque usted no lo crea, “de la mano de Dios”…

En octubre de 2014 escribí una columna optimista para Semana.com donde dije que “el mayor mérito de Juan Manuel Santos está en que es el mandatario que logró por primera vez ponerle el cascabel al gato de la intransigencia militar en torno al tema de la paz” (ver columna). El estamento castrense estuvo representado en La Habana por oficiales tan emblemáticos como los generales Jorge Enrique Mora y Óscar Naranjo, pero Santos no contaba con que el juego sucio de Uribe y sus oscuros aliados le iban a propinar la más dura derrota de toda su carrera política, en el tinglado del innecesario y costosísimo plebiscito.

Es de esperar que Santos no haya perdido su condición de tahúr y guarde algún as bajo la manga, porque la única salida que le queda para recuperar la gobernabilidad perdida es si consigue ponerle el tatequieto a la desbocada y hasta ahora incontrolable Mano Negra.

DE REMATE: Según columna del nuevo director del Centro Democrático, Fernando Londoño, Carlos Castaño era “un intelectual hecho a pulso”. Eso ayuda a entender con prístina claridad lo que acabo de decir. Su nombramiento es el más impúdico destape de la Mano Negra.

martes, 29 de noviembre de 2016

Diatriba contra un pastor adicto al diezmo




Hay que ver el estado de alarma general (tradúzcase angustia) en que entraron los pastores evangélicos y cristianos después de que el padre católico Alberto Linero publicara un trino diciendo que "Jesús no nos pidió porcentajes de dinero".

El primero en saltar como gallo crispado fue el ‘pastor digital’ Oswaldo Ortiz, de filiación evangélica, quien desde agosto pasado hizo causa común con la diputada santandereana Ángela Hernández, de filiación cristiana, en su airada rebelión contra las cartillas que según ellos portaban mensajes encriptados que hacían que quien las leyera se convirtiera en homosexual.

Para refutar a Linero, Ortiz corrió a publicar en su cuenta de Twitter un video en el que aparece pegado sobre la pared el supuesto versículo del Nuevo Testamento donde (según su versión) Jesús habló del diezmo:  “¡Ay de ustedes maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Que separan para Dios la décima parte de la menta, del anís y del comino, pero no hacen caso de las enseñanzas más importantes de la ley, que son la justicia, la misericordia y la fidelidad. Esto es lo que deben hacer, sin dejar de hacer lo otro”. (Ver texto).

Lo primero que llamó mi atención fue que el astuto pastor –ahora líder político rabiosamente uribista- no hubiera mostrado la página de la Biblia de donde tomó el versículo (Mateo 23:23) sino un papel impreso, por lo que entré a sospechar que lo había transcrito en forma amañada a su propósito. Me puse entonces a la tarea de buscar en Google ese mismo pasaje del Evangelio, y descubrí que hubo dos cosas que al parecer alteró porque no las encontré por ningún lado, ni en la Biblia católica ni en la evangélica: una donde dice “la décima parte de la menta”, y otra donde agrega “esto es lo que deben hacer”.

En el Antiguo Testamento el diezmo era un requisito mediante el cual todos los israelitas ofrendaban al tabernáculo el 10 por ciento de lo que ganaban o hacían crecer (Levítico 27:30; Números 18:26; Deuteronomio 14:23) y de ahí la palabra diezmo, pero en el Nuevo Testamento no aparece estipulado ese porcentaje exacto. Tampoco encontré la expresión “esto es lo que deben hacer”, sino “esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello” (Biblia evangélica), o “ahí está lo que ustedes debían poner por obra, sin descartar lo otro” (Biblia católica).

Ahí quedó la impresión de que esas alteraciones al texto original obedecían al propósito de Ortiz de impedir que sus mansas ovejitas duden sobre la conveniencia de diezmar el diez por ciento (no otra suma) de los ingresos que por “ley divina” establece la mayoría de las iglesias evangélicas, origen por cierto de las fabulosas fortunas que logran amasar. Y es también por eso que él se habría encargado de cambiar “esto era necesario hacer” por “esto es lo que deben hacer”. Como ya sabemos, los creyentes asumen como palabra de Dios todo lo que sale de la boca de su pastor, y en tal medida es condición sine qua non para la supervivencia económica del clero evangélico que a sus rebaños les quede bien claro “lo que deben hacer”.

Llama la atención que el video ya no aparece en la cuenta de Twitter de Ortiz (aunque puede verse aquí), y además se encargó de borrar toda mención al debate sobre el diezmo, tal vez en aplicación al refrán “el que tenga rabo de paja no se arrime a la candela”.

Como para todo pastor que se respete la verdad es el faro de luz que le impide caer en el pecado de la mentira, y ya que Ortiz es tan aficionado a la pugnacidad contra quienes no comparten su doctrina (antes religiosa y ahora marcadamente política), le quiero hacer una amable invitación a que produzca un nuevo video donde muestre la página de la Biblia con el texto original de ese versículo tan conveniente al objetivo de seguir ordeñándole el diezmo a su obediente grey. Si lo publica y se demuestra que soy yo el equivocado, tendré la gallardía de reconocer mi error y presentar disculpas.

No se puede negar que Ortiz es un comunicador hábil y carismático, y es la razón por la cual fue cooptado por el uribismo para su causa política, del mismo modo que fue cooptada Ángela Hernández para la causa rabiosamente confesional de su paisano Alejandro Ordóñez, pese a que ella milita en el Partido de La U, el mismo del presidente Santos, pero su dirección colegiada no ha tenido los pantalones para sancionarla o pedirle la credencial.

Ortiz y Hernández coinciden en la utilización que gracias a su ‘don de la palabra’ hacen de la política valiéndose de la religión, y viceversa. Ahora bien, en referencia a Ortiz, considerando que nos seguimos mutuamente en Twitter, le hago extensiva la invitación a que si se demuestra que en ninguna parte de la Biblia está el versículo tal cual él lo publicó, tenga a su vez la gallardía de abandonar su ‘carrera’ de pastor y seguir la recomendación de su colega Darío Silva: “si algún pastor quiere hacer política, que se baje del púlpito a la curul, pero sin mezclar estos dos muebles”. Según Silva “el Señor es mi pastor, pero mi pastor no es mi Señor”. (Ver declaración).

Hablando en plata blanca, el reto de salvación que se le plantea al histriónico Oswaldo Ortiz es el de demostrar que no es uno de esos sujetos referidos en el versículo que él mismo citó en su auxilio: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois como sepulcros blanqueados que por fuera se muestran hermosos, mas de dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suciedad”.

Por último, reconozco mi equivocación cuando dije arriba que en la cuenta de Ortiz había desaparecido toda alusión al debate con el padre Linero. Acabo de mirar de nuevo y encontré esto: “(Dar el diezmo) es comprometerse en obediencia con un principio, una palabra, una misión. Es el acto voluntario de darlo todo sin "peros". (Ver trino). Este llamado a la “obediencia” suena a imposición a la brava, para que sus dóciles ovejitas no dejen de reportarle el diezmo al que es adicto. Cualquier parecido con el también uribista y también pastor cartagenero Miguel Arrázola… ¿será pura coincidencia? (Ver video de Arrázola pidiendo el diezmo).

DE REMATE: Para comunicarse con Dios no se requieren intermediarios, menos en forma de avivatos o charlatanes. Ningún ser humano necesita un pastor, porque no somos ovejas. 

martes, 22 de noviembre de 2016

Detrás de Julián Quintana hay una mano negra




Si algo tiene el poderoso aparato de propaganda que maneja la extrema derecha en este país, es que sabe mover los medios y los calanchines requeridos para hacer creer que la noche es día o el día es noche, según su conveniencia. Ya se vio cuando a punta de mentiras, fotomontajes y pastores evangélicos alinearon la votación del plebiscito a favor del NO, y adquiere ribetes de película cuando el mismo director del CTI que en 2014 capturó al hacker contratado por la campaña de Óscar Iván Zuluaga, hoy aparece oficiando del lado del uribismo.

Es tan claro como la luz del día que Andrés Felipe Sepúlveda fue contratado por la campaña del Centro Democrático para hacer fracasar las conversaciones de paz, y eran tan conscientes de estar haciendo algo indebido que los 230 millones de pesos que le pagaron por sus servicios no los registraron en la contabilidad y no se los entregaron a él sino a su hermano. Y existen dos videos donde se aprecia la cercanía de Sepúlveda con la campaña: uno en el que se ve al ‘asesor espiritual’ Luis Alfonso Hoyos llevándolo al canal RCN para que lo entrevistaran, y otro donde le informa de sus actividades de sabotaje a Óscar Iván Zuluaga, y le dice: “¿Qué estamos mostrando? Información extraída de inteligencia militar a la que yo tengo acceso”. Más adelante, se escucha a Zuluaga interpelar: “De aquí al 25, queda un mes para dar un golpe”. (Ver video).

Esto es prueba fehaciente de que Sepúlveda estaba dedicado a ‘chuzar’ lo que ocurría en La Habana con base en las instrucciones que recibió, según su propia confesión a la Fiscalía: “No al proceso de paz”. (Ver confesiones). Y el escándalo artificial que se ha desatado con las declaraciones del exdirector del CTI, Julián Quintana, quien hoy oficia ante los medios como vedette de su propia fabulación, se inscriben dentro del mismo propósito: “No al proceso de paz”.

En este contexto cobran relevancia las palabras de Julio Sánchez Cristo cuando al entrevistar al director de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), se refiere a “las declaraciones bastante confusas de quien fuera el director del Cuerpo Técnico de Inteligencia de la Fiscalía, el señor Julián Quintana. ¿Por qué confusas? Porque no las ha soportado, se ha limitado a decir que será su palabra contra la del almirante (Álvaro) Echandía”. (Escuchar entrevista).

Confusión, ciertamente, es lo que han generado las supuestas ‘revelaciones’ de Quintana, pese a que el meollo de lo ocurrido con el hacker Sepúlveda lo aportó el almirante Echandía en la entrevista citada: “Aquí lo importante fue que se desmanteló una organización criminal que infiltró a agentes del Estado (DNI, Ejército, Policía), ese fue el éxito de esa operación”. Y es eso lo que la feroz campaña del CD hoy pretende hacer olvidar, con su ejército de pájaros disparando contra las escopetas.

El uribismo logró armar la tormenta perfecta en un vaso de agua trasnochada, y para que ello fuera posible se requirió ‘alinear’ a su favor al voluble exdirector del CTI. ¿Cómo lo hicieron? La solución al misterio estaría en desenredar el hilo de la madeja que puso a Quintana del otro lado del proceso, como un testigo contra la investigación que él mismo lideró. En este propósito, resulta pertinente aportar algunos elementos de análisis:

El 29 de julio de 2015 fue detenida en el aeropuerto Eldorado Carmen Sofía Carreño, secretaria privada del entonces director del CTI, Julián Quintana, cuando en compañía de su esposo intentaban ingresar al país un millón de dólares proveniente de República Dominicana. Según Semana.com, “la funcionaria (…) viene ni más ni menos que de la Unidad Nacional de Extinción de dominio, donde trabajó con Quintana. Él le tenía tanta confianza, que se la llevó a trabajar al CTI”. (Ver noticia).

Cinco meses después, el 23 de diciembre, la esposa de Julián Quintana fue sometida a una inspección con escáner en el mismo aeropuerto, cuando la pareja se disponía a viajar a Panamá. La Policía adujo que el procedimiento obedeció a que se consideró el viaje como 'crítico', por haber comprado los tiquetes a última hora o porque viaja frecuentemente hacia ese destino (Ver noticia).

En apariencia estos sucesos no comportan nada indebido para Quintana, pero en relación con el primero aparece una columna del pasado 20 de enero escrita por el representante uribista Samuel Hoyos en la página web de Uribe (alvarouribevelez.com.co), titulada ‘Lavandería en la Fiscalía’, donde dice esto: “Llama la atención que si Quintana no confiaba en Carreño la haya llevado como su secretaria privada al CTI, tras haber trabajado con ella anteriormente. También es extraño que el director del Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía, que tiene entre sus funciones investigar el lavado de activos, no haya siquiera sospechado de su asistente privada a pesar de que ésta viajó, en menos de seis meses, cuatro veces a la isla caribeña. Viajes que superan la capacidad de una persona que, según él, se dedica a recibir correspondencia y atender llamadas”. (Ver columna)

Llama la atención también que la acusación proviene de uno de los alfiles del expresidente Uribe, y es cuando la malicia indígena nos pone a pensar si no será que a Quintana le conocieron algún ‘guardado’… y este les haya servido para ‘arreglarlo’ del lado del patrón.

Un tercer hecho llamativo se aprecia en un Top Secret de Noticias Uno: después de salir de la Fiscalía Quintana firmó un contrato –aún vigente- con la Comisión de Acusación de la Cámara, el cual “podría haber determinado su decisión de cambiar de bando”. Aunque Quintana niega que ese contrato haya sido gestionado por el representante uribista Edward Rodríguez, el presidente de la Comisión, Nicolás Guerrero, le manifestó por escrito al noticiero que “el asesor Julián Quintana fue asignado al representante investigador Edward Rodríguez” (Ver Top Secret).

¿A qué obedece entonces este súbito y orquestado escándalo? A que quieren presionar al nuevo Fiscal General para que le tuerza el rumbo a la investigación, en su condición de proclive al uribismo, como parece indicarlo su declaración según la cual él “tampoco” tiene evidencia contra Óscar Iván Zuluaga (ver noticia). Es entonces cuando el lector capcioso se pregunta si una declaración del Fiscal ante los medios equivale a sentencia ejecutoriada, o si será que Martínez Neira está violando la reserva del sumario. En cualquier caso se le ve parcializado hacia una de las partes, y es entonces cuando uno comienza a sospechar que quizá tiene razón el uribismo en eso de que la justicia está politizada…

DE REMATE: Por los días en que estalló el escándalo del hacker Sepúlveda, el Inspector General de la Dirección Nacional de Inteligencia era Pedro Agustín Valencia Laserna, hermano de la senadora Paloma Valencia y cuñado del expresidente Andrés Pastrana. Los medios que se tragaron el anzuelo de que el gobierno espiaba la campaña del CD, están demorados en entrevistar a quien por la importancia de su cargo –y por sus parentescos- le respiraba en la nuca a su jefe inmediato, el almirante Echandía.

martes, 15 de noviembre de 2016

La marcha contra Uribe es para salvar la paz




Escribo esto para defenderme de una columna que escribí para Las 2 Orillas, y la historia es como sigue:

El pasado 23 de octubre mi amigo y colega Iván Gallo publicó este post en su muro: “Yo no voy a marchar contra Uribe. Ya no más marchas del odio. Con las que convoca el Centro Democrático tenemos”. En respuesta le envié una columna que escribí, titulada ‘Del no más FARC al No más Uribe’ (ver columna), y le dije que me agradaría contrastar sus pareceres con los míos, y él me invitó a que escribiera para su portal exponiendo por qué soy partidario de la marcha No Más Uribe, que está sonando duro en las redes sociales y se anuncia para el 2 de diciembre (Ver afiche de la Marcha).

El pasado lunes festivo envié la columna a Las 2 Orillas, titulada ‘La marcha contra Uribe es para salvar la paz’. Justo ayer martes 15 la vi publicada hacia el mediodía (ver columna) y lo primero que noté fue la agresiva imagen que usaron para ilustrarla, una mano roja que pareciera estar dándole una cachetada al rostro de Uribe. Tampoco me pareció acertado que en el encabezado dijeran “el periodista Jorge Gómez convoca el próximo 2 de diciembre una (sic) movilización para repudiar al ex presidente”, pues ni el propósito de la marcha es para repudiarlo (al menos la columna no lo dice) ni escribí eso para convocar a nadie, solo para exponer mis puntos de vista. Allí mismo hice expresa claridad en que no soy “el organizador”, como equivocadamente me vio Carolina Sanín. Y agregué: “Es más, no conozco a los organizadores, y la única referencia que tengo es una dirección de correo: marcha69octubre@gmail.com”.

Le escribí entonces a Iván por el Messenger de FB, exponiéndole mis argumentos: “Aquí entre nos, me parece muy agresiva la imagen de esa mano roja sobre la cara de Uribe. Otra cosa, yo no estoy convocando a esa marcha, dije adentro que no soy el organizador. Para nada quiero que se me vea en plan agitacional. Eso de decir que yo la convoco me puede exponer a retaliaciones, no necesariamente de Uribe pero sí de sus 'fans'.” Y rematé con esto: “Disculpará el atrevimiento, ¿no será posible dejar el título original?” (Ver mensaje a Gallo).

Unos minutos después Iván respondió diciendo “OK, ahora hacemos los cambios”. Pero se llegó la hora del cierre de mi columna para El Espectador y viendo que la publicación de Las 2 Orillas permanecía inalterada y eso me podía perjudicar, decidí cambiar de tema y escribir una columna que me defendiera de lo que me publicaron. Aunque no comparto la opinión de Gallo sobre la marcha, me pareció más seria y argumentada que la de Carolina Sanín cuando dijo “Yo no marcho contra Uribe. Me parece que es lo mismo que hacerse una paja pensando en Uribe, y no me hago pajas con rabia. Ni me las hago en público”. (Ver post).

No estoy entre los que dedican tiempo a pensar cómo se masturba Carolina Sanín, pero sí soy de los que acogió entusiasta la idea de esa marcha, como ya se sabe. Para sustentar mi apoyo quise acudir a los argumentos que expuse en El Espectador, cuando apareció esta columna de Antonio Caballero donde dice: “Uribe no tiene la menor intención de contribuir a la paz, por la sencilla razón de que no quiere que haya paz en Colombia. Y a la tentativa de que la haya quiere romperle el pescuezo”. ¿Y en qué se basa para decirlo? En que “lo que busca Uribe y aspira a lograr por extenuación del adversario, es un pacto nacional contra la paz”.

Esto es prístina claridad, y me niego a entender que haya gente ubicada en el centro o a la izquierda del espectro político que no entienda la urgencia de enfrentar ese inminente peligro, y la única salida de la que vienen hablando los más lúcidos analistas –León Valencia, Daniel Samper Ospina, Matador, Daniel Coronell o Germán Ayala Osorio- es la movilización popular.

Debemos diferenciar entre las marchas espontáneas de universitarios que desde el 2 de octubre se vienen dando a favor del “Acuerdo YA”, y lo que sería una marcha contra una persona en particular, que es lo que al parecer les provoca erisipela a ciertos conspicuos miembros de la Intelligentsia’ de nuestro país, una de cuyas particularidades consiste en que lo que no se les ocurre a ellos, no les parece inteligente. (Y esto va para Sanín, no para Gallo).

Para decirlo sin ambages, se trata es de enfrentar el fenómeno que encarna Álvaro Uribe, no de repudiarlo a él porque SÍ. Es lo mismo que si desde el lado de la democracia el país tomara conciencia y decidiera enfrentar el fenómeno conocido como la Mano negra, para manifestar que no está dispuesto a tolerar más actos desestabilizadores o subversivos con apariencia de libre juego democrático, como cuando inundaron Internet y las redes sociales de propaganda sucia infestada de montajes fotográficos y con base en mentiras o falsos temores (como el de la “dictadura homosexual”) alinearon a los pastores evangélicos y cristianos para que pusieran a sus obedientes ‘rebaños’ a votar por el NO en el plebiscito. Para esa clase de gente necesitada de quién la conduzca, la palabra del pastor es la palabra de Dios.

Parodiando al corrupto exprocurador Alejando Ordóñez (tan corrupto que fue destituido), esa Mano negra nos la están metiendo sin vaselina, y ya es tiempo de decir NO MÁS.

El mismo Gallo de pelea arriba citado escribió esto en su muro de Facebook el miércoles 9 de noviembre, siendo las 6:30 de la hora en que la mar se enluta: “Todo está dado para que Alejandro Ordoñez sea el nuevo presidente de Colombia”. (Ver post). Tan de acuerdo estoy con él, que uno no entiende por qué frente al altruista propósito de decir NO MÁS a la caverna que quiere lanzarnos de nuevo a la guerra, todavía hay personas que en lugar de sumar… restan.

DE REMATE: Modestia aparte, no puedo pasar por alto que el pasado 20 de septiembre -42 días antes de la elección- escribí la columna Trump va a ganar, donde expuse los ocho factores que a mi modo de ver le darían (dieron) el triunfo final al empresario. Ofrézcome como profeta, dos profecías por el precio de una.

domingo, 13 de noviembre de 2016

Vida, premuerte y resurrección a bordo de una aeronave



Esta crónica fue publicada en El Tiempo el sábado 15 de febrero de 1997, página 5A. 

Cara o sello, vivir o morir: son las dos únicas posibilidades matemáticas que el azar le ofrece a quien, atrapado y condenado a permanecer en la barriga de un avión cuyo  tren de aterrizaje se niega a descender, sabe que en los próximos segundos el capitán intentará un aterrizaje de emergencia.

Eran las 4:25 de la tarde del viernes 7 de febrero de 1997. Después de un vuelo de 35 minutos desde Bucaramanga sin el más mínimo contratiempo, con cielo azul profundo y nubes de algodón, el avión DC 9 de Aero República matrícula HK-3906 comenzó a descender  sobre la sabana de Bogotá. Yo era uno de sus 26 ocupantes. Venía de Girón (Santander), a donde había viajado ocho días atrás en plan de retiro espiritual, y de vuelta llevaba la intención de escribir sobre el descuido en que tienen a este Monumento Nacional. Los apuntes hablaban de calles en piedra cubiertas de papeles, porque no hay dónde botarlos; del grafito en aerosol que adorna hace meses la entrada a la capilla de Las Nieves, joya colonial del siglo XVII; de las temibles gitanas que merodean las escalinatas de la iglesia del Señor de los Milagros, en busca de incautos; de la camioneta de la Alcaldía que a punta de megáfono despertaba cada mañana a los habitantes de la zona histórica, para recordarles el pago oportuno del impuesto predial unificado. Lo que no sabía, era que la verdadera historia estaba a punto de desplegar sus alas.

El avión descendía vertiginoso hacia la pista de aterrizaje, cuando a una altura no superior a los trescientos metros repotenció sus motores, aumentó la velocidad y ascendió precipitadamente, dejando atrás el aeropuerto Eldorado. Las miradas de los pasajeros se cruzaron, en busca de una explicación a tan brusco viraje. De la fila 10 para atrás el avión permanecía vacío, a excepción de una azafata solitaria en el puesto 13A con cara de no me dejo preocupar. Hacia ella me dirigí. La pregunta de rigor, (“¿qué está pasando?”), encontró una amable aunque poco convincente respuesta de rigor: “Hay mucho tráfico aéreo; debemos esperar”.

Minutos antes la había visto acariciar con deleite la cabecita de un bebé, cuando aún no se reportaba peligro. “¿Le gustan los niños, verdad?”, pregunté, para ganar su confianza, con un fin perfectamente lícito: obtener información. Me contó que tenía un hijo de cuatro años, que llevaba un mes como azafata, que se llamaba María Fernanda y que, efectivamente, el problema no era de tráfico aéreo. Una señal en la cabina de mando indicaba que la llanta delantera del avión o “tren de nariz” no había descendido, pero en realidad sí; lo que fallaba (según ella) era un bombillo.

Camino al baño, para atender una necesidad repentina,  recordé que el día anterior había visitado a una vidente, de nombre Alix (sic), por invitación de un familiar. Ésta, después de pronosticar un terremoto que asolaría a una gran ciudad colombiana, me había despedido con estas palabras: “encomiéndese a la Virgen María”.  Ni corto ni perezoso, aunque en la posición y el sitio menos indicados, este cronista se encomendó por primera vez en muchos lustros a la Virgen del Perpetuo Socorro. (Parecía la más indicada).

En el costado opuesto a mi asiento viajaba Alberto Pallares, ingeniero civil residente en Barrancabermeja, quien advirtió que el avión llevaba más de media hora volando en círculos sobre Ambalema y que “ese río es el Magdalena”. Cuando le transmití la información que había obtenido, su deducción fue la peor noticia que podré recibir este año: “el capitán está quemando combustible para intentar un aterrizaje forzoso”. Sentí un profundo mareo, que debió traducirse en palidez extrema,  y la desagradable impresión de ser un cadáver en potencia. Un pre cadáver, mejor dicho. Se lo conté a la bella azafata, pero sonó como haciéndome el chistoso. Ella, exhibiendo un humor negro aún más refinado, me siguió el juego: “mientras el capitán no ordene apretar con los dientes un documento de identificación, significa que no hay peligro”.
 
- ¿Y para qué el documento? -pregunté (caí),  ingenuo.

-  Para identificar los cuerpos, por supuesto.

A las 5 y 32 minutos de la tarde, casi una hora después de declarada la emergencia en tierra, el capitán de la nave, Germán Flórez, se dirigió a los pasajeros para confirmar lo que algunos, no más de tres, ya sabíamos: que estábamos sobre Ambalema, que se había presentado un inconveniente técnico en el tren de nariz -supuestamente ya superado- y que “para mayor seguridad pasaremos frente a la torre de control y luego procederemos al aterrizaje”. La voz del capitán inspiraba confianza.

Recordé (en esos momentos sólo queda recordar) que en el maletín de mano llevaba una cámara Kodak. Vi al ingeniero Pallares en actitud de fervorosa oración, agachado, con las manos cubriendo su cara y los codos sobre sus piernas recogidas, y obturé. Había olvidado activar el flash. Apunté entonces hacia la cabina de mando, pero sólo registraba occipitales de difícil identificación. Viré hacia el fondo 180 grados y descubrí el rostro, siempre sonriente, de María Fernanda. Obturé, esta vez con éxito.

Diez minutos después del primer mensaje, el capitán se dirigió de nuevo a los pasajeros: “Nos acaban de informar desde la torre de control que el tren delantero se encuentra en óptimas condiciones, por lo cual procederemos al aterrizaje. Solicitamos abrochar sus cinturones y mantener en posición vertical el espaldar de sus sillas”. La versión que se obtenía desde la ventanilla difería por completo de la del capitán: en cada intersección de la pista había apostadas máquinas de bomberos amarillo verdosas, y a lado y lado hombres enfundados en brillantes trajes de asbesto y operarios con mangueras que al paso del avión buscaban algo, ansiosos, bajo el fuselaje.

El ingeniero Pallares recogió sus brazos entre las piernas y acomodó la cabeza en el ángulo que formaban las rodillas juntas, como experimentado aeronauta. Fue quizás el único que asumió esta posición, sin que nadie lo hubiese ordenado o sugerido. Quise hacer lo mismo, pero algo fallaba. Imaginé mi cabeza estrellándose contra cada uno de los asientos delanteros en el momento del estrépito, por lo que el instinto me ordenó  lanzar las piernas contra la silla del frente, para resistir el impacto.

No faltaba siquiera un metro para aterrizar pero seguíamos en el aire, a una velocidad endiablada. Por fin las llantas traseras tocaron pista y se deslizaron sin tropiezo los primeros doscientos metros. Creímos entonces (creí) que la versión del capitán era la acertada. Pero no. La nave inclinó su cerviz y se fue de bruces sobre el pavimento, provocando una vibración sostenida que se sentía hasta en los dientes. Era como tratar de controlar un Fórmula 1 en plena carrera de Indianápolis, con el timón descompuesto y las llantas delanteras pinchadas. Arrastrados sin compasión sobre la pista, no sabíamos qué ocurriría un segundo después. Cualquier cosa podía fallar, incluso el corazón. Del vientre de la nave salían chispas de fundición, las máquinas de bomberos bañaban la pista de espuma,  los bomberos regaban el fuselaje con bienhechor rocío.
 
Cuando el avión por fin se detuvo, no se veía nada hacia el exterior; ni humo ni llamas, porque las ventanillas estaban empapadas de agua y espuma. Los auxiliares de vuelo intentaron abrir las puertas de emergencia que expulsaban los deslizadores, pero no funcionaron. Esto obligó a que la evacuación se hiciera por la puerta delantera, con la efectiva ayuda de los bomberos en sus trajes de astronautas, más nerviosos que los mismos ocupantes, como se aprecia en la penúltima foto que alcancé a tomar, antes de que se acabara el rollo. La última fue un plano general del avión, nariz en tierra, bajo el gris cielo bogotano de las 5 y 46 minutos de esa tarde fatídica.

¿Por qué no hubo escenas de pánico, llanto o histeria durante la emergencia? Sin lugar a dudas por el ejemplar comportamiento de la tripulación, sumado a la pericia del piloto y su primer auxiliar de vuelo, Fabio Munévar. Pero ello no excluye otros interrogantes: Si la falla fue mecánica ¿quién tuvo la culpa? ¿Pudo haber un descuido en el mantenimiento? ¿Por qué además del “tren de nariz” tampoco se abrieron las puertas de emergencia ni los deslizadores? ¿Cuántos años de uso u horas de vuelo tenía (o tiene) el HK-3906 de AeroRepública? ¿Habrá una investigación y en caso tal, cuándo se conocerán los resultados y los responsables?

Por último: ¿quién paga la cuenta del psicólogo mientras nos subimos a otro avión?

martes, 8 de noviembre de 2016

Armando Benedetti: ¿durmiendo con la enemiga?

  


El pasado 28 de septiembre, cuatro días antes de la elección que sumió a Colombia en la incertidumbre debido un resultado obtenido con constreñimiento al elector por la vía del engaño, publiqué la columna ‘Alerta: usan a Dios para seguir la guerra’. (Ver columna).

Allí me referí a Viviane Morales, la promotora de un referendo para prohibir a solteros y parejas LGBTI la adopción de niños, lo cual limitaría los derechos hasta de su hija lesbiana. Pero quise ante todo llamar la atención sobre la diputada santandereana Ángela Hernández, quien de tiempo atrás viene haciendo fuertes ataques contra el gobierno de Juan Manuel Santos pese que obtuvo su curul en representación del Partido de la U, el mismo del presidente.

Frente a Viviane se debe reconocer que a excepción de esa iniciativa ligada a su fe religiosa, en otros temas ha actuado como miembro de su bancada, como en el proyecto que buscaba imponer el voto obligatorio o ‘pedagógico’, el cual lamentablemente se hundió. Sea como fuere, alguien le escuchó decir a Horacio Serpa que la senadora “ya está más afuera que adentro”.

Pero el caso de Ángela Hernández adquiere visos de aberración desde la óptica de la coherencia política –aberrante incoherencia, quiero decir- pues desde semanas antes del plebiscito hizo causa común con el corrupto Alejandro Ordóñez por el NO, y hoy ella no solo es de los políticos que reclaman como propio el triunfo, sino que arremete con inusitada virulencia contra el gobierno bajo cuyo cobijo fue elegida. En un video dentro de una iglesia cristiana donde compartió prédica con el concejal bogotano Marco Fidel Ramírez de Opción Ciudadana, a la diputada se le escucha decir esto:

“Señor gobierno, con todo respeto, con la misma fuerza que le extendemos la mano para decirle que queremos apostarle a la paz, le decimos: si ustedes no sacan la ideología de género, si ustedes no nos entregan a los niños, si ustedes no garantizan la libertad religiosa, ¡será la iglesia su mayor opositor!” Y agrega: “hoy que tenemos la investidura de haber ganado un proceso democrático, ¿por qué tenemos que ir blandengues en este afán de que nos reciba (el presidente)? (Ver video).

Sumado al tono extorsivo del discurso, desde lo subliminal plantea que los niños están secuestrados por el gobierno. Y eso, en mentes ignorantes cala. Lo que sí deja claro es que habla desde la orilla de los vencedores, y es cuando el espectador desprevenido se confunde, pues creía que el Partido de la U –al que ella pertenece- apoyaba el SÍ y había sido por tanto de los perdedores.

En la columna arriba citada dije que el senador Armando Benedetti en su condición de copresidente de La U no se atreve a tocar a Ángela Hernández, porque sabe que la victimiza y la crece más.  Para salir de dudas decidí llamarlo, y cuando le mencioné a la diputada santandereana la recordó como “la que armó el mierdero de las cartillas”.

Le indagué si sabía del video en mención, me preguntó por la fecha y cuando le dije 20 de octubre, manifestó su extrañeza porque “el 12 de octubre el presidente se reunió con absolutamente todos los pastores de cada iglesia, y ellos estuvieron de acuerdo en que se quitara la expresión identidad de género y en que iba a quedar “igualdad para hombre y mujer”. A su vez, hizo claridad en que “la guerrilla puso eso así para ganar opinión, en cuanto a que la mujer debe ser igual al hombre, y los pastores lo confundieron con ideología de género”. Y agregó: “hasta donde yo sé los pastores ya entendieron eso, pero lo que veo es que esa vieja está haciendo un show”.

La llamada a Benedetti fue el sábado 22 de octubre, y al final le escuché decir que una posible sanción para la diputada era “quitarle el derecho al voto”. Él quedó en que “el lunes yo me voy a pronunciar sobre ella”, pero se llegó el martes 24 y no solo no se pronunció sino que dejó de contestar mis llamadas a su celular y tampoco respondió al único mensaje que le dejé. 

En honor a la verdad, por los días posteriores al triunfo del NO el propio Benedetti instruyó a la Comisión de Ética de su partido a que citara a la diputada Hernández para formularle cargos y escuchar descargos, pero esta se excusó alegando –con justificada causa- que en esos días se casaba, y en medio del matrimonio y la luna de miel el asunto se fue diluyendo. Luego se conoció la foto publicada por ella misma en su página de Facebook y luego misteriosamente retirada, del entonces procurador Alejandro Ordóñez en una iglesia de garaje al que un pastor unge poniéndole la mano sobre su cabeza mientras ella lo sostiene de su brazo, vestida con una camiseta de la Selección Colombia. (Ver foto).

Es precisamente esa imagen la que despierta tanta curiosidad, pues la comprobada cercanía de la diputada Hernández con el segundo más encarnizado enemigo de Juan Manuel Santos y del proceso de paz (después de Uribe, obvio), daría para pensar que en el Partido de la U le han cogido el ‘gustico’ a eso de dormir con tan atractiva enemiga. Y ojo, hablo en sentido figurado.

El asunto de fondo con Ángela Hernández es que la campaña homofóbica que emprendió contra la entonces ministra Gina Parody le aportó el ‘prestigio’ y capital político suficientes para ir en busca hasta de la Gobernación de Santander, si quisiera. ¿A nombre de quién? No creemos que de La U, donde también parece estar “más afuera que adentro”. Ahora bien, ¿queremos los santandereanos a una fanática religiosa rigiendo los destinos de nuestro departamento, en estrecha cooperación y complicidad con su paisano el cavernícola Alejandro Ordóñez? Por supuesto que ¡NO!

Parodiando a los del Chapulín Colorado: Y ahora, ¿quién podrá defendernos?

DE REMATE: En su columna del domingo pasado León Valencia plantea la posibilidad de que para 2018 Uribe se presente como el vicepresidente de Iván Duque, y en tal sentido ve “un binomio como el de Putin y Medvédev: Uribe gobernando y Duque con el título formal de presidente”. La fórmula no se descarta, pero queda sin resolver qué pasaría si el presidente en ejercicio perece, qué sé yo, en un accidente de helicóptero. ¿Podría en tal caso Uribe ocupar la presidencia, pese a que la reelección quedó abolida? Averígüelo Vargas…