sábado, 20 de diciembre de 2008

Es que le toca (de nuevo)


El quid en torno a una eventual segunda reelección de Álvaro Uribe no está en si quiere o no quiere repetir Presidencia en el 2010, sino en que le toca. De nada sirve que a modo de atepenultimátum EL TIEMPO diga que "ha llegado el momento en que (...) debe decirle de manera clara e inequívoca al país que no aspira a ser elegido por tercera vez en el 2010" (14-12-08), porque justo al día siguiente su respuesta consistió en cancelar su presencia en una importante cumbre en Salvador (Brasil) para ir a "apersonarse de la solución" al –providencial, para sus planes- diluvio que cayó sobre Plato (Magdalena), como si anunciara que ha comenzado la campaña hacia esa "tercera vez" a la que tanto le temen los dueños del más importante periódico de Colombia, con justa razón.

Y no es que el Presidente se las quiera dar de terco al llevarle la contraria a tanta gente importante -desde Juanes hasta el cardenal Rubiano, pasando por su amigo Fabio Echeverri-, sino que no tiene otra salida. Aquí las opiniones van desde el que piensa que Uribe está íntimamente convencido de que sólo él puede continuar por cuatro años más su propia tarea de la Seguridad Democrática y la confianza inversionista, hasta quien le apuesta a que el hombre no se puede retirar del poder mientras no se les resuelva la situación a los 'goodfellas' que quedan en la cárcel por el asunto de la 'parapolítica', al considerar que quizá algunos de ellos saben demasiado, y en su condición de reos difícilmente se subirán a un helicóptero. También están los que -más osados- se atreven a afirmar que a lo que Uribe de verdad le teme es a la Corte Penal Internacional (CPI) e, incluso, vaticinan que el día menos pensado se le cierra El Aro.

Al contrario de lo que de buena fe EL TIEMPO espera, creemos que ha llegado el momento en que Álvaro Uribe le dirá al país de manera clara e inequívoca que estuvo analizando con "prudencia" las opciones que tenía, y al comprobar que no podía defraudar a los "cinco millones de compatriotas" que firmaron para que se quedara, y que aún le falta otro ratico para acabar de aplastarle la cabeza a la serpiente del terrorismo, pedirá una tercera oportunidad sobre la Tierra y hará un llamado de urgencia a la comprensión y a la solidaridad, etc., etc.

Será ésta la más desgastante de todas las jornadas políticas de los últimos tiempos, pues el Presidente se verá obligado (de nuevo) a emplear todos los medios a su favor -tanto económicos y políticos, como de propaganda- para lograr que más de siete millones de personas voten a favor de acompañarle a una tercera aventura en el poder, mientras la institucionalidad del país se hace trizas (de nuevo). Es aquí donde las Farc seguirán jugando un papel decisivo para una eventual perpetuación de Uribe en el poder, pues bastaría con que alguno de sus Santos le hiciera (de nuevo) el milagrito de capturar a otro cabecilla -de la talla de un 'Jojoy' o del mismo 'Alfonso Cano'- para que las masas se volcaran (de nuevo) a adorarlo y respaldarlo, ciegamente convencidas de que cómo él no hay otro caudillo sobre la faz del planeta.

En febrero de este año, a pocos días del asalto al campamento de 'Raúl Reyes' y cuando aún permanecía Íngrid Betancourt secuestrada, dijimos en columna para eltiempo.com que "vistas las cosas con rigurosa frialdad analítica, nada sería más provechoso para los intereses políticos de las Farc que la liberación unilateral de Ingrid, candidata a la Presidencia de la República y competidora directa de Álvaro Uribe cuando fue tomada prisionera". Muy por el reverso y dentro de lo previsto, su rescate mediante la ingeniosa Operación 'Jaque' catapultó a Uribe a unos índices de aceptación superiores al 90 por ciento y sumió a esa guerrilla en un desprestigio nacional e internacional del que no se ha repuesto.

Hoy, si en medio de su demencial orgullo guerrerista se dejaran aconsejar, se les diría (de nuevo) que la liberación unilateral de los secuestrados que les quedan en su poder obraría a favor de su proyecto político, pues en el mundo entero sería interpretado como un gesto de buena voluntad (más si lo hicieran antes de acabar el año...), libraría a los guerrilleros de la tentación de volarse con sus cautivos en busca de la Ciudad Luz y aliviaría la presión que el propio Uribe enarbola, en cuanto a su condición de imprescindible para derrotarlos.

Es en este escenario donde, si las Farc quisieran, podrían incidir (de nuevo) en la escogencia del próximo Presidente de la República, como lo vienen haciendo en los últimos diez años. Pero para el caso que hoy nos ocupa, no debemos hacernos mayores ilusiones, pues lo previsible es que sigan prefiriendo a Uribe Vélez...

lunes, 15 de diciembre de 2008

Obama, "legalízala"


Hay un capítulo de Los Simpson que muestra a la pequeña Lisa ejerciendo como presidenta de Estados Unidos, y a su hermano Bart como un vago de siete suelas que le ayuda a resolver un problema con un grupo de países acreedores, mientras Homero despedaza con una pica los pisos y jardines de la Casa Blanca en busca del tesoro de Lincoln (que halla). Cuando Lisa, agradecida, le pregunta a su hermano cómo retribuirle el favor de haberle espantado esas culebras, Bart le dice: "legalízala". A lo que ella responde: "dalo por hecho".

El capítulo en mención fue estrenado el 19 de marzo de 2000, un año en el que a nadie (quizás ni al mismo Barack Obama) se le pasaba por la cabeza que un día no lejano un hombre de raza negra sería presidente de los Estados Unidos de América, en una condición que la revista Semana definió acertadamente como el "Rey del mundo".


El tema cobra actualidad porque la guerra contra las drogas adquiere cada día más visos de ser un monumental fracaso -como lo fue la prohibición del alcohol o Ley Seca, de 1920 a 1933-, en reiterada constatación de que el fruto prohibido es el más gustado. Hoy, México asiste atónito al espectáculo diario de violencia asesina que brindan poderosas mafias del narcotráfico, con suficiente poder de fuego para intimidar a la población y dinero de sobra para infiltrar los más altos niveles ('a poco', ya habían comprado Zar Antidrogas), cual copia a escala de una situación ya vivida en Colombia y de la que aún no se conoce del todo hasta dónde llegó la infiltración, sólo que ahora en las propias barbas del Tío Sam.

Por éste y muchos otros motivos, todos ligados al infinito poder corruptor de la droga como fruta prohibida -y en tal medida, productora de colosales ganancias- a Obama le corresponde el turno (y el honor, si aliviara el problema) de replantear los métodos y la estrategia para encarar el 'flagelo' del consumo y la producción de drogas ilícitas. En ese replanteamiento obra como puntada una declaración suya emitida durante la campaña electoral, cuando se opuso a la persecución contra los médicos que formulan marihuana para el alivio de males como el glaucoma o la artritis, aduciendo que juzga tan correcta su prescripción como la de formular morfina, con los debidos controles, al que pueda necesitarla: "I think -dijo- that's entirely appropriate". Ya en ocasión anterior, en 2004, durante un debate en la Northwestern University se había manifestado a favor de repensar y despenalizar las leyes sobre la marihuana ("rethink and decriminalize our marijuana laws").

Todo apunta entonces a que los alcances de Obama no se limitarían a la regulación del uso médico de la marihuana, sino a la despenalización del consumo, con lo cual pondría al país en sintonía con lo que la mayoría quiere (por no decir anhela), si nos atenemos a una encuesta de la revista Time según la cual el 80 por ciento de los norteamericanos está de acuerdo con que se la distribuya para fines médicos, y el 75 por ciento a favor de no encarcelar a los que la portan con fines recreativos. Mientras tanto, por estos lares, a contrapelo de los nuevos vientos el presidente Álvaro Uribe insiste en querer mandar a la cárcel a unos y otros, considerando quizá los réditos que tan retardataria visión le trae, en términos de "voticos".

Hoy en Estados Unidos "el valor anual de la cosecha de marihuana totaliza 35.803 millones de dólares, es decir unos 84 billones de pesos colombianos, más de ocho veces el valor de la producción agraria de Colombia", lo cual la ha convertido en "el cultivo de mayor valor" en ese país, ¡por encima del maíz! (EL TIEMPO, enero 6 de 2006). Ello explicaría en parte por qué con el paso de los años se ha venido afianzando una cultura permisiva en torno a la otrora 'hierba maldita', cuya manifestación más palmaria es la serie de dibujos animados con mayor éxito en el mundo entero, Los Simpson, donde en forma reiterada se hace abierta apología de su consumo (y hay cómo probarlo) en horario infantil, para más señas.

Algún analista internacional había expresado que "la legalización solo ocurrirá cuando el consumo sea un fenómeno imposible de frenar, pero el negocio esté bajo pleno control norteamericano". Puesto que las condiciones están dadas, es previsible que la despenalización de la producción, la venta y el consumo comenzará por la aceptación social de la marihuana, en reconocimiento de una realidad que impone el sentido común, como es la imposibilidad ética de prohibirle al que se quiere intoxicar -o emborrachar, o suicidar incluso- que lo haga.

Así las cosas, del mismo modo que en cuestión de días asumirá la Presidencia de Estados Unidos (contra todos los pronósticos) el hijo de un inmigrante nacido en Kenia, nada de raro tendría que en un futuro no lejano obtuviera más simpatías el candidato que prometiera una hierba de mejor calidad, más barata o con mayor potencial sicodélico.

Sea como fuere, con la que ya hay, alcanza y sobra para todos...

jorgegomezpinilla@yahoo.es