martes, 27 de diciembre de 2016

Uribe y Trump, los amos del apocalipsis




Hace muchos años conocí un libro de Umberto Eco con un título bien largo, ‘Apocalípticos e integrados en torno a la cultura de masas’, que en ediciones posteriores quedó reducido a sus tres primeras palabras. Es una serie de densos ensayos, con un lenguaje erudito desde la semiótica, pero lo que llamó mi atención fue el concepto de Apocalípticos e Integrados que trataré de resumir aquí, en interpretación libre:

Apocalípticos son los que quieren cambiar el sistema por uno diferente porque creen que vivimos en el peor de los mundos, y ahí se ubican desde la izquierda democrática hasta los guerrilleros y los anarquistas. Integrados son los que creen que vivimos en el mejor de los mundos posibles, motivo por el cual solo se requiere preservar las tradiciones y conservar las cosas como están, y ahí caben desde la derecha civilizada hasta la clerical, pasando por la más extrema, la Mano negra.

Para decirlo en sucinto modo, los apocalípticos son los liberales y los integrados los conservadores. Unos a favor del cambio, otros de la perpetuación de lo existente. La lucha entre esas dos fuerzas mueve la historia, la que quiere transformar el sistema y la que quiere conservarlo, según planteó Friedrich Hegel cuando habló de la confrontación dialéctica de los opuestos –tesis y antítesis- que conduce a una síntesis resolutiva, a menudo en forma violenta y en otras por la vía democrática.

Este planteamiento habrían de aprovecharlo Marx y Engels para promover la lucha de clases, en busca de lo que en su Manifiesto Comunista llamaron la dictadura del proletariado, y fue el detonante de importantes revoluciones como las que encabezaron Vladimir Lenin en Rusia, Mao Zedong en China o Fidel Castro en Cuba, e intentaron de modo infructuoso en Colombia grupos como las FARC, el M-19 o el ELN.

Lo llamativo es que con el transcurrir de los años han comenzado a invertirse los papeles, a tal punto que hoy asistimos a un espectáculo donde los conservadores se han vuelto los apocalípticos, y los liberales los que quieren conservar el statu quo. Y para la muestra dos botones:

En Estados Unidos el gobierno del demócrata (liberal) Barack Obama hizo causa común con su copartidaria y exsecretaria de Estado, Hillary Clinton, para preservar y darle continuidad a una administración que venía de ocho años atrás, pero se les atravesó alguien que era visto como un indeseable hasta por su propio Partido Republicano (conservador), quien valiéndose de un discurso apocalíptico que apeló a los miedos más recónditos (a los inmigrantes, a los musulmanes, a los gais, a los negros, a los TLC) provocó una verdadera revolución pero a la inversa, la de los que se creen más machitos, la de los patanes, la de los bocones, la de los empresarios políticos que se valen de lo que esté a su alcance para eliminar a la competencia, como por ejemplo aliarse hasta con el presidente de Rusia para joder a Hillary, su compatriota.

El segundo botón se da en Colombia, donde un presidente que quiso preservar el esfuerzo titánico de casi cinco años de conversaciones con la guerrilla más antigua del mundo hasta llegar al ‘mejor acuerdo posible’, tuvo la pésima idea de convocar a la refrendación de algo que  no necesitaba ser refrendado, y el resultado fue un cataclismo que no lo esperaban ni los promotores del NO: un expresidente que había tildado a Santos de traidor se puso a la cabeza de una poderosa campaña de propaganda negra para hacer lo que antes hacían los mamertos, “agudizar las contradicciones”, y por la vía del miedo al castrochavismo y a la dictadura homosexual logró alinear a las masas más ignorantes de la población, en perversa alianza con una horda de pastores evangélicos y cristianos que hicieron creer a sus obedientes ‘rebaños’ que debían votar por el NO en el plebiscito para salvar a Colombia del apocalipsis…

Si se quiere buscar un común denominador entre Uribe y Trump, estaría en la utilización que hicieron de las iglesias evangélicas y cristianas. En los dos casos se debe prestar atención a la clase de votantes que permitieron el éxito de ambas ‘revoluciones’: individuos en su mayoría incultos o ignorantes, de poca escolaridad o reducido coeficiente intelectual. Esto se demuestra por ejemplo en la pésima ortografía que muestran los uribistas en las redes sociales. Son personas que han vivido bajo la influencia de un pensamiento animista secular, fácilmente manipulables porque necesitan sentirse seguros obedeciendo a una autoridad o ceñidos al precepto de una doctrina religiosa.
 
Lo llamativo –y preocupante- del nuevo entramado es que las diferencias ideológicas o de pensamiento han sido remplazadas por la apelación a la mentira y el engaño, hasta un punto en que ahora la política se nivela por lo bajo y el debate público se convirtió en un reality donde triunfan los que remplazan la inteligencia por astucia, los que fabrican la trampa, los que contratan a los mejores hackers, los que envueltos en su apariencia de machos alfa conquistan las simpatías de quienes serán las víctimas de sus decisiones (latinos votando por Trump, pobres votando por Uribe) y hasta de las brutas bonitas que quedan ‘matadas’ por los varones más acosadores. Ovejas votando por lobos, mejor dicho.

En medio de este desolador panorama, donde un proyecto político de extrema derecha falsamente bautizado Centro Democrático se dedica a sembrar el caos y la confusión como táctica de supervivencia (porque la paz los aniquila), no queda duda alguna en que si los revolucionarios de antes pretendían la dictadura del proletariado, lo que hoy se aprecia es a los nuevos amos de la política –y del apocalipsis- abriendo las compuertas a la dictadura del lumpenproletariado.

DE REMATE: Tiene pésima presentación que el hijo mayor del entonces Presidente de Colombia se hubiera reunido en un paraíso fiscal con Odebrecht y Miguel Nule. (Ver información). ¿Qué hacía Tomás Uribe en un paraíso fiscal intermediando para que una firma constructora brasilera y una colombiana se unieran en torno a uno de los contratos más cuantiosos del gobierno de su padre, la Ruta del Sol? Y si después se sabe que por esas fechas Odebrecht ‘invirtió’ once millones de dólares en sobornos en Colombia, la conclusión es obvia: ahí hay gato encerrado. Basta conocer este trabajo de La Silla Vacía (ver trabajo) elaborado con base en una entrevista de María Jimena Duzán al  ministro del ramo, Andrés Uriel Gallego (q.e.p.d.), para descubrir cómo el gobierno soltaba plata a manos llenas a los contratistas.

martes, 20 de diciembre de 2016

2016: lo bueno, lo malo, lo pésimo y lo feo




El año que ya casi termina recuerda la película ‘El año que vivimos demasiado’, cuyo título iba a ser utilizado para esta columna, pero es preferible meterle clasificación a lo ocurrido.

LO BUENO
Lo bueno es que se acaba este año, aunque deja dos sucesos de grata recordación: uno, el Consejo de Estado determinó que hubo "engaño generalizado" en la campaña del No en el plebiscito. De manera clara, categórica y cortante sentenció que “crearon y divulgaron mensajes alejados de la realidad, con los que ejercieron violencia por engaño contra el electorado, lo cual produjo el resultado conocido”.

Dos, al presidente Juan Manuel Santos le dieron el Premio Nobel de Paz. Esto debió ser motivo de orgullo nacional, si no fuera porque se lo adjudicaron para impedir que la paz fuera boicoteada por los que ganaron el plebiscito a punta de fotomontajes, mentiras y pastores evangélicos reclutados para sembrar el miedo.

En lo deportivo Colombia obtuvo resonantes triunfos con las ocho medallas en los Olímpicos de Rio, la titánica victoria de Nairo Quintana en la Vuelta a España y el tercer puesto de Atlético Nacional en el Mundial de Clubes. En lo musical, estuvo el Grammy Latino para Shakira y Carlos Vives por su canción de La Bicicleta.

¿Algo más que clasifique como bueno? Ah, sí: el jueves 24 de noviembre se selló la paz entre el gobierno y las FARC mediante el Acuerdo de Colón, que ya fue ratificado por el Congreso.

LO MALO
Malo que por cuenta de la apatía de casi el 70 por ciento de los colombianos ante un tema tan crucial como la paz, el 2 de octubre el uribismo le dio un zarpazo al Acuerdo y casi manda de nuevo a las FARC para el monte. Pero Santos asimiló el golpe, en 40 días escuchó a las partes y recompuso un nuevo Acuerdo, y la respuesta de los ‘amigos del NO’ fue el rompimiento de las relaciones con el gobierno. ¿Amigos del NO? Indulgente nombre para quienes en realidad son los enemigos de la paz, agrupados en esa mano negra que ya tiene nombre propio, Centro Democrático, desde que a su dirección llegó el ideólogo de la extrema derecha que en alguna ocasión definió al comandante de las AUC, Carlos Castaño, como “un intelectual hecho a pulso”.

Malo que los pastores evangélicos y cristianos hayan adquirido tanto poder político de la noche a la mañana, porque en todo Estado laico que se respete la política y la religión no deben mezclarse, so pena de que se contamine con fanatismos de fe irracional el agua en la que todos nos bañamos. Biblia en mano, pretenden imponer un Estado confesional.

En coincidencia con lo anterior, MUY MALO que el corrupto exprocurador Alejandro Ordóñez haya quedado posicionado como candidato a la Presidencia de la República, pese a que fue destituido por el Consejo de Estado tras haberse hecho reelegir con trampas. Malo porque seguirá los mismos pasos de Trump en cuanto a decir barbaridades de alto rating, como cuando dijo que “la Corte Constitucional le ha hecho más daño al país que las FARC”.

A Ordóñez lo veremos ondeando banderas rabiosamente católicas, y como ya cuenta con la complicidad de los embaucadores pastores cristianos y evangélicos (en una de cuyas iglesias de garaje se hizo ungir), el peligro es inminente. Peligro de que conquiste la Presidencia por la vía de exacerbar pasiones religiosas, y a la vuelta de la esquina caigamos en un régimen similar al de Francisco Franco en España, y esto desemboque en una guerra civil.

LO PÉSIMO
El diccionario RAE define pésimo como “lo que es extraordinariamente malo o no puede ser peor”. En tal sentido es pésimo para la paz universal el triunfo en EE UU del energúmeno, bocón, patán, acosador de mujeres, racista y xenófobo Donald Trump, rey del matoneo político. Razón tuvo Semana en decir que Trump ‘¡se enloqueció del todo!’. Mi humilde opinión es que se avecina la III Guerra Mundial, ahora entre las civilizaciones cristiana y musulmana. Un cowboy con ansias de supremacía al mando de la nación más poderosa del planeta ha llegado para aplastar al 'terrorismo islámico' y traerle paz al planeta a su manera, y en su euforia de primíparo del poder omnímodo no hará sino crecer al enemigo, que se multiplicará como hormigas que suben silenciosas por entre los pantalones del imperio hasta alcanzar sus testículos.

LO FEO
Feo lo que pasó con la reunión ‘tripartita’ entre el Papa Francisco, Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe. Pese a la buena voluntad del Santo Padre, al intermediar entre dos fuerzas en pugna hizo valer el refrán según el cual “de buenas intenciones está empedrado el camino hacia el infierno”. El Papa terminó por legitimar al comandante en Jefe de esas fuerzas oscuras que en Colombia se han alineado contra la paz y que ya han comenzado a dejar un reguero de cadáveres por toda la geografía nacional, como en los ‘buenos tiempos’ de los falsos positivos. Hay una bestia herida a la que ni el Papa pudo amansar, y esa bestia viene por todo.

No les extrañe si en 2017 Uribe vuelve con el sirirí de que el acuerdo de Paz “justifica nuevas formas de violencia”, en coincidencia con la reactivación del paramilitarismo, las amenazas (que ya llegan hasta el arzobispo de Cali) y el recrudecimiento de asesinatos selectivos contra líderes sociales, cuya “sistematicidad” no ve el Fiscal General pero se aprecia en que los asesinos siempre actúan sobre seguro, porque nunca hay capturas significativas.

Perdonarán la negrura justo en Navidad, pero solo cuando aparezca un gobierno con los suficientes pantalones para ponerle el tatequieto a la mano negra, dejará de tener sentido la frase de Woody Allen: “siempre he esperado lo peor, pero nunca pensé que fuera peor de lo que yo esperaba”.

DE REMATE: Un Feliz 2017 para todos y, si la candidatura del nefasto Ordóñez se concreta, Dios nos coja confesados.

martes, 13 de diciembre de 2016

Uribe fastidia para ganar la partida




Para medir hasta qué punto la guerra sucia desatada por el uribismo pretende arrastrar por el piso la imagen de Juan Manuel Santos, basta citar el bochornoso incidente que se vivió cuando una periodista –de RCN, por supuesto- le preguntó al presidente delante de la Primera Ministra de Noruega: “¿Qué les dice a sus oponentes, especialmente al expresidente Álvaro Uribe, quien ha dicho que el premio Nobel se compró por intereses noruegos?”.

Ante tan ofensiva pregunta, que hacía quedar como un cuero más al Comité Noruego del Nobel que al mismo Santos, este respondió así: “Se han dicho muchas cosas: que soy comunista, que soy miembro de las FARC, que soy aliado y socio de Fidel Castro para introducir una revolución en mi país, pero es lo más absurdo que he oído lo que usted acaba de comentar: que el premio Nobel se compró. La verdad, eso no merece comentario alguno de mi parte”.

El rumor malintencionado  que la periodista lanzó como granada de fragmentación en medio del auditorio –y al que ningún medio serio diferente a RCN dio credibilidad- cumplió con la misión de envenenar el ambiente, y el resultado obtenido fue que la máxima autoridad de ese país se ofendió y se vio obligada a responder a lo que en ninguna parte del mundo tendría la menor presentación protocolaria, porque la sola formulación de la pregunta –en el lugar menos indicado- lleva ‘mala leche’. (Ver noticia).

Es precisamente a envenenar el ambiente a lo que están dedicadas las hordas uribistas, y ello se vio plasmado de manera patética a raíz del asesinato de la niña Yuliana Samboní, cuando inundaron las redes sociales con imágenes de Rafael Uribe Noguera al lado de Rodrigo Londoño (antes Timochenko) mostrando a ambos como “violadores”. No contentos con lo anterior, rebrujaron entre las fotos sociales de Martín Santos y encontraron una donde aparece al lado de alguien a quien le atribuyeron ser el asesino de Yuliana, cuando en realidad se trataba de Alejandro Gaviria Halaby, como aclaró Yohir Akerman en este trino.

Estos no son hechos aislados, sino eslabones de una cadena ignominiosa de propaganda negra que viene enfilando poderosas baterías contra la paz desde la campaña por el plebiscito, y solo descansarán el día en que hayan hecho tan invivible la república que el pueblo se lance desesperado a votar por el candidato que prometa acabar lo que ellos mismos sembraron: desesperación, confusión, oscuridad.

Están ensuciando el río donde todos nos bañamos, para que todos quedemos tan cochinos como ellos. Hacia tal objetivo la consigna es “calumniad y fastidiad, que de la calumnia y el fastidio algo queda”.

Lo anterior se ajusta a dos de los 10 mandamientos de la manipulación mediática planteados por Noam Chomsky, que el uribismo está aplicando al pie de la letra: uno, “crear problemas para ofrecer soluciones”; dos, “utilizar el aspecto emocional antes que la reflexión”. Así quedó plasmado en la reveladora confesión del gerente de la campaña del NO, Juan Carlos Vélez, cuando dijo que “estábamos buscando que la gente saliera a votar verraca”.

Soy consciente de estar repitiendo algo que he expuesto casi hasta la saciedad en columnas anteriores, pero es un deber hacerlo mientras el gobierno no comprenda la urgencia que tiene de tomar medidas de choque para impedir que el país se vaya por el abismo al que Álvaro Uribe, Alejandro Ordóñez y su jauría de perros rabiosos quieren mandarlo, para luego aparecer como sus salvadores.

Es como si usted viviera en un conjunto residencial donde una de las casas es habitada por una familia ruidosa y buscapleitos, que siembra el malestar en el conjunto pero no hay modo de echarla, ante lo cual el administrador se muestra incapaz de ponerle el tatequieto. Los vecinos desesperados deciden entonces cambiar de administrador, a ver si el nuevo les soluciona el problema. Y es ahí cuando por fin se callan, porque era eso lo que buscaba la familia vocinglera: retirar por las malas al que no les gusta.

El problema de fondo reside en que mientras Santos maneja de buena fe el lenguaje de la paz, el uribismo manipula en forma avasalladora la propaganda de la guerra. Y aunque usted no lo crea, pese a la aprobación del fast track, el segundo va ganando la partida.

Todo indicaría que la mayoría de colombianos le cree más a Uribe que a Santos, pero la única manera de saberlo a ciencia cierta es si existiera el voto obligatorio. Somos tan indolentes que si se sometiera a plebiscito el aumento del salario mínimo, y hubiera que escoger entre la propuesta de los empresarios y la de los trabajadores, ganarían los primeros porque ellos sí irían a votar.

DE REMATE: En relación con la racha de asesinatos selectivos que se viene presentando contra líderes populares, el Fiscal Néstor Humberto Martínez aseguró que no se puede atribuir a una mano negra porque no hay “sistematicidad”, y prefiere hablar de “multicausalidad”. No se requiere ser ciego para advertir que la sistematicidad está en que no hay capturas que permitan llegar a sus autores. Actúan siempre sobre seguro. ¿Simple coincidencia?

lunes, 5 de diciembre de 2016

¿Quién le pone el tatequieto a la Mano Negra?




Hubo una frase de Alejandro Reyes en su columna del domingo pasado que puso el dedo en la llaga: “En Colombia se están incubando las condiciones para que se imponga un fascismo criollo del siglo 21, que culmine la demolición del sistema de democracia liberal que sobrevivió a medio siglo de conflicto armado” (ver columna).

El título del artículo es muy académico, La crisis del sistema liberal y la emergencia del fascismo, pero dice cosas de veras iluminantes, como esta: “Ante la crisis terminal de los partidos que alguna vez construyeron Estado, ocupa el vacío un movimiento político aglutinado por Álvaro Uribe, con capacidad para enterrar la democracia liberal. Las muertes de líderes sociales son un anticipo de lo que puede actualizar el fascismo criollo cuando despliegue todo su poder”.

Esto se comenzó a sentir desde lo mediático en la campaña del plebiscito, con las oleadas de fotomontajes y propaganda negra que condujeron contra todo pronóstico al triunfo del NO. Pero lo preocupante no es eso, sino lo que viene en camino:

1.       Una racha de asesinatos selectivos que en lugar de amainar se incrementará, a cargo de esa Mano Negra cuyos cabecillas se dejan identificar con facilidad, porque nunca emiten una sola palabra de condena contra este fenómeno.
2.       Un proyecto de extrema derecha de alto contenido religioso y con acogida en los sectores más ignorantes de la población, cuya cabeza más visible es el corrupto exprocurador Alejandro Ordóñez, quien se vendrá con una descarga cerrada de improperios y anatemas contra todo lo que le huela a pensamiento liberal, aliado con los sectores más retardatarios, emulando así la exitosa fórmula aplicada por Donald Trump.

En paradójica coincidencia con la incorporación de las FARC a la vida civil, el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Todd Howland, levantó su voz de alarma ante el incremento de la violencia contra líderes sociales: 35 atentados y 53 asesinatos en solo 2016. Al cierre de esta columna se reportó el caso de José Mauricio Bernal, quien trabajaba con su padre en la Mesa Municipal de Víctimas en Montañita (Caquetá), organización que había recibido el Premio Nacional de Paz (ver noticia).

Si los que están luchando a brazo partido para que continúe la guerra contra las FARC no logran su cometido, entrarán en guerra contra el Estado. Estuvieron a favor del Estado cuando llevaron a Uribe a la presidencia, pero ahora que éste ya no manda sobre las tropas anda dedicado a hacer terrorismo psicológico, como cuando el domingo pasado dijo sin inmutarse que “la palabra paz queda herida con la elevación del grupo terrorista FARC a la condición de socio del Estado” (ver declaración).

La recién desatada racha de asesinatos selectivos no se va a detener, porque a esa Mano Negra genocida no le temblará ninguno de sus dedos para seguir segando vidas que desprecia. Están convencidos de que actúan por el bien de la patria, del mismo modo que durante el gobierno de Uribe en el 90 por ciento de las Brigadas del Ejército los autores de los ‘falsos positivos’ se creyeron con derecho a asesinar a más de 3.000 jóvenes para hacerlos pasar por guerrilleros, y luego se justificaron en que “no estaban recogiendo café”.

Detrás de la tal resistencia civil que invoca Uribe contra Santos está la aplicación de todas las formas de lucha para impedir la reconciliación nacional, porque si se acaban las FARC se les acaba la rentabilidad política del miedo al enemigo. La paz los aniquila.

Se vienen tiempos difíciles, y el triunfo de Trump les da munición (verbal por ahora) a los enemigos de la paz hacia el propósito de salirse con las suyas, como lo han logrado frente a todos los gobiernos que en los últimos 30 años intentaron resolver el conflicto por la vía del diálogo.
 
La arena política nos muestra la reedición de un combate a muerte contra la paz, cuyo primer round se vivió el 2 de octubre, cuando ganaron los chicos malos del paseo. El segundo round consistirá en sembrar el caos y la confusión de aquí al 2018, repartiendo ‘chumbimba’ desde la trastienda mientras desde lo público resucitan el miedo a los homosexuales y al castrochavismo, con la perversa complicidad de los pastores evangélicos (y de los medios que como idiotas útiles reproducen sus barrabasadas), para luego pretender aparecer como los salvadores y, aunque usted no lo crea, “de la mano de Dios”…

En octubre de 2014 escribí una columna optimista para Semana.com donde dije que “el mayor mérito de Juan Manuel Santos está en que es el mandatario que logró por primera vez ponerle el cascabel al gato de la intransigencia militar en torno al tema de la paz” (ver columna). El estamento castrense estuvo representado en La Habana por oficiales tan emblemáticos como los generales Jorge Enrique Mora y Óscar Naranjo, pero Santos no contaba con que el juego sucio de Uribe y sus oscuros aliados le iban a propinar la más dura derrota de toda su carrera política, en el tinglado del innecesario y costosísimo plebiscito.

Es de esperar que Santos no haya perdido su condición de tahúr y guarde algún as bajo la manga, porque la única salida que le queda para recuperar la gobernabilidad perdida es si consigue ponerle el tatequieto a la desbocada y hasta ahora incontrolable Mano Negra.

DE REMATE: Según columna del nuevo director del Centro Democrático, Fernando Londoño, Carlos Castaño era “un intelectual hecho a pulso”. Eso ayuda a entender con prístina claridad lo que acabo de decir. Su nombramiento es el más impúdico destape de la Mano Negra.