domingo, 24 de marzo de 2019

Gaviria y Vargas Lleras… ¡salven la JEP!



Un refrán popular señala que los médicos también se mueren, y esto se hace extensivo a decir que la gente inteligente también se equivoca. Es obvio que a quienes prefirieron el voto en blanco en la segunda vuelta les cabe parte de culpa en el desastroso estado de cosas que hoy se vive, pues no captaron que era obligatorio impedir que en la figura angelical de Iván Duque se materializara el regreso de la bestia herida y sedienta de venganza, o sea Álvaro Uribe. Y para impedirlo tocaba votar por quien lo enfrentó en segunda vuelta, o sea Gustavo Petro.

Era escoger entre Uribe o Petro, eso no tenía excusa. Fue lo que no quisieron entender los que contagiados de cierto prurito elitista contra todo lo que viene de abajo (“gas cuchifó”), e ilusionados con que de pronto Duque imitaría a Juan Manuel Santos en lo de traicionar al patrón, contribuyeron con su actitud pusilánime a abonar el terreno para el ascenso al poder no del presidente de encanecida posverdad que hoy aparenta gobernarnos, sino del sujeto sub júdice (en su condición de llamado a indagatoria por la Corte Suprema de Justicia) que valiéndose de sus mañas logró treparse de nuevo hasta el solio de Bolívar y hoy regresa con renovadas ínfulas de dictador a imponer un estilo de gobierno autoritario, neofascista, a la cabeza de una secta político-religiosa compuesta en la vanguardia por rabiosos mastines de caza que atacan desde las redes sociales, y en la retaguardia por una masa informe compuesta por millones de ignorantes, encolerizados por el discurso beligerante de su caudillo y dispuestos llegado el caso a hacerse matar por él.

Si hubiera sido Petro el Presidente estaría sometido a un control a raya desde el mismo Congreso (para no hablar del Ejército…), mientras que con el mandatario de postín que hoy funge –y finge- de gobernante estamos sometidos a los abusos de sus patrones, esas fuerzas oscuras que en el plebiscito de 2016 movieron poderosos aparatos de propaganda negra y utilizaron a los pastores cristianos para hacerles creer a sus rebaños de ovejitas domesticadas que el acuerdo de paz era para volver homosexuales a nuestros hijos. Son los mismos que acaban de encender el aparataje de sus engaños para convencer a esa misma montonera embrutecida de que quienes apoyan la Justicia Transicional para la Paz (JEP) en realidad defienden a violadores de niñas.

Parecería osado afirmar que estamos en manos de la Mano Negra, valga la redundancia. Pero no es posible omitir que con el gobierno de Iván Duque los índices de violencia se incrementaron en todo el país, desde masacres indiscriminadas hasta asesinatos selectivos de líderes sociales. Y la delantera la lleva Medellín, la ciudad de Uribe, con un incremento del 20% en homicidios: solo entre enero y febrero de 2019 mataron a 104 personas en “la bella villa”.

Otro termómetro de la crispación social se mide en la protesta de los indígenas del Cauca que bloquearon la vía Panamericana, frente a la cual sus líderes piden la presencia de Duque, y este responde con que no dialogará si no se levantan las medidas de fuerza.

Pero las verdaderas medidas de fuerza se expresan en la muerte de un policía por balas cuyo origen se desconoce, y 48 horas después es lanzado un artefacto explosivo –cuyo origen también se desconoce- contra guardias de la minga de un resguardo de Dagua (Valle) que deja ocho víctimas mortales. Y la voz que se impone es la del ministro de Defensa, el portavoz de las armas, quien acusa a las víctimas de estar manipulando explosivos. Y ambos hechos violentos terminan reforzando los argumentos de Duque para no dialogar con los indígenas…

Dos ‘falsos negativos’ de enorme eficacia, mejor dicho.

Mientras esto ocurre por los lados del Cauca, es pertinente traer a colación que van a cumplirse 200 años de la batalla del Pantano de Vargas, ocurrida el 25 de julio de 1819 en cercanías de Paipa (Boyacá), cuando Simón Bolívar llegó allí con sus tropas diezmadas por el hambre y el duro ascenso al páramo de Pisba. El Libertador presentía una derrota, pero contó con el coraje del coronel Juan José Rondón, quien le pidió que le dejara  dirigir las tropas, a lo que Bolívar le respondió con la célebre frase: "¡Coronel, salve usted la patria!”.

Y Rondón la salvó, luego de juntar al sargento Inocencio Chincá con 14 lanceros que se formaron como una flecha y rompieron las filas realistas abriendo un boquete por el cual penetró un destacamento de casanarenses comandado por el teniente Lucas Carvajal, “bravo guerrero que tomaba las riendas de su caballo entre los dientes y en cada mano una lanza de punta metálica donde ensartaba a medio mundo”, según descripción del historiador y abogado Gerardo Martínez.

200 años después, ha llegado el momento de salvar nuevamente a Colombia. Pero no de una potencia extranjera, sino del hombre que se valió de su subalterno Iván Duque para abrirle un boquete a la JEP mediante la objeción a seis de los artículos de la ley estatutaria, hacia el objetivo de entorpecer su funcionamiento y evitar que los militares que se presentaron a dicho tribunal de justicia cuenten un día las verdades que terminarían por involucrarlo y mandar al traste su proyecto político. ¿O acaso queda algún ingenuo que crea que los ataques combinados de la Presidencia, la Fiscalía y el Centro Democrático contra la JEP nada tienen que ver con la urgencia que le asiste al senador Uribe de resolver su situación jurídica personal?

La única esperanza de ‘neutralizar’ tal componenda está puesta en los tres partidos que durante el gobierno de Juan Manuel Santos le brindaron su apoyo al proceso de paz: el Partido Liberal, Cambio Radical y La U. Este último ya anunció que se opondrá a las objeciones, y la reunión que la semana pasada sostuvieron el jefe del liberalismo, César Gaviria, y el de Cambio Radical, Germán Vargas Lleras, permite vislumbrar el anhelo de que sean estos quienes le abran un boquete a las torcidas intenciones del partido de gobierno, de modo que en el Congreso triunfe la sensatez sobre los apátridas que a toda costa quieren –y necesitan- empujar a las Farc de nuevo al monte. 

Por todo lo anterior, ya no es a Juan José Rondón sino al expresidente Gaviria y al exvicepresidente Vargas Lleras a quienes debemos ‘ordenarles’ que en el Bicentenario de la Ruta Libertadora le impriman a la ley estatutaria de la JEP su propia ruta, la que libere a Colombia de la tiranía que con pasos de animal grande se avecina.

Así las cosas, señores César Gaviria y Germán Vargas, ¡salven ustedes la JEP!

DE REMATE: Catorce días después del Pantano de Vargas, con las tropas patriotas ya repuestas de la fatiga pero diezmadas en número (fueron 100 los muertos en esa batalla), el 7 de agosto de 1819 Bolívar pudo derrotar sobre el Puente de Boyacá  al ejército realista gracias a la resistencia que los habitantes de Charalá (Sdr) opusieron sobre el río Pienta contra los 1.800 soldados de refuerzo que le llevaba a Barreiro el gobernador de la provincia del Socorro, Lucas González. En Pienta se contabilizaron 300 charaleños masacrados, todo un baño de sangre, incluida una sobrina de Antonia Santos de nombre Helena, de 13 años, baleada cuando intentó fugarse por una ventana de la iglesia y violada allí mismo por un soldado español después de muerta. Mientras tanto, en la batalla de Boyacá solo se contabilizaron 13 bajas patriotas. Conviene recordarlo para la posteridad, ahora que la historia oficial será la que decreten por edicto mesiánico los nuevos amos del poder central desde el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

lunes, 18 de marzo de 2019

Mi principal contrincante es Minesa: Leonidas Gómez




Leonidas Gómez se presentó hace cuatro años como candidato independiente a la gobernación de Santander y obtuvo 230.920 votos, 80 mil menos de los que le dieron el triunfo a Didier Tavera. Hoy nadie pone en duda que es el político con más opción de ser el próximo gobernador, y esto ha encendido las alarmas en los partidos tradicionales (Conservador, Liberal, Cambio Radical, La U, Centro Democrático) que andan en maratónicas reuniones en busca de fórmulas para coincidir en la conformación de una especie de Toconleo: Todos contra Leonidas.

Pero Leonidas manifiesta no temerle tanto a ellos, sino a la empresa árabe que está en busca de la licencia ambiental para perforar el páramo de Santurbán y explotar la mina de oro más grande del mundo.

Comencemos por la actualidad política nacional: ¿qué opina de la situación en la que queda Colombia y el acuerdo de paz después de que el presidente Iván Duque produjo un desbarajuste institucional al objetar seis artículos de la JEP?
Primero hay que ver si el Congreso le aprueba las objeciones. Yo no creo, salvo que recurra al más vulgar chantaje. Y si se las aprueban, sería el más grande retroceso al proceso de paz.      

Usted llama chantaje a lo que otros llaman mermelada…
Una cosa es mermelada y otra es chantaje. Es que se pueden utilizar esas dos herramientas. La mermelada es la adjudicación de partidas presupuestales o contratos. El chantaje es meterles miedo: les echo el fiscal, les echo la Procuraduría, le invento a usted cualquier trampa. Hoy la justicia está tan politizada que se presta para eso.

Pero, ¿no siente usted un poquitín de culpa después de que en segunda vuelta contribuyó al triunfo de Duque, al haber apoyado el voto en blanco…?
Las pocas personas que promovimos el voto en blanco no hubiéramos sido capaces de hacer ganar a Petro. Habríamos podido hacer que Duque ganara con menos ventaja, eso sí, pero de todos modos habría ganado. De manera que no tengo cargos de conciencia en ese sentido.

¿Ve usted posible que algún día cese la dañina división entre Jorge Robledo y Gustavo Petro, y comiencen a elaborar listas conjuntas por todo el país?
En lo nacional por ahora no se va a dar esa noticia. Pero entre las bases se está dando de manera espontánea. Muchas bases del petrismo están trabajando con las del Polo, con las de Alianza Verde o el Mais. Se está consolidando una unidad como las raíces de los árboles: metidas en lo profundo de la tierra. Eso hace que la unidad sea más sólida que cuando la hacen los jefes, porque la imponen a sus bases. De manera que mírelo con optimismo.     

¿Por qué es tan difícil esa misma munidad entre los jefes…?
Pueden ser cuestiones de contenido o de forma. Le pongo un ejemplo: Gustavo Petro, siendo yo senador, aprobó el ingreso de Colombia a la OCDE. Eso es como aprobar diez Tratados de Libre Comercio (TLC). Ni Jorge Robledo ni yo estuvimos de acuerdo en eso, y es un asunto de fondo. Yo por supuesto espero que un día se pongan de acuerdo en el contenido, y a la vez respeten las formas.

En el caso concreto de Santander, se ha hablado de una consulta entre los partidos alternativos para definir un solo candidato a la Gobernación. ¿Le suena, le suena…?
No. El único otro candidato alternativo es  el abogado de Petro, Luis Eduardo Parra,  quien me mandó una carta diciendo que quería una consulta. A mí no me parece justo que una persona que nunca ha hecho política en Santander y está aterrizando en el departamento, me vaya a llevar a una consulta. Yo ya tengo consolidados los apoyos de Alianza Verde, el Polo, el Nuevo Liberalismo, En Marcha, el Mais y otros sectores. Es un desbalance que no equivale al de Petro cuando se midió en una consulta con alguien de la Costa: ahí era él solo contra otro candidato. Yo represento una coalición y tengo una responsabilidad frente a eso.

¿Ese mismo mensaje iría para Emiro Arias, quien era su ex coequipero y le montó competencia?
Con Emiro es distinto, porque él también era del Polo. Entre candidatos del mismo partido, cuando hay más de un candidato, las candidaturas no se deciden por consulta abierta sino por votación interna. Cuando citamos al Comité Ejecutivo Departamental para escoger el candidato del Polo Democrático, el único que no se presentó fue Emiro. De 17 votos posibles, hubo 17 a mi favor. A eso lo llaman unanimidad. Ahora se inscribió por firmas y por firmas está haciendo su campaña.

¿Qué veracidad tiene un rumor según el cual ese candidato estaría fletado económicamente por enemigos suyos con la misión exclusiva de impedir que usted gane?
Es un rumor, y cuando el río suena piedras lleva. Uno no puede asegurar una cosa de esas, porque del mismo modo salió hoy un meme diciendo que yo soy castrochavista. Pero yo no me voy a rebajar, no voy a responder a la guerra sucia con guerra sucia. Los que quieran ser agresivos, que lo hagan. Yo voy a ser como un vidrio transparente: si se miran ahí, no van a encontrar a un contendor.

Otro rumor que había circulado, era que usted ya no iba para la gobernación sino para la alcaldía de Bucaramanga.
No, yo quiero ser gobernador. Tengo metida en el alma a Barrancabermeja y al río Magdalena, quiero hacer la compañía de navegación turística más grande que jamás haya existido en este país, con sede administrativa en Barrancabermeja. Quiero defender la refinería, defender a Ecopetrol como patrimonio de la nación, es la empresa que más renta nos produce. Y quiero incentivar el turismo para que ayude a desarrollar la provincia de Guanentá, y desarrollarlo en la provincia de Vélez, y alrededor de Topocoro. Sueño con que Santander se convierta en el destino turístico más importante de Colombia. Y eso es relativamente fácil hacerlo. Es cuestión de voluntad política.

Precisamente, dice Emiro Arias que detrás de su propuesta de incentivar el turismo por el río Magdalena hay un interés económico suyo.
Falso. Cuando hice el mercado campesino en Acuarela doné los locales a los campesinos, y he venido ayudándolos a través de una fundación hace muchísimos años. Yo no voy a vivir de la política, voy a vivir para la política. Si tengo que hacer una inversión para crear credibilidad  en torno a la empresa de navegabilidad por el río Magdalena, como lo hice en San Gil con la empresa de canotaje, hago la inversión y al final se la dono a los pescadores. Los empresarios estamos acostumbrados a asumir riesgos. En San Gil, hoy no soy dueño de nada. Empezamos con ocho empleados, hoy hay 400. Empezamos con sola empresa que se llamaba Ríos y canoas, hoy hay 20 empresas.

¿Cómo es en apretada síntesis su proyecto turístico por el río Magdalena?
Del mismo modo que ayudé a desarrollar el canotaje en San Gil en 10 kilómetros, ahora queremos desarrollar el canotaje por el río Magdalena en 1.000 kilómetros. Se trata de comenzar en La Dorada, y terminar en Barranquilla. Y el centro de operaciones va a ser Barrancabermeja. Al principio esa compañía puede emplear unas 2.000 personas, pero después va a integrar a muchísima más gente. Si para cubrir 10 Km sobre el río Fonce empezamos con ocho y hoy ya va en 400 personas, imagínese como será sobre el Magdalena. Los trabajos de calidad que se están perdiendo en otros sectores de la producción, se van a compensar con el turismo. Como parte del proyecto está la generación de muchos empleos, y que mucha gente pueda crear empresa. Hay que darle a la gente la oportunidad de crear sus pequeñas, medianas y grandes empresas.

Es evidente que hay un Toconleo (Todos contra Leonidas) el cual consiste en que los partidos no alternativos se están uniendo para enfrentarlo a usted. ¿Cómo ve eso?
No descarto esa posibilidad. A ellos los une la ambición, pero la ambición es lo que también los separa. Repartirse el presupuesto del departamento entre tanta gente es bien difícil, así que no creo que logren ponerse de acuerdo. En cambio yo lo que quiero es invertir el presupuesto entre mucha gente, y me queda relativamente fácil porque voy a actuar solo.

¿Cómo están sus relaciones con Rodolfo Hernández? Se lo pregunto porque un exvicepresidente de Cemex y partidario de la minería a gran escala, Juan Carlos Cárdenas, ya tiene la bendición del alcalde de Bucaramanga para que lo suceda en la alcaldía, y está buscando además la bendición de Uribe…   
Yo no estoy tan seguro de que ese sea su candidato. Rodolfo es un hábil estratega, ha demostrado unas habilidades que no intuíamos que tenía. Por eso se ha convertido en una figura nacional. El alcalde no solo está promoviendo a Juan Carlos Cárdenas, sino a un grupo de candidatos para ver quién de ellos tiene mayor aceptación y luego, mediante una consulta o por consenso, decidir un solo candidato.

¿Cuál cree usted que es su principal contrincante en su aspiración en la Gobernación?
Mi principal contrincante es Minesa.

¿Cóooomo…?
Sí, la empresa árabe que está buscando la licencia ambiental para perforar el páramo de Santurbán y extraer la mina de oro más grande del mundo, a costa de romper el ciclo vital del agua y dejando que las pocas aguas que queden vivas se contaminen.

¿Y en qué se basa para hacer tan osada afirmación?
Minesa desde meses ha venido ejerciendo una labor de influencia directa sobre la población de Soto Norte, cercana al páramo, remplazando al Estado en el mantenimiento de las escuelas, patrocinando las ferias, los reinados, los equipos de fútbol, etc. Puro asistencialismo. Y a la vez, promoviendo alcaldes y concejales que le sean proclives. Y yo veo que ellos van a dar el salto.

¿A qué salto se refiere? ¿Confección de listas propias, por ejemplo?
Pues aquí en Bucaramanga hay una lista con gente muy amiga de Minesa, todos a favor de que haya minería en Santurbán. Son de distintos partidos, algunos independientes. De ahí a que patrocinen un candidato a la gobernación, no hay sino un paso. Por eso intuyo que mi gran contendor puede ser Minesa. No lo puedo asegurar, porque esa gente actúa a través de terceras y de cuartas personas para no dejar huella. Pero por sus obras los conoceréis. Usted empieza a ver los síntomas, y son síntomas inequívocos de la penetración de los árabes en la campaña electoral de Santander.

Poderoso caballero es don dinero, dicen por ahí…
Pero es que no siempre la plata se impone. En Santander hay una actitud decidida por la defensa del agua y el páramo de Santurbán se ha convertido en símbolo de la defensa de todos los páramos de Colombia, que son el 50 por ciento de los páramos del mundo. Eso les toca el alma a los santandereanos. O sea que si ellos no se saben meter, terminan es ayudándome, porque pueden hacer que la gente se indigne contra ellos.

¿Por qué su papá le puso  a usted el nombre Leonidas? ¿Acaso se inspiró en Leónidas, el rey espartano que enfrentó la invasión persa con un pequeño ejército de valientes en el estrecho de las Termópilas e inspiró la película 300?
Cuando mi papá le dijo a mi mamá que me pusiera Leonidas, mi mamá se agarró a llorar, porque creía que se estaban tirando a su chino con un nombre tan largo y tan feo. Entonces mi mamá le pidió como compensación que fuera un nombre compuesto, y mi papá le aceptó la compensación, y por eso me llamo Pedro Leonidas. Mi mamá siempre me llamó Pedro y mi papá siempre me llamó Leonidas. Mi papá era profesor de historia y, pues sí, sentía profunda admiración por el Leónidas espartano.

sábado, 16 de marzo de 2019

El asesinato moral como una de las bellas artes


El título de esta columna no es nada original. Fue parodiado de Thomas de Quincey, quien escribió una pieza de cáustico humor inglés titulada Del asesinato considerado como una de las bellas artes, donde afirmó que aunque un homicidio es condenable, después de ocurrido puede ser juzgado con criterios puramente estéticos. El autor allí se adentra en los anales históricos del asesinato de grandes personajes, para concluir que el mejor asesinato se presenta cuando la víctima es buena persona y goza de buena salud. O sea, cuando no reunía mérito alguno para ser asesinado.

Es aquí donde podemos concatenar tan ‘edificante’ obra con los asesinatos morales cada día más frecuentes que viene cometiendo el uribismo contra líderes o instituciones que gozan de reputación social, pero que se encargan de mostrar como seres o entidades repudiables.

Así ocurrió con el tribunal conocido como Justicia especial para la Paz (JEP), cuya credibilidad han tratado de minar desde todos los frentes posibles. El más reciente ataque provino directamente de la Fiscalía General de la Nación, cooptada por el Centro Democrático desde la noche en que Paloma Valencia exhibió el famoso Petrovideo, otro caso de asesinato moral que le salvó el puesto a Néstor Humberto Martínez. Desde esa noche el ente acusador quedó convertido en un aparato de persecución al servicio del Centro Democrático, trabajando ambos de la mano hacia el objetivo compartido de garantizarle impunidad a un sujeto sub judice, llamado a indagatoria por la Corte Suprema de Justicia pero con una fecha de citación que misteriosamente se envolata cada día más…

El ataque arriba mencionado consistió en un montaje que contó con la eficaz colaboración de la DEA, algo que en EE.UU. se conoce como entrampamiento –y allá es legal- pero está prohibido por la legislación colombiana, consistente en que lograron inducir a un político condenado por parapolítica y a un fiscal de la JEP a que les recibieran una gruesa suma (aportada por la misma Fiscalía), para dar la apariencia de que ese dinero iba a ser utilizado en impedir que el exguerrillero de las Farc Jesús Santrich fuera extraditado. Cuando vieron que las dudas sobre la legalidad del operativo crecían, en la audiencia de imputación de cargos le metieron narcotráfico a la acusación, y hablaron entonces de un supuesto cargamento hacia Italia. Pero, como dijo Semana en su edición 1923, “lo que no es típico de los narcos es exportar cientos de kilos de cocaína y simultáneamente tener un cargo de fiscal auxiliar con un salario mensual de 9 millones de pesos”.

Sea como fuere, a la fiscalía de Martínez Neira no le preocupa que el caso se caiga, como ocurrió por ejemplo con los dueños de Supercundi, acusados de ser testaferros de las Farc y hoy eximidos de toda culpa. Lo importante es hacer un ruido tan estruendoso, que distraiga al país de los serios impedimentos que tiene Martínez Neira para continuar en el cargo por su evidente cercanía con los corruptos de Odebrecht. 

Un tercer caso de asesinato moral se dio durante agitada sesión de la Comisión de Paz del Congreso presidida por Roy Barreras, cuyo propósito era instruir al presidente del Senado, Ernesto Macías, a que remitiera a la Corte Constitucional las objeciones del presidente Duque a la Ley Estatutaria de la (JEP). El debate terminó en zambra cuando Paloma Valencia, armada de toda su artillería verbal de guerra, pidió que le dieran “el mismo tiempo que se le dio al narcoterrorista Pablo Catatumbo”. Después de que el fango repartido por el Centro Democrático salpicó hasta las paredes del recinto, el uribismo logró el objetivo propuesto: evitar que prosperara la proposición de Roy Barreras. En síntesis, doña Paloma “mató” la sesión y así logró restarle fuerzas a la JEP. (Ver noticia).

Hay otra clase de asesinato moral a la cual estoy obligado a referirme, porque de él soy víctima en mi trabajo como columnista. Desde hace casi dos años recibo en mi columna de Elespectador.com la ‘visita' todos los miércoles, muy de madrugada, de un forista que se identifica como rdarioe54_21197. Hubo un tiempo en que eran hasta divertidos sus insultos, recurrentes en ingeniosos epítetos como “zascandil, zurullo, ceporro, cenutrio, coprófago, gaznápiro, mequetrefe”. Hasta ahí, tolerancia con el detractor.

Pero de otro tiempo para acá se ha dedicado muy juiciosamente, semana tras semana, a reproducir el enlace de un artículo de Ernesto Yamhure en Losirreverentes.com donde afirma que un hermano mío (de los siete que tengo), “Francisco Javier Gómez Pinilla, quien es médico, cargaba mujeres con cocaína e integraba una organización criminal dedicada al tráfico hacia Estados Unidos. La red delincuencial reclutaba mujeres que eran introducidas a la fuerza en un quirófano en el que Gómez Pinilla las sometía a una brutal cirugía para cargar distintas partes de su cuerpo con cocaína”.

Este prolongado asesinato moral ‘gota a gota’ tiene que parar algún día, y en tal medida debo contar por enésima vez que el origen del libelo se remonta a julio de 2016, cuando publiqué un trino donde demostré que Yamhure fue beneficiado por el gobierno de Uribe con unos contratos para él y José Obdulio Gaviria, en pago por su propaganda a favor del régimen (ver trino).

Yamhure en retaliación sacó a relucir la situación de mi pariente, quien sí es médico y sí estuvo preso por un asunto cuya pena pagó hace más de 20 años, pero nada tiene que ver con barrigas abiertas a la fuerza para ser rellenadas con cocaína, según expliqué en columna titulada Línea directa con la infamia. Allí se lee que “no existe el delito de consanguinidad y Yamhure lo sabe, pero se le ha ocurrido que en mi caso sí. Por tal motivo, es pertinente preguntarle si dicha presunción de culpa cobija también al expresidente Álvaro Uribe por cuenta de su hermano Santiago, también preso, y no por coca sino por comandar un grupo paramilitar autor de múltiples homicidios”. (Ver columna).

Por la diferencia de horario entre Miami y Bogotá he llegado a sospechar que el tal rdarioe54_21197 es el mismo Ernesto Yamhure, pues no se entiende que todos los miércoles desde antes de que salga el sol alguien en Colombia se tome el trabajo de despertarse exclusivamente a atacarme, si no es porque se trata del mismo autor del artículo que a una hora más razonable –desde Miami- arremete contra el suscrito. No puedo probar que sea Yamhure, pero repasen todas mis columnas entre el 5 de diciembre de 2107 y el miércoles pasado, absolutamente todas, y ahí encontrarán a mi fiel matón de madrugada, “centinela implacable de su amor asesino” (parodiando ahora a Neruda), como nunca antes se había visto en la historia del periodismo.

DE REMATE: Hay un cuento de Julio Cortázar que viene a mi mente con inusitada frecuencia desde el día en que Iván asumió la Presidencia de la República: Casa tomada.

domingo, 10 de marzo de 2019

Fundemos el Partido Agnóstico



Hubo un tiempo en que la diferencia más notoria entre liberales y conservadores consistía en que los primeros abogaban por la no injerencia de la Iglesia Católica en los asuntos del Estado, mientras los segundos eran –y siguen siendo- partidarios de meter la religión hasta en el pénsum escolar.

Ahora que las diferencias ideológicas entre los partidos se han borrado y lo único que distingue a un liberal de un conservador es la hora en que van a misa, ahora que la sombra del fanatismo religioso se cierne ominosa sobre Colombia y en países como Brasil gobierna un evangélico misógino, racista y amante de las armas, debería ser la ocasión propicia para que el agnosticismo comience a actuar como fuerza política, con un propósito perfectamente legítimo: regresar la democracia a la sensatez perdida, ir tras la recuperación de las ideas liberales, teniendo como norte la más tajante separación entre Iglesia y Estado.

Agnóstico es todo aquel que considera que lo limitado de nuestro conocimiento nos impide saber “a ciencia cierta” si Dios existe o no, y en tal medida guarda un profundo respeto por las ideas religiosas, pero igual juzga condenable la manipulación que muchos pastores –evangélicos y cristianos- ejercen sobre sus rebaños, en parte para esquilmarlos con la “obligación” del diezmo, en parte para orientarles sus preferencias políticas, como se vio en aberrante práctica cuando en el plebiscito de 2016 les hicieron creer a sus ovejitas que el acuerdo de paz con las Farc tenía el demoníaco propósito de hacer que los niños y las niñas se volvieran homosexuales.

Según el colega Juan David Laverde en informe para El Espectador, “la gran paradoja de la Constitución de 1991, que abolió el Estado confesional de la carta política de 1886 y declaró la libertad de cultos, es que permitió que minorías evangélicas pasaran de las prédicas de fe al proselitismo político, con rotundo éxito”.

Hubo una época en la que un creyente inclinaba sus preferencias políticas por dirigentes conservadores o liberales, dependiendo de las promesas que le hicieran. A esta altura de la historia el panorama es por completo diferente, pues la mayoría de cultos evangélicos o cristianos vienen siendo cooptados casi exclusivamente por la derecha más hirsuta y confesional, con una presencia cada vez más activa y numerosa en el Congreso colombiano: hoy el 4 por ciento de las curules son ocupadas por representantes de esas iglesias, con tendencia al alza.

En el informe de Laverde se explica cómo los católicos han venido perdiendo adeptos paulatinamente, mientras que las iglesias cristianas se multiplicaron, imponiendo en la vida pública una “agenda moral” que incluye capítulos como el frustrado referendo que intentó colar la senadora “liberal” Viviane Morales para prohibir la adopción de hijos por parte de parejas homosexuales.

Nada de eso es sano para un Estado laico, entendida la laicidad como la no injerencia de ninguna organización o confesión religiosa en el manejo de un gobierno, garantizando así la independencia de las instituciones respecto del poder eclesiástico y limitando la religión al ámbito privado, particular o colectivo, de las personas.

Todo Estado laico tiene como premisa fundamental el respeto, la promoción y el fortalecimiento de los derechos humanos. Es ahí donde la propuesta de un Partido Agnóstico tendría mayor asidero, pues no se busca satisfacer unos intereses económicos o políticos o religiosos ligados a la conquista del poder, sino subirse a la ola del desencanto colectivo –reflejado en los altísimos niveles de abstención electoral, superiores a la mitad más uno- para orientarla hacia la definición de propuestas de cambio ligadas al sentido común, como el apoyo a las reivindicaciones de las mujeres en sus luchas por la equidad de género; la tolerancia con la diversidad sexual como base del respeto a la diferencia; la legalización del cultivo de la marihuana para sustituir al de la coca y convertirlo en producto de exportación y en factor de crecimiento económico; propender por el voto obligatorio como medida urgente –aunque temporal, desde lo pedagógico- para derrotar la compra de votos y conocer la verdadera voluntad de las mayorías; obligar a la repartición de un ingreso justo en todos los estratos de la población; proponer un sistema de pensiones con remuneraciones adecuadas y a una edad propicia, etc.  Son estos algunos de los muchos temas frente a los cuales el Partido Agnóstico podría proponer soluciones, desde una perspectiva enteramente racional, técnica, académica, humana, científica, integral.

No es esta la ocasión propicia, ni el espacio lo permite, para exponer un eventual programa de gobierno del Partido Agnóstico (habrá que construirlo, además), pero sí vale la pena sugerir la posibilidad de su creación, en un esfuerzo quizá desesperado o quijotesco para tratar de equilibrar las cargas políticas a favor de la sensatez, del raciocinio desapasionado, si el electorado lo permitiera.

Y para que lo permita, lo primero es soltarle las amarras a la idea, ponerla a navegar.

Alguien en Twitter sugería que “la idea es buena pero al ser identificado como agnóstico, el enfoque sería más anti-religioso que social”. No es cierto. Un partido agnóstico puede y debe representar también los intereses de personas creyentes en religiones o en divinidades, en un ámbito de tolerancia ciudadana. Se trata es de aceptar como norma ética infranqueable, que la religión no se debe mezclar con la política.

A Dios lo que es de Dios… y al César lo que es del César.

DE REMATE: ¿Por qué les queda tan difícil de entender a los dueños, directores y editores de los principales medios de comunicación que el propósito camuflado del ataque despiadado de Uribe, el fiscal Néstor Humberto Martínez y el subpresidente Iván Duque contra la JEP es impedir que se conozca la verdad del conflicto armado? ¿Por qué guardan hacia el sátrapa y sus secuaces una actitud tan cómplice, indolente e irresponsable?

martes, 5 de marzo de 2019

Iván Duque no es real, es posverdad



El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define posverdad como “la distorsión deliberada de una realidad con el fin de modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales,​ apelando a las emociones, creencias o deseos del público".

Eso es Iván Duque, y para probarlo basta hacer un recuento de sus ‘actuaciones’, porque se la pasa actuando. Comencemos por ubicarnos en febrero de 2018, cuando las encuestas mostraban en el primer lugar de las preferencias para presidente a Gustavo Petro, y estaba programada para el 11 de marzo una consulta entre los partidos Conservador y Centro Democrático para decidir el candidato por la godarria, si Marta Lucía Ramírez, Alejandro Ordóñez o el inexperto Iván Duque.

Según encuesta de Invamer para Semana, Caracol TV y Blu Radio publicada el 2 de febrero de 2018,  si la consulta hubiera sido ese día Marta Lucía Ramírez habría ganado con un sobrado 52,9%, superando por casi 18 puntos a Iván Duque, quien habría obtenido un 35%, mientras que Alejandro Ordoñez aparecía con apenas un 12 por ciento. (Ver encuesta).

La foto del momento mostraba además que Petro había “picado en punta” (la expresión es de Semana), y el orden de preferencias después de este ubicaba en segundo lugar a Sergio Fajardo, tercero Germán Vargas, cuarto Humberto de la Calle, quinto Duque, sexta Marta Lucía Ramírez. (Ver resultados).

Bien llamativo, Marta Lucía podía ganarle a Duque en la consulta pero iba de última en la carrera por la presidencia. Esto obedecía a que por tratarse de una convocatoria abierta, las preferencias por ella parecían ser las mismas de cuando en 2010 Uribe ungió como su sucesor a Andrés Felipe Arias y muchos –muchísimos, incluido el suscrito- votamos por Noemí para sacar de la contienda al ‘uribito’. Y a Uribe le tocó aceptar a Juan Manuel Santos como su remplazo, y el resto de la historia ya se conoce.

El país vivía un sentimiento de pesimismo generalizado, con un escenario favorable para el crecimiento de Petro, según Semana porque “cuando la gente cree que va mal, busca cambiar de rumbo”. En la misma tónica, Humberto de la Calle le explicaba a Yamid Amat que “la responsabilidad del crecimiento de Petro proviene de ese pertinaz ataque a las instituciones con el ánimo de hacerle daño a Santos. Ha sido un error estratégico del Centro Democrático”. (Ver entrevista).

Pero de repente comenzaron a presentarse cambios súbitos en las tendencias, publicados en los medios cuyos dueños son influyentes empresarios pertenecientes a los círculos de poder necesitados de que esas preferencias se alteraran. ¿Hasta dónde? Hasta el punto en que los favorecieran.

Así las cosas, como el mago que saca un conejo del sombrero, el jueves 8 de marzo El Tiempo y W Radio publicaron una encuesta realizada por Guarumo para esos dos medios, donde de la noche a la mañana Iván Duque aparecía por primera vez superando en estrecho margen a Petro (23,6 contra 23,1)… cuando faltaban tres días para que se celebrara la consulta, y en lo que a las claras lució como un embuchado para forzar el triunfo de Duque sobre doña Marta. Según El Tiempo en su primera página de ese día, donde el redactor de la noticia pensaba con el deseo, "a la luz de estos resultados Duque y Petro no tendrán ninguna dificultad para salir triunfantes". (Ver encuesta).

Este es el punto de quiebre que no debemos perder de vista, porque fue ahí donde los grandes medios comenzaron a adentrarse en los terrenos de la posverdad para darle el triunfo al único candidato que por ser “el elegido” para proteger los intereses políticos de su mentor Álvaro Uribe, era a su vez quien mejor favorecía los intereses de los grupos económicos que siempre han respaldado al gobernante que más les ha contribuido a garantizar el opíparo crecimiento de su chequera.

El resultado de esta operación de manipulación mediática fue lograr que quedaran solos un Petro al que podían atacar sembrando miedo con el cuento del castrochavismo, y un Duque al que le tiñeron el pelo para simular madurez o experiencia. Y lo adiestraron para que se diera a conocer con un perfil farandulero (nada parecido a un político), que sabía cantar a dúo con Vicente Fernández, tocar la guitarra, hacer cabecitas con el balón y ejecutar osados pases de baile, qué muchacho tan chirriado, ala.

Y así lo hicieron ganar el domingo 17 de junio, con una diferencia de dos millones de votos, y cuando dos meses después de posesionado vieron que su producto de marketing político no se consolidaba y las  encuestas lo mostraban con un ínfimo 26% de aceptación, apareció como caído del cielo el secuestro de un niño con nombre bíblico, Cristo José Contreras, quien “a Dios gracias” fue rescatado sin que se conocieran sus autores y recibido en Palacio por el mismo que se comprometió con sus padres y ante el país entero a liberarlo, y si parece que la trama fue tomada de la película mexicana La dictadura perfecta, eso debió ser pura coincidencia.

Pero el producto nada que cuajaba, las encuestas lo seguían mostrando en picada, así que decidieron proyectarlo como líder internacional. Es entonces cuando se inventan lo del cerco diplomático y lo ponen a recitar día y noche el libreto contra Nicolás Maduro, y viaja a Washington y visten a la primera dama con una chaqueta que parece un chaleco antibalas para que la gente se distraiga con esa prenda y no capte el grado de sumisión de nuestro presidente cuando Trump anuncia que no descarta el envío de tropas a Colombia y Duque ni se da por enterado… Y cuando un periodista español le pregunta si está de acuerdo “sí o no” con el anuncio de Trump, Duque se refugia en repetir “cerco diplomático” como un loro, porque la respuesta todavía no la tiene él sino el que lo hizo presidente, of course, my boss.

Sea como fuere, la estrategia de reingeniería del producto les funcionó a la perfección, porque Duque pasó de un denigrante 26 a un reconfortante 42 por ciento de favorabilidad en las encuestas, y ahí permanecerá mientras no le toque confrontarse con su jefe en el espinoso tema de la Justicia Especial para la Paz (JEP), cuando le corresponda decidir si objeta la ley –como necesita Uribe para garantizar su impunidad- o le da vía libre, como le reclama a grito herido la comunidad internacional.

DE REMATE: Con cada día que pasa se hace más claro que la captura de Carlos Bermeo y Luis Alberto Gil fue una operación de “entrampamiento” (prohibida por la legislación colombiana y permitida por la norteamericana) entre la Fiscalía y la DEA, consistente en incitarlos a cometer un delito, con un  propósito político evidente: dinamitar la credibilidad de la JEP. Esa gente se las sabe todas, y las que no se sabe las tiene anotadas.