viernes, 5 de septiembre de 2008

Un país políticamente incorrecto



Es tal el grado de desbarajuste institucional que atraviesa este país del Sagrado Corazón, que ya uno no sabe si lo políticamente incorrecto es que el presidente Álvaro Uribe todavía no le haya presentado disculpas al magistrado Iván Velásquez por haber acogido como prístinas verdades las falsas imputaciones que contra este hizo el paramilitar alias 'Tasmania', o si lo políticamente incorrecto es preguntar por qué no se ha disculpado.

Sea como fuere, si llegara a ser cierto que lo políticamente incorrecto es todo lo que "podría causar ofensa o ser rechazado por la ortodoxia", sucesos recientes de similar catadura permitirían concluir que, con cada día que pasa, Colombia se posiciona en el ámbito internacional como el país de lo políticamente incorrecto.

Para la muestra, estos botones:

Políticamente incorrecto es que el vicepresidente Francisco Santos haya forzado la renuncia de María Consuelo Araújo a la Cancillería por los problemas judiciales de su hermano (para no mencionar al padre), pero le parezca de lo más correcto que el Ministro de la Justicia, que tramita una reforma de la justicia y tiene a un hermano suyo señalado por la justicia, permanezca en su cargo.

Política y jurídicamente incorrecto es que el Fiscal General de la Nación cierre la investigación por el caso 'Tasmania' y afirme a los cuatro vientos que el Presidente fue "engañado", pero no les abra investigación a quienes supuestamente lo engañaron, a saber, su hermano Santiago, su primo Mario y el abogado de 'Tasmania' (y del 'Tuso' Sierra), todos vecinos y amigos.

Políticamente incorrecto es que Mario Uribe se presente ante el país y los medios de comunicación (que casi se pelean por entrevistarlo) como si la Fiscalía lo hubiera absuelto, cuando, según EL TIEMPO del domingo 24 de agosto, "la acción judicial en su contra está abierta, y sigue procesado y vinculado a la investigación".

Política y jurídicamente incorrecto es que el secretario jurídico de la Presidencia atienda dos veces en Palacio a alias 'Job' y al abogado de alias 'don Berna', y que a una tercera visita confidencial nocturna -no registrada- hayan asistido además el secretario de prensa y "una funcionaria no identificada del DAS", para recibirles videos y grabaciones cuya intención era seguir enlodando a la Corte Suprema.

Periodísticamente incorrecto es que la columnista María Isabel Rueda escriba que "si (...) el Presidente decide apoyar a su Ministro y este decide permanecer en su cargo, apoyo a Fabio Valencia Cossio". Parodiando lo que nos decían de niños: entonces, ¿si el Presidente le ordena tirarse por un abismo, usted se tira?

Políticamente incorrecto es someter ante un Congreso contaminado por la 'parapolítica' unas reformas de la justicia y de la política cuyo verdadero propósito es aliviarles la pena a los congresistas, amigos y funcionarios del Gobierno presos o investigados precisamente por sus vínculos con los grupos paramilitares.

Política y cínicamente incorrecto es que el consejero José Obdulio Gaviria diga que en Colombia no hay desplazados sino "migrantes", con lo cual nos recuerda el Estatuto de Seguridad (¿Democrática?) del ex presidente Julio César Turbay Ayala, quien afirmaba que durante su Gobierno no había torturas, sino personas que se autotorturaban.

Política y jurídicamente incorrecto es que Teodolindo Avendaño y Yidis Medina estén presos por el delito de cohecho -esta última en una celda de máxima seguridad, pese a que le dieron casa por cárcel- pero estén libres quienes los cohecharon (y que conste, la inflexión verbal es gramaticalmente correcta).

Moraleja y conclusión: si no fuera porque el prestigio (o teflón, que llaman) del presidente Álvaro Uribe da para que ocurran estos -y los que vienen- sucesos políticamente incorrectos, cualquier extranjero desprevenido podría pensar que este país se hace cada día más política, ética, jurídica y moralmente insostenible.

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