Al retirarse de la medición de audiencias de Ibope, los canales Caracol y RCN cayeron en la práctica conocida como "matar al mensajero", consistente en acusar a la persona que trae una mala noticia de ser la causante de la misma. En un contexto más doméstico, es como cuando el marido descubre que su mujer le pone los cachos en el sofá y vende el sofá.
Se trata de una medida de fuerza, de algún modo cercana a la coerción, pues esos dos canales solitos financian el 52 por ciento de las mediciones de sintonía. Y si bien el gerente de la empresa encuestadora, Ricardo Mariño, en entrevista con La W Radio afirmó que "Ibope no puede hacer nada más que llevar la verdad a sus usuarios y a la comunidad publicitaria", dejó una puerta abierta a la negociación (si es que es negociable la verdad) cuando consideró que espera "llegar a un acuerdo con los dos canales".
El enfado -que por lo visto pasó a mayores- tuvo su origen en el descubrimiento del agua tibia, pues no les gustó que dicha firma hubiera reportado un aumento de la penetración de la televisión por suscripción, algo que en la aldea global vaticinada por Marshall McLuhan se veía venir, disgústele a quien le disguste. Al cierre de esta columna no se sabía si la intempestiva renuncia de Álvaro García a la dirección de Noticias del canal RCN está relacionada con el mismo suceso, pero la coincidencia es llamativa (se dio el mismo día), en un medio hecho a imagen y semejanza de su dueño, el industrial Carlos Ardila Lülle.
La decisión que ambos canales tomaron de retirarse de Ibope es, a su vez, reflejo de la simbiosis que los hermana, pues no sólo comparten la torta publicitaria televisiva en porciones casi monopolísticas, sino que, en asuntos de contenido, se portan como siameses, de modo que si uno lanza 'Los protegidos', el otro ya tiene listo 'El cartel de los sapos'. Y para que no quede duda de su alianza estratégica, en la revista 'Caras' (de RCN) nos explican que lo que pasa es que "la mafia está de moda" (!).
No significa ello que hagan apología del delito, así cueste enorme trabajo entender el propósito de la "exclusiva" que el coronel Bayron Carvajal le concedió a Claudia Gurisatti para que fuera emitida -luego de intensa campaña publicitaria- el mismo día que la justicia produjo su fallo por la masacre de Jamundí, cual si el canal RCN hubiera hecho causa común con la defensa del reo. Significa más bien que han banalizado a tal punto la realidad nacional, que el propio codirector de EL TIEMPO Enrique Santos Calderón, refiriéndose a la 'parapolítica' en entrevista con la revista 'Cambio', a raíz de su cumpleaños 60, a la vez que reivindicaba a la prensa escrita por su papel de "destape, denuncia e investigación del fenómeno", se manifestaba extrañado porque "la televisión pasó de agache. No se entiende la actitud de los grandes canales de televisión".
Lo que tampoco se entiende es que, en lugar de haber tomado el reporte de Ibope como un campanazo de alerta que los obligara a lanzar una mirada autocrítica sobre su parrilla de programación (donde los culebrones mandan la parada), RCN y Caracol hayan preferido, cual virgen ofendida, arrancar sus cabellos en agonía e irse lanza en ristre contra el que les trajo la mala nueva. Es un hecho incuestionable que, ante una oferta de canales tan profusa y rica en matices como la que hoy muestra la televisión por cable -desde los que ofrecen "solo cine" hasta los especializados en deportes, noticias, historia, viajes, música, gastronomía o farándula internacional-, la audiencia colombiana está comenzando a descubrir que no hay melodrama que dure cien años, ni televidente que lo resista.
Y eso sin caer en odiosas comparaciones con lo que también pudiera un día acontecer en "la cosa política". Porque parecería harina de otro costal, pero no lo es. No del todo...
Se trata de una medida de fuerza, de algún modo cercana a la coerción, pues esos dos canales solitos financian el 52 por ciento de las mediciones de sintonía. Y si bien el gerente de la empresa encuestadora, Ricardo Mariño, en entrevista con La W Radio afirmó que "Ibope no puede hacer nada más que llevar la verdad a sus usuarios y a la comunidad publicitaria", dejó una puerta abierta a la negociación (si es que es negociable la verdad) cuando consideró que espera "llegar a un acuerdo con los dos canales".
El enfado -que por lo visto pasó a mayores- tuvo su origen en el descubrimiento del agua tibia, pues no les gustó que dicha firma hubiera reportado un aumento de la penetración de la televisión por suscripción, algo que en la aldea global vaticinada por Marshall McLuhan se veía venir, disgústele a quien le disguste. Al cierre de esta columna no se sabía si la intempestiva renuncia de Álvaro García a la dirección de Noticias del canal RCN está relacionada con el mismo suceso, pero la coincidencia es llamativa (se dio el mismo día), en un medio hecho a imagen y semejanza de su dueño, el industrial Carlos Ardila Lülle.
La decisión que ambos canales tomaron de retirarse de Ibope es, a su vez, reflejo de la simbiosis que los hermana, pues no sólo comparten la torta publicitaria televisiva en porciones casi monopolísticas, sino que, en asuntos de contenido, se portan como siameses, de modo que si uno lanza 'Los protegidos', el otro ya tiene listo 'El cartel de los sapos'. Y para que no quede duda de su alianza estratégica, en la revista 'Caras' (de RCN) nos explican que lo que pasa es que "la mafia está de moda" (!).
No significa ello que hagan apología del delito, así cueste enorme trabajo entender el propósito de la "exclusiva" que el coronel Bayron Carvajal le concedió a Claudia Gurisatti para que fuera emitida -luego de intensa campaña publicitaria- el mismo día que la justicia produjo su fallo por la masacre de Jamundí, cual si el canal RCN hubiera hecho causa común con la defensa del reo. Significa más bien que han banalizado a tal punto la realidad nacional, que el propio codirector de EL TIEMPO Enrique Santos Calderón, refiriéndose a la 'parapolítica' en entrevista con la revista 'Cambio', a raíz de su cumpleaños 60, a la vez que reivindicaba a la prensa escrita por su papel de "destape, denuncia e investigación del fenómeno", se manifestaba extrañado porque "la televisión pasó de agache. No se entiende la actitud de los grandes canales de televisión".
Lo que tampoco se entiende es que, en lugar de haber tomado el reporte de Ibope como un campanazo de alerta que los obligara a lanzar una mirada autocrítica sobre su parrilla de programación (donde los culebrones mandan la parada), RCN y Caracol hayan preferido, cual virgen ofendida, arrancar sus cabellos en agonía e irse lanza en ristre contra el que les trajo la mala nueva. Es un hecho incuestionable que, ante una oferta de canales tan profusa y rica en matices como la que hoy muestra la televisión por cable -desde los que ofrecen "solo cine" hasta los especializados en deportes, noticias, historia, viajes, música, gastronomía o farándula internacional-, la audiencia colombiana está comenzando a descubrir que no hay melodrama que dure cien años, ni televidente que lo resista.
Y eso sin caer en odiosas comparaciones con lo que también pudiera un día acontecer en "la cosa política". Porque parecería harina de otro costal, pero no lo es. No del todo...
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