El año que ya casi termina recuerda la película ‘El año que vivimos
demasiado’, cuyo título iba a ser utilizado para esta columna, pero es
preferible meterle clasificación a lo ocurrido.
LO BUENO
Lo bueno es que se acaba este año, aunque deja dos sucesos de grata
recordación: uno, el Consejo de Estado determinó que hubo "engaño
generalizado" en la campaña del No en el plebiscito. De manera clara,
categórica y cortante sentenció que “crearon y divulgaron mensajes alejados de
la realidad, con los que ejercieron violencia por engaño contra el electorado,
lo cual produjo el resultado conocido”.
Dos, al presidente Juan Manuel Santos le dieron el Premio Nobel de Paz.
Esto debió ser motivo de orgullo nacional, si no fuera porque se lo adjudicaron
para impedir que la paz fuera boicoteada por los que ganaron el plebiscito a
punta de fotomontajes, mentiras y pastores evangélicos reclutados para sembrar
el miedo.
En lo deportivo Colombia obtuvo resonantes triunfos con las ocho medallas
en los Olímpicos de Rio, la titánica victoria de Nairo Quintana en la Vuelta a
España y el tercer puesto de Atlético Nacional en el Mundial de Clubes. En lo
musical, estuvo el Grammy Latino para Shakira y Carlos Vives por su canción de
La Bicicleta.
¿Algo más que clasifique como bueno? Ah, sí: el jueves 24 de noviembre
se selló la paz entre el gobierno y las FARC mediante el Acuerdo de Colón, que ya
fue ratificado por el Congreso.
LO MALO
Malo que por cuenta de la
apatía de casi el 70 por ciento de los colombianos ante un tema tan crucial
como la paz, el 2 de octubre el uribismo le dio un zarpazo al Acuerdo y casi
manda de nuevo a las FARC para el monte. Pero Santos asimiló el golpe, en 40
días escuchó a las partes y recompuso un nuevo Acuerdo, y la respuesta de los
‘amigos del NO’ fue el rompimiento de las relaciones con el gobierno. ¿Amigos
del NO? Indulgente nombre para quienes en realidad son los enemigos de la paz,
agrupados en esa mano negra que ya tiene nombre propio, Centro Democrático,
desde que a su dirección llegó el ideólogo de la extrema derecha que en alguna ocasión
definió al comandante de las AUC, Carlos Castaño, como “un
intelectual hecho a pulso”.
Malo que los pastores
evangélicos y cristianos hayan adquirido tanto poder político de la noche a la
mañana, porque en todo Estado laico que se respete la política y la religión no
deben mezclarse, so pena de que se contamine con fanatismos de fe irracional el
agua en la que todos nos bañamos. Biblia en mano, pretenden imponer un Estado
confesional.
En coincidencia con lo anterior, MUY
MALO que el corrupto exprocurador Alejandro Ordóñez haya quedado
posicionado como candidato a la Presidencia de la República, pese a que fue
destituido por el Consejo de Estado tras haberse hecho reelegir con trampas. Malo
porque seguirá los
mismos pasos de Trump en cuanto a decir barbaridades de alto rating, como
cuando dijo que “la Corte Constitucional le ha hecho más daño al país que las
FARC”.
A Ordóñez lo veremos ondeando banderas rabiosamente católicas, y como
ya cuenta con la complicidad de los embaucadores pastores cristianos y evangélicos
(en una de cuyas iglesias de garaje se hizo ungir),
el peligro es inminente. Peligro de que conquiste la Presidencia por la vía de
exacerbar pasiones religiosas, y a la vuelta de la esquina caigamos en un
régimen similar al de Francisco Franco en España, y esto desemboque en una
guerra civil.
LO PÉSIMO
El diccionario RAE define pésimo como “lo que es extraordinariamente
malo o no puede ser peor”. En tal sentido es pésimo para la paz universal el triunfo en EE UU del energúmeno,
bocón, patán, acosador de mujeres, racista y xenófobo Donald Trump, rey del
matoneo político. Razón tuvo Semana en decir que Trump ‘¡se
enloqueció del todo!’. Mi humilde opinión es que se avecina la III Guerra
Mundial, ahora entre las civilizaciones cristiana y musulmana. Un cowboy con
ansias de supremacía al mando de la nación más poderosa del planeta ha llegado
para aplastar al 'terrorismo islámico' y traerle paz al planeta a su manera, y
en su euforia de primíparo del poder omnímodo no hará sino crecer al enemigo,
que se multiplicará como hormigas que suben silenciosas por entre los
pantalones del imperio hasta alcanzar sus testículos.
LO FEO
Feo lo que pasó con la reunión ‘tripartita’ entre el Papa Francisco,
Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe. Pese a la buena voluntad del Santo Padre, al
intermediar entre dos fuerzas en pugna hizo valer el refrán según el cual “de
buenas intenciones está empedrado el camino hacia el infierno”. El Papa terminó
por legitimar al comandante en Jefe de esas fuerzas oscuras que en Colombia se
han alineado contra la paz y que ya han comenzado a dejar un
reguero de cadáveres por toda la geografía nacional, como en los ‘buenos
tiempos’ de los falsos positivos. Hay una bestia herida a la que ni el Papa
pudo amansar, y esa bestia viene por todo.
No les extrañe si en 2017 Uribe vuelve con el sirirí de que el acuerdo
de Paz “justifica nuevas formas de violencia”, en coincidencia con la
reactivación del paramilitarismo, las amenazas (que ya llegan hasta el arzobispo
de Cali) y el recrudecimiento de asesinatos selectivos contra líderes
sociales, cuya “sistematicidad” no ve el Fiscal General pero se aprecia en que los
asesinos siempre actúan sobre seguro, porque nunca hay capturas significativas.
Perdonarán la negrura justo en Navidad, pero solo cuando aparezca un
gobierno con los suficientes pantalones para ponerle el tatequieto a la mano
negra, dejará de tener sentido la frase de Woody Allen: “siempre he esperado lo
peor, pero nunca pensé que fuera peor de lo que yo esperaba”.
DE REMATE: Un Feliz 2017 para todos y, si la candidatura del nefasto
Ordóñez se concreta, Dios
nos coja confesados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario