Ante el avance arrollador de un sentimiento mayoritario, firme y
sostenido a favor de la paz, las fuerzas oscuras que siempre han ganado la
partida a favor de la guerra y solo hasta hoy ven seriamente amenazados sus
intereses, han comenzado a mostrar sus cartas de manera abierta y desafiante. Incluso,
recurriendo a símbolos ligados al fascismo.
Un día antes del 20 de Julio el senador Álvaro Uribe convocó a marchar
con banderas negras “en señal de luto”, porque “aprobar el Gobierno de Santos
es la cuota inicial de futuro gobierno FARC”. Al margen de lo delirante que
resulta avizorar la inminencia de un gobierno presidido por esa guerrilla, lo
llamativo está en que a excepción de un escuálido grupo de camioneros que
marchó con banderas negras por la avenida Boyacá, nadie más le cogió la cuerda a
tan extravagante propuesta. Por el contrario, más de un uribista sensato –un
Iván Duque, por ejemplo- debió pensar ‘trágame tierra’ ante la aparente metida
de patas de su jefe, a quien le dio por emparentarse con las camisas negras de Benito
Mussolini, el mismo que terminó su carrera política colgado de los pies en una
plaza de Roma.
Pero falta ver si en efecto fue una metida de patas, o más bien el
resultado de una estrategia fríamente calculada. Me inclino por lo segundo,
pues con ese mensaje tremendista Uribe no pretendía llegar a los sectores más
cultos de la población (los que se asombraron con su osadía, mejor dicho) sino
a las masas ignorantes que lo vieron tan adolorido por la situación, pero tan
adolorido, que convocó al duelo nacional izando banderas negras…
Como ahora la consigna es pintar todo de negrura, coincidente con ese
llamado se desató por Internet una campaña de Propaganda Negra en forma de
memes orientados a sembrar culpa entre los que están pensando votar por el SÍ,
con mensajes como este: “Su voto será SÍ por las Farc, NO por Colombia” (Ver meme). Había
otro que decía “La forma más efectiva de deshacernos de Santos es votando NO al
plebiscito”, pero el que se llevó las palmas de la infamia fue un fotomontaje sobre
una camiseta blanca de Juanes donde se lee “Yo quiero la paz. ¿Y tú? Vota NO”.
Al propio Juanes le tocó salir furioso a denunciar que se trataba de
“un montaje descarado”, pero el daño ya estaba hecho, porque una masa inculta y
adoctrinada es la que recibe la imagen de su ídolo invitando a votar por el NO,
y una muy inferior en número es la que se entera del enfático
desmentido que hizo el cantante.
Dicen que por el desayuno se va sabiendo cómo será el almuerzo, y esa lluvia
de propaganda negra fue una muestra tanto de la preocupación que embarga a los
enemigos de la paz, como de lo que están dispuestos a hacer para impedir que
esta se consolide. En tal sentido, ya el propio Uribe Vélez advirtió sobre lo
que se viene: “Le dan impunidad a un grupo, aparece otro. Así Colombia no
saldrá de la violencia, y nos ayuda a crear conciencia sobre el efecto
destructor de la corrupción”.
Esas palabras, lo dije en columna
anterior, son el aviso del terremoto que se avecina: la caverna política de
este país se irá radicalizando a medida que las circunstancias lo exijan y apelará
a todas las formas de lucha –como en efecto lo viene haciendo- para impedir que
se le acaben los jugosos réditos políticos y económicos que siempre ha obtenido
por cuenta del conflicto armado.
Ahí radica su preocupación principal: en que si desaparecen las FARC, la
paz los aniquila. Si su razón de ser siempre estuvo ligada a la existencia del
enemigo, ¿a qué se dedicarán entonces? ¿A tejer en croché o a acompañar a
Alejandro Ordóñez en sus misas lefebvrianas? Pero la pregunta del millón es otra:
¿cuáles son las nuevas formas de violencia que Uribe ve tiñendo de negro el
horizonte? Pues el terrorismo de derecha que ahora pretende justificar, encarnado
en los grupos paramilitares que sus ‘tutores’ no quisieron desmovilizar, porque
en cualquier momento podían requerir nuevamente de sus servicios. Ellos son el
tercer actor del conflicto, pero no los que cargan las armas, sino los que mueven
sus hilos desde la penumbra: la mano negra.
En este contexto es más que llamativo el paro armado que a finales de
marzo de este año inmovilizó a 36 municipios de cinco departamentos (Córdoba,
Sucre, Bolívar, Antioquia y Chocó), el cual se suspendió el día anterior a la
celebración de la marcha uribista nacional del 2 de abril para que la gente
pudiera asistir, y a la que invitaron con panfletos intimidatorios tanto las
Águilas Negras como el clan Úsuga, conocido como Los Urabeños. Fue durante esa
marcha que Uribe dijo, repitió y enfatizó que “Colombia no saldrá de la
violencia”, y es ahí cuando uno acaba de entender por qué A+B=C.
También dije en columna anterior que el enemigo ya no son las FARC. Hoy
la escena política muestra a dos fuerzas en conflicto: una de pensamiento
liberal que sentó a la guerrilla a negociar la paz luego de las derrotas
militares que le infligieron Uribe y Santos; y otra opuesta con todos los
fierros de manera impúdica a la reconciliación nacional, dirigida por el
susodicho expresidente y secundada por el procurador Ordóñez, quienes se niegan
a ver a las FARC participando en política y para regresarlas al monte están
dispuestos a todo, incluso a llevarse por delante al país y sus instituciones en
su ceguera guerrerista.
Hoy, digámoslo sin ambages, la subversión es de extrema derecha. Y como
tal, deberían tener un nombre que los identifique en su accionar. Por ejemplo, en
lugar del muy franquista Movimiento
de Unidad Republicana que acaba de nacer y ya huele a naftalina, podrían
llamarse Fuerzas Uribistas Reaccionarias de Colombia (FURC).
O algo parecido, más cercano a lo que hacen.
DE REMATE: Iba a decir también que a lo que en realidad le temen esas
fuerzas oscuras es al esclarecimiento de la verdad, pero se me adelantó Héctor
Abad Faciolince con su última columna, Los motivos del NO (ver aquí). Los
mismos que claman paz sin impunidad, necesitan imponer la guerra para embolatar
sus culpas y pasar impunes ante la historia.
2 comentarios:
Con todo respeto al columnista y estoy segura que fue un error involuntario, el cadáver del Duce Benito Mussolini fue expuesto en Milán y no en Roma
Con todo respeto al columnista y estoy segura que fue un error involuntario, el cadáver del Duce Benito Mussolini fue expuesto en Milán y no en Roma
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