La historia de Barrancabermeja en los últimos años se parece al dicho
popular que habla del que hicieron subir como palmera y bajaron como coco. El
asunto comenzó cuando el gobierno anunció el Proyecto de Modernización de la
Refinería de Barrancabermeja (PMRB), y en tal dirección el Ministerio de Minas
y Energía expidió el decreto
2133 que definía el proyecto como de interés nacional, con un avalúo
inicial de 3.800 millones de dólares.
Por allá en 2008 (el año parece ya lejano) el entonces presidente de
Ecopetrol, Javier Genaro Gutiérrez, comenzó a pintarle pajaritos de oro a la ‘capital
del petróleo’ cuando dijo que la ciudad debía prepararse porque la ampliación
de la refinería iba a requerir de por lo menos 3.000 camas para los nuevos
trabajadores, y fue así como de los 25 hoteles que había la cifra se quintuplicó
a 125, y en consonancia con lo proyectado comenzaron a aparecer nuevos
restaurantes, centros comerciales, tiendas de ropa y lugares de entretenimiento.
Según Henry Zapata Páez, miembro de la junta directiva de la Cámara de
Comercio, la inversión empresarial fue cercana a los 100.000 millones de pesos,
para estrellarse de bruces con que en menos de tres años el índice de desempleo
pasó del promedio nacional del 10 a un preocupante 23 por ciento, con tendencia
al alza y con las consecuencias de tensión social que esto puede generar en una
región tan ‘caliente’, justo a las puertas del posconflicto…
El PMRB se definió como de “interés nacional” porque con la
modernización de la planta se iban a generar 4,7 billones de pesos en consumo
intermedio, 2,8 billones de pesos en valor agregado, 60 mil millones de pesos en
el pago de impuestos y cerca de 40 mil nuevos empleos en sectores diferentes al
petróleo. La idea era que empezarían a procesar crudos pesados y se podría
convertir el 96 por ciento de cada barril en productos aprovechables, a
diferencia de las condiciones que brinda la refinería actual, montada para
crudos livianos y cuyo máximo de aprovechamiento de cada barril está en el 75
por ciento. Se preveía además que con su renovación la refinería de Barranca
abastecería la totalidad del mercado nacional, eliminando así las importaciones
de diesel.
Esto en principio no reñía con la Refinería de Cartagena (Reficar),
pero en los cinco años que duró su construcción los costos fueron inflados en 4.023
millones de dólares por encima de lo previsto, hasta llegar a la espeluznante
cifra de US$8.016 millones, en lo que constituye el más grande latrocinio o
saqueo en la historia de Colombia, del que Ecopetrol en su condición de dueño y
ejecutor del proyecto vendría a ser el principal responsable.
Fue el actual presidente de Ecopetrol, Juan Carlos Echeverry, quien se
amparó en la caída de los precios del petróleo para anunciar en octubre de 2015
que el PMRB quedaba aplazado; y luego, a raíz del escándalo por los sobrecostos
de Reficar, para informar el pasado 3 de febrero que el proyecto ya no iba, con
lo cual dejó a la ciudad literalmente colgada de la brocha.
En este contexto no se puede olvidar que hace algo más de cuatro años el
candidato Elkin Bueno Altahona se colinchó de esa avalancha de optimismo que
contagiaba a la ciudad y adoptó como lema de campaña ‘Barrancabermeja Ciudad
Futuro’, y esto contribuyó a su triunfo electoral, pues se montó en el
imaginario colectivo de esperanza que nos habían pintado Ecopetrol y el
gobierno nacional. Y digo “nos” porque yo nací en Barrancabermeja, aunque ya no
vivo allá, y porque como dije atrás, el PMRB era –y sigue siendo- un proyecto
de interés nacional.
Elkin Bueno armó coalición con los partidos AICO, Polo Democrático, Alianza
Verde, CCI, MIO, Cambio Radical y La U (casi el único que no entró fue el
Partido Liberal), y en sus cuatro años de gloria disoluta se dedicó a pagar los
apoyos políticos que lo llevaron a la alcaldía, a gastar a manos llenas en dudosos
contratos y a endeudar a la ciudad con tal desenfreno que al final de su
administración sacó adelante en contubernio con el concejo un empréstito por
170.000 millones de pesos para la ejecución de obras suntuarias o macondianas.
Entre esas la contratación de grama sintética para ocho canchas de fútbol (¡por
8.800 millones de pesos!), que debió ser reversada porque la reverberación del
sol sobre el material producía un calor que hacía imposible aguantar un partido
de 90 minutos. (Ver
informe de Noticias Uno). O la remodelación del parque Infantil, al que le
arrancaron 40 árboles y cuyas obras presentan un pronunciado retraso, mientras se
descuidaron temas claves como educación o infraestructura vial.
En sesión solidaria de la Asamblea Departamental realizada este 17 de
febrero en el Club Infantas, a la que asistieron desde el gobernador Didier
Tavera hasta los gremios, entidades, organizaciones sindicales y líderes
vinculados al puerto petrolero, su actual alcalde Darío Echeverry Serrano
recordó cómo durante la campaña para su reelección el presidente Santos les
dijo a esos mismos líderes en el icónico Hotel Pipatón que tenía más reversa el
río Magdalena que la modernización de la refinería, y por eso el alcalde Echeverry
cuenta –con una buena dosis de humor negro- que se asoma todas las mañanas al
muelle a ver si un día de estos a Barranca se le hace el milagrito y el escaso
caudal empieza a tirar río arriba.
El tramacazo que hoy sufre la ciudad entera es comparable al que viviría
una madre gestante que en el octavo mes pierde su criatura, y lo digo con tal
crudeza porque el proyecto abortó justo cuando el puerto petrolero se había
preparado para recibirlo. Es por eso que el gobierno nacional no puede cruzarse
de brazos y entender que toda crisis es temporal, y que esta se debe traducir
en oportunidad (los precios del petróleo volverán a subir), y ello implica
meterse la mano al dril o a donde sea para sacar adelante el prometido Proyecto
de Modernización de la Refinería de Barrancabermeja (PMRB), si no quiere que la
ciudad y la región del Magdalena Medio que la circunda terminen convertidas de
nuevo en una verdadera Caldera del Diablo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario