Había prometido en columna anterior darle un compás de espera a Enrique
Peñalosa antes de analizar su naciente gestión, pero lo ocurrido el Día sin
carro encendió todas las alarmas.
Es de suponer que en la mañana del jueves 4 de febrero el alcalde salió
a las calles con paso firme y se subió al transporte articulado para transmitir
don de mando, pero como dicen las señoras, “mejor se hubiera quedado en su
casita”. No acertó ni una, a tal punto que los medios tuvieron suficiente material
para especializarse en alguna parte de su azarosa jornada.
RCN
Noticias se centró en el recorrido que hizo a pie, donde entre varios
reclamos ciudadanos brilló con voz propia la señora Ana Isabel Hernández, oriunda
de Sogamoso (Boyacá), quien le increpaba “por qué manda atropellar a los
vendedores de tinto” del parque Santander, y Peñalosa le respondió impertérrito
con que “hay que respetar el espacio público”.
Semana.com fue especialmente ‘considerada’ en el cubrimiento, mediante
un video
de título neutro que promovió el uso de la bici y parecía más un
publirreportaje de la alcaldía. Como no podían eludir los tropiezos del alcalde,
sacaron casi escondido un Confidencial titulado “Peñalosa y la silla azul de
Transmilenio” (Ver
Confidencial), donde contaron que el alcalde “no se percató” de haberse
sentado en un asiento de uso preferencial. Pero en Semana tuvieron cuidado de
no ‘percatarse’ de la foto completa, con una señora que viajaba de pie a su
lado. (Ver foto
completa).
El cubrimiento más llamativo lo puso Noticias Caracol, cuando en su
emisión del mediodía la periodista Juanita Gómez confundió el nombre de
Peñalosa con el de Gustavo Petro, aunque se reivindicó al ser testigo del
momento en que el bus de Transmilenio con Peñalosa a bordo se vara, y a este le
pareció “mucha casualidad”, por lo que se dirige al conductor con estas
palabras: “¿Cómo es que es el nombre suyo? Bueno, ahorita apuntamos”. (Ver
noticia de Juanita). Ya en horas de la noche Juanita fue remplazada (¿castigada?)
por Andrea Restrepo, quien hizo un balance de lo ocurrido con un tratamiento
mucho más benévolo hacia el alcalde. (Ver
noticia de Andrea).
No se trata aquí de cuestionar la diferencia que hubo entre la dureza
que mostraron Caracol y RCN durante el cubrimiento en vivo (porque era así, en
vivo), con la benevolencia que le aplicaron ya en horas la noche, mediante la
magia de la edición. No se trata de eso, decía, sino de llamar la atención
sobre la actitud de Peñalosa frente al conductor del bus varado: amenazante,
rebajándose al plan de ‘usted no sabe quién soy yo’.
Lo peor que le podría pasar a Bogotá sería que se mantuviera la
polarización vivida durante los cuatro años de la administración Petro, y lo
increíble es que sea el propio alcalde entrante quien la está propiciando con
la arrogancia del que solo ve “potreros” donde hay una reserva ecológica; del
que arremete contra los vendedores informales y contra cualquier forma de
protesta callejera; del que desconoce olímpicamente los rigurosos diseños del
metro porque quiere algo para mostrar al final de su gestión, en aplicación del
mismo criterio por el cual en su alcaldía anterior prefirió el Transmilenio en
lugar del metro: para alcanzar a mostrarlo. Y Transmilenio terminó por
colapsar, y lo acaban de premiar por eso.
En 1998 Enrique Peñalosa sacrificó la movilidad de la ciudad en aras
de su aspiración presidencial, y ahora quiere recuperar esa movilidad a la
brava, con el mismo propósito electoral. Él mintió cuando en la tarde de su segunda
posesión dijo que no le interesaba la Presidencia de la República, porque la única
verdad verdadera es que desde ese día viene trabajando en función de acometer
una gran transformación física de Bogotá (que sin duda hará, como en su momento
hizo con Transmilenio), para que quede en el imaginario nacional y en tal
medida lo ubique –de nuevo- en el ranking de los presidenciables para el 2022. (¿Después
de Vargas Lleras? Averígüelo ídem…).
En cumplimiento de ese objetivo, la otrora icónica avenida Caracas a
la que piensa meterle el tren elevado, será una de las bajas colaterales de su
aspiración. Es de esperar que tan estrecha avenida no se convierta en meadero
público, pero en todo caso no será el sitio más recomendable para pasear con la
novia a la luz de la luna. Ya en el trayecto del norte el metro irá bajo
tierra, porque el intríngulis de todo esto es que Peñalosa sabe para quién
trabaja. Él –a diferencia de lo que dice
el presidente Santos de sí mismo- no es un traidor a su clase.
Al cierre de esta columna se ha sabido por Semana.com que el alcalde hizo
buscar a la vendedora de tintos para disculparse, pero ella se le adelantó y le
pidió perdón, en confirmación del dicho según el cual “el que no ha visto a
Dios (en su despacho), cuando lo ve se asusta”. (Ver
video) Él, como caballero que es –no se le niega- le dijo: “usted perdóneme
a mi más bien”. Y en esto tiene razón Peñalosa: el arrepentimiento debió haber
nacido de él.
DE REMATE: La Ley de Alternatividad Penal que en 2003 le propuso al
Congreso el entonces comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, trataba de colar
impunidad total para los cabecillas del paramilitarismo prometiéndole lo mismo
a la guerrilla, mientras trataban de aplastarla. (Ver prueba reina). Ahora
piden cárcel para las FARC, después de que les ofrecían el oro y el moro.
2 comentarios:
Cómo te parece que la seño de los tintos fue engañada, no le cumplieron, pero la foto cumplió su cometido, no para ella que ha sido amenazada. Lo de la reserva Van Der Hamman me temo que va a generar un fuerte movimiento de resistencia civil que se irá a enlazar con el problema del metro...
Cómo te parece que la seño de los tintos fue engañada, no le cumplieron, pero la foto cumplió su cometido, no para ella que ha sido amenazada. Lo de la reserva Van Der Hamman me temo que va a generar un fuerte movimiento de resistencia civil que se irá a enlazar con el problema del metro...
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