Una vez le preguntaron a uno de los mejores periodistas del mundo, el
catalán Enric González, qué era lo peor del periodismo. Él dijo que los
lectores, pensando no en el lector individual sino en esa gran masa amorfa que
prefiere lo fácil, que los hagan reír y cosas de esas. Enric estuvo en Medellín
en octubre pasado para la entrega de los Premios Gabriel García Márquez; ahí un
periodista de Semana.com le preguntó si aún creía en el periodismo
independiente, y respondió con una pregunta: “Sí. ¿Cree usted en el periodismo
dependiente?” (Ver
entrevista).
Es una distinción necesaria y clarificadora, porque esas son las dos
clases de periodistas que hoy existen: los independientes y los dependientes.
Se podría pensar que estos últimos no clasifican como periodistas, en
consideración a que la norma básica del periodismo es la independencia, pero
concedamos que no estamos en un planeta de ángeles y serafines.
Concedamos a su vez que los periodistas independientes son la inmensa
minoría, mientras que a los periodistas dependientes se les puede dividir en
dos clases: los que dependen de otros periodistas –por ejemplo los redactores
que trabajan para los editores-, y los que dependen del medio donde trabajan
pero gozan del privilegio de ser las estrellas del medio respectivo, y por eso
a menudo se les confunde con personajes de farándula a la altura –si es que es
altura- de los cantantes, los actores o las presentadoras ‘buenonas’ de los
noticieros.
A los periodistas que trabajan para los editores se les conoce como
‘cargaladrillos’, y es por donde se comienza, del mismo modo que para llegar a
Papa se empieza por sacristán. Lo triste en el caso que nos ocupa es que son
legiones de reporteros que más parecen desempeñando el papel de mensajeros,
pues van a donde el personaje que les entrega una declaración en forma de noticia,
la cual llevan, redactan y entregan al medio que la publica, sin que en ese
trayecto la información sea sometida a comprobación o haya recibido un
tratamiento creativo que la destaque del montón. El ‘mensajero’ fue a la
fuente, recibió y entregó. Para eso lo contrataron, y su duración en ese empleo
dependerá de que no se salga de la norma ni le dé por cuestionar el esquema. Y
aquí podría contar mi experiencia como reportero de El Tiempo, pero la reservo
para otro día.
La tristeza es mayor cuando se descubre que hay periodistas que
gracias a sus esfuerzos y a su talento lograron un merecido prestigio, pero una
vez llegados al curubito olvidaron que una de las funciones del periodismo es
la vigilancia de toda forma de poder (por eso lo llaman el cuarto poder), y
prefirieron armar roscas de vacas sagradas desde las que sirven a los intereses
políticos o económicos de los dueños de los medios que los llevaron al
estrellato, mientras procuran silenciar o invisibilizar a los colegas que se
atreven a disentir de sus artimañas en el manejo de la información.
En lo político se dan situaciones llamativas como las de Claudia
Gurisatti y María Isabel Rueda, quienes pusieron sendos noticiero y columna de
opinión a favor de una causa política de derecha, en el primer caso de la mano
del uribismo y en el segundo como pregonera de una ideología identificada con
el Partido Conservador que la hizo elegir representante a la Cámara en 1998. Está
además el caso ya aberrante de Ernesto
Yamhure, quien le reportaba sus columnas de El Espectador al máximo jefe de
las AUC, Carlos Castaño, y este le ordenaba agregar o suprimir determinados
apartes: “Le pido un favor, inserte un párrafo donde alerte a las AUC sobre la
importancia del cumplimiento de su palabra ante la opinión pública…”
En lo económico abunda el número de periodistas cuya pluma tiene un
precio, y es Daniel
Coronell quien se encarga de recordarnos tres casos: uno –y dos- el de
William Calderón (La Barca), quien le cobraba a la Registraduría Nacional por
contenidos que aparecían en su columna de El Nuevo Siglo y en la de ‘Juan Paz’,
nombre este de la columna de Jairo León García hasta que la editora general de El
Mundo de Medellín, Irene Gaviria, decidió suprimirla al constatar que “daba
cabida a rumores sin confirmar y servía a agendas distintas a las periodísticas”.
El tercer caso es el de Gustavo Álvarez Gardeazábal, amigo de los dos
anteriores, sacado de La Luciérnaga de Caracol según él por presiones del alto
gobierno pero según su director, Gustavo
Gómez, porque “uno puede trabajar con gente que no lo quiera a uno… siempre
y cuando sean honestos y no se lucren con lo que dicen al aire”.
Es esta clase de supuestos periodistas (en realidad activistas
políticos camuflados o mercachifles de la información) la que representa una
vergüenza pública para una profesión que con el paso de los días se desdibuja
más, a tal punto que hoy el primer diario del país es una de las tantísimas
propiedades de un banquero, y el dueño del primer canal de televisión es un industrial
de las gaseosas y el azúcar.
Esto no significa que debamos decir ‘apague y vámonos’, porque
paralela a la mercantilización de los medios avanza la lucha de los periodistas
que aún creen en la rectitud profesional y en la búsqueda implacable de la
verdad, y solo en esta columna ya he mencionado tres, incluyendo a un catalán. Pero
conviene desconfiar de los que le ponen precio a su conciencia, y también de
quienes un día deciden lanzarse a la política y luego regresan al periodismo,
como si existiera una puerta giratoria que les permite estar saliendo y
entrando a su amaño.
DE REMATE: A pesar de las diferencias con la ex uribista Vicky Dávila,
aprecio y admiro el trabajo que realizó en torno a la corrupción
generalizada que se vive en la Policía Nacional y me solidarizo con la
colega ante los intentos que se hicieron desde esa institución para espiar,
intimidar y tratar de torpedear la publicación de la explosiva información que
publicó La FM de RCN.
5 comentarios:
Aplaudo este artículo donde Jorge Gómez pone el dedo en la llaga respecto de cómo el periodismo no se ha salvado de contagiarse del corrupto mercantilismo con la extrema derecha que existe en Colombia, en todos los segmentos, oficinas, rincones, grupos políticos, sociales, militares, religiosos...Por cierto que releyendo por enésima vez el libro El Señor de las Sombras, me acordé que mencionaba que Maria I. Rueda tenía una relación estrechísima con Álvaro Uribe, desde que éste fue Director de la podrida Aeronáutica Civil...Pero Uribe decía entonces que era Liberal....Vueltas que dá la vida....
Desde el año 2010 se activó en Colombia el portal PlagioSOS, un portal dedicado a la defensa del derecho de autor y denuncia pública de plagios en publicaciones literarias, académicas y científicas de Hispanoamérica. En habla hispana es el único portal web dedicado de manera exclusiva a este tema. PlagioSOS realiza una modalidad de periodismo: la investigación y denuncia pública de plagios, además de brindar elementos de información en derechos de autor. Es un portal independiente, autofinanciado por un grupo de profesionales, interesados en brindar elementos de discusión y formación en relación con la defensa del derecho de autor y denuncia de publicaciones fraudulentas. El portal PlagioSOS ha presentado 14 Estudios de caso, perfectamente documentados, con evidencias y pruebas irrefutables, en trabajos de grado, artículos y libros publicados en universidades de Colombia e Hispanoamérica. En ninguno de los Estudios de caso, los autores ni editores institucionales han desvirtuado ni negado las evidencias y pruebas de plagio expuestos en PlagioSOS, debido a la contundencia de las pruebas presentadas. A pesar de las evidencias y pruebas, en la mayoría de los casos, los plagarios gozan de impunidad, debido a la laxitud legal y complicidad institucional con el delito editorial. Por supuesto que a lo largo de estos años se han presentado intentos de intimidación para silenciar esta iniciativa ciudadana, pero han sido y serán superados, pues la formación en derechos de autor y la defensa de la calidad de la educación, las ciencias y el conocimiento, permiten denunciar a los plagiarios y repudiar sus "obras" fraudulentas. Visite el portal www.plagiosos.org, escriba al correo plagiosos@gmail.com y visite Grupo plagiosos: https://www.facebook.com/plagiosos/ y Plagiosos: https://www.facebook.com/plagiososfan/
A él Sr. Jorge Gómez se le olvidó citar que existe otra clase de periodistas : los que solo dicen la verdad, son impolutos, prístinos,cristalinos, no están contaminados, parece que no fueran de este planeta , carecen de las falencias que tipifican la naturaleza humana , no tienen pensamientos negativos , no le desean el mal a nadie, no rencorosos , solo quieren el bien de todos y y dar amor a manos llenas. Al frente de este pequeñísimo y exclusivo grupo , que es patrimonio de la humanidad , se encuentra el autor de esta columna , el inmaculado periodista Jorge Gómez .¡Cordiales felicitaciones !
Héctor
Solo veo dos ejemplos de periodistas en el articulo, el último es realmente un desastre.
Y dónde quedan Félix, Julito y Daniel (por citar a algunos de la nómina presidencial), qué coincidencia que solo destaque "amigos" de Uribe, pero no de casos claramente mercantiles?
Mi conclusión: usted también tiene un dólar enmarcado, en lugar de un diploma.
Muy flojo, y muy parcial el artículo.
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