La expresión “se le fueron las luces” alude a cuando alguien pierde el
sentido de la sindéresis y dice o hace algo que no corresponde al sentido común
o a las buenas maneras. Para el caso que hoy nos ocupa he confeccionado un
rosario de ‘perlas’ ocurridas en días recientes. En unos casos una sobrecarga
de energía provocó un simple chispoteo, y en otros un verdadero corto circuito:
Se le fueron las luces al presidente Juan Manuel Santos en entrevista
con el agudo periodista Stephen Sackur, del programa Hard Talk de la BBC.
Cuando este le preguntó en inglés que si de no aprobarse el plebiscito “would
you just walk away?”, Santos contestó: “Sí, ese es el compromiso que adquirí
desde el principio”. Como la expresión “walk away” significa por igual ‘pararse
de la mesa’ y ‘renunciar’, el periodista insistió: “Perdón, señor presidente,
pero en ese caso a usted le tocaría renunciar”. Y Santos respondió: “Bueno,
pues me vería en serias dificultades políticas”. Como quien dice, dejó abierta
la puerta a una eventual renuncia a la Presidencia…
Se le fueron las luces al timonel de la Selección Colombia, James Rodríguez,
cuando empujó
de mala manera al mediocampista Daniel Torres en el partido Colombia
Argentina. Donde manda capitán no se empuja al compañero.
Se le fueron las luces a Rafa Benítez cuando en el partido Real Madrid
- Barcelona sacó a James Rodríguez en el minuto 55, pese a ser el único que
luchaba para cambiar un marcador que al final redondeó la debacle: 4-0, en su
propia casa. Apague y vámonos.
Se le fueron las luces al fiscal Eduardo Montealegre cuando presa de
una debilidad humana (demasiado humana), en el curso de tres años contrató
a Natalia Lizarazo por un total de 4.276 millones de pesos. Subyugante
favoritismo, con exiguos resultados.
Se le volvieron a ir las luces al fiscal Montealegre con la cortina de
humo que fabricó a las volandas para tapar lo de su amiga Natalia. En rueda de
prensa anunció imputación de cargos contra la actriz Carolina Sabino por el
delito de aborto, basado en una conversación privada que se le incautó al hacker
Andrés Sepúlveda. Luego, hizo como los gatos: para tapar la embarrada anunció
en otra rueda de prensa (pues es adicto a ellas) la presentación de un proyecto
para la aprobación del aborto sin discriminaciones hasta el tercer mes del
embarazo. Él sabe que su atropellada idea no tiene ninguna posibilidad de pasar,
pero no le importa. Se trata es de poner a la gente a mirar para otro lado.
En dos descargas consecutivas se le fueron las luces a la senadora
Nidia Marcela Osorio: primero cuando confundió a Einstein con Maquiavelo, y en días recientes cuando
confundió al congresista Germán Barón con Jorge Barón…
Se le fueron las luces al defensor del pueblo, Jorge Armando Otálora,
con las múltiples expresiones de maltrato y acoso laboral denunciadas por sus
subalternos, entre ellos su secretaria privada, quien le renunció. Como dijo el
periodista Daniel Coronell en columna
reciente, “Otálora es un gran abogado, un hombre de ejemplar superación, muy
poderoso y bien conectado (pero) los hechos denunciados acaban con su autoridad
moral para ser defensor del pueblo”.
Se les fueron las luces al secretario permanente del episcopado
colombiano, obispo Daniel Falla, y a monseñor Juan Vicente Córdoba al obligar a
la Universidad Javeriana a clausurar
el foro sobre aborto legal que se iba a realizar con el auspicio de la
Fundación Buen Gobierno, Profamilia y Women’s Link. Baculazo de intolerancia,
desde la óptica del dogma religioso.
Se le fueron las luces –de nuevo- al precandidato republicano Donald
Trump al declararse a favor de restablecer la tortura conocida como simulación
de ahogo (waterboarding), practicada por la CIA en Irak y Guantánamo. Ojo
por ojo, hasta que todos quedemos ciegos.
Se le fueron las luces a Nicolás Maduro –de nuevo- cuando le
agradeció al ‘halcón’ Vladimir Putin sus esfuerzos por la paz mundial.
Se le fueron las luces a la indolente, insultante y desalmada señora María
Fernanda Cabal, representante (¿de qué, ah?) a la Cámara por el Centro
Democrático, al pintar en varios trinos a Juan Manuel Santos y a sus
negociadores en La Habana como auxiliadores –también- del terrorismo islámico. Histeria
fríamente calculada, para no entrar en interpretaciones sicoanalíticas.
Se le fueron las luces al procurador Alejandro Ordóñez en su descalificación
del Acto legislativo para la paz: “No hay mucha diferencia –dijo- con la Ley
Habilitante de 1933 que le dio poderes dictatoriales a Hitler y a su
gabinete". Y agregó: “las leyes para la paz se van a hacer a dos manos,
Santos y Timochenko”. Cualquier parecido con la histeria de la señora Cabal no
es simple coincidencia.
DE REMATE: El narcoparamilitar Diego Murillo Bejarano, alias ‘don
Berna’, involucró
directamente al entonces coronel Mauricio Santoyo en la desviación de la
investigación por el asesinato del periodista y humorista Jaime Garzón, siendo
director del Gaula Antioquia. Santoyo ascendió luego a general de tres soles
hasta convertirse en el jefe de Seguridad del presidente Álvaro Uribe. Hoy está
preso en Estados Unidos por “otorgar apoyo material a grupos terroristas” (o
sea paramilitares) y es cuando uno se pregunta: ¿será posible que Uribe no
conociera las andanzas del hombre en quien más debía confiar?
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