martes, 3 de noviembre de 2015

A Álvaro Gómez lo mataron los suyos




Este lunes 2 de noviembre se cumplieron 20 años del asesinato del dirigente conservador Álvaro Gómez Hurtado, el cual fue planeado y ejecutado por un ‘aparato organizado de poder’, mediante el cual los autores intelectuales tuvieron el dominio del operativo pero los autores materiales, o sea los gatilleros, no supieron quiénes los contrataban.

A ese aparato de poder se refirió el entonces embajador de Estados Unidos en Colombia, Myles Frechette, cuando el 22 de enero del año en curso le dijo al canal NTN24 quiénes creía que habían sido los asesinos: “Creo que fueron algunos derechistas y militares los que pensaron en eso, quienes habían hablado con Álvaro Gómez de un posible golpe que se venía discutiendo mucho en Bogotá, y (…) cuando les dijo que no, ahí sin él hubiera sido visto como una burda intervención de los derechistas. Yo creo que por esa razón uno de ellos mató a Álvaro Gómez”. (Ver entrevista).

Frechette era sin duda el hombre mejor informado durante el gobierno de Ernesto Samper, más que el mismo presidente. Y a pesar de que su declaración sugiere –o se convierte en obligante- orientar las investigaciones en esa dirección, hay precisamente un grupo de “derechistas” empecinados en culpar a Samper de haber instigado a unos mafiosos para que se encargaran del crimen, basados en una declaración de Hernando Gómez Bustamante, alias ‘Rasguño’, un sujeto a quien una Corte de Nueva York condenó a 30 años de cárcel luego de sentenciar que “todas las declaraciones que había entregado el narcotraficante en procesos como el del magnicidio de Álvaro Gómez (…) carecían de veracidad y hacían parte de una estrategia para tratar de buscar beneficios jurídicos que le ayudaran a rebajar su condena”. (Ver sentencia).

Y si mayor precisión se requiere, la revista Semana examinó con lupa esa declaración de ‘Rasguño’ en la que pretendió incriminar tanto a Samper como a su entonces ministro del Interior, Horacio Serpa, y concluyó que el hombre “¡Está loco!”. (Ver artículo).

Pese a tan contundentes pruebas de la falsedad de ese testimonio, personas como las periodistas María Isabel Rueda y María Elvira Arango (ex empleadas de Álvaro Gómez), y dos miembros de la familia del inmolado –Enrique Gómez Hurtado y su homónimo hijo- persisten en darle credibilidad a ese sujeto, mediante una campaña de propaganda negra orientada más a desviar la atención que a la búsqueda imparcial de la verdad.

Ahora bien, cualquiera podría pensar: ¿qué interés tendría la familia del inmolado en ocultar a los verdaderos asesinos? Pertinente la inquietud, si no fuera porque diversos interrogantes que incluso moverían al escándalo, no han obtenido la debida respuesta. Para la muestra estos botones:

¿Cómo explica Enrique Gómez Hurtado la reunión clandestina que sostuvo en su propia casa con el coronel Bernardo Ruiz Silva por los días en que este huía de la justicia tras ser cobijado con orden de detención, acusado de haber dirigido el complot para asesinar a su propio hermano? Su deber era ponerlo en conocimiento de la autoridad, y al omitirlo habría incurrido en el delito de encubrimiento. En entrevista con el periodista Herbin Hoyos a raíz del lanzamiento del libro ‘¿Por qué lo mataron?’, cuando este le preguntó por esa cita furtiva, así respondió: “Sí, lo vi. Me visitó clandestinamente cuando estaba perseguido. Me fue a ver a mi casa y estuvimos hablando un  par de horas”. No se trata de acusar al anfitrión, pero mientras no haya explicación a tan extraño suceso, queda la impresión de un Caín en turbio lance.

¿Cómo hace además el abogado Enrique Gómez Martínez para no entrar en conflicto de intereses con su propia familia al defender al único condenado que hubo por el asesinato de su tío, en el trámite de un recurso de revisión que busca anular la sentencia, siendo que se trata de un proceso en el que la familia intervino con su entonces apoderado Hugo Escobar Sierra, participó como parte civil y estuvo de acuerdo con la condena? En el programa Los Informantes del 12 de octubre de 2014 Gómez Martínez contó que hoy es el apoderado de Héctor Paul Flórez, a quien la justicia condenó a 40 años de cárcel porque se le probó que había sido el que disparó sobre la humanidad de Álvaro Gómez, pero a quien el abogado defensor ahora considera “un chivo expiatorio”.

Enrique Gómez omite contar que Flórez fue reconocido por numerosos testigos como uno de los tres que dispararon, y que entre esos testigos estuvo José Guillermo Vélez Montenegro, quien  según reza en el expediente “apenas lo reconoció (…) el reconocedor rompió en llanto y excitación cuando observó el tatuaje con las iniciales RC que en la mano izquierda tiene Héctor Paul Flórez”.

El motivo por el cual buscan anular la sentencia es de una claridad prístina, pero con una intención que podría hacer revolcar a AGH en su tumba: mientras haya al menos un condenado, la familia no puede hacerse merecedora de una multimillonaria indemnización. Eso no lo digo yo, lo dijo la misma María Elvira Arango en el programa aludido: “El caso está a un año de prescribir y, con Héctor Paul condenado, el crimen no puede ser declarado de lesa humanidad”.

Sumémosle a lo anterior la versión que tenía el jefe paramilitar Carlos Castaño sobre ese crimen, del que en su libro ‘Mi confesión’ (página 234) cuenta que lo visitó el narcotraficante Orlando Henao Montoya y esto le dijo: “Vengo en representación de un importante grupo de personajes colombianos y queremos ofrecerle un millón de dólares por asesinar a Álvaro Gómez o al ex fiscal Alfonso Valdivieso”. Y a renglón seguido agrega: “Ellos podían hacerlo solos, pero querían involucrarme en el magnicidio”. ¿Pudieron haber sido representantes del gobierno de Ernesto Samper los “personajes” que lo visitaron? Por supuesto que no.

Y en esa misma página dice, sobre su autoría: “primero no tuve nada que ver, y segundo, la verdad ya la conocen los afectados (la familia Gómez Hurtado). Entre ellos y los victimarios parece que se hubiese pactado un armisticio sordo y rencoroso”. No significa esto que algún miembro de esa familia haya formado parte del complot para asesinar al político conservador,  sino que parecieran saber quiénes fueron los verdaderos culpables, pero la verdad podría ser tan demoledora que asumen como patriótica misión la tarea de contribuir a que la opinión pública mire hacia otro lado. ¿Hacia dónde? Pues hacia lo que tienen más a la mano y les puede representar mayor rédito político, los ex gobernantes liberales Ernesto Samper y Horacio Serpa.

Es por eso que cuando desde el título de esta columna digo que a Álvaro Gómez lo mataron los suyos, en realidad no lo estoy diciendo yo sino (revelando) Carlos Castaño, quien siempre se definió a sí mismo como “un conservador de raca mandaca”.

Ah, por cierto: a Castaño también lo mataron los suyos, y el motivo en parte fue el mismo por el que según Frechette inmolaron a Gómez Hurtado: porque ‘sabía demasiado’. ¿Quién entiende a estos “derechistas”, ah?

DE REMATE: El conocimiento que tengo del tema tras varios años de investigación, me llevó a plantear en columna anterior la hipótesis según la cual habría coincidencias entre los asesinatos de Álvaro Gómez y el humorista Jaime Garzón, tanto en posibles autores como en el ‘modus operandi’. Y para despejar dudas no sobra invitarlos a leer el libro Objetivo: hundir a Serpa, donde le pregunto al dirigente liberal sobre el asesinato de AGH hasta agotar el tema, en un trabajo que mi editor llamó “una entrevista sin contemplaciones”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los derechistas son expertos en desviar la atención de la opinión publica hacia donde ellos quieren. Eso ha pasado siempre. Paso con Gaitan, paso con Galan, paso con el Palacio de Justicia y seguirá pasando ya que siempre habrá sociopatas y mentirosos alimentando los procesos judiciales a cambio de beneficios, pero lo que es peor; habrá familiares ingenuos de victimas, buscando culpables reales o ficticios.