Este lunes 2 de noviembre se cumplieron 20 años del
asesinato del dirigente conservador Álvaro Gómez Hurtado, el cual fue planeado
y ejecutado por un ‘aparato organizado de poder’, mediante el cual los autores
intelectuales tuvieron el dominio del operativo pero los autores materiales, o
sea los gatilleros, no supieron quiénes los contrataban.
A ese aparato de poder se refirió el entonces
embajador de Estados Unidos en Colombia, Myles Frechette, cuando el 22 de enero
del año en curso le dijo al canal NTN24 quiénes creía que habían sido los
asesinos: “Creo que fueron algunos derechistas y militares los que pensaron en
eso, quienes habían hablado con Álvaro Gómez de un posible golpe que se venía
discutiendo mucho en Bogotá, y (…) cuando les dijo que no, ahí sin él hubiera
sido visto como una burda intervención de los derechistas. Yo creo que por esa
razón uno de ellos mató a Álvaro Gómez”. (Ver entrevista).
Frechette era sin duda el hombre mejor informado
durante el gobierno de Ernesto Samper, más que el mismo presidente. Y a pesar
de que su declaración sugiere –o se convierte en obligante- orientar las
investigaciones en esa dirección, hay precisamente un grupo de “derechistas”
empecinados en culpar a Samper de haber instigado a unos mafiosos para que se
encargaran del crimen, basados en una declaración de Hernando Gómez Bustamante,
alias ‘Rasguño’, un sujeto a quien una Corte de Nueva York condenó a 30 años de
cárcel luego de sentenciar que “todas las declaraciones que había entregado el
narcotraficante en procesos como el del magnicidio de Álvaro Gómez (…) carecían
de veracidad y hacían parte de una estrategia para tratar de buscar beneficios
jurídicos que le ayudaran a rebajar su condena”. (Ver sentencia).
Y si mayor precisión se requiere, la revista Semana
examinó con lupa esa declaración de ‘Rasguño’ en la que pretendió incriminar
tanto a Samper como a su entonces ministro del Interior, Horacio Serpa, y
concluyó que el hombre “¡Está loco!”. (Ver artículo).
Pese a tan contundentes pruebas de la falsedad de
ese testimonio, personas como las periodistas María Isabel Rueda y María Elvira
Arango (ex empleadas de Álvaro Gómez), y dos miembros de la familia del
inmolado –Enrique Gómez Hurtado y su homónimo hijo- persisten en darle
credibilidad a ese sujeto, mediante una campaña de propaganda negra orientada
más a desviar la atención que a la búsqueda imparcial de la verdad.
Ahora bien, cualquiera podría pensar: ¿qué interés
tendría la familia del inmolado en ocultar a los verdaderos asesinos?
Pertinente la inquietud, si no fuera porque diversos interrogantes que incluso
moverían al escándalo, no han obtenido la debida respuesta. Para la muestra
estos botones:
¿Cómo explica Enrique Gómez Hurtado la reunión
clandestina que sostuvo en su propia casa con el coronel Bernardo Ruiz Silva
por los días en que este huía de la justicia tras ser cobijado con orden de
detención, acusado de haber dirigido el complot para asesinar a su propio
hermano? Su deber era ponerlo en conocimiento de la autoridad, y al omitirlo
habría incurrido en el delito de encubrimiento. En entrevista con el periodista
Herbin Hoyos a raíz del lanzamiento del libro ‘¿Por qué lo mataron?’, cuando
este le preguntó por esa cita furtiva, así respondió: “Sí, lo vi. Me visitó
clandestinamente cuando estaba perseguido. Me fue a ver a mi casa y estuvimos
hablando un par de horas”. No se trata de acusar al anfitrión, pero
mientras no haya explicación a tan extraño suceso, queda la impresión de un
Caín en turbio lance.
¿Cómo hace además el abogado Enrique Gómez Martínez
para no entrar en conflicto de intereses con su propia familia al defender al
único condenado que hubo por el asesinato de su tío, en el trámite de un
recurso de revisión que busca anular la sentencia, siendo que se trata de un
proceso en el que la familia intervino con su entonces apoderado Hugo Escobar
Sierra, participó como parte civil y estuvo de acuerdo con la condena? En el
programa Los Informantes del
12 de octubre de 2014 Gómez Martínez contó que hoy es el apoderado de Héctor
Paul Flórez, a quien la justicia condenó a 40 años de cárcel porque se le probó
que había sido el que disparó sobre la humanidad de Álvaro Gómez, pero a quien
el abogado defensor ahora considera “un chivo expiatorio”.
Enrique Gómez omite contar que Flórez fue
reconocido por numerosos testigos como uno de los tres que dispararon, y que entre
esos testigos estuvo José Guillermo Vélez Montenegro, quien según reza en
el expediente “apenas lo reconoció (…) el reconocedor rompió en llanto y
excitación cuando observó el tatuaje con las iniciales RC que en la mano
izquierda tiene Héctor Paul Flórez”.
El motivo por el cual buscan anular la sentencia es
de una claridad prístina, pero con una intención que podría hacer revolcar a
AGH en su tumba: mientras haya al menos un condenado, la familia no puede
hacerse merecedora de una multimillonaria indemnización. Eso no lo digo yo, lo
dijo la misma María Elvira Arango en el programa aludido: “El caso está a un
año de prescribir y, con Héctor Paul condenado, el crimen no puede ser
declarado de lesa humanidad”.
Sumémosle a lo anterior la versión que tenía el
jefe paramilitar Carlos Castaño sobre ese crimen, del que en su libro ‘Mi
confesión’ (página 234) cuenta que lo visitó el narcotraficante Orlando Henao
Montoya y esto le dijo: “Vengo en representación de un importante grupo de
personajes colombianos y queremos ofrecerle un millón de dólares por asesinar a
Álvaro Gómez o al ex fiscal Alfonso Valdivieso”. Y a renglón seguido agrega:
“Ellos podían hacerlo solos, pero querían involucrarme en el magnicidio”.
¿Pudieron haber sido representantes del gobierno de Ernesto Samper los
“personajes” que lo visitaron? Por supuesto que no.
Y en esa misma página dice, sobre su autoría:
“primero no tuve nada que ver, y segundo, la verdad ya la conocen los afectados
(la familia Gómez Hurtado). Entre ellos y los victimarios parece que se hubiese
pactado un armisticio sordo y rencoroso”. No significa esto que algún miembro
de esa familia haya formado parte del complot para asesinar al político
conservador, sino que parecieran saber quiénes fueron los verdaderos culpables,
pero la verdad podría ser tan demoledora que asumen como patriótica misión la
tarea de contribuir a que la opinión pública mire hacia otro lado. ¿Hacia
dónde? Pues hacia lo que tienen más a la mano y les puede representar mayor
rédito político, los ex gobernantes liberales Ernesto Samper y Horacio Serpa.
Es por eso que cuando desde el título de esta
columna digo que a Álvaro Gómez lo mataron los suyos, en realidad no lo estoy
diciendo yo sino (revelando) Carlos Castaño, quien siempre se definió a sí mismo
como “un conservador de raca mandaca”.
Ah, por cierto: a Castaño también lo mataron los
suyos, y el motivo en parte fue el mismo por el que según Frechette inmolaron a
Gómez Hurtado: porque ‘sabía demasiado’. ¿Quién entiende a estos “derechistas”,
ah?
DE REMATE: El conocimiento que tengo del tema tras
varios años de investigación, me llevó a plantear en columna anterior la
hipótesis según la cual habría coincidencias entre los asesinatos de Álvaro
Gómez y el humorista Jaime Garzón, tanto en posibles autores como en el ‘modus
operandi’. Y para despejar dudas no sobra invitarlos a leer el libro Objetivo: hundir a Serpa,
donde le pregunto al dirigente liberal sobre el asesinato de AGH hasta agotar
el tema, en un trabajo que mi editor llamó “una entrevista sin
contemplaciones”.
1 comentario:
Los derechistas son expertos en desviar la atención de la opinión publica hacia donde ellos quieren. Eso ha pasado siempre. Paso con Gaitan, paso con Galan, paso con el Palacio de Justicia y seguirá pasando ya que siempre habrá sociopatas y mentirosos alimentando los procesos judiciales a cambio de beneficios, pero lo que es peor; habrá familiares ingenuos de victimas, buscando culpables reales o ficticios.
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