El triunfo de Didier Tavera a la gobernación de Santander y el
sorprendente segundo lugar del independiente Leonidas Gómez tienen de positivo
que mandaron al tercer y cuarto puestos a los ominosos candidatos de la familia
Aguilar, Holger Díaz y Carlos Fernando Sánchez. Si se hubieran unido habrían
derrotado al candidato liberal con una diferencia de 77.000 votos (388.786
contra 311.478), pero cometieron el fiasco de anunciar el postre cuando todavía
no había cuajado, y al permanecer divididos le abrieron las puertas a la
esperanza de un Santander mejor. Y esto último sí cuajó.
En columna anterior –pensando con el deseo- me atreví a pronosticar
que el hijo del coronel se encargaría de atajar a su propio padre, y hoy elevo
una acción de gracias a san Richard por todos los favores recibidos. (Ver
columna anterior).
Bien llamativo observar que Leonidas le ganó a Didier en los cuatro
municipios del área metropolitana de
Bucaramanga (181.946 votos contra 120.904), o sea que si hubiera dispuesto de
más tiempo y plata para hacerse conocer en pueblos y veredas, el voto de
opinión habría ganado en todo Santander de modo aleccionador, sumado al triunfo
de Rodolfo Hernández en Bucaramanga. Hoy Gómez se avizora como el próximo
gobernador de Santander, y desde ya es el jefe ‘natural’ de la oposición al
mandatario entrante. Esto es sano para la democracia, porque le corresponde a un
digno rival vigilar la buena marcha de la administración liberal.
Otro aspecto que no se puede soslayar es -duélale a quien le duela- la
forma tan hábil como Horacio Serpa logró arrebatarle el poder a la familia
Aguilar luego de la derrota sufrida hace cuatro años, mediante una jugada de
corte ajedrecístico, al mejor estilo Karpov. Esta consistió en acercarse a quien
lo derrotó y relacionarlo con Juan Manuel Santos, y luego conseguir su apoyo a
la reelección del presidente, lo cual a su vez permitió que el candidato de
Richard recibiera el aval del partido de Santos (La U), y que este a
continuación le reservara un ministerio en contraprestación al apoyo recibido… hasta
tenerlo tan comprometido que cuando le pintaron pajaritos de oro desde las
toldas de su padre, ya era más santista que amoroso hijo.
Parte de la jugada de Serpa consistió en ‘conquistar’ para su causa al
mismo candidato que había derrotado ocho años atrás. Ahí fue cuando debió
convencerse de que solo con Didier sería posible recuperar el poder perdido,
basado en la fórmula matemática infalible según la cual 1+1=2. Esto le representó
el desprecio de su amigo de infancia Alejandro Galvis, dueño y director de
Vanguardia Liberal, un medio donde a partir de tan deplorable ruptura no se
volvió a ver el nombre de Horacio Serpa, ni impreso ni pronunciado. Ahora bien,
ante el triunfo ‘liberal’ de este domingo lo recomendable sería que se den las
condiciones para sanar las heridas y renovar los lazos de una amistad que se
remonta a las aulas escolares.
En lo que a Didier respecta, es obvio que el pasado narco de su padre,
asesinado por fuerzas no del todo claras, le representó una carga negativa muy
pesada en la campaña. Pero su gran mérito fue haber superado tan difícil
escollo y demostrado (así parece) que no tiene ninguna cuenta pendiente con la
justicia. Tavera alega que a él le armaron un proceso judicial con falsos
testigos para tratar de abortar su candidatura, y habrá que creerle mientras
los tribunales no se pronuncien en sentido contrario, máxime cuando ya sobre el
terreno estratégico, logístico y ‘carismático’ era el único en condición real
de derrotar al militar de autos. De ahí precisamente se desprende el lado
pragmático de Serpa, al aliarse con la carta ganadora, que muchos se niegan a
entender pero que en últimas resultó más benéfico que dañino para el
departamento.
El ganador indiscutible de la jornada fue el voto de opinión, que al
lado de Leonidas hizo dupla con la sorpresiva alcaldía de Bucaramanga conquistada
a pulso limpio por el ‘veterano’ Rodolfo Hernández, a quien ninguna encuesta
daba como ganador, casi todas lo ponían de cuarto y solo una del Centro
Nacional de Consultoría ubicó de segundo, detrás de Carlos Ibáñez, cuya
derrota podría entenderse como el principio del fin de las hegemonías
políticas, siempre y cuando Hernández logre hacer una buena alcaldía.
Gómez y Hernández tuvieron en común un mensaje de lucha contra la
corrupción que terminó calando y reavivó ese espíritu de rebeldía impreso en
los corazones santandereanos desde la revolución de los Comuneros, punto de
partida para la Independencia del yugo español.
Ahora a Didier le corresponderá demostrar que la corrupción
administrativa era con otros y no con él, pues solo así se confirmaría que han
comenzado a soplar nuevos vientos para Santander, en cuyo caso pudiera
reeditarse dentro de cuatro años una muy atractiva contienda entre el
empresario Leonidas Gómez y el liberalismo que hoy representa el gobernador
elegido.
DE REMATE: El perdedor indiscutible de la jornada fue Álvaro Uribe
Vélez y su partido Centro Democrático, compuesto en su dirigencia por lacayos y
en su inmensa mayoría por ignorantes y equivocados
de buena fe. Como dije en columna reciente, que espero resulte también
premonitoria, “la paz los aniquila”.
1 comentario:
El artículo lo único que demuestra es que el señor Pinilla tiene una de dos (o las dos) patologías: 1 - Es un retrasado mental 2 - La envidia sistemática que le tiene a Uribe lo vuelve loco.
PD: consígase una vida
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