La más grande apuesta política hoy en Santander gira en torno a saber
si el coronel Hugo Heliodoro Aguilar y su hijo Richard unirán sus respectivos
candidatos (Carlos Fernando Sánchez y Holger Díaz) en algún momento de la
campaña a la gobernación, o si seguirá cada uno por su lado hasta el final. Si
nos atenemos a lo que ha ocurrido desde la posesión del actual gobernador, todo
indicaría que ‘la distancia entre los dos es cada día más grande’, y el origen de
la pugna estaría en que el poder ejerce tal fascinación, que cuando se accede a
él se olvidan hasta los lazos familiares. En el caso que nos ocupa, antes que
honrar compromisos, el vástago del coronel estaría buscando desligar ataduras
para volar con rumbo propio.
Al terminar su gobernación el coronel Aguilar, elegido por Convergencia
Ciudadana en 2004 de la mano del también parapolítico Luis Alberto Gil, quiso conservar
el manejo del departamento en Didier Tavera. Pero fue derrotado por Horacio
Serpa, a quien luego culpó de haber sido el causante de su encarcelamiento en
2011, con estas palabras: “el montaje
se inició cuando yo derroté a esa hegemonía que había en Santander. Hugo Serrano
y Horacio Serpa fueron los que me hicieron meter preso, me hicieron inhabilitar
de su consuegro, el procurador Ordóñez”. Sea como fuere, ante su captura el
portal Verdad Abierta lo definió como “el héroe que se convirtió en villano”. (Ver artículo).
Aguilar quiso luego sacarse el clavo con Serpa y para el cumplimiento
de esa tarea comisionó a su hijo Richard Alfonso, un abogado de la universidad
Sergio Arboleda de Bogotá que jamás había participado en política y se
desempeñaba como Encargado de Negocios de la embajada de Colombia en Chile.
Aunque nunca tuvieron una relación cercana porque el coronel casi no tenía
tiempo para el hogar, en esa coyuntura era el único en quien podía confiar.
Richard nunca perteneció a Convergencia Ciudadana, pero en ese partido eran escasos
los que por su prontuario estaban habilitados para hacerse elegir.
Así que Richard Alfonso Aguilar Villa puso la cara por el papá, y se
inscribió con firmas mediante el movimiento Santander en Serio, y el 30 de
octubre de 2011 fue elegido a sus 30 años de edad con 481.362 votos. El día de la posesión el
coronel dijo que a la gobernación había llegado “mi retratico”, y el retratico
le correspondió afirmando que “Santander también eligió a Hugo Aguilar”.
Pero esta es una premisa que el gobernador no ha cumplido, porque desde
que probó las mieles del poder se le ha visto más bien desobediente a las instrucciones
de su progenitor. Ello permitiría entender lo que un vecino de celda del
coronel en la cárcel de San Gil le contó a este columnista sobre una visita que
Richard le hizo hace más de un año a su padre, durante la cual según palabras
del testigo se escuchó una fuerte discusión a grito herido, que habría incluido
el sonido de una cachetada.
¿Qué hay de por medio en esta radical confrontación padre-hijo? En
primer lugar hay la ejecución de un gasto departamental que solo en el Contrato
Plan se acerca a los ocho billones de pesos, y hay además la grabación
de una reunión política revelada por La W, donde el coronel Aguilar se
refiere en términos muy despectivos al candidato de Richard y dice sin
mencionar su nombre que “al gobernador” lo están utilizando los liberales. Y a
nadie por muy hijo que sea le gusta que su propio padre lo pinte de calanchín o
mandadero de otros, con lo cual se habría ahondado la distancia.
Si de calanchines se ha de hablar, este sí es el papel que está representando
Carlos Fernando Sánchez, a quien la brillante columnista y subdirectora de
Vanguardia Liberal, Diana Giraldo, pinta en una de sus columnas como “una
especie de candidato
sin alma, que presta su cuerpo y su imagen para que otro reencarne. Como un
zombi”. En otras palabras, como un modelo a escala de lo que fuera el ‘uribito’
Andrés Felipe Arias para el expresidente de marras.
Lo que no se ha dicho de todos modos es que la pelea no es solo entre
padre e hijo, sino también entre el liberalismo y los ‘nuevos ricos’ de la
política. Es aquí donde de nuevo entra en escena Horacio Serpa, también con el
ánimo de sacarse el clavo por la derrota que le propinó el coronel Aguilar
cuatro años atrás, y es entonces cuando lo vemos desde los primeros días de
2012 en efusivo abrazo
con su sucesor, y a continuación en aproximaciones con quien fuera el candidato
del coronel en 2008, Didier Tavera, y abriendo incluso puntos de acercamiento con Luis
Alberto Gil, sin cuya ayuda Hugo Aguilar nunca habría conquistado la
gobernación en 2004.
En lo que a Tavera se refiere, no es fácil dilucidar quién inició
acercamientos con quién, si Didier con Serpa o este con aquel, pero lo que al
parecer hay detrás –como dije en columna
anterior- es la aplicación del refrán “para mordedura de perro, pelos del
mismo perro”. Esto paradójicamente podría beneficiar a Santander, pues la
consigna que al parecer se han trazado los liberales es impedir a como dé lugar
el triunfo del candidato del coronel Aguilar, lo cual incluye desde la
maratónica visita reciente del expresidente César Gaviria al departamento, hasta
el ofrecimiento de un ministerio a Richard por parte de Juan Manuel Santos, con
el nada disimulado propósito de que el actual gobernador suelte amarras y se
pase al lado ‘sano’ (o al menos malsano, digamos) de la política.
No es fácil para el santandereano de a pie entender que hoy Horacio
Serpa ande ‘de pipí cogido’ con quien hace ocho años fuera el candidato del
coronel, pero cuando uno advierte que la política del menudeo que este ha
venido aplicando –de repartir platica y favores por todos los pueblos y
veredas- podría llevar a la gobernación a un títere suyo, es cuando se
entienden los sacrificios que a veces hay que hacer para evitar que Santander
se vaya definitivamente por el desbarrancadero…
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DE REMATE es la sofocante invasión de moscas que vive el aeropuerto
Palonegro de Bucaramanga: ‘atacan’ en copiosa cantidad el tetero del bebé, la
pechuga de pollo, el vaso de jugo, la cara de los pasajeros. Esto daría para
decretar una emergencia ambiental. Pregunté a qué obedecía el fenómeno y
hablaron de criaderos de marranos y galpones de avicultura cercanos. Eso no es
justificación, el problema requiere solución urgente. ¡¿Quién podrá
defendernos?!
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