martes, 15 de septiembre de 2015

El coronel Aguilar y la traición de su ‘retratico’


La más grande apuesta política hoy en Santander gira en torno a saber si el coronel Hugo Heliodoro Aguilar y su hijo Richard unirán sus respectivos candidatos (Carlos Fernando Sánchez y Holger Díaz) en algún momento de la campaña a la gobernación, o si seguirá cada uno por su lado hasta el final. Si nos atenemos a lo que ha ocurrido desde la posesión del actual gobernador, todo indicaría que ‘la distancia entre los dos es cada día más grande’, y el origen de la pugna estaría en que el poder ejerce tal fascinación, que cuando se accede a él se olvidan hasta los lazos familiares. En el caso que nos ocupa, antes que honrar compromisos, el vástago del coronel estaría buscando desligar ataduras para volar con rumbo propio.

Al terminar su gobernación el coronel Aguilar, elegido por Convergencia Ciudadana en 2004 de la mano del también parapolítico Luis Alberto Gil, quiso conservar el manejo del departamento en Didier Tavera. Pero fue derrotado por Horacio Serpa, a quien luego culpó de haber sido el causante de su encarcelamiento en 2011, con estas palabras: “el montaje se inició cuando yo derroté a esa hegemonía que había en Santander. Hugo Serrano y Horacio Serpa fueron los que me hicieron meter preso, me hicieron inhabilitar de su consuegro, el procurador Ordóñez”. Sea como fuere, ante su captura el portal Verdad Abierta lo definió como “el héroe que se convirtió en villano”. (Ver artículo).

Aguilar quiso luego sacarse el clavo con Serpa y para el cumplimiento de esa tarea comisionó a su hijo Richard Alfonso, un abogado de la universidad Sergio Arboleda de Bogotá que jamás había participado en política y se desempeñaba como Encargado de Negocios de la embajada de Colombia en Chile. Aunque nunca tuvieron una relación cercana porque el coronel casi no tenía tiempo para el hogar, en esa coyuntura era el único en quien podía confiar. Richard nunca perteneció a Convergencia Ciudadana, pero en ese partido eran escasos los que por su prontuario estaban habilitados para hacerse elegir.

Así que Richard Alfonso Aguilar Villa puso la cara por el papá, y se inscribió con firmas mediante el movimiento Santander en Serio, y el 30 de octubre de 2011 fue elegido a sus 30 años de edad con 481.362 votos. El día de la posesión el coronel dijo que a la gobernación había llegado “mi retratico”, y el retratico le correspondió afirmando que “Santander también eligió a Hugo Aguilar”.

Pero esta es una premisa que el gobernador no ha cumplido, porque desde que probó las mieles del poder se le ha visto más bien desobediente a las instrucciones de su progenitor. Ello permitiría entender lo que un vecino de celda del coronel en la cárcel de San Gil le contó a este columnista sobre una visita que Richard le hizo hace más de un año a su padre, durante la cual según palabras del testigo se escuchó una fuerte discusión a grito herido, que habría incluido el sonido de una cachetada.

¿Qué hay de por medio en esta radical confrontación padre-hijo? En primer lugar hay la ejecución de un gasto departamental que solo en el Contrato Plan se acerca a los ocho billones de pesos, y hay además la grabación de una reunión política revelada por La W, donde el coronel Aguilar se refiere en términos muy despectivos al candidato de Richard y dice sin mencionar su nombre que “al gobernador” lo están utilizando los liberales. Y a nadie por muy hijo que sea le gusta que su propio padre lo pinte de calanchín o mandadero de otros, con lo cual se habría ahondado la distancia.

Si de calanchines se ha de hablar, este sí es el papel que está representando Carlos Fernando Sánchez, a quien la brillante columnista y subdirectora de Vanguardia Liberal, Diana Giraldo, pinta en una de sus columnas como “una especie de candidato sin alma, que presta su cuerpo y su imagen para que otro reencarne. Como un zombi”. En otras palabras, como un modelo a escala de lo que fuera el ‘uribito’ Andrés Felipe Arias para el expresidente de marras.

Lo que no se ha dicho de todos modos es que la pelea no es solo entre padre e hijo, sino también entre el liberalismo y los ‘nuevos ricos’ de la política. Es aquí donde de nuevo entra en escena Horacio Serpa, también con el ánimo de sacarse el clavo por la derrota que le propinó el coronel Aguilar cuatro años atrás, y es entonces cuando lo vemos desde los primeros días de 2012 en efusivo abrazo con su sucesor, y a continuación en aproximaciones con quien fuera el candidato del coronel en 2008, Didier Tavera, y abriendo incluso puntos de acercamiento con Luis Alberto Gil, sin cuya ayuda Hugo Aguilar nunca habría conquistado la gobernación en 2004.


En lo que a Tavera se refiere, no es fácil dilucidar quién inició acercamientos con quién, si Didier con Serpa o este con aquel, pero lo que al parecer hay detrás –como dije en columna anterior- es la aplicación del refrán “para mordedura de perro, pelos del mismo perro”. Esto paradójicamente podría beneficiar a Santander, pues la consigna que al parecer se han trazado los liberales es impedir a como dé lugar el triunfo del candidato del coronel Aguilar, lo cual incluye desde la maratónica visita reciente del expresidente César Gaviria al departamento, hasta el ofrecimiento de un ministerio a Richard por parte de Juan Manuel Santos, con el nada disimulado propósito de que el actual gobernador suelte amarras y se pase al lado ‘sano’ (o al menos malsano, digamos) de la política.

No es fácil para el santandereano de a pie entender que hoy Horacio Serpa ande ‘de pipí cogido’ con quien hace ocho años fuera el candidato del coronel, pero cuando uno advierte que la política del menudeo que este ha venido aplicando –de repartir platica y favores por todos los pueblos y veredas- podría llevar a la gobernación a un títere suyo, es cuando se entienden los sacrificios que a veces hay que hacer para evitar que Santander se vaya definitivamente por el desbarrancadero…

-----


DE REMATE es la sofocante invasión de moscas que vive el aeropuerto Palonegro de Bucaramanga: ‘atacan’ en copiosa cantidad el tetero del bebé, la pechuga de pollo, el vaso de jugo, la cara de los pasajeros. Esto daría para decretar una emergencia ambiental. Pregunté a qué obedecía el fenómeno y hablaron de criaderos de marranos y galpones de avicultura cercanos. Eso no es justificación, el problema requiere solución urgente. ¡¿Quién podrá defendernos?! 

No hay comentarios: