Un título ecléctico para contar
las preferencias del suscrito en su elección para presidente, Senado y consulta
del 13 de marzo. Cámara no, porque aún no aparece el representante digno de
nuestro apoyo en Santander.
Yendo de lo general a lo
particular, repetiré lo dicho en columna anterior: “no se ve en el abanico de
candidatos quién pueda dar el urgente viraje hacia la justicia económica y
social que Colombia está reclamando a grito herido, diferente a Gustavo Petro”.
(Ver Si
no es Petro, ¿quién?).
También dije que me había
ilusionado con una segunda vuelta entre Petro y Alejandro Gaviria, aunque es lamentable
de este último la falta de liderazgo que ha mostrado para cohesionar en torno
suyo a la franja del centro, debido quizás a sus torpezas como político, a
pesar de a su lucidez como escritor, intelectual y académico. ¿Será por eso que
Ramiro Bejarano lo define como un nefelibata, según el diccionario “persona soñadora, que no se
apercibe de la realidad”?
La parte lamentable reside en el
riesgo inminente de que la segunda vuelta sea una reedición de la anterior
(2018), cuando se enfrentaron Petro y el candidato de la extrema derecha: un
monigote prefabricado con cabecitas de balón, henna en el pelo y rasgueo de
guitarra frente a las cámaras, de nombre Iván Duque. Parte de esa funesta
reedición sería un tercer lugar para Fajardo en la primera vuelta, quien
detesta a Petro y por tanto sería capaz de hacer desbarrancar de nuevo al país por
el abismo, lo que sea con tal de impedir que su archienemigo gane.
No creo en Dios, pero sí creo en
los milagros. Confiado en esta fe agnóstica, días atrás anuncié que al margen
de mi preferencia por Petro a la presidencia y de mi admiración por la corajuda
Francia Márquez, pretendo votar en la consulta de la Coalición Centro Esperanza
por Alejandro Gaviria, a ver si se nos hace el milagrito de un sorpresivo
triunfo suyo frente al tibio, blandengue y riesgoso (por impredecible) Sergio
Fajardo. El único propósito de este sentido ruego es que a la segunda vuelta no
llegue el candidato del uribismo, en cuyo caso “Dios nos coja confesados”.
En lo referente a mi candidato al
Senado, Emiro Arias Bueno, hago claridad en que antes de conocerlo lo único que
le veía de bueno era su segundo apellido. Fue por los días en que arrancaba la última
campaña para la gobernación de Santander y me ilusioné con que por fin
Santander tendría en Leonidas Gómez un gobernador a la altura de la urgencia de
renovación moral que exige un departamento tomado por dos clanes de origen mafioso.
Y me metí a apoyarlo, pero se
atravesó su segundo a bordo, Emiro Arias, quien armó candidatura propia con una
justificación de relativo peso: luego de ser derrotado por las maquinarias del
clan Tavera, Leonidas había anunciado que Emiro sería en adelante su candidato
a la gobernación, y se hizo elegir senador. Pero luego se arrepintió, renunció
al Senado y regresó para lanzarse a la gobernación, dejando a Emiro colgado de
la brocha. Hubo culpa de ambos en propiciar una derrota absurda, porque los
votos que Emiro le quitó a Leonidas fueron parte de la culpa para que al final
saliera elegido el peor de la camada, Nerthink Mauricio Aguilar, vástago del nefasto
coronel Hugo Aguilar, hoy preso como otro hijo suyo, Richard, al que también hizo
gobernador.
Parece que Emiro y Leonidas ya hicieron
las paces (¿un poco tarde?), pues en entrevista
para El Unicornio el primero dijo que “lo más seguro es que nos quedemos
sin gobernador en los próximos meses, porque va a ser capturado”; y Leonidas respondió:
“Estoy de acuerdo con Emiro Arias, Mauricio Aguilar está que se va a la cárcel
a hacerles compañía a su hermano y al papá. Y que todos los secretarios se
entreguen en La Modelo, porque son parte de la misma corruptela”. (Ver
trino).
Hubiera preferido ver a Emiro
retomando las banderas en busca de la gobernación, pero soy consciente de que
una golondrina no hace verano, o sea: las mafias que se adueñaron de Santander son
tan poderosas, que manejan las arcas necesarias para impedir que un ‘advenedizo’
como Emiro les arrebate lo conquistado.
El único que sí podría, porque
tiene los votos de opinión para enfrentar a tan poderosa maquinaria corrupta,
es Rodolfo Hernández. De éste se esperaría entonces que, tras su previsible
derrota en la primera vuelta presidencial del 29 de mayo, cuando luego de
desinflarse quede de tercero o cuarto (o quinto), le dé por buscar como premio
de consolación la gobernación de su departamento, para que demuestre que su
lucha contra los corruptos es sincera.
Mientras tanto, debemos recalcar la
importancia que para el país tienen las elecciones legislativas del 13 de marzo.
La urgencia del momento es conquistar mayorías en el Congreso para las fuerzas
alternativas y de oposición. Es crucial, pero a la vez se hace evidente que el
gobierno uribista y sus aliados en los medios (como Caracol haciendo
debates entre precandidatos de consultas) le están dando exagerada prelación a
la elección presidencial, como si fuera la que se va desarrollar el 13 de marzo.
Hay otros candidatos al Senado
por los que yo también votaría, como un Miguel
Samper que pese a su juventud impresiona con un profundo conocimiento del
país, pero he preferido a Emiro Arias porque quiere trabajar por Santander, hoy
deshonrado con el título del departamento más corrupto de Colombia, y por tanto
necesitado de una urgente renovación de su clase política.
Como dice el mismo Emiro, “mientras
en Santander no les quitemos espacios en el Congreso, menos seremos capaces de recuperar
la gobernación, las alcaldías y los concejos. Es en las regiones donde se
atrincheran esos clanes políticos para ser mayoría en Senado y Cámara, y van a
seguir triunfando si no nos oponemos”.
Publíquese y difúndase.
Post Scriptum: En días
pasados al exitoso empresario santandereano Mario Hernández se le vio disfrazado
de Policía, en vulgar imitación del mediocre presidente Duque. Yo por nada del
mundo permitiría que me vistan con prendas de una institución que ha asesinado,
violado, desaparecido y dejado ciegos a centenares de jóvenes colombianos. Qué
vergüenza, se cayó todo viso de admiración por el paisano. (Ver trino).
1 comentario:
Hay un profundo cambio en el mundo desde 2020, Colombia no es la excepción, de hecho la nueva sociedad asqueada de cinismo se anunció el 21N 2019, lo del covid19 no es cualquier cosa sino el nuevo común denominador de todo. Develó los extremos a los que habíamos llegado con la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Los mismos acumulados de la historia volvieron a la carga con el levantamiento social del 28A 2021. Se puso al desnudo, para tod@s, la profunda crisis ambiental, económica, político -adeministrativa y ética del neoliberalismo instalado y defendido por personas como Cesar Gaviria y el Partido Liberal, en todos los Gobiernos desde siempre. Hace 30 años, fué su kinder neoliberal mucho más que hoy ir a ver ballenas o la corrupción ilustrada de cualquiera Antonio, incluya a Mockus, Navarro, Claudia López, todos de la entraña patriarcal del Jeje único del Partido Liberal. No doctor, como dicen, que pena con ud, vuelvo al comienzo, hay una sacudida mundial de ser interior hasta lo global / calentamiento / agua / feminismo / alimentación sana / gestión del riesgo / anticorrupción / economías propias y solidarias / vivienda en clave de habitat digno / llegaron no solo para quedarse sino para ser acción transformadora en cada parte. A esto le faltaba un virus que llegó hace dos años. Que se suban al tren de la victoria 2022, no faltaría más, es reconoocida la sinuosidad del liberalismo a secas, pero -si acaso- a mandar obedeciendo, no a Petro, al dictamen de los tiempos.
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