En el remate de mi columna de hace
quince días dije que mi corazón estuvo dividido entre Gustavo Petro y Alejandro
Gaviria, y que había anhelado una segunda vuelta electoral entre ambos, pero “esta
posibilidad hoy se diluye ante la insoportable levedad argumental de Gaviria,
algo que al parecer ya no tiene reversa. En tal medida, tocará jugársela toda
por Petro en busca de un cambio estructural para Colombia, aunque haciendo
votos para que en su equipo no se cuele gente torcida o indeseable”. (Ver
columna).
Un reconocido colega al que tengo
en muy alta estima, me hizo una primera anotación por Whatsapp que desembocó en
el siguiente diálogo:
- - “Que columna tan particular. Muestras en 15
párrafos lo inconsistente y desleal que es Petro, para concluir en la última
línea que debemos votar por él”.
- - Puede sonar contradictorio, pero ahí intento
explicar que, si no es posible con Alejandro Gaviria, tocará con Petro. Es que
no veo a otro. A Fajardo le cargo la misma desconfianza que quizás usted le
tiene a Petro”.
- - Tampoco confío en Fajardo.
- - Bueno, parece entonces que somos dos Alejandrogaviristas
camuflados... 😁
- - Petro no es capaz de controlar el colegio
electoral del Pacto Histórico, compuesto por cinco hombres suyos. Ni a su jefe
de prensa.
- - Estoy de acuerdo con usted, pero respóndame a
esta pregunta: si no es Petro... ¿quién?
- - Me temo que voy a terminar votando por Petro
y arrepintiéndome el resto de la vida”.
Ocho días después, en columna titulada
Rodolfo
es otro “prostituto” de la política, dije al final: “Si después
de retirar su aspiración o de haber sido derrotado en primera vuelta, a Rodolfo
Hernández le diera por buscar la gobernación de Santander, en ese eventual
escenario -y solo ahí- este pechito estaría dispuesto a apoyarlo. Como dice el
refrán, “no hay mal que por bien no venga”.
Frente a esto un colega diferente
al anterior, al que también tengo en alta estima, me dijo por teléfono: “usted
no es una hueva sino dos huevas. Dice que Rodolfo Hernández acude a
negociaciones corruptas para armar su lista a la Cámara, pero al final anuncia
que votaría por él para gobernador. ¿Qué le pasa?”.
Lo de Petro queda de algún modo
explicado en el diálogo arriba expuesto, y parte de considerar que -lamentable
o favorablemente, dependiendo de la orilla donde estemos- no se ve en el
abanico de candidatos quién pueda dar el urgente viraje hacia la verdadera justicia
económica y social que Colombia está reclamando a grito herido, diferente a
Gustavo Petro.
Nadamos en un mar de corrupción,
violencia y criminalidad desbordada, que ha servido como caldo de cultivo para
que el proyecto conocido como Pacto Histórico se fortalezca, pero este navega sobre
aguas embravecidas y está conducido por un timonel que últimamente ha dado
extraños bandazos, todos al parecer orientados a ganar a como dé lugar en la primera
vuelta.
Aquí se ha dicho que Petro ostenta
el mejor programa de gobierno, aunque preocupa que no tenga detrás suyo un
equipo sólido, que brinde confianza en la conducción del Estado. Se aprecia además
una especie de pelotera entre su círculo más cercano, en parte por una confusa
conformación de sus listas, en parte por la presencia de un pastor evangélico
de corte homofóbico en sus filas, en parte por asuntos como haber nombrado
directora de sus Comunicaciones a una señora que venía de apoyar a Carlos
Fernando Galán a la alcaldía de Bogotá y que utilizó su cargo para encumbrar a un
actor de la farándula en la política de su departamento. Y luego se retiró. (Ver
columna).
Ya en lo referente a Rodolfo
Hernández, hace quince días hablé de la delicada situación que se le presenta a
Colombia cuando “un señor gritón y cascarrabias -pero muy popular- decide
meterse a la contienda electoral por la Presidencia, en lugar de hacer algo más
provechoso para todos: buscar la Gobernación de Santander, en consideración a
que es el único en condiciones reales de enfrentar al poderoso clan Aguilar”. (Ver
columna).
Partiendo de esta cita, quise
convencer al otro colega amigo de que yo no había sido una ni dos huevas. Visto
desde el ángulo de la frialdad analítica, es paradójica verdad que el político santandereano
que mejor maneja un discurso contra los corruptos -sin que eso signifique que
no lo sea o haya intentado serlo- es el único que reúne no solo el prestigio sino
las posibilidades reales de hacerse elegir gobernador de Santander.
Después de que el proyecto de
Leonidas Gómez se quemó en la puerta del horno y de que Emiro Arias prefirió
lanzarse al Senado en lugar de recoger las banderas de Leonidas, no aparece
ningún otro santandereano -excepto el exalcalde Fernando Vargas, aunque no
parece interesado- que logre sacar con un vigoroso golpe de urnas a la nefasta
familia Aguilar del manejo corrupto que sus miembros y asociados, todos a una, le
vienen dando a las arcas públicas de Santander.
Respeto por supuesto la decisión
de Emiro, pero sospecho que tanto él como Rodolfo Hernández no se atrevieron a
buscar la gobernación porque no se creen en condiciones de competir, debido a
que son conscientes de que Santander ha sido tomado definitivamente por lo que
el profesor Germán Ayala llama un ethos mafioso, el mismo que hoy se
hace sentir desde la mismísima presidencia de la República, pasando por la
cúpula de las Fuerzas Militares y contaminando todos los ambientes de ahí para
abajo.
¿Cuál creen acaso que es el
departamento más corrupto de Colombia? Santander,
exactamente.
Con base en todo lo anterior
quise desarrollar estas líneas, cuyo objetivo ulterior buscar aclarar
razonables inquietudes y dar respuesta a dos preguntas:
1.) Si
no es Petro a la presidencia, ¿quién?
2.) Si
no es Rodolfo Hernández a la gobernación de Santander, ¿quién?
Post Scriptum: En estos
días de revocatoria de la alcaldía de Medellín conviene poner el ojo retrovisor
sobre una columna de María Jimena Duzán donde habló de la destitución de Álvaro
Uribe Vélez como alcalde de esa ciudad en 1982, por nexos con el narcotráfico.
(Ver columna).
Y si se piensa en impedir un cuarto período suyo como presidente mediante otra persona
interpuesta, convendría conocer a fondo el entorno mafioso que siempre ha
rodeado su árbol genealógico. (Ver
video).
1 comentario:
Jorge, creo que eres un prostituto del periodismo. No sé puede dar saltos de esa manera. Nuestra violencia es endémica y no la acaba Petro, incluso la corrupción.
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