En días pasados el exvicepresidente y hoy candidato al Senado, Humberto de la Calle, publicó un trino en respaldo a Alejandro Gaviria, producto de un encuentro callejero entre ambos. Lo primero que sorprendió fue la reacción acalorada de muchos petristas, atacando a uno y otro o volcándose allí en masa a responder con videos y consignas a favor de su candidato, Gustavo Petro. (Ver trino).
Ante esto mi amigo y tuitero Andrés Calle Noreña me envió por
Whatsapp una reflexión que quiero compartir aquí, pues muestra las
consecuencias que puede traer el disparar contra alguien que, al pretender
debilitarlo, termina por debilitar la causa que defendemos. Y dice así:
“Increíble ver los comentarios
que hacen por el encuentro de Alejandro Gaviria y De la Calle. No se dan cuenta
de la importancia para el país de tener un senador como este último. Ni de la
necesidad de que a la Coalición Centro Esperanza le vaya bien con Gaviria.
Qué miopía y qué soberbia la
de los petristas, están convencidos de que van a ganar en 1ra. vuelta. No se
dan cuenta de que es importante ver quién conviene para competir en 2da.
vuelta. De que, si se repite el escenario del 2018, Petro podría volver a
perder.
No son conscientes de la
necesidad que tenemos los demócratas de que a 2da. vuelta pasen dos candidatos
que estén comprometidos con apoyar, defender y sostener los Acuerdos de paz,
para que la elección presidencial no se convierta en otro plebiscito, para que
la paz no quede pendiente o el uribismo acabe de hacerla trizas.
Se niegan a captar que si hay
una segunda vuelta con dos candidatos que apoyen la paz (que no sea ninguno
impuesto por Uribe), al que gane, lo van a dejar gobernar. Se va a poder tener
una oposición racional. Y tener proyectos de país, por encima de personalismos,
de partidos, de componendas”.
En coincidencia con Andrés Calle,
dije en alguna columna anterior que “la urgencia histórica está en lograr que
así no lleguen unidos a primera vuelta, la izquierda y el centro logren
propinarle una derrota al ya desgastado Centro Democrático, impidiendo que pase
uno de los suyos a segunda vuelta”.
¿Qué pasaría en un escenario
donde los enfrentados fueran Gustavo Petro y el candidato del uribismo? Primero,
que al Establecimiento le quedaría mamey revivir el miedo al “totalitarismo” de
Petro o fortalecer como opción dañina el voto en blanco, para nada descartable
si de nuevo fuera Fajardo el tercero en la contienda, pues volvería a jugar a
favor del triunfo del candidato derechista. O sea, a favor del Establecimiento.
¿Por qué? Porque detesta a Petro.
Por eso hay que aplaudir que
Humberto de la Calle y Alejandro Gaviria estén haciendo campaña juntos para
destronar a Fajardo de la preferencia electoral y derrotarlo en la consulta de
marzo, y el petrismo en lugar de atacarlos debería inclinarse más bien por practicar
una sana -incluso alegre- competencia entre afines a los que en un mediano
plazo se les puede necesitar.
Supongamos que en una eventual
segunda vuelta entre Petro y el candidato de la derecha, gane Petro. ¿Qué
pasaría? Que los que quedaron de segundos no solo le harían ingobernable su
mandato, sino que acudirían de nuevo, como lo hicieron con Juan Manuel Santos,
a aplicar la consigna laureanista de “hacer invivible la Republica”. En
síntesis, serían otros cuatro años de pesadilla.
En cambio, ¿qué pasaría si el 29
de mayo la segunda vuelta fuera entre Petro y el candidato del centro? Bueno,
depende.
Depende de si al que le toque
enfrentar sea Fajardo o Alejandro Gaviria, porque si fuera el primero, este
pechito votaría a ojo cerrado por Petro. Si fuera el segundo, sin importar
quién gane, esas dos fuerzas políticas sentarían las bases para el desarrollo armónico
de un gobierno estable, sobre los rieles institucionales de una gestión
ejecutiva versus una oposición encarnada en la segunda más alta votación.
En resumidas cuentas, a donde
quiero llegar es a que si el candidato ganador de la consulta fuera Gaviria y
no Fajardo, el primero tendría más posibilidades no solo de derrotar en primera
vuelta al candidato de la derecha, sino de contribuir a hacer de Colombia un
mejor país como jefe de la oposición después del 7 de agosto de 2022.
Hasta hace un tiempo breve el
suscrito columnista estaba seguro de que su voto el 13 de marzo en la consulta
del Pacto Histórico sería por Petro, pero he recapacitado, en los siguientes
términos:
Es un hecho indubitable que el
exalcalde de Bogotá pasará a segunda vuelta, así que puede resultar más
conveniente darle a mi escogencia la categoría de voto útil. Hablo desde una
orilla más cercana a la izquierda liberal representada en Petro, que al
oficialismo liberal del que proviene Alejandro, mientras que la opción Fajardo
solo me produce la más profunda desconfianza.
La urgencia del momento, entonces,
es impedir que el candidato de la derecha pase a segunda vuelta. En busca de
dicho objetivo, anuncio desde ahora mi voto por Alejandro Gaviria en la
consulta del centro el próximo 13 de marzo.
Fin del comunicado.
Post Scriptum: El único
aspecto positivo para Iván Duque cuando abandone la Presidencia, es que podrá
recuperar el color natural de su pelo teñido. También podrá ponerse a dieta,
para rebajar de peso y que dejen de compararlo con un cerdo. De resto, la
indignidad de su mandato espurio lo acompañará a donde vaya.
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