La imagen es bien diciente:
un video del programa Nos cogió la noche muestra al corrupto Contralor de
Antioquia, Sergio Zuluaga Peña, saliendo de la Fiscalía con las manos atrás, en
apariencia esposado, rumbo a su lugar de reclusión. Lo primero que sorprende es
la cara de tranquilidad del reo, como si saliera de un restaurante: sin el más
mínimo asomo de vergüenza (ver
foto 1). Lo
segundo es cuando la cámara se ha ubicado detrás del prisionero y se descubre
que no lleva esposas, como ordena la ley para estos casos, sino que lleva las
manos “libres” (ver foto 2).
Deberíamos pedirle al
acucioso director del programa paisa, Nacho López, que averigüe por qué las
cosas ocurrieron en modo pantomima. Ahí se hace evidente que la Fiscalía le concedió
al detenido un trato preferencial, como el que recibió su paisano Andrés Felipe
Arias (delincuente probado, condenado y prófugo) desde que descendió del avión
que lo trajo de regreso a Colombia, extraditado por la justicia norteamericana.
Cuando el lector
desprevenido recuerda las liberaciones la semana pasada del magistrado
Francisco Ricaurte, el exdirector de Saludcoop Carlos Palacino y el asaltante
de Estraval Carlos Mondragón, los tres por vencimiento de términos, entiende a qué
obedece el impávido o cínico rostro de Zuluaga tras la diligencia de captura: a
que sabe que enredando las cosas o dejando de asistir a las audiencias con diferentes excusas,
llegará el día en que le concedan casa por cárcel y pueda enfrentar -y
disfrutar- el juicio desde su lujosa mansión de 3.000 millones de pesos.
Zuluaga es de esos sujetos
a los que se les define como “conocido de autos”, pues ya en 2016 Noticias Uno había
denunciado que mediante tráfico de influencias el hospital La María le hizo un
implante de cirugía estética para aumentar sus nalgas, con recursos del erario.
(Ver informe). En aquella ocasión salió indemne -aunque
nalgón- y, como “el que es no dejar de ser”, ahora se vino a saber que tenía
montado todo un cartel de sobornos y cobros indebidos.
Pese a que es precisamente
la Contraloría la entidad encargada de defender el uso correcto de los dineros
que los antioqueños aportan en impuestos, Zuluaga había montado un entramado de
corrupción consistente en que cuando encontraba irregularidades en entidades
públicas no las investigaba, a cambio de gruesas sumas de dinero que le
sirvieron para enriquecerse en menos de dos años y adquirir tanto la residencia
citada como otras 27 propiedades, nueve automóviles, dos sociedades y tres
hoteles, todo por una suma superior a los 13.000 millones de pesos. (Ver noticia).
Pero el hombre está
tranquilo, como ya se dijo, porque sabe que el dinero mal habido del que
dispone le alcanzará para pagar el mejor abogado, ese al que todos conocen como
“vencimiento de términos”.
Y si en Antioquia llueve,
por Santander no escampa. Otro que está tranquilo porque sabe que lo que hace
no se contempla como corrupción, es el representante a la Cámara Víctor Manuel
Ortiz, de quien una fuente de alto nivel le contó a este columnista que la
Comisión Tercera de la Cámara le asignó un cupo indicativo de 5.000 millones de
pesos para su departamento.
Los cupos indicativos se
diferencian de los auxilios parlamentarios en que el parlamentario beneficiado
no crea la partida del gasto, sino que la recibe ya creada presupuestalmente,
como si fuera de su propiedad política. Es él quien la orienta y decide quién la
ejecuta, según sus intereses. Esto ha dado origen a un mercado de cupos
indicativos en el Congreso, en función del cual el parlamentario que no puede o
no quiere orientar su cupo hacia su región, lo cede -como quien adquiere una
acción en la bolsa de valores- para que sea otro quien lo usufructúe
políticamente.
Pues bien, la noticia es
que el mencionado representante santandereano Víctor Manuel Ortiz recibió el
cupo indicativo por la morrocotuda cifra de 5.000 millones y ¿saben qué hizo?
Lo negoció por 200 millones ‘cash money’ con un representante de Antioquia… y
se lo asignaron a ese departamento. La fuente consultada no dio el nombre del que
recibió el cupo indicativo, pero basta con revisar la composición de la
Comisión Tercera de la Cámara (o de Hacienda y Crédito Público, a la que pertenece
Ortiz) para encontrar que es un copartidario suyo, antioqueño
para más señas, quien preside dicha Comisión.
¿En qué se parecen el
antioqueño Sergio Zuluaga y el santandereano Víctor Manuel Ortiz? En dos cosas:
en que ambos provienen del cada día más clientelista Partido Liberal, y en que
les gusta la plata en rama. Contante y sonante.
De otro lado, al cierre de
esta columna conoció una declaración
del gobernador de Antioquia, Luis Pérez Gutiérrez -también de origen
liberal-, en la que aboga por el contralor detenido cuando afirma que “no todo
al que detienen lo condenan”, y a renglón seguido se muestra indulgente: “tenemos
que tener (sic) misericordia y esperar qué decisión toman los jueces”. ¿Misericordia
con un sujeto cercado por tan abrumadoras evidencias de enriquecimiento súbito
e ilícito?
¿Misericordia con el delito,
mejor dicho? ¿Qué le pasa, Pérez?
DE REMATE: En días pasados
se conoció un video con escenas de sexo explícito entre Rodolfo José Hernández,
hijo del alcalde de Bucaramanga, y su novia de entonces, que circuló por redes
sociales (ver noticia). Todo indica que fue él -no ella- quien
lo filtró, con un propósito si se quiere estratégico: para que actúe como cortina
de humo que distraiga la atención de la opinión pública por los señalamientos
cada vez más numerosos que le hacen al papá por temas de corrupción. Se trata
de algo ruin y perverso, y tiene razón la víctima cuando en extenso comunicado
-donde anuncia denuncia penal contra su victimario- deja en claro que “mi
exnovio creció rodeado de dinero y lujos, pero carente de valores, de moral y
de ética. Lamentablemente, nunca llegamos a conocer las aberraciones de las
personas".
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