Según María Jimena Duzán en su última columna, “a un año de la firma
del acuerdo de paz está tan contaminado el ambiente político, que hasta un
hecho tozudo y veraz como el desarme de las Farc está siendo negado con una
facilidad pasmosa por una horda política que ha convertido los acuerdos de paz
en el anticristo”. (Ver
columna).
El problema no solo es que está siendo negado el acuerdo, sino que
inobjetablemente el país está mejor que antes pero la propaganda negra de la
extrema derecha se ha encargado de hacerle creer al pueblo colombiano que
ocurre lo contrario.
Hoy sucede lo mismo que durante la campaña por el plebiscito, cuando a
punta de sembrar terror psicológico pregonando que el propósito de la paz era
“volver homosexuales a nuestros niños” y “empujar el país a las garras del
castrochavismo”, terminó por imponerse la opción del NO en nefasto día para la
esperanza de una paz duradera.
Estamos ante una reedición –a modo de exitoso refrito- de la
estrategia del miedo, y he de citar dos casos que lo ilustran, uno de texto y
otro gráfico.
En lo textual está una cadena de Whatsapp que circula profusamente,
donde de entrada se lee: “Esta información es muy delicada, por lo tanto debemos
darle un manejo adecuado para no ir a generar pánico en la gente, sino más bien
crear conciencia de lo que está ocurriendo en Colombia y sus alrededores, y de
las consecuencias que esto nos puede traer”. En otras palabras: no se vayan a
asustar, pero nuestro propósito es hacerlos entrar en pánico.
A continuación se refieren a un supuesto coronel retirado John
Marulanda, experto en seguridad y conflicto, quien “tiene conocimiento de lo
que oculta Juan Manuel Santos”: que en Venezuela hay cuatro estados
completamente gobernados por la FARC, que estas se están rearmando, y que “en
los puntos de concentración asignados en el acuerdo (circunscripciones
especiales) solo hay gente campesina o contratados por las FARC para mostrarlos
si van comisiones de observación”. Lo anterior formaría parte de “un plan de
toma del poder a seis años”, y “el Ejército tiene estos documentos pero el
gobierno no ha dejado publicarlos”.
El texto en mención incluye cosas delirantes como que “la estrategia
es generar odio de clases en los colegios”, y “a cualquier persona que
sobresalga en las encuestas le insertarán falsas acusaciones de corrupción y paramilitarismo
o le inventarán un cuento como lo del hacker contra Zuluaga”, con lo cual queda
claro que el texto fue fabricado en las alcantarillas creativas del uribismo. Y
rematan con esta advertencia y oración para atrapar incautos creyentes: “¿Te
das cuenta del peligro en el que estamos…? Que el Señor Jesucristo tenga
misericordia de nosotros, nos libre de todo mal y peligro y desvarate (sic)
todo plan a través de estos grupos camuflados".
Ya en lo gráfico circula una imagen con una insistencia tal, que
parece ajustarse a la consigna nazi de la propaganda según la cual “una mentira
contada mil veces se convierte en verdad”. Se trata de una foto en la que
aparece Fidel Castro en compañía de Juan Manuel Santos y su hermano Enrique,
con esta leyenda: “¿Alguna duda de por qué la entrega del país? Ahí está el
premio Nobel”. En mi muro de Facebook ha sido puesta varias veces por personas de
apariencia cultas en respuesta a cosas que he dicho sobre Uribe, como si fuera
la prueba reina del macabro plan que se traen las Farc en contubernio con el
gobierno. (Ver
foto).
La imagen se deja contrarrestar con facilidad, pues basta mostrar una
foto de Andrés Pastrana con toda su familia (“Nohora, los niños y
yo”) en compañía del mismo personaje para entender que no existe ningún
dirigente nacional, Uribe
incluido, que no se haya tomado una foto al lado de Fidel. Pero es quizá la
mirada de torva complacencia de Santos ahí la que es utilizada con la intención
de asustar a mentes temerosas e ignorantes (que en Colombia son mayoría).
Como dije en columna
reciente, han comenzado a aceitar la mortífera máquina de desinformación
que usaron durante los días del plebiscito, ahora hacia el objetivo supremo de
sentar en el solio presidencial a uno de los suyos, de su propia calaña, “el
que elija Uribe”. Con verdades a medias producen las mentiras de la posverdad,
como cuando María del Rosario Guerra trina diciendo que Humberto de la Calle
respalda públicamente la ideología de género, y en tal medida “no nos extrañe
que sea el candidato de las Farc”. Infame, ruin. (Ver
trino).
Cuando uno encuentra en Twitter a personas antaño respetables como
Juan Lozano –exsecretario privado de Luis Carlos Galán hoy cooptado por el
uribismo- acusando al ministro Guillermo Rivera de pretender evitar que crueles
violadores de niños paguen penas máximas (ver trino),
comprende el nivel de bajeza y degradación moral al que han llegado quienes recurren
a todas las formas de lucha para envilecer el debate y ensuciar el agua donde
todos nos bañamos, con un objetivo perverso: que no se note lo cochinos que
ellos están.
Para revertir esa tendencia se requiere motivar a los jóvenes para que
salgan a las calles a defender la paz, y en las redes sociales producir
contenidos que generen tráfico y contribuyan a desenmascarar a los fabricantes
de fotomontajes, engaños y noticias falsas. Esos que deambulan como ratas por
las cañerías de la red, dedicados a sembrar confusión y miedo entre los
electores.
En síntesis, se trata de hacer trizas la propaganda sucia que quiere
regresarnos a los años oscuros del conflicto armado. Hay un arma invencible
para destrozar a los enemigos de la paz: esa arma es la verdad, pero se
requiere ser creativos para ‘desnudar’ a los mentirosos y mostrar con precisión
de relojero dónde está el engaño.
Donde brilla la luz de la verdad, deja de reinar la oscuridad.
DE REMATE: Permítanme pronosticar la fórmula triunfadora en 2018 para
librar la lucha contra la corrupción que los colombianos decentes reclaman y
abrir las compuertas de la esperanza a un país donde quepamos todos: Humberto
de la Calle – Sergio Fajardo. ¿En qué orden? Todavía no se sabe, lo dirán las
encuestas hacia marzo del año entrante. Pero como dicen los matemáticos, el
orden de los factores no altera el producto.
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