Hablando de una eventual alianza entre Germán Vargas y Álvaro Uribe,
la revista
Semana contó como si fuera la gran primicia que “en la segunda
vuelta las dos fuerzas se aliarán, en la eventualidad de que uno de sus
candidatos pase y el otro no”. Eso es llover sobre mojado, pues es obvio que en
segunda vuelta uno de los dos va a necesitar los votos del otro, así hayan partido
cobijas desde que en 2010 Vargas se opuso a un tercer periodo presidencial para
Uribe.
Es antes de la primera vuelta donde tendrían que verse las caras en
busca de acuerdos, si no quieren adentrarse en el reino del nunca jamás. Una unión
temprana de la derecha (Uribe-Vargas-Ordóñez-Pinzón) podría forzar a que no
hubiera segunda vuelta, pero un fenómeno similar podría operar en la
centro-izquierda: si logran coincidir en poderosa coalición las fuerzas de Sergio
Fajardo, Humberto De La Calle, los verdes, Gustavo Petro y/o Clara López, harían
hit en el primer turno al bate, con bases llenas.
Hoy Vargas Lleras y Uribe coinciden en que libran una batalla frontal
contra la Jurisdicción Especial de Paz (JEP), el primero en representación de poderosos empresarios –ahora llamados
“terceros”- que quieren evitar ser llamados a ese tribunal como supuestos patrocinadores
de grupos paramilitares, y el segundo como máximo comandante de quienes siguen
empeñados en impedir que se conozcan las más escabrosas verdades sobre el
conflicto.
Esta coincidencia de intereses explica un comercial para TV como el de
Cambio Radical sobre una mesa de billar como teatro de operaciones para atacar
y hundir a la FARC, con claro sello uribista. En tal medida podría entenderse
como un llamado al Centro Democrático para unir fuerzas, cuya respuesta habría
sido el trino donde Uribe le habla a Pedro para que entienda Pablo: “Cualquier
reunión con el ex VicePte Dr. Germán Vargas o semejante, sería previamente
informada a la ciudadanía”. (Ver trino).
Esto deja traslucir que ha llegado el momento en que ambos se
necesitan, pero se requiere repasar los enfrentamientos que han sostenido para
concluir que cualquier alianza entre ellos estaría atravesada por la
desconfianza de los que saben que al enemigo es mejor tenerlo cerca.
Hace tres años Uribe decía en el Senado de la República que “el actual
vicepresidente Germán Vargas Lleras denunció a mi hermano por participar en un
supuesto complot. (…) A Vargas Lleras le archivaron muy rapidito el caso de sus
vínculos con el paramilitarismo en Córdoba y Casanare. Y a mi hermano a pesar
de la contraevidencia de la denuncia y las pruebas, no han tenido la gallardía
de archivarle ese caso”. (Ver discurso).
Esas mutuas acusaciones las zanjó la Corte Suprema de Justicia cuando
en mayo de 2013 dictaminó que Vargas Lleras había sido objeto de un montaje
judicial, urdido por el ganadero Carlos Gabriel López para asociarlo con el
jefe de las autodefensas del Casanare, Héctor Buitrago, alias Martín Llanos. (Ver
noticia) Las acusaciones de Vargas contra los hermanos Uribe nunca se
probaron, pero tampoco fueron desvirtuadas.
Lo que ahora amenaza con resucitar de la zanja del olvido es de una
gravedad aún mayor: el atentado del que fue objeto Germán Vargas con un carro
bomba que hicieron estallar a su paso para sacarlo de la arena política, la
noche del 10 de octubre de 2005 en la esquina de la carrera 9 con calle 71, en
Bogotá. Yo estaba cerca, escuché el totazo. Una hora después del estallido el
director del DAS, Jorge Noguera, ya tenía una hipótesis: “todo apunta a las
Farc”, le dijo al entonces senador en la Escuela de Caballería.
Vargas no solo no le creyó, sino que afirmó haber recibido informes
sobre la participación de “un organismo de seguridad del Estado”. Es un caso
que misteriosamente sigue sin resolver y del que poco se habla, y se deja
consultar en esta
columna. Pero resaltaré un hecho bien llamativo, lo que en el libro En honor a la verdad le cuenta Vargas a
Vicky Dávila sobre una llamada que recibió de su esposa la noche del atentado,
quien le expresó su temor de que el gobierno pudiera estar involucrado: “la
conversación privada que yo tuve con ella, la conoció el presidente en minutos.
Seguramente eso explica la rabia que tenía cuando concurrió a la Escuela de
Caballería. Eso le pasa por interceptar ilegalmente a las personas".
Cinco años después (2010), siendo aún presidente Uribe y Vargas Lleras
candidato a la presidencia, este le anunció a La Noche de NTN24 que pediría explicaciones
a la Fiscalía de por qué si obtuvo información sobre la vinculación del DAS a
su atentado, no hizo nada al respecto. Y fue más lejos: “si se establece que el
DAS tuvo responsabilidad en eso, son unos miserables. ¿Cuándo conoceremos
responsables? Ni las chuzadas ni lo ocurrido en el DAS, nadie puede creer que
sean mandos medios quienes se hayan atrevido a hacer seguimientos,
interceptaciones, cometer atentados terroristas a magistrados, a dirigentes
políticos, a sectores de la oposición”. (Ver video).
A esta altura del partido no sabemos si Vargas Lleras quedó satisfecho
con las explicaciones que le dieron en la Fiscalía (o si las pidió…), pero lo
cierto es que de un tiempo para acá le bajó el tono a las acusaciones contra
Uribe, y es cuando más de un capcioso se pregunta si su silencio
obedece a que sabe que sin los votos de su ‘enemigo’ nunca podrá ser
presidente.
Sea como fuere, cuando uno escucha a Alejandro Ordóñez hablar de quien fue "vicepresidente de Santos y corresponsable de la entrega del país a las
Farc” (ver
trino), es cuando comprende que el uribismo (excepto Uribe) le teme más a Vargas
Lleras que a Claudia López y su combo anticorrupción.
DE REMATE: En honor a la verdad, el proceso contra Germán Vargas
Lleras le correspondió a Leonidas Bustos siendo Presidente de la sala penal de
la CSJ. La magistrada auxiliar encargada de investigar y proyectar el fallo
para la firma de Bustos fue la abogada Luz Mabel Parra, quien luego pasó a
Fiscal delegada ante la Corte. La relación entre Bustos, Néstor H Martínez y Luz
Mabel Parra, nombrada por este a instancias del primero, tiene un denominador
común: Cambio Radical. Parra estuvo casada con Gerardo Torres, conocido como
‘Yayo’, quien formó parte de la UTL del senador Germán Varón Cotrino, mano
derecha de Vargas Lleras. Cayó Bustos y Parra debió renunciar, pero la
estructura de poder se mantiene. La rosca, que llaman.
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