La sostenibilidad del páramo de Santurbán es precisamente lo que está
en juego, entendiendo desarrollo sostenible como aquel que satisface las
necesidades de las generaciones actuales y lo preserva para las generaciones
futuras. Duélale a quien le duela, la extracción de minerales no
renovables es insostenible per se, pues según el reconocido ambientalista Gonzalo
Peña Ortiz “se altera en forma sustancial la montaña donde se encuentran esos
elementos. No puede haber minería sostenible donde yo le hago excavaciones al
páramo”.
Si se tratara de extraer metales de una región desértica o de una
montaña aislada de la civilización, vaya y venga. Pero estamos hablando de un
páramo, y en solo seis países de la Tierra hay páramos (Colombia, Venezuela,
Ecuador, Perú, Panamá y Costa Rica), y nosotros tenemos la mitad de todos los
páramos que hay en el mundo. Y pese a que los páramos no ocupan ni el 2 por
ciento de toda el área continental, el 60 por ciento de los colombianos vive en
zonas de páramo.
A este planteamiento se suma el de Erwing Rodriguez-Salah, exdirector
de Fenalco y líder del Movimiento Conciencia Ciudadana (MCC), quien advierte
que “todo proyecto de megaminería por encima de las bocatomas del acueducto de
Bucaramanga, sobre los sistemas circunvecinos del páramo de Santurbán como
cuencas y microcuencas hidrográficas, altera la calidad de nuestra agua”. Minesa
afirma que no utilizará sustancias como cianuro o mercurio, pero pretende
minimizar el hecho de que la sola perforación subterránea sobre rocas libera
arsénico y sulfuros, sumado a que “está demostrada la presencia de 39 gramos de
uranio por cada tonelada de oro, hallazgo hecho en los estudios de exploración
realizados por la minera Eco Oro cuando se llamaba Greystar”.
No se requiere ser biólogo para saber que los páramos recogen el agua
en invierno, la preservan en el estado de equilibrio que sostiene al páramo, y en
tiempos secos la van dejando salir. De hecho, el 60 por ciento del agua que proviene
de Santurbán es subterránea. Entonces, retomando a Peña Ortiz, “tan solo al
perforar el par de túneles que tiene previstos Minesa desde California hasta
Suratá, se generarán modificaciones sustanciales. Por eso, no se puede hablar
de minería responsable o de desarrollo sostenible en páramos”.
Mejor dicho, la empresa no ha logrado controvertir que es físicamente imposible recuperar el agua después de la intervención minera, debido a las altas concentraciones de arsénico y sulfuros. En síntesis, se le causaría un daño irreversible a las entrañas de Santurbán, sobre todo a sus recursos hídricos.
Mejor dicho, la empresa no ha logrado controvertir que es físicamente imposible recuperar el agua después de la intervención minera, debido a las altas concentraciones de arsénico y sulfuros. En síntesis, se le causaría un daño irreversible a las entrañas de Santurbán, sobre todo a sus recursos hídricos.
Lo que está de por medio es una puja entre el desarrollo minero
energético, concebido por el presidente Santos como una de las locomotoras de
la economía, y la riqueza natural de Colombia. Se estima que en unas mil
hectáreas hay más de 7,7 millones de onzas de oro —16 toneladas anuales— y
cerca de 80 millones de onzas de plata —72 toneladas anuales—, lo cual
convierte a esta zona en uno de los depósitos más grandes de oro de Suramérica.
Ese es el motivo por el cual Minesa alineó a su favor a todos los
alcaldes de la zona de influencia del proyecto, con el respaldo inclusive –quién
lo creyera- de la Corporación para la Defensa de Meseta de Bucaramanga (CDMB).
La alineación no es gratuita (no hay almuerzo gratis, dicen), pues La
Silla Vacía encontró que la Asociación de Municipios del Páramo de
Santurbán, integrada por los seis alcaldes de Soto Norte, firmó un convenio de
$30 millones con Minesa para el “fortalecimiento institucional de la
asociación”. Se diría que están en su derecho, pero la dificultad surge cuando
una de las cláusulas del convenio compromete a los alcaldes con los intereses
de la empresa y les pone mordaza para hablar de ella. (Ver cláusula).
Minesa también está en el derecho de defender sus intereses y proteger
la inversión que ha hecho en la socialización del proyecto, del mismo modo que
la ciudadanía está en su legítima potestad para levantarse con orgullo
santandereano a impedir que puedan contaminar el agua vital que bebemos, la
cual llega al acueducto de Bucaramanga y surte a otros dos municipios del área
metropolitana, Girón y Floridablanca, excepto Piedecuesta.
Nuestro verdadero oro es el agua, y para el viernes 6 de octubre se
está convocando a una marcha ciudadana en su defensa, a la que debemos asistir los
que podamos. Es bien llamativo que en su apoyo coinciden por primera vez el
Partido Liberal y el alcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, exceptuando en
lo político al Centro Democrático y al periódico conservador El Frente. Este
último viene exhibiendo una impúdica defensa de Minesa -diríase militante-, que es recompensada con
abundante publicidad en las ediciones dominicales. Según editorial reciente, “con
la coyuntura política de los procesos de paz los grupos de extrema izquierda,
aliados con ingenuos líderes de la capital del departamento, han montado una
campaña persistente para impedir el desarrollo de la minería legal”. (Ver editorial).
Aquí sí, como dijera Rodríguez-Salah en su última
columna: “coterráneos aúlicos siempre habrá tras las mineras, poseedores de
un síndrome de vasallaje sin antecedentes”.
DE REMATE: En este folleto Minesa dice que utilizarán 33 litros de agua por segundo para su operación, y lo mismo dijo Juan Camilo Montoya en debate de la UNAB sobre Minería en Santurbán (ver aquí, minuto 44:20). Pero en la página 118 del Capítulo II del Estudio de Impacto Ambiental radicado ante la ANLA, solicitan licencia para concesionar un caudal de 300 litros por segundo (ver aquí). La diferencia es voluminosa, son 264 litros de agua por segundo. ¿En cuál caso mienten… o se equivocaron? Es conveniente que lo aclaren.
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