Ancízar Casanova es un estratega bogotano de marketing político, dueño
de la agencia Lapistudio, a quien se le atribuye el triunfo de Didier Tavera en
la campaña por la gobernación de Santander. Según versiones de prensa, su mayor
éxito estuvo en que “logró neutralizar una poderosa campaña de propaganda negra
que mostraba a Tavera como socio en el negocio de las fotomultas y portador,
sin ser el dueño, de un pasado que lo hacía vulnerable”.
Hoy la noticia reside en que Casanova ‘abandona’ a Didier Tavera
después de permanecer un año al frente de la oficina de Comunicaciones
Estratégicas de la gobernación, y le cuenta a Las 2 Orillas que entre sus
planes está “contribuir a la construcción de una propuesta seria para la
Presidencia de Colombia”.
En una sola frase: ¿quién es
Ancízar Casanova?
Ancízar Casanova es un hombre apasionado por lo que hace,
profundamente respetuoso de la historia escrita y de la que todavía no se ha
escrito.
De 1 a 100, ¿en qué porcentaje
influyó usted para que Didier Tavera hubiera conquistado la Gobernación de
Santander?
El triunfo de un candidato en una elección popular es la suma de todos
los esfuerzos que participaron. Cada punto es importante. De tal modo que de
esos cien puntos, a mí se me debe atribuir uno.
Modestia aparte, ¿es cierto que
usted un día estaba en Bogotá en un restaurante y alguien le dijo que el de la
mesa del lado era un político que se iba a lanzar para gobernador, y usted se
le acercó a Didier y le entregó una tarjeta?
Es cierto que así lo conocí. Alguien me dijo que iba a aspirar a la
gobernación, yo me acerqué y entablé una conversación con él. Lo de la tarjeta
no es cierto, porque nunca he manejado tarjetas de presentación y nunca las
haré.
¿Qué pasó de ahí en adelante?
Él me contó que estaba buscando esa candidatura, yo le confesé que
nunca había visitado Santander y que me gustaría auscultar la posibilidad de
ayudarlo en su meta. A él le llamó la atención, y yo decidí venir a Santander a
empaparme del asunto.
Si yo dijera que usted viene a
ser el J.J. Rendón de la política santandereana, ¿se pone bravo o se siente
halagado?
Profundamente halagado, por todo lo que representa J.J. Rendón.
¿Ah, sí? ¿Y cómo lo define
usted?
Como un hombre exitoso. En mercadeo político, un faro.
¿Y qué piensa de los reparos
que le hacen a él por el manejo de temas negativos?
Esa es la versión de algunos. Uno debe regirse por el principio de la
buena fe.
Pero J.J. Rendón tiene fama de experto
en propaganda negativa, o sea en ensuciar a los contrincantes antes que en
destacar las virtudes de su candidato.
No creo que Rendón sea un experto en campañas negativas. He estado en
encuentros internacionales de mercadeo político y en alguna ocasión en Cancún conversé
con él, quien no debe recordarme, pero tengo un registro fotográfico de ese
momento. En ninguna de las charlas que le he escuchado, él habló de la importancia
de la propaganda negativa.
¿Y qué dice de la primera campaña
de Juan Manuel Santos a la Presidencia, cuando se enfocaron en mostrar lo
negativo de Antanas Mockus?
Sé que en las campañas se usa destacar lo negativo del contrincante,
pero usted me está preguntando es por J.J. Ahora, lo que yo crea o no crea sobre
él es irrelevante.
¿En qué se parece más usted a
J.J. Rendón, y qué los diferencia?
Nos parecemos en la fuerza y la pasión con la que hacemos un trabajo,
y nos diferenciamos en que él está en otro nivel. En un nivel superior.
¿El triunfo del NO en el
plebiscito no sería la muestra más palpable de una campaña que triunfó centrando
su atención en lo negativo, o sea en dañar la imagen del presidente Santos
antes que en exponer tesis?
Sí, hubo mucho de eso. Centraron la atención en promover el
descontento. Ahora bien, yo siempre consideré que la campaña por el SÍ había
enfocado mal la estrategia, y lo puse por escrito. Cada campaña usa las
herramientas que considera válidas para buscar el triunfo. Es un tema
complicado porque de por medio están 50 años de conflicto armado, de lo que
siente la gente como resultado de eso. Unos sienten que hay que perdonar, otros
sienten que hay impunidad.
¿Cómo es eso de que usted
advirtió que el SÍ iba a perder? ¿Tiene cómo probarlo?
Sí, eso ocurrió 48 horas antes. Cuando comenzó la campaña por el
plebiscito, tras hacer un análisis de los enfoques yo manifesté que la campaña
del SÍ estaba mal direccionada. Decidí hacer un acompañamiento del proceso, y
el 30 de septiembre le expresé eso por escrito al gobernador, con base en los sondeos
de opinión que habíamos recogido en el departamento.
¿Cuál fue la reacción del
gobernador?
Sorprendido. Él es un gobernante jugado con el tema de la paz, y en
ese terreno su apuesta por la reconciliación me disipó bastantes dudas. Hoy
estoy convencido de que es mejor una mala paz que una buena guerra. Lo difícil
para el ser humano es perdonar, sobrepasar la soberbia y el orgullo,
condiciones naturales que también nos hacen humanos.
¿Es admisible comparar al
estratega político con el director técnico de un equipo de fútbol, en cuanto a
que son los resultados los que aseguran su permanencia?
Absolutamente.
Usted lleva año y medio en
Santander y nunca antes había pisado tierra santandereana. Con base en ese
tiempo de conocimiento, ¿qué impresión se ha formado de la gente santandereana?
Que son unos verracos. Mucha pujanza, organizados, una tierra muy
hermosa, gente extraordinaria.
¿Y si le preguntaran por algo
que no le gustó de los santandereanos?
Su carácter les impide recomponer sus propias posiciones, revaluarlas,
reconocer que de pronto en algo pudieran estar equivocados.
¿Está hablando del orgullo
santandereano?
Sí. El orgullo santandereano es muy bueno, pero en cierta proporción hace
daño.
¿Es cierto que en asuntos de
pauta publicitaria usted privilegió a medios virtuales y audiovisuales, en
detrimento de los medios impresos?
Absolutamente falso. Solo hay que entender que el mundo ha cambiado.
El siglo XIX fue el de la prensa escrita, en el siglo XX se sumaron la radio y
la TV, y el siglo XXI trajo las redes sociales. Hay que abrir un espacio a
medios de comunicación nuevos, pero eso no significa que haya que acabar los
otros. Yo sigo prefiriendo leer en papel y respeto profundamente la literatura,
y las redes sociales son un complemento de los demás medios. Lo que hice cuando
llegué a la Gobernación de Santander fue incorporar el tema de redes sociales,
que cumplen una función dinámica, de ida y vuelta. Es comunicación interactiva.
Fíjese por ejemplo la importancia que hoy tiene el Whatsapp.
Cómo se ubica usted en lo
político: ¿centro, izquierda, derecha?
La política, usted lo ha dicho, es como un partido de fútbol. No me
ubico en el centro, ni a la izquierda ni a la derecha, sino fuera de la
cancha.
Marshall McLuhan decía que “el
medio es el mensaje”. Desde una óptica de marketing, ¿se podría decir que “el
político es el mensaje”?
Sin duda. Nada supera el factor humano. Ni las redes sociales ni la
radio, absolutamente nada. El marketing político se desvirtúa cuando la gente
cree que nosotros hacemos campañas cosméticas. Están lejos de la realidad,
porque lo que hacemos es mostrar las fortalezas de una candidatura. Pero lo más
importante es el factor humano. Eso es lo que la gente debe premiar o castigar.
Hablando del factor humano,
¿significa que fue eso a lo que usted le dio más importancia para asegurar el
triunfo de Didier Tavera?
Lo que hicimos fue organizar una agenda y optimizar el recurso más importante,
que era el humano. Didier Tavera es una persona con una inmensa calidad humana,
de un carisma inigualable, y lo pongo en estos quilates: hoy, de los candidatos
potenciales a la presidencia, ninguno tiene el carisma de Didier. Luego, lo que
nosotros hicimos fue organizar esas virtudes y exponerlas.
Con base en lo que está
diciendo, ¿usted vería a Didier presidenciable para el 2022?
Lo veo como lo que es hoy: uno de los mejores gobernantes del país.
Joven, terminará su gobernación a los 43 años, y tiene todavía media vida por
resolver.
Después de año y medio manejando
la imagen de Didier Tavera, usted decide dar un paso al costado. Qué es lo que
más le enorgullece de haber trabajado con él y por qué decidió retirarse. ¿Hubo
acaso diferencias insalvables con el gobernador?
No, ninguna diferencia. Por el contrario, consolidamos una relación
óptima. Los resultados después de un año me permiten estar tranquilo. Fíjese no
más que según Gallup la imagen de Didier creció 40 puntos este año, lo cual lo
convierte en el gobernante con mayor crecimiento. El comienzo de un gobierno es
como el despegue de un avión. El avión ya está en el aire, y yo debo dedicarme
a lo mío. Me puse la camiseta y la tengo sudada, logramos consolidar un equipo
de Comunicaciones a todo tren, con un ambiente laboral increíble. Cada persona
del equipo se siente parte integrante de un engranaje, y lo hacen con entrega
total, con pasión. Eso en la parte pública es un logro importante, por amor al
departamento. Me voy feliz, muy satisfecho con el trabajo realizado.
¿A cuál político le gustaría brindarle
su asesoría para que fuera el próximo Presidente de Colombia?
No he pensado en eso. Dedicaré los dos primeros meses del 2017 a
componer una nueva estructura de mercadeo político. Hay que estar siempre
innovando. Cuando ganamos en Santander la gente comenzó a hablar de Ancízar
Casanova, pero no fui yo el que ganó, sino un equipo. Y con el equipo decidimos
retirarnos a reorganizar y componer nuevas propuestas de mercadeo.
¿Cuáles son entonces sus metas
de aquí en adelante?
Estoy absolutamente seguro de que vamos a contribuir a la construcción
de una propuesta seria para la Presidencia de Colombia. Sé que lo vamos a
lograr.
¿O sea que usted ya tiene
contactado al político que quiere convertir en Presidente?
Eso es como en el amor: uno no sabe cuándo ni dónde lo va a encontrar,
o si el amor lo va a encontrar a uno.
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