martes, 17 de mayo de 2016

Y ahora, Uribe el subversivo




Llevo semanas tratando de escribir una columna sobre la torpeza (por no decir imbecilidad) del ELN al pretender iniciar negociaciones de paz sin liberar a los secuestrados que tiene en su poder, pero se atraviesan otros temas prioritarios. En este caso se atraviesa en el camino –no como vaca muerta sino como fiera herida- la “resistencia civil” que se inventó el senador Álvaro Uribe para persistir en su intento de conducir al fracaso (y a como dé lugar) tanto las conversaciones de paz como el gobierno de su hoy archienemigo, Juan Manuel Santos Calderón.

En honor a la verdad, el empeño no es solo de Uribe sino de las fuerzas oscuras que siempre se han opuesto a cualquier intento de alcanzar la paz. Esto va desde el saboteo sistemático a los diálogos de Belisario Betancur con el M-19, que culminó en las nefastas toma y retoma del Palacio de Justicia en 1985, hasta el exterminio –también sistemático- de más de 4.000 miembros de la Unión Patriótica en los 90, cuando las FARC quisieron tender un puente para incorporarse a la vida política legal.

Parodiando a Santos, se puede decir que esa tal resistencia civil no existe. Lo que en realidad existe es la aplicación de todas las formas de lucha para impedir la reconciliación nacional, por dos razones básicas: porque la paz sería para ellos un pésimo negocio (hasta en lo económico, pues se ‘nutren’ de la guerra), y porque la paz los aniquila: si se acaban las FARC se les acaba la rentabilidad política del miedo al enemigo, y les tocaría dedicarse a tejer croché o acompañar con mística devoción a Alejandro Ordóñez en sus misas lefebvrianas.

Hoy la consigna es envenenar el ambiente, encochinar el agua donde todos nos bañamos, y es la misma que pregonó Laureano Gómez a sus rabiosas huestes durante el gobierno del presidente Eduardo Santos, tío abuelo del actual: “hacer invivible la República”.

Del mismo modo que brilla con luz propia el oxímoron de un guerrero que llama a la resistencia civil, cuando habla de “paz sin impunidad” Uribe desata una tormenta política que le permita pasar impune la poderosa maquinaria criminal que comenzó a armar en la alcaldía de Medellín (de donde lo echó Belisario por presuntas relaciones con los narcos, según cuenta María Jimena Duzán), pasando por sus tenebrosas Convivir en la gobernación de Antioquia y la masacre de El Aro con un reguero de testigos muertos, y rematando en la Presidencia de la República que deja otro reguero de cadáveres por toda la geografía nacional con los falsos positivos, sumado al reguero de condenas judiciales entre los funcionarios de su gobierno, hasta tocar incluso a un hermano suyo preso bajo la acusación de dirigir un grupo paramilitar que habría cometido decenas de homicidios, y que deja otro reguero de testigos muertos.

Si fuera cierto que la historia se repite una vez como tragedia y otra como comedia, aquí seguimos en la tragedia laureanista de los ‘chulavitas’ pero ahora bajo la modalidad de retaguardia armada de la extrema derecha, representada en los grupos paramilitares que no se desmovilizaron –clan Úsuga, Rastrojos y Águilas Negras-, a los cuales el mismo Uribe les envió un mensaje de apoyo camuflado durante su marcha del pasado 2 de abril. Marcha a la que por cierto esos grupos convocaron con un paro armado que terminaron justo el día anterior, qué bonita coincidencia.

De la proclama incendiaria que ese 2 de abril el senador Uribe concedió desde Medellín en exclusiva a su aliado político Noticias RCN, se destacan tres frases a las que hay que prestarles mucha atención, porque definen el ideario de las acciones a seguir con la tal resistencia civil, y les da patente de corso a sus ‘aliados’ desde el lado de la ilegalidad:

1-) “El paro armado en Colombia obedece a la corrupción que el gobierno ha ofrecido, impunidad que ha alimentado el poder de las estructuras criminales”.
2-) “Le dan impunidad a un grupo, aparece otro. Así, ayudan a crear conciencia sobre el efecto destructor de la corrupción”.
3-) “Cada que le dan impunidad a un grupo terrorista, surgen otros. Cuando se le da impunidad a un grupo narcoterrorista, los demás se sienten autorizados para escalar el delito”.

Y a modo de colofón, esta advertencia en tono de amenaza: “Colombia no saldrá de la violencia”.

El lado tragicómico del asunto lo aportó Daniel Samper Ospina con una columna titulada Uribe guerrillero, y la traigo a colación porque ahí no veo un chiste sino un vaticinio. A medida que se acerca el país a la firma definitiva de un acuerdo de paz con la guerrilla, más se evidencia lo que el marxismo llamó “la agudización de las contradicciones”. A medida que arrecia la oposición a todo avance que se da en La Habana por parte de los dos máximos exponentes de la godarria nacional –el procurador Ordóñez y el expresidente Uribe-, en coincidencia aumentan los asesinatos selectivos de personas afines al proceso de paz desde la izquierda. Y los dos calladitos, no se les ha escuchado la primera condena a esa máquina de muerte desatada desde la caverna.

Esto se traduce entonces en que con el paso de los días (los días de la paz, quiero decir) la tal resistencia civil se traducirá, cada que la vayan necesitando, en resistencia armada, en juego sucio. Pero ese par de angelitos y las fuerzas oscuras que los acompañan tienen la conciencia tranquila, porque están convencidos de que actúan “por el bien de la Patria”.

Adolfo Hitler, Benito Mussolini, Francisco Franco y Laureano Gómez pensaban lo mismo, y actuaron en consecuencia. El jaleo apenas comienza, y podría desembocar en una guerra civil. No nos llamemos a engaños, por ahí dicen que un pesimista es un optimista bien informado.

DE REMATE: En su desespero, las fuerzas oscuras aquí citadas serían capaces hasta de atentar contra su Comandante en Jefe para echarles la culpa a las FARC. Ya lo hicieron con Álvaro Gómez Hurtado, creyendo que al inmolar a su máximo conductor ideológico iban a tumbar el gobierno de Ernesto Samper. Uribe debería cuidarse, hasta de los suyos.

2 comentarios:

Monk Balmung dijo...

Don Jorge, muy atinada su columna. Palabras más palabras menos, eso es lo que significa el momento actual, el cual usted interpreta muy bien.

Es en estos momentos de la verdad en los que un verdadero hombre debe tomar partido, y tal vez hasta las armas, para defender la paz. ¿Hay mayor contradicción que esta? Lo dudo. Pero habrá que luchar contra quienes quieren impedir que Colombia cambie y se transforme.

Por ahora, con toda por la Paz y el sí al plebiscito!

@nibelunglied

German Jimenez dijo...

Estoy de acuerdo con lo expresado por el señor Gomez Pinilla, lo felicito preguntándome, que daño le habrá causado la Gramática, que la trata tan mal. Ideas claras y Castellano de cronista deportivo.
Saludos
Germán Jiménez Vergara