Con motivo de la condena
que profirió la Corte Suprema de Justicia contra dos exministros (Sabas
Pretelt, Diego Palacio), dos exsecretarios de Casa de Nariño (Bernardo Moreno, Alberto Velásquez) y la exdirectora
del DAS María del Pilar Hurtado, mucha gente se preguntaba en las redes
sociales por qué la justicia no ha caído sobre el que les habría dado a estos
las órdenes para delinquir.
El título de esta columna resume ese sentir, y por eso va entre
comillas: porque no lo digo yo, es un interrogante que se convirtió en tendencia,
y basta con buscar en Twitter por “Uribe a la cárcel” para que se confirme la
validez del enunciado. O como dijo Aceneth en su cuenta @periodista19: “Si
Corte dice que Uribe ordenó a Pretelt y Palacio ofrecer prebendas para asegurar
su reelección, ¿qué esperan para meterlo a la cárcel?”
La periodista no se equivoca, pues la Corte Suprema en efecto hizo
extensiva la culpa al jefe de los condenados cuando así sentenció: “Siguiendo
instrucciones del entonces presidente Álvaro Uribe, el exsecretario general de la
Presidencia y los exministros de Protección Social y del Interior dispusieron
del poder que les conferían sus altos cargos para pagar con una serie de
nombramientos el voto favorable de Yidis Medina y la ausencia de Teodolindo
Avendaño”. Así las cosas, si la máxima autoridad jurídica de la nación lo
señala de ser quien instruyó a sus subalternos para la comisión de esos
delitos, la pregunta es de Perogrullo: ¿por qué no han ido por él?
En busca de una respuesta, se debe anotar que en su condición de
expresidente ‘disfruta’ de un fuero que lo blinda de ser juzgado por los
tribunales ordinarios de justicia y descarga la responsabilidad en la Comisión
de Acusación de la Cámara de Representantes, de carácter netamente político, a
la que con justa razón llaman de ‘Absoluciones’.
Un nuevo interrogante abriría una rendija a la esperanza, y es éste:
¿si la Comisión de Acusación está a punto de desaparecer en manos de la reforma
al Equilibrio de Poderes, que creó un Tribunal de Aforados y cuya composición
está por definirse, podría dicho Tribunal juzgarlo? Todo indica que no, pues a los
que hoy son investigados por la Comisión no se les puede cambiar el juez en
forma retroactiva, debido a lo que se conoce como el “principio de juez natural”:
nadie puede ser juzgado por un tribunal creado ex post facto. O sea que habría
que crear un régimen de transición que permitiera juzgarlo con base en la
juridicidad anterior, manteniendo una instancia de naturaleza política que lo
investigara y eventualmente le formulara una acusación ante el Senado, en cuyo
único caso –si le retiran la inmunidad al ser declarado “indigno”- quedaría a
disposición de la Corte Suprema para ser juzgado. En otras palabras, misión casi
imposible.
Y en cuanto a que fuera la Corte Penal Internacional (CPI) la que actuara
ante la inoperancia de la justicia colombiana, la posibilidad es aún más
remota: si está demorada para intervenir en países como Irak, Afganistán,
Libia, Siria o Kenia, más se demorará para hacerlo en Colombia, donde en
apariencia habría un equilibrio de poderes. Y si a lo anterior le sumamos la
propuesta de César Gaviria de Justicia transicional para todos, apague y
vámonos: Uribe morirá impune (e inmune).
Esto significa que no será posible probar si supo en detalle de lo que
bajo la mirada complaciente de altos oficiales del Ejército se conoció como los
‘falsos positivos’, consistentes en la ejecución extrajudicial de más de 4.000 personas
para hacerlas pasar por guerrilleros caídos en combate, y a cuyos autores el
exmandatario sigue llamando “héroes de la patria” y “perseguidos por la
Fiscalía”. O si sabía a qué se dedicaban sus dos consecutivos jefes de
Seguridad en la Presidencia, generales Mauricio Santoyo y Flavio Buitrago,
antes de que se descubriera el extenso prontuario delincuencial de ambos.
Tampoco será posible dilucidar si instruyó o no a Jorge Noguera para poner
el DAS al servicio de los grupos paramilitares de la costa Caribe, o si aprobó
el asesinato del profesor Alfredo Correa D’Andreis (ordenado por Noguera), o si
sabía que su primo Mario Uribe andaba de ‘uña y mugre’ con los paracos de
Córdoba.
Sea como fuere, la Corte acaba de sentar un drástico precedente cuando
lo señala de haber dado las “instrucciones” para “pagar” los votos que le
dieron vía libre a su reelección, con lo cual aparece nítida la ilegitimidad de
su segundo período y entramos en un nuevo embrollo jurídico: tratándose de un
hecho cumplido, ¿sería viable al menos presentar recurso de tutela para que la
Corte Constitucional le ordene devolver los cuatros años de sueldo devengado en
forma ilegal?
La Silla Vacía mostró una infografía
donde se evidencia que de las 30 personas más cercanas al círculo de poder de
Uribe cuando era Presidente, 10 tienen investigaciones serias o juicios en
proceso, nueve fueron condenados penalmente, uno tiene fuertes sanciones
disciplinarias pero ninguna investigación penal y solo 10 (o sea una
minoritaria tercera parte) no afronta una situación jurídica comprometida.
Esto debería encender las alarmas, pero lo que se aprecia es que los más
grandes medios de comunicación caen en la irresponsable y cómplice propensión a
reproducir cuanta barbaridad se le ocurre espetar frente a un micrófono o desde
su incendiaria cuenta de Twitter. ¿Qué más pruebas necesitan esos medios de la “empresa
criminal” (expresión de la Corte) conformada si no por Uribe al menos en sus
narices, que la cantidad de gente que está siendo juzgada/investigada o que arrastró
hasta la cárcel en su propósito de eternizarse en el poder, a costa de la
libertad para esos colaboradores y de la tranquilidad para las familias de
estos?
Claudia López dijo en un trino que “El que debería estar respondiendo
en la cárcel por chuzadas, corrupción, falsos positivos es Uribe. Lo amparan su
cobardía y fuero de impunidad”. Si tan grave acusación no fuera cierta (lo
acusa de criminal, nada menos), la senadora se vería expuesta a ser juzgada por
injuria y podría terminar ella en la cárcel. Pero no pasa nada, quizá porque el
país asume como verdad tácita esa condición criminal. Ahora bien, Uribe mira
hacia otro lado (¿se han fijado que nunca le responde a Claudia?) y sigue
siendo un tipo muy importante…
Algo huele a podrido de aquí hasta Dinamarca cuando a alguien lo
acompañan desde avezados criminales hasta obsecuentes lacayos y sobre él recaen
las peores acusaciones por diversos procederes delictivos, pero recibe el
beneplácito de los mismos medios que utiliza como idiotas útiles para la
ejecución de sus maquia-bélicos planes de desestabilización, ahora con la devota
colaboración del Procurador y sus obedientes huestes conservadoras, para mayor
zozobra.
Pero me iba saliendo del tema, así que resumo: primero, Uribe nunca
irá a la cárcel; segundo, gracias al asesinato de once “héroes” a manos de las
FARC en Cauca, la extrema derecha quedó más fortalecida que nunca; tercero, el
Procurador sigue en activa campaña a la presidencia, y la prueba es que ya
hasta se toma fotos
con gente LGBTI; y cuarto, Dios
nos coja confesados: había una fiera herida, pero de la noche a la mañana presenta
asombrosos signos de recuperación.
“Un fuerte nubarrón se alza en el cielo, ya se aproxima una fuerte
tormenta”.
DE REMATE: Frente a la
escena de cualquier crimen, todo investigador forense se pregunta: "¿A
quién le sirve?". En el caso que nos ocupa, ¿a quién le sirvió el
asesinato de esos soldados? La respuesta es obvia: a los enemigos de la paz. Mi
hipótesis –ojo, hipótesis- es que los mandaron allá para que los matara y
rematara la díscola columna Miller Perdomo, y eso casaría con el fuerte rumor
de que no recibieron apoyo aéreo. Pero no habría sido el gobierno Santos el que
los desprotegió, sino ese sector (numeroso, por cierto) del estamento castrense
alineado con Uribe.
El muy uribista Fernando Londoño me concede la razón en su última
columna para Las 2 Orillas: “eran muy pocos, estaban muy mal preparados
para esa lucha, muy pobremente comandados y sin ningún contacto con tropas que
los auxiliaran. Y por supuesto, sin aviación que los cubriera”. Y remata con
esto, en lo que sí difiero: “El que fraguó ese plan es un grandísimo
incompetente”. Por el contrario, es un genio de la táctica militar, pues con
solo once bajas colaterales logró el objetivo buscado: bombardear desde el
Cauca el proceso de La Habana y dejarlo tambaleando. La aberrante paradoja
reside en ver a las FARC prestándoles tan valiosa ayuda a sus propios enemigos.
Imbéciles útiles, mejor dicho. Una pírrica victoria militar, a cambio de una
estruendosa derrota política. Eso solo lo hacen los imbéciles.
1 comentario:
Cárcel para genocidas, cárcel para alvaro uribe pero ya
Publicar un comentario