miércoles, 8 de abril de 2015

¿Ordóñez Presidente? Dios nos coja confesados…




Nadie debe poner en duda que el ciudadano católico Alejandro Ordóñez Maldonado, hoy Procurador General de la Nación, está utilizando su cargo como trampolín para acceder a la Presidencia de la República. Conviene resaltar lo de su fe católica, pues sus dogmáticas convicciones de origen religioso sobre temas como el aborto terapéutico, las drogas, la eutanasia o los homosexuales podrían convertirlo en Presidente, en consideración a que la inmensa mayoría de los colombianos –católicos y cristianos- comparte esas creencias.

Por ello, es hora de lanzar una alerta roja que congregue a las fuerzas democráticas y civilistas de la nación frente a lo que pinta como un embate de la derecha cavernaria contra lo que se ha logrado restaurar de la institucionalidad después de los nefastos ocho años de gobierno de Álvaro Uribe Vélez, cuando imperó la corrupción administrativa y hasta su más cercano círculo del poder llegó una camarilla de delincuentes de la peor ralea, como el primer director del DAS, Jorge Noguera (hoy condenado a 25 años por el asesinato de Alfredo Correa D’Andreis) o los dos sucesivos jefes de seguridad presidencial, los generales Mauricio Santoyo y Flavio Buitrago (también condenados por nexos con narcos y paramilitares), los tres actuando bajo órdenes directas de Uribe y sin que la justicia hasta ahora le haya podido cobrar su responsabilidad por tan aberrantes relaciones.

Si de aberraciones se ha de hablar, una de talla mayor residiría en que Alejandro Ordóñez llegara a la presidencia, pues si bien es cierto que a diferencia de Óscar Iván Zuluaga no sería un títere del expresidente Uribe, sí habría logrado culminar la misión que se impuso desde su tesis de grado, titulada Presupuestos Fundamentales del Estado Católico, la cual dedicó “A nuestra señora la Virgen María… suplicándole la restauración del orden cristiano y el aplastamiento del comunismo ateo, para que brille por doquier la Fe Católica, pues sin ella no hay esperanza para las sociedades y para los hombres”. (Y soy consciente de que esto que acabo de decir le puede dar más votos, en lugar de quitárselos).

Si los gustos de Ordóñez en cuestión de misas hablan de su preferencia por el rito lefebvriano, con el sacerdote de espaldas y oficiando en latín, la palabra ‘Fundamentos’ en su tesis doctoral da una idea introductoria de lo que sería un gobierno ‘fundamentalista’ suyo, dedicado a esparcir “la cosmovisión católica del  Estado”. Lo preocupante es que el procurador está dedicado con mística devoción a ambientar por todo el país su venidera candidatura con el Partido Conservador, repartiendo mercados por las zonas más pobres del país o interfiriendo a diario en el manejo del proceso de paz, actividades estas que  de ningún modo forman parte de sus funciones.

La aberrante paradoja reside en que él es el encargado por la Constitución de impedir que los funcionarios del Estado utilicen sus cargos con finalidad política, pero es quien primero se pasa la norma por la faja, convencido como está de que no hay más autoridad que el Dios de los católicos y que él solo obedece al cumplimiento del mandato divino que este le habría impuesto desde la pila bautismal.

La preocupación se hace mayor a sabiendas de que a su candidatura se sumarán entusiastas las huestes domesticadas del Centro Democrático, y sin descartar que políticos otrora uribistas del Partido de la U o de otras ‘congregaciones’ se vayan sumando a la cruzada pro-restauración de la fe a medida que sus posturas religiosas radicales, de hondo calado en el imaginario popular, lo vayan trepando en las encuestas.

No es por coincidencia que al Procurador se le vio muy activo en lo mediático durante la Semana Santa, predicando a diestra y siniestra sus retardatarias tesis doctrinales, concediendo declaraciones y entrevistas por doquier. Entre estas se destaca una para Los Informantes de Caracol justo el Domingo de Ramos, donde según María Elvira Arango el hombre “se confesó”.

Parte de la aberración consistió en ver ahí a Ordóñez haciendo una férrea defensa del “debido proceso” para su copartidario Jorge Pretelt, pero yéndose lanza en ristre contra el muy liberal Fiscal General de la Nación, lo cual permite visualizar una arena política con dos orillas claramente definidas: por un lado la del santista Eduardo Montealegre y por otro la de los muy uribistas Ordóñez y Pretelt, donde uno de los bandos está ceñido al perverso libreto de encochinar a todo el mundo para que los verdaderos cochinos luzcan menos enlodados de lo que ya están.

La alerta roja habla entonces del peligro implícito en que toda la derecha –la extrema y la que asiste a la misa en español- cerrará cohesionada fila en torno a Alejandro Ordóñez, mientras por los lados del centro y la izquierda se abrirá un abanico de posibilidades que incluirá a Germán Vargas Lleras por Cambio Radical, Eduardo Verano o Juan Fernando Cristo por el Partido Liberal (¿o será de nuevo Serpa?), Gustavo Petro por los Progresistas, Sergio Fajardo por Alianza Verde y Jorge Enrique Robledo por el Polo, sin que aún sea posible vaticinar si La U adherirá a Vargas o buscará coalición por otro lado, por ejemplo con los liberales.

Es precisamente gracias a esa variopinta oferta democrática que podría ‘coronar’ presidencia lo menos democrático del paseo, pues a la godarria criolla le bastará con los votos que ya tiene para colarse –sin vaselina- por entre la trapisonda de la centro-izquierda, para desdicha de aquellos mortales que por no haber llegado unidos a tan decisiva cita podrían permitir que tras la firma de los acuerdos de paz las riendas del posconflicto queden en manos de los dos más encarnizados enemigos de la reconciliación, aliados además en la tarea de exterminar a la serpiente por la vía del aplastamiento, e  imponer así su muy particular concepción franquista de la autoridad.

En cuyo caso habría que exclamar, recurriendo de nuevo a una expresión del propio Ordóñez: “Dios nos coja confesados…”

DE REMATE: En días pasados se destaparon los carteles del papel higiénico, las toallas sanitarias y los cuadernos. En ese oligopolio para mantener los precios altos estaban conchabadas las empresas Familia, Kimberly, Papeles Nacionales, Carvajal y Scribe. La pregunta obligada es: si el engaño al consumidor se destapó, ¿por qué no bajaron los precios?


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