La semana anterior hubo dos
hechos mediáticos -para no llamarlos noticias- que ponen a dudar del
profesionalismo de ciertos medios y parecen obedecer a un fenómeno cada vez más
en boga, consistente en mentir deliberadamente sobre algo o alguien pero dando
la apariencia de verdad.
Algo en lo cual insistían nuestros profesores de periodismo,
era en la rigurosidad: no publicar nada que no se tenga plena certeza de que es
cierto.
El primer hecho alude a un
informe en Noticias Caracol al mediodía del viernes 22 de abril, cuando su
corresponsal en Madrid, Maya Restrepo, dijo que “hoy la audiencia española
recibió la declaración del exdirector chavista de la contrainteligencia
militar, Hugo Armando ‘el Pollo’ Carvajal, por supuesta financiación del régimen
venezolano a Gustavo Petro. Su testimonio fue ante la magistrada de la Corte
Suprema de Justicia, Cristina Lombana”. Y agregó que Carvajal “comprometió
directamente a Gustavo Petro en la recepción” de esos dineros. (Ver
informe).
Pero nada de eso ocurrió, y lo
que si ocurrió lo revelaba casi en simultánea El Tiempo: “El 'Pollo'
Carvajal se abstuvo de declarar en caso contra Petro”. (Ver
noticia). Fue por ello que minutos después el informativo se vio obligado a
rectificar, afirmando que “los abogados de Gustavo Petro en España nos acaban
de informar que hoy no hubo diligencia de Hugo Carvajal”. Y ya en la emisión de
la noche su director, Juan Roberto Vargas, presentó excusas
por lo ocurrido.
Lo llamativo, de todos modos, es
que en la alocución donde Vargas presentó disculpas no mencionó al directo
agraviado, ni siquiera hizo referencia a él en singular, sino en plural: “ofrecemos
excusas (…) a todas las personas afectadas con esta información errónea”.
¿Acaso cuántas personas resultaron afectadas? Solo una, que se sepa: Gustavo
Petro Urrego, cuyo nombre omitieron pronunciar. ¿Por qué? La respuesta parece
de Perogrullo: porque mostrarlo como la víctima directa de ese hecho de
desinformación lo fortalece políticamente, mientras que el propósito original
de la noticia falsa había sido el contrario: perjudicarlo. Y en esa primera
ocasión, la de la noticia falsa, su nombre sí fue pronunciado de manera
profusa.
Con la disculpa pública el
noticiero dio por enterrado el asunto, pero actuarían más ajustados a la ética si
pudiéramos saber por qué ocurrió el error, algo además fácil de averiguar: ¿fue
acaso que la magistrada colombiana, previendo lo que iba a pasar, quiso
adelantarse a los sucesos contándole a la ingenua reportera lo que
supuestamente había ocurrido dentro de la audiencia? O si no fue Lombana, ¿quién
utilizó a la chica con el propósito artero de hacerle daño a Petro?
Hablando de cosas contrarias a la
ética periodística, un segundo caso de noticia amañada se le puede endilgar a Las
2 Orillas, que, en preocupante coincidencia con el tratamiento sesgado o
torcido de Semana, ahora editorializa desde el título: “Gustavo Bolívar
recibe con los brazos abiertos al amigo de exsenador que ordenó la masacre de
Macayepo”. (Ver
nota). Allí aseguran que “El pasado 20 de abril en el municipio de Ovejas,
Sucre, en un evento público el senador (Bolívar) recibió con los brazos
abiertos a Ávaro González Quessep, exalcalde de Ovejas y uno de los hombres más
cercanos al Gordo (Álvaro) García”, condenado por la masacre de Macayepo.
Ante tan grave acusación busqué a
Bolívar, para conocer su impresión sobre lo que parecía más un ataque personal
que una noticia escueta, y me sorprendió la tranquilidad con la que lo asumía, como
si fuera una tergiversación más de las tantas que le viven haciendo de sus
actuaciones públicas.
Así al menos lo entiende Bolívar:
“Primera vez que vengo a Ovejas, no conozco a nadie, hay gente que se toma
fotos con uno. A uno le pueden poner a alguien al lado para luego salir a decir
que nos dieron su apoyo o que los apoyamos. Y eso no es cierto. Mi posición
contra los paramilitares siempre ha sido vertical”.
Pude entonces confirmar que nunca
se abrazó con ese señor, que era tan solo una hipérbole de la que se valió el
articulista para estigmatizarlo. Inocente de las consecuencias, Bolívar había
trinado en desarrollo de ese evento: “A esta hora en Ovejas, Sucre. Miren lo que me dice este dirigente: ‘42 años
en política y es la primera vez que voy a votar por un candidato de izquierda’.”
(Ver
trino).
Lo que no sabía él y sí sabían en
Las 2 Orillas, es que se trataba de un cercano al ‘Gordo’ García. Y de
ahí se agarró el (o la) articulista para montarle al senador del Pacto
Histórico un juicio popular. A diferencia de Noticias Caracol -que al
menos presentó excusas etéreas- de Las 2 Orillas no se ha conocido
disculpa o retractación, ni han retirado esa nota a todas luces difamatoria.
Así hubiera sido cierto que
Gustavo Bolívar se abrazó con el dirigente político amigo del ‘Gordo García, el
medio tenía la obligación ética de confrontar la información que poseía con la
versión del acusado. Y no lo hizo. Por ende, cabe la pregunta: ¿dónde está el
editor?
Estos dos ejemplos de noticias
construidas con mentiras serían expresiones de un aparente poder blindado detrás
del trono -con fornida chequera y/o atractiva mermelada publicitaria- orientado
básicamente a hacerle daño al proyecto conocido como Pacto Histórico, en
particular a su candidato Gustavo Petro. En el caso de Caracol el
propósito sería el de entramparlo jurídicamente, pues la financiación
extranjera de campañas presidenciales viola la ley colombiana.
Si una lección pudiera sacarse de
todo esto, es que los grandes medios están en mora de establecer unas normas
mínimas de autorregulación cuando de informar sobre campañas electorales se
trata. Quizás por andar tan activos y entusiastas en la tarea de destruir el
prestigio de una opción política específica, en realidad están contribuyendo a
acabar de destruir moralmente a Colombia.
Post Scriptum: Qué es más
dañino para el país, ¿que el comandante del Ejército descalifique a un
candidato a la presidencia de la República... o que el presidente de la
República salga a respaldarlo en lugar de destituirlo de manera fulminante,
como debió hacer? Aquí tienen cabida las palabras de Alberto Lleras Camargo en
el Teatro Patria, cantón Norte del Ejército, el 9 de mayo de 1958 frente a toda
la oficialidad: “La política es el arte de la controversia por excelencia.
La milicia, el de la disciplina. Cuando las Fuerzas Armadas entran a la
política se quebranta su unidad, porque abre la controversia en sus
filas". (Ver discurso
completo).
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