Son tres hasta el momento los
libros que cuentan la historia de Alternativa, revista fundamental en la
historia del periodismo colombiano, de la que fue su mecenas y gran orientador
Gabriel García Márquez y tuvo entre sus plumas más insignes a Antonio
Caballero.
Del primero de ellos figura como autor
quien fuera su director, Enrique Santos Calderón, titulado Alternativa, lo
mejor de la revista que marcó a una generación. Editado por Debate (sello
de Random House), es una recopilación de artículos, entrevistas y editoriales.
El segundo fue publicado en 2020 por
el periodista e historiador Luis Alfonso Mena, columnista
de El Unicornio, y se titula La historia de la revista Alternativa (1974
– 1980). Este es más analítico, sobre todo de su trasegar como la primera
revista de izquierda que hubo en Colombia, durante sus escasos seis años de
existencia.
Y en días recientes Editorial
Planeta publicó Atreverse a pensar es empezar a luchar (eslogan que
adornaba la carátula de la revista), cuyo autor es Carlos Gerardo Agudelo
Castro, el compañero más cercano de trabajo que tuve en Alternativa.
Carlos y yo nos habíamos conocido
como estudiantes de Comunicación Social de la Universidad Jorge Tadeo Lozano,
de la que recién habíamos egresado. Él militaba en el Bloque Socialista (BS), de
tendencia troskista; yo simpatizaba con la Unión Revolucionaria Socialista
(URS), cercana al bolchevismo, pero crítica del estalinismo.
Así suene jactancioso, no sobra
contar que la idea de publicar esta historia de Alternativa surgió de
una charla que hace cerca de un año sostuve con el editor literario de Planeta,
Juan David Correa, a quien consulté sobre la viabilidad de escribir algo que
siguiera el rastro literario, periodístico y cinematográfico de nuestro Nobel en
la isla de Cuba. Juan David me dijo que el tema García Márquez estaba saturado,
pues por esos días acababan de salir sendos libros, el de su hijo Rodrigo
García Barcha (Gabo y Mercedes: una despedida) y el de su mejor amigo, Guillermo
Angulo (Gabo + 8).
Ahora bien, manifestó estar
vivamente interesado en un libro que recogiera la verdadera historia de Alternativa,
la de sus protagonistas de carne y hueso: contar la novela (real) de lo que
había pasado ahí, cómo empezó, con quiénes, por qué murió la revista. Y me
propuso que lo escribiera.
Era una idea tentativa, además de
un honroso voto de confianza, pero recordé que Carlos Agudelo, quien se había
desempeñado trece años como corresponsal de El Tiempo en Nueva York,
había hecho un doctorado en Periodismo y Comunicación Pública en la Universidad
de Maryland cuya tesis de grado versaba precisamente sobre Alternativa. Se
presentaba entonces desde lo ético un conflicto de intereses, pues yo iría a
escribir sobre lo que en apariencia alguien ya había escrito, y para colmo amigo
mío.
Yo no conocía el contenido de su
libro, Carlos nunca me lo había dado a conocer, aunque sí había seguido al
dedillo las fuentes que él consultaba mientras lo escribía, porque él me iba
contando. Recuerdo en particular una visita que le hizo a ESC en su apartamento
del barrio Rosales en Bogotá, ciertas cosas que le contó sobre los verdaderos
protagonistas de la historia. Pero no seré aquí infidente, para eso está el
libro.
En todo caso, la única manera de
resolver la intriga de si lo escribía yo o no, era pidiéndole al colega que me
compartiera el contenido de su libro, como en efecto hizo, después de contarle
que Planeta me había propuesto escribir la historia de Alternativa,
quizá lo mismo que él ya había escrito, aunque aún no había leído. Y le dije
que no descartaba la posibilidad de proponer su libro en remplazo de ponerme yo
a escribirlo. O sea, le hablé con mis cartas destapadas sobre la mesa.
El asunto es que me envió su
libro-tesis y una noche de insomnio lo leí a grandes parrafadas, como hacemos
los editores con textos voluminosos. Y al final de la lectura concluí que estaba
frente a un texto soberbio, poderoso, muy atractivo, tal vez con una estructura
más académica que periodística, pero era algo subsanable en alguien con su sobrada
experiencia como reportero.
Fue ese el motivo básico por el
cual decidí “sacrificar” mi proyecto editorial, de modo que presenté su libro a
consideración de Planeta y en pocos días fue aprobado para su publicación. Hoy
me queda cierta incómoda sensación de ‘tusa’, como de que quizás el autor no supo
corresponder debidamente a semejante gesto de desprendimiento (incluso pareció
como si yo le hubiera salido a deber), pero aquí no caben las consideraciones
personales.
Lo único cierto es que esta
historia de la revista Alternativa se lee con deleite, porque es un
trabajo editorial y periodístico depurado, sin duda el mejor de los tres libros
que aquí reseñé. Por ese motivo lo recomiendo a ojo cerrado, con la seguridad
además de que se convertirá en texto obligado de estudio para alumnos y alumnas
de las facultades de comunicación y periodismo en Colombia.
El lanzamiento se hará el 28 de
abril en la Feria del Libro de Bogotá (FILBo 2022). Allá nos vemos.
Post Scriptum: Si llegan a
segunda vuelta Gustavo Petro y Federico Gutiérrez, no vislumbro nada bueno para
Colombia. Sería el peor escenario posible, pues quedaría empoderado el
candidato de la peligrosa extrema derecha. Por el bien del país, urge que Petro
gane en primera vuelta. Es casi cuestión de vida o muerte para la democracia.
Respecto a Sergio Fajardo, baste decir que tuvo cuatro años para posicionarse
como el gran opositor al gobierno de Duque y no lo quiso hacer. Solo apareció
para la campaña electoral, cuatro años después de haberse ido a ver ballenas.
Por eso el 13-M obtuvo esa pichurria de votos (menos que Francia Márquez) y
ahora pretende una utópica “remontada” que solo servirá para abrirle el camino
-de nuevo- a la bestia uribista. Mala cosa, pésima cosa.
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