Tomado de El Espectador
Busqué a Benito Cabrera, o ‘Fabián
Ramírez’ dentro de las Farc, porque me habían contado que desde cuando pertenecía
a la comandancia del bloque Sur sostenía marcadas diferencias con ‘Carlos
Antonio Lozada’, o Julián Gallo. Fuentes confiables aseguran que no se podían
mezclar, eran como agua y aceite.
Quería preguntarle su opinión sobre
la autoinculpación que hizo Lozada a nombre de las Farc, como supuesto autor
intelectual del asesinato del asesinato de Álvaro Gómez Hurtado, por aparente orden
del fallecido ‘Mono Jojoy’ y ejecutada por cuatro miembros de la Red Urbana
Antonio Nariño (RUAN) que operaba en Bogotá bajo su mando, todos también
fallecidos.
El tema fue abordado al final de
la entrevista, y Ramírez dejó la impresión de que es más lo que calla que lo
que sabe, quizá alentado por el propósito de no hacerle un daño irreparable al
proceso de paz. Pero dejó un hilo del que se podrá halar más adelante. Soy un
escéptico de esa autoinculpación, lo he dicho en varias columnas. Y si no se le
ve asidero a que las Farc hayan ordenado el crimen del dirigente conservador, menos
a que se hayan encargado además de matar al general Fernando Landazábal y al
excomisionado de paz Jesús ‘Chucho’ Bejarano. (Ver
columna).
En referencia a la implementación
del acuerdo de paz que se firmó hace cinco años, no deja de sorprender el tono de
las discrepancias que ‘Fabián Ramírez’ expone frente al Secretariado de las
Farc, donde el panorama oscuro que vislumbra lo resume en esta frase: “Yo al
acuerdo de paz no le veo ningún futuro”. (Ver
entrevista).
No sobra advertir sobre la
dificultad para entrevistar a ‘Fabián Ramírez’. Hubo un primer encuentro en el
que se negó a responder, manifestó que antes debía consultar con sus abogados,
ante el calibre de las preguntas contenidas en el formulario que le entregué. Y
nos despedimos. La segunda dificultad fue volverlo a ubicar, pues no quiso
suministrar número de celular ni correo electrónico. Dijo que él se comunicaría,
como en efecto lo hizo, tres meses después.
Pareciera que hoy Benito Cabrera se
cuida por igual de los suyos -que lo
expulsaron del partido Comunes-, como de sus enemigos de guerra, en
consideración a que permanece en pie de lucha contra unos y otros, aunque ahora
desarmado.
La divergencia nodal frente a sus
excompañeros se da cuando señala como un error que hubieran entregado las armas
sin antes tener la seguridad de que les iban a cumplir. Según Ramírez, “la
dejación de armas estipulaba que nosotros tendríamos un tiempo con ellas y que
se garantizaba la estabilidad de la gente en las zonas veredales. Yo planteaba
que antes de entregarlas, se buscara la amnistía total. Estábamos interesados
en acabar la guerra, no en claudicar”.
La preocupación de Cabrera es
razonable, después de que la Procuraduría les endilgara el delito de
“esclavitud” y la JEP se haya mostrado receptiva a acoger el tema y someterlo a
estudio. ¿Esclavitud? El hombre reacciona: “En Colombia la gente está sometida
a la esclavitud de pagar impuestos, mientras no alcanza para el sustento de sus
familias. En el trabajo a usted lo esclavizan y tiene que hacer lo que diga el
jefe diga, o si no lo echan”.
Fabián Ramírez cuenta que en La
Habana era relator en el tema de dejación de armas y el cese bilateral. Pero “lo
que se escribía ahí, nunca lo daban a conocer. ‘Carlos Antonio Lozada’ se
reunía con el general Javier Flórez a solas y llegaban a acuerdos que después
los del Secretariado aprobaban, menos Iván Márquez y Santrich”.
Estas ya son palabras mayores, las
mismas que usa para agregar que “todo fue el afán que tenía el Secretariado de
ocupar un puesto en el Congreso. Como si 53 años de lucha revolucionaria y
miles de muertos hubieran sido para ocupar diez curules”.
Cuando se le pregunta si no le
parece positivo el papel de la JEP, vuelve a mostrar el otro lado de la moneda:
“La JEP era para que estuvieran políticos, industriales, presidentes y
exministros contando de los compromisos que tuvieron con los paramilitares, con
los robos de tierras. Y de los ‘falsos positivos’, ¿quién dio la orden? El ejecutivo.
¿Y por qué no los declaran responsables?”.
En resumidas cuentas, Fabián
Ramírez cree que “no se ha cumplido ni el 5 % de lo que se acordó. No se trata
de que les cumplan a los guerrilleros; a estos les dan un estipendio, una
suspensión de las órdenes de captura. Pero puede llegar otro fiscal como Néstor
Humberto Martínez… y orden de captura para todo el mundo”.
Y no podía faltar el mensaje para
Juan Manuel Santos, el gran componedor del proceso: “Usted debe ser el primer
interesado en que lo pactado en el acuerdo se cumpla. Usted más que nadie está
obligado a luchar que se implemente lo que se acordó. Si fracasa el proceso de
paz, será su fracaso”.
Frente al tema de ‘Carlos Antonio
Lozada’ y su autoinculpación del asesinato de Gómez Hurtado, cuando le
pregunté, Ramírez contesto que “si él dice que lo hizo, debe tener pruebas.
Nadie es tan bruto de autoincriminarse sin pruebas”.
Lo extraño, le repliqué, es que antes
de esa sorpresiva declaración nunca nadie del Secretariado había reconocido su
participación en lo de Álvaro Gómez. Y respondió: “Carlos Antonio, él solo
no actuaba. Tuvo que haber alguien que sepa más. Por ejemplo, los radistas.
Ellos manejaban la información de lo que sucedía en todo el territorio.
Pregúntele a los radistas que tenía el Mono Jojoy, porque él defendía el Bloque
Oriental. O a los radistas que tenía Marulanda, porque todo le llegaba a él.
Hasta allá es que tiene usted que llegar, para confirmar o negar eso”.
Tarea en camino, noticia en
desarrollo.
Post Scriptum: Nadie pone
en duda que Petro
pasa a segunda vuelta, así que falta dilucidar a quién se enfrentará, si al
candidato de la derecha o al del centro. Lo ideal sería verlo competir con el
del centro que resulte de la consulta amplia que harán en marzo, quizás
Alejandro Gaviria. Si fuera entre Petro y el candidato de Uribe, y gana Petro,
su gobernabilidad se haría insostenible. En cambio, si la segunda vuelta fuera
entre Petro y el del centro, ambos podrían ponerse de acuerdo para lograr el
cambio que Colombia necesita. Aquí lo único que sobra es la espantosa extrema derecha
uribista, que ahora quiere camuflase en Federico Gutiérrez y que cada día nos
hace la vida más insoportable.
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