Esta columna se inspira en algo que dijo Juan Fernando Cristo hace unos
días: “frente a los asesinatos de líderes sociales y excombatientes es tal el
problema, que deberíamos ser capaces de unirnos al menos en el propósito de
parar este horror entre todos”. ¿Cómo solucionar semejante desmadre, con el
país gobernado por un badulaque como Iván Duque y soportando la exacerbación de
la violencia en todos los frentes, como en los peores tiempos de Pablo Escobar?
Eligiendo a alguien responsable, no al que dio muestras de ser excelente
cabeceador de balón, intrépido bailarín y rasgador de guitarra sinigual. Estamos
en las peores manos, es un hecho, y ahora la pregunta del millón es cómo hacer
para que un día nos gobiernen las mejores manos.
De Gustavo Petro dice hasta
su contradictora Claudia López que tiene el mejor programa de
gobierno, pero presenta dificultades para armar un equipo, y eso en toda
organización al servicio de una causa termina por convertirse en un problema
serio, que requiere solución.
La solución en apariencia es fácil, pues estaría en que logre armar equipo y
que entre sus integrantes se establezca una comunicación horizontal, sin
jerarquías. Es un hecho irrefutable que a Petro se le han retirado muchas
personas que trabajaban con él (Navarro Wolf, Daniel García-Peña, Guillermo
Jaramillo, Carlos Vicente de Roux, María Mercedes Maldonado, Ángela Robledo) y
la solución no está en enconcharse sino en tender lazos de unión, de
cooperación entre todos.
Mejor dicho, Petro puede ser una persona difícil de tratar, pero ¿cómo hacemos
si tiene el mejor programa de gobierno y cuenta con ocho millones de votos, que
al día presente quizá son muchos más por cuenta de la indignación generalizada,
pero es imposible saberlo si la encuesta la hacen Invamer o Guarumo?
Desde columnas atrás he insistido en la necesidad de que Petro aprenda a
hacer equipo, que se deje
ayudar. Y que, en aras de la urgencia de defender la paz, trate de
establecer una alianza estratégica con Humberto de la Calle, quien además de
haber sido el arquitecto de la hoy debilitada paz, es la persona que mejor
encarna el ideario liberal luego del lamentable deceso del patriarca Horacio
Serpa, uno de los poquísimos hombres íntegros que le quedaban al liberalismo
tras la vergonzosa venta de la dignidad de su partido que hizo César Gaviria a
cambio de un plato de lentejas.
Si Petro es el hombre de los votos, Humberto de la Calle no es el
picapleitos sino el hombre sereno, el conciliador con talla de estadista, el
que se sienta a hablar con el enemigo para llegar a acuerdos.
Sea como fuere, es en la diferencia donde se encuentran los contrarios, y de
buena fuente he sabido que a De la Calle han tratado de contactarlo desde las
toldas del petrismo, para proponerle un acuerdo programático que haga posible
la definición de una alianza estratégica. El hombre al parecer ha guardado
silencio, o marca distancia estratégica a la espera de los avances que se
vienen dando entre los que pertenecen a la otra orilla de la centro-izquierda, en
cuyas toldas se habla de la necesidad de una consulta que los incluya a todos, excepto
a Petro. Esto a la espera de que surja un candidato fuerte, que desplace al
candidato del uribismo al tercer lugar y en una eventual segunda vuelta se
enfrente a Petro y lo supere, confiados en que Colombia preferiría la
moderación del centro al radicalismo de la izquierda.
La aparente dificultad reside entonces en que quizá De la Calle cree contar
con juego propio para medírsele a la consulta de ‘todos menos Petro’, ignorando
así lo que pudiera ser la fórmula imbatible: el mejor programa de gobierno, en
compañía del hombre mejor capacitado para impedir que el uribismo acabe de
hacer trizas la paz, sembrando la zozobra para aparecer luego como su salvador.
Lo dijo en su cuenta de Twitter el comandante en jefe de la caverna, el 24 de
diciembre: “Trabajar desde hoy para salvar a Colombia en el 2022″. Ya están
trabajando en eso. (Ver
trino).
Hoy la paradoja con Petro reside en que él solo no gana, pero nadie gana
sin Petro. Así las cosas, ¿quién podría ser la persona más indicada para que
sus votos le ayuden a ganar a su compañero de fórmula? En la respuesta a esa
pregunta brillan dos nombres con luz propia: Humberto de la Calle y Alejandro
Gaviria. De este último, basta leer una entrevista suya en Nota Uniandina para ser testigos de que estamos ante un verdadero
sabio. (Ver
entrevista).
Por eso hablé arriba de un triunvirato, entendido no como una conjunción de
voluntades a la vuelta de la esquina, sino como la propuesta de gobierno que
resultaría de una consulta entre los tres mencionados, en la que dependiendo
del número de votos para cada uno, se define quién va a presidente y quién a
vice. Y al que quede de tercero -tan solo es ocurrencia- se le podría nombrar
primer ministro, para que coordine comunicaciones y acciones bilaterales, con
poderes autónomos para tomar la decisión final cuando no haya acuerdo entre presidencia
y vice.
En todo caso, Gaviria no jugaría el papel de rival de los otros dos, pues
coincide con Kurt Vonnegut en que “a los inventores de la democracia se les
olvidó que solo los locos quieren ser presidente".
Lo urgente en la terrible coyuntura actual es la toma del poder -por la vía
electoral, obvio- para el retorno de la decencia a la vida democrática. Y esto
solo es posible mediante una alianza sólida entre la izquierda auténtica de
Gustavo Petro y el liberalismo auténtico de Humberto de la Calle. No el del
cafre César Gaviria, no, sino el original pensamiento liberal de un Darío
Echandía o un Alfonso López Pumarejo, el de la Revolución en marcha, quien pregonaba que «es deber del hombre de
Estado efectuar por medios pacíficos y constitucionales todo lo que haría una
revolución».
Lo único cierto -en síntesis- es que Gustavo Petro, Humberto de la Calle y
Alejandro Gaviria deberían juntarse, por el bien de Colombia. Es mi humilde
opinión, como liberal de izquierda.
DE REMATE: Con Alejandro Gaviria me llevé una muy agradable sorpresa, en
forma de coincidencia literaria, pues resultó conocedor de dos autores a los
que he leído en profundidad, Aldous Huxley y Kurt Vonnegut. De este último, Matadero cinco es sin duda su obra
cumbre, con apartes que parecen escritos desde una dimensión de conocimiento a
la que solo él tenía acceso. Si la memoria no me falla, en dos ocasiones fue
candidato al Nobel de Literatura.
4 comentarios:
Maravilloso comentario. De pronto creo que por el tema de la paz una ayudita de los países europeos nos caería bien. Ellos han criticado al Señor de la guitarra y del balón como un fiasco.
Es muy difícil determinar quien puede gobernar mejor. si un politico con carácter y coraje, asesorado por sabios, ó un sabio asesorado por politicos con carácter y coraje. El sabio dá ideas pero quien desarrolla es el politico.
Señor "periodista", le aseguro que soy lo más opuesto al Uribismo y la insana derecha colombiana, sin embargo, cuesta creer que una persona como usted le aporte algo bueno a este país. Muy seguramente usted es uno de esos supuestos defensores de la paz, pero que nunca han logrado entender que con la palabra, escrita o hablada, se hace violencia, y se siembran odios. Le recomendaría leer algo de Gandhi,u otros auténticos constructores de paz. Lo invito a tomar alguito de distancia de su inmenso ego y su notoria arrogancia, y leer sus propias columnas "opinión", para que usted mismo pueda observar su pobre y agresivo vocabulario,ah,y obviamente lo superficial de sus "análisis" político. Construya opinión en lugar de buscar adeptos robóticos que incrementan el odio, que es el auténtico generador de la violencia actual que pretende denunciar.
Este tipo es un pendejo que aún no digiere que la izquierda perdió toda credibilidad con ernestico bojote Samper. Hágase un favor y vomite sus delirios en privado, viejo idiota.
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