El título de esto va entrecomillas porque es parodiando la columna de
Felipe Zuleta del domingo pasado, aquí en El Espectador, titulada “Petro
es un pirómano muy peligroso”. (Ver columna).
Ese mismo día en Semana doña Salud Hernández, todavía contagiada por
la rabia española, coincidía con Zuleta: “¿Qué clase de presidente sería un
líder político que solo sabe nutrirse de división y odio? Es indudable que
(Petro) es un pirómano”.
Y desde su esquina de El Tiempo, Mauricio Vargas, otrora periodista
y hoy matriculado en la jauría uribista, afirmaba que “el petrismo tiene un
plan insurreccional y lo está llevando a cabo”.
Si nos pusiéramos en la misma onda conspiranoica de los tres anteriores, con
tan llamativa coincidencia temática se podría concluir que andan coordinados y
algo se traen entre manos. Por ejemplo, ocultar la verdadera realidad, por una
razón de peso: porque el verdadero pirómano es el sujeto sub judice al
que pretenden defender o eximir de toda culpa en sus columnas, el exsenador Álvaro
Uribe Vélez.
La columna de Zuleta Lleras tiene -además del título- una frase aplicable a
Uribe: “si hay alguien que ha demostrado su conducta anárquica es (el
senador Petro). Sí, el mismo que pretende gobernar este país. Desobediencia
civil, anarquía y caos. Eso es lo que le gusta al pirómano. Ver arder en llamas
todo lo que pueda quemar”.
¿No es acaso una conducta
anárquica desconocer o subvertir el orden constitucional cuando en entrevista
con dos periodistas genuflexas Uribe se declara “secuestrado” por la Corte
Suprema y asegura que su orden de detención fue “un procedimiento mafioso”? La
única diferencia es que no se trata del que pretende gobernar al país, sino del
que lo gobierna desde su lugar de reclusión y le indica a su subalterno Iván
Duque -luego del asesinato de Javier Ordóñez a manos de la Policía- los pasos a
seguir: “Mejor toque de queda del Gbno Nal, Fuerzas Armadas en la calle, con
sus vehículos y tanquetas, deportación de extranjeros vándalos y captura de
autores intelectuales”. (Ver trino).
¿Autores intelectuales del
asesinato? No, habla es de los autores de los actos de vandalismo. Y en cuanto
a la “desobediencia civil”, fue el mismo Uribe quien por los días de la campaña
del plebiscito convocó a la “resistencia civil”. ¿Contra qué? Contra el acuerdo
de paz que según la propaganda negra uribista de esos días pretendía “volver
homosexuales a nuestros niños”.
En sintonía con Uribe, con el
subpresidente Duque y con el fiscal Francisco Barbosa de quien en su penúltima
columna Zuleta mostró “los
resultados concretos de su corta pero eficiente gestión”, en esta afirma que
“la destrucción sistemática de los CAI dejó evidenciado que los criminales
tenían un plan orquestado”.
Según este nuevo corifeo del
régimen (hace
un año decía que Uribe “insiste en no vivir en paz y, peor aún, en no dejar
vivir en paz a los colombianos”), hoy la gente no tiene ningún motivo para
salir a la calle a protestar, menos a tirarles piedra a unos CAI habitados por
policías asesinos. No, todo es producto de un plan macabro, develado además por
el muy imparcial Noticias RCN, cuya presentadora informa al día
siguiente de la masacre policial (de trece víctimas inocentes), que ese
noticiero “conoció información de Inteligencia que permite confirmar que la
destrucción de 56 CAI no obedeció a hechos aislados sino a una estrategia
articulada (de las disidencias FARC y el ELN) que se había preparado con
anticipación, aguardando un detonante”.
(Ver “informe
exclusivo”).
Si de plan macabro se ha de
hablar, señalemos lo obvio: es literalmente imposible que tal cantidad de
policías haya disparado en forma indiscriminada contra la población inerme si
no hubieran recibido la orden de hacerlo. El sentido común advierte que debían
estar autorizados, pues raya en la imbecilidad pensar que disparaban sabiendo
que si mataban a alguien podían ir a la cárcel o ser despedidos de la
institución. De otro lado, ¿nos quieren hacer creer que desconocían que estaban
siendo grabados? Muy por el contrario, se les vio actuar con la tranquilidad
del que se sabe protegido por sus superiores.
Y aquí abro un paréntesis: ¿cómo se entiende que en menos de 24 horas trece
ciudadanos son asesinados por la Policía y no cae ningún miembro de esa
institución, ni el presidente Duque pide una sola renuncia? ¿Acaso estamos en
una dictadura?
En la misma tónica del plan orquestado,
hablemos del que comenzó a gestarse el día que la Corte Suprema anunció la
detención domiciliaria Uribe, expresado en una exacerbación de la violencia ya
advertida por Vicky Dávila que ocurriría si ponían preso a su admirado líder: "Si
a Uribe lo ponen preso, les doy una pésima noticia a sus malquerientes: no se
acabarán los problemas que tiene Colombia. Tampoco llegará la paz que todos
deseamos. Quizás la violencia se agudice”.
Y se agudizó a niveles
insufribles, y el mayor cinismo de este gobierno -dueño del Ejército, la
Policía, los organismos de seguridad y hasta los de control- reside en echarle la
culpa al expresidente Juan Manuel Santos de las masacres sin control y los
asesinatos selectivos de líderes comunitarios. Como dije en columna anterior, “esta
violencia salvaje que el Estado es incapaz de controlar, en muestra no de
ineptitud sino de deliberada omisión y negligencia, se asemeja a los días en
que los grupos paramilitares asolaban con sus masacres la geografía nacional y
numerosas Brigadas o bases militares se hacían los de la vista gorda o cooperaban,
como está documentado por muy variadas fuentes y testimonios”.
¿A qué obedece entonces esta
nueva espiral de violencia? A que se avanza hacia la consolidación de un
régimen fascista cuyo propósito es poner
el país patas arriba, como condición sine qua non para asegurarle al
comandante en jefe de la extrema derecha su impunidad a perpetuidad. ¿O acaso
ustedes creen que en dos años el uribismo entregará el poder tras ser derrotado
en una elección limpia, sabiendo que perder la presidencia podría conducir a que
Uribe termine preso -de nuevo-?
Así las cosas, no nos hagamos
ilusiones: esos salvajes llegaron para quedarse.
DE REMATE: Me atrevo a pensar que en las pendejadas lambonas que hoy
escribe Felipe Zuleta Lleras obra el mismo fenómeno que produjo el sorpresivo
viraje ideológico de años atrás en un exprogresista como Alfredo Rangel: simple
conveniencia.
1 comentario:
Acompañando la gesta, le comparto estos recientes blog:
https://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/lobo-fascista-disfrazado-oveja-derechista
https://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/estafados-humillados-tenemos-rabia-politica
https://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/una-sociedad-humillada-se-suicida-la-dictadura
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