El diccionario RAE define
hazmerreir como la “persona que por su aspecto o conducta es objeto de
diversión o burla de otros”. Esta definición se amolda a todo aquel que con su
actuación de algún modo entretiene y no hace daño a los demás. Pero cuando las
alocadas decisiones que toma (o que le hacen tomar) ponen en peligro la
estabilidad institucional de una nación, hay que pensar en darle el
calificativo que le corresponde: el de ‘hazmellorar’.
Solo a un hazmellorar se le
ocurre que estando los ánimos tan encendidos por los catorce jóvenes que en
distintos puntos de Bogotá asesinó la Policía en las noches del 9 y 10 de
septiembre, y que provocaron los archiconocidos actos de vandalismo, después de
que según las encuestas apenas 1 de cada 4 colombianos apoya a esa institución,
se le ocurre disfrazarse de Policía para ir a visitar - de noche- dos de los
CAI atacados por la turba indignada. Y se hace (o le hacen) tomarse una foto en
medio de ellos, poniendo en abierta provocación su mano derecha uribista sobre
el corazón, símbolo gráfico del Centro Democrático y del dueño del letrero, su
patrón Álvaro Uribe Vélez.
Hablando a calzón bajado, Iván
Duque no es hoy el presidente de todos los colombianos sino el subpresidente de
su patrón. Todas las decisiones que hoy toma (o le ordenan tomar) se ajustan al
dedillo a lo que el mismo Uribe haría. Es obvio de toda obviedad que es Uribe
quien hoy gobierna desde el Ubérrimo sobre persona ajena… y de contera sobre el
país entero. Duque apenas se deja ver como un alfeñique, un monigote, un
mequetrefe, un abyecto segundón, un vulgar sacamicas, en resumen una miseria
humana, carente de toda dignidad.
Con esa visita nocturna la
majestad presidencial quedó por el piso porque cometió la afrenta -deliberada, aleve-
de tomar partido por los victimarios y pisotear post mortem a las catorce
víctimas inocentes, incluido por supuesto el Javier Ordóñez torturado por agentes
de esa institución hasta morir con un riñón reventado, según el informe de
Medicina Legal.
Pero no solo pisotea la honra de
las víctimas, sino la de los millones de colombianos que nos solidarizamos con el
dolor de los deudos y por tanto no pensamos como quien se manifestó
abiertamente a favor de los victimarios. Con dicho acto ignominioso, digno de
inscribirlo en la Historia Universal de la Infamia, cual si se tratara de un rufián
de esquina nos puso a todos sus contradictores en el bando enemigo, nos dijo “no
soy su presidente, soy única y exclusivamente un oficioso servidor del
presidente eterno que aquí me puso. Él es mi guía, mi luz, el pastor que me
apacienta con suave cayado, es mi todo”.
A este señor le importó un
soberano pepino un video revelado por Ariel Ávila donde se demostró hasta la
saciedad que “hubo mandos que autorizaron la utilización de armas. Ese cuento
de que fue algo espontáneo se desvirtúa. Ellos dispararon contra población
civil, ellos podían ver a quienes disparaban, se ve claramente que no estaban
disparando a ciegas. Todo este video desvirtúa las versiones del Gobierno y del
ministro de Defensa”. (Ver
video).
En medio de tan sombrío panorama,
solo es claro que esto no va a conducir a nada bueno. Quieren armar un mierdero
bien tenaz, quizás para pescar en río revuelto. Encochinarnos a todos, para que
o se note lo cochinos que están quienes han asumido el mando. La polarización
que viene en camino será imparable, como si desde el solio de Bolívar estuvieran
tratando -a conveniencia del patrón- de empujarnos hacia una guerra civil.
Nunca pasó por mi cabeza que
llegaría el día en que estaríamos sometidos por un régimen autoritario fascista
(para el caso que nos ocupa de corte mafioso) al mejor estilo Benito Mussolini,
quien supo imponerse por la bota militar mientras establecía un rígido control
sobre los medios de comunicación. Siempre pensé que esos tiempos nefastos ya
habían sido superados por la humanidad, pero la historia de esta sufrida
Colombia se está encargando de demostrarnos que estamos condenados a
repetirlos.
Lo que nos falta por lamentar y
llorar sobre la sangre derramada -pretérita y futura- es incontable,
innombrable, indescifrable.
Y abominable.
Y hoy no tengo nada más que
decir, la indignación me embarga.
DE REMATE: Si raspas
repetidamente un fósforo hasta que se enciende, no le puedes echar la culpa de
la llama a la cabeza del fósforo.
1 comentario:
Da vergüenza está columna llena de subjetividad y odio. Acaso no es Santos el punto de partida de la polarización actual. Bastante incompleta y parcializada está "columna".
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