Dos noticias relacionadas
con el coronavirus y la Iglesia Católica parecen demostrar que tener fe o rezar
no sirve para nada. Una, desde Italia, informa que el Vaticano suspendió todos
los actos antes públicos de la Semana Santa y que se celebrarán a puerta
cerrada, ante la rápida expansión del COVIDー19. La otra proviene de
Buga y cuenta que “para evitar la propagación de coronavirus se canceló la tradicional
misa pública de sanación”.
Ante semejante paradoja, el
lector desprevenido se pregunta: ¿cómo así que cancelan una misa que era
precisamente de sanación? ¿O sea que lo de sanación era puro cuento y, por el
contrario, asistir a esa misa sirve más bien para enfermarse? Dirán los
creyentes que se trata es de ir al templo para orar por la sanación personal y del
mundo, o sea para que salga del pecado o cosas de esas, y la contrapregunta
sería entonces por qué el mundo está cada vez más enfermo. Es cuando se
comienza a sospechar que rezar no sirve para nada, e ir a misa no sirve para
nada, y posiblemente el cargo de “representante de Dios sobre la Tierra” que
tiene el simpático y dicharachero papa Francisco tampoco sirve para nada,
porque su jefe-Dios no se conduele de la humanidad agobiada y doliente ni permite
que los oficios religiosos de la Semana Santa se puedan seguir haciendo en las
iglesias. En otras palabras, con la crisis del coronavirus quedaría científicamente
comprobado que los fieles católicos no están protegidos “bajo el manto divino”
de su omnipotente creador.
Sin ponernos de malpensados,
juzgaríamos incluso previsible que el muy inteligente don Francisco ya se haya
dado cuenta de que definitivamente Dios no existe, sino que es una invención de
los hombres, a su imagen y semejanza. O que si existe no hay prueba de que así
sea, si nos ponemos desde el lado agnóstico. Sea como fuere, ello quizá explicaría
por qué en días recientes al mismísimo máximo pontífice católico se le escuchó decir
que “es mejor ser ateo que un mal cristiano”.
En este contexto, una crisis
sanitaria como la pandemia del coronavirus debería ser motivo de reflexión
sobre la inutilidad de todas las religiones (excepto el budismo), primero
porque no sirven para controlar y menos evitar enfermedades ni epidemias ni
nada, y segundo porque en la historia de la humanidad han sido más bien motivo
de división, guerras y persecuciones contra los portadores de una fe distinta.
Y sin entrar a considerar casos aberrantes como el tribunal de la Santa
Inquisición, que mandaba achicharrar en una hoguera a todo(a) aquel de quien se
sospechaba era bruja o hereje. Motivo suficiente para que, si Dios existiera y
fuera tan justo como dicen, hubiera borrado de la faz de la Tierra a la Iglesia
Católica, fuente de todo tipo de perversiones y aliada desde el principio de
los tiempos con todos los poderosos. Verbi gratia, Pio XII y el nazismo.
Lo mínimo a esperar de quienes
se abrogan a sí mismos ser intermediarios entre sus “rebaños” y la divinidad a
la que rinden culto, sería que se dedicaran a fomentar la compasión, la
solidaridad y la cooperación armónica entre las naciones. Pero no es así, comenzado
precisamente por el Vaticano, donde se preocupan más por hacer crecer las
utilidades de sus inversiones que por enfrentar las injusticias sociales de los
gobernantes o por contribuir a la erradicación del hambre mundial.
Hablando de solidaridad y
cooperación entre naciones, es muy triste ver que las diferencias entre dos países
terminan por agravar el panorama en lo concerniente a la prevención y
erradicación de la epidema. Por tratarse de una medida en apariencia benéfica,
el subpresidente Iván Duque ordenó el cierre de los pasos fronterizos entre
Colombia y Venezuela, pero informó a su vez que la frontera de Ecuador
"continuará abierta, con permanente monitoreo y controles, en coordinación
con el hermano país".
¿Acaso Venezuela no es
también un país “hermano”, solo que temporalmente distanciado por las
diferencias políticas entre sus dos presidentes? ¿No sería lo más SANO que esas
diferencias se obviaran ante el peligro que representa la propagación del virus?
¡Era el momento de activar planes de cooperación binacional para cuidar la
esquina norte de Suramérica, en la vanguardia y en la retaguardia! Con razón el
régimen de Nicolás Maduro calificó la medida de Duque como “un acto de
irresponsabilidad grotesca”, que no contribuye a solucionar nada sino a
evidenciar la falta de controles en el corredor fronterizo y a aumentar el
drama humano de las personas que desde Venezuela se ven obligadas a atravesar
trochas, quebradas y senderos inhóspitos para aprovisionarse de alimentos, como
lo muestra este desgarrador video de Blu Santanderes.
(Al cierre de esta columna El
Espectador informa que “a pesar del coronavirus, Duque insiste en no tener
comunicación con Maduro”. (Ver noticia). ¿Puede quedar alguna duda de que estamos ante
un verdadero mediocre?).
Ya en el plano interno se
advierten también protuberantes diferencias entre la alcaldesa de Bogotá
Claudia López y el subpresidente Duque. Según documentado informe de La
Silla Vacía, mientras Claudia centra sus actividades de prevención en los
ciudadanos, sin distingo de clase o región, a Duque le interesan más los
empresarios y anuncia medidas para protegerlos. (Ver informe). Esos venezolanos y colombianos pobres que deben
someterse a penurias para pasar de un país a otro, eso no son de su
incumbencia.
Para acabar de enrarecer el
horizonte, le cabe toda razón al autor del trino según el cual “solo se
cancelan eventos masivos para gente pudiente. Para los pobres seguirá
Transmilenio, las plazas de mercado y las filas en las EPS”. (Ver trino).
Pero no es para que
comencemos a quejarnos, pues aquí simplemente se aplica la muy darwiniana ley
del más rico: el de más plata es el que se salva.
DE REMATE: Otro asunto muy
preocupante, al que no se le ha puesto la debida atención, es este: como la
Iglesia Católica en refuerzo de sus medidas preventivas suspendió la confesión (mediante
la cual el feligrés le cuenta sus pecados al cura y este lo absuelve), ¿qué
pasará con los infectados que queden impedidos de confesar sus culpas y mueran
en pecado mortal? ¿Se irán derechito al infierno…? Se está demorando el Santo
Padre en emitir una dispensa papal para todos los pecadores de aquí al día en
que por fin se haya espantado al demonio del coronavirus.
2 comentarios:
Hala Jorge, nuestra tradición cultural en la fe, prima sobre la coyuntura.
El análisis histórico es relevante, pero inoportuno.
De verdad que al final da tristeza el punto de vista amarillista que le pusiste a la nota... Dios te bendiga a ti y tu familia
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