Con motivo de la condena a
30 años que profirió el Juzgado VII Penal del Circuito Especializado de Bogotá contra
José Miguel Narváez por haber sido el que convenció a Carlos Castaño de la
conveniencia de asesinar a Jaime Garzón Forero, conviene brindar claridad en
que este no actuaba como rueda suelta sino como vaso comunicante entre las
Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y parte de la plana mayor del Ejército
Nacional de esa época, según muestran las evidencias procesales. (Ver
noticia).
Su condena contribuyó a
romper la impunidad que venía de 19 años atrás, cuando desde el DAS trataron de
torcer la investigación apresando a falsos autores. Pero queda por
dilucidar quiénes estuvieron detrás de Narváez, pues es obvio que él no actuaba
como rueda suelta en sus frecuentes visitas a los campamentos de las Autodefensas, a donde llevaba razones de la cúpula y a sus tropas les dictaba la conferencia “Por qué es bueno matar comunistas”.
Los grupos paramilitares,
no nos llamemos a engaños, actuaban como apéndices del mismo esquema del
aparato represivo militar que con anuencia del poder civil los engendró para
que se encargaran de hacerles el trabajo sucio, y así hubiera a quién culpar de la
barbarie sin afectar la estructura del aparato institucional.
Lo cierto es que la cúpula
de las AUC estaba compuesta por una horda de hienas salvajes alimentadas,
domesticadas y regadas por todo el territorio nacional con la venia de los
órganos de seguridad del Estado, pues de otro modo no habrían podido afincarse del modo en que lo hicieron, mediante masacres indiscriminadas y despojos de
tierras a los campesinos que desplazaban.
Por boca del mismo Castaño supimos
que hubo una especie de ‘junta directiva’ que desde la sombra asesoraba a esos
grupos, y a ella se refiere Carlos Castaño en su libro Mi confesión, cuando en extenso
diálogo con el periodista Mauricio Aranguren le habla del
Grupo de los Seis: “gracias a estos
señores, no soy hoy en día un bandido”. (Pág. 116). ¿Qué significa esa
afirmación? Elemental, querido Watson: que mientras contara con la aprobación
de tan selecto círculo se daba por hecho que su accionar era legítimo, por el
bien de la patria.
¿Y quiénes conformaban el
Grupo de los Seis? Esa pregunta se la hizo Aranguren y así respondió: “Al Grupo de los Seis ubíquelo como hombres
al más alto nivel de la sociedad colombiana. ¡La crema y nata! Para mí fue un
privilegio el paso que tuve por la vida de esas personas, y no hay que ponerle
un toque macabro, era un grupo de seis colombianos a los que denomino
verdaderos patriotas, comprometidos con Colombia. Ellos me convencieron de la
conveniencia de actuar patrióticamente y dedicar mi vida a la defensa del país,
y entregarla si es el caso. Eran personajes de todo respeto y credibilidad, que
por su edad avanzada vieron en mí la posibilidad de tener un hombre de la
patria”.
Castaño no dio nombres,
pero una persona cercana a él sí. Según el portal Verdadabierta.com, “en su segundo día de versión libre ante
fiscales de la Unidad Nacional de Justicia y Paz, el exjefe paramilitar y
confeso narcotraficante Diego Fernando Murillo Bejarano, alias ‘Don Berna’,
señaló a Pedro Juan Moreno Villa, exsecretario de Gobierno de Álvaro Uribe en
la gobernación de Antioquia, como uno de los integrantes del ‘Grupo de
Notables’ que asesoraba al comandante paramilitar Carlos Castaño Gil”. (Ver
artículo).
En el mismo rango de
cercanía ‘Don Berna’ ubicó a Rodrigo García Caicedo, líder del Partido
Conservador y directivo del Fondo Ganadero de Córdoba, quien padeció las
secuelas de la extorsión por parte del Ejército Popular de Liberación (EPL) y
sobrevivió a dos atentados de las FARC. Según ‘Don Berna’, Castaño acudía con
regularidad a ellos en busca de orientación: “Yo lo llamaría el Consejo Superior: daba orientaciones en la parte
política en la lucha contra la guerrilla y al que Carlos consultaba decisiones
trascendentales”.
Pero Castaño no los muestra
dando “orientaciones”, sino ordenando gran parte de los crímenes políticos que
se cometieron a finales de los 80 y principios de los 90, y lo cuenta con una
crudeza que pareciera sacada de las mejores páginas de El Padrino, de Mario
Puzo: “Yo les decía “señores, he
descubierto que algunos de los grandes jerarcas de las FARC y el ELN en la
legalidad están aquí”. Les mostraba una relación escrita con sus nombres, sus
cargos o ubicación de los enemigos. ¿Cuál se debe ejecutar?, les preguntaba, y el
papelito con los nombres se iba con ellos a otro cuarto. De allí regresaba
señalado el nombre o los nombres de las personas que debían ser ejecutadas, y
la acción se realizaba con muy buenos resultados. (…) Un día invité a Fidel a
una de esas reuniones, y a la salida me dijo: usted se está acercando al
verdadero poder”. (Pág. 117).
Aquí entre nos y a modo de
paréntesis, ¿no habría sido entonces ese “verdadero poder” el que en últimas decidió
-o aprobó- la muerte de Jaime Garzón…?
Un tercer miembro de ese
Grupo de los Seis fue señalado por el comandante paramilitar Éver Veloza, alias
‘HH’, quien coincidió con ‘don Berna’ en el nombre de Rodrigo García como el
gran mentor de Castaño, a tal punto que “fue
quien lo formó políticamente e incluso le hacía sus discursos”.
Según ‘HH’ el tercer
miembro identificado de ese grupo en la sombra sería monseñor Isaías Duarte
Cancino, obispo de Apartadó y Cali asesinado por el ELN, oriundo de Girón
(Santander). Para darle veracidad a su dicho sobre la relación cercana entre el
obispo y la cúpula de las AUC, en versión juramentada para Justicia y Paz 'HH'
mencionó que en 2001 él mismo llevó a Castaño a la casa del religioso en Cali,
donde pernoctó. "Yo no estoy
diciendo que haya empuñado fusiles, pero sí era de los que asesoraban a
Carlos", dijo Veloza, y remató así: “Entiendo que ahora se diga de honrar
la memoria de los muertos, pero yo no tengo la culpa de que él haya hecho parte
de los seis".
El Tiempo del 13
de febrero de 2009 informa que en continuación de la diligencia le preguntaron a ‘HH’ si
reiteraba lo que había dicho el día anterior sobre el jerarca religioso, y “lo volvió a afirmar bajo juramento”.
Sea como fuere, debería
quedar consignado en algún anaquel de la historia que si les creyéramos a
Carlos Castaño, a ‘Don Berna’ y a ‘HH’ en sus coincidentes versiones sobre un
grupo de personas notables que desde la sombra asesoraba u orientaba las
acciones del paramilitarismo en Colombia, aquí habría quedado identificado al
menos el 50 por ciento de los dedos de la ‘mano negra’.
DE REMATE: Cometió un error
el juez que condenó a José Miguel Narváez pero le retiró al delito su carácter
de lesa humanidad. (Ver
noticia). Ese crimen forma parte de la persecución que miembros de
la Fuerza Pública desataron, aliados con grupos paramilitares, para acabar con los
defensores de derechos humanos que a finales de los años 90 se habían
convertido en “sujetos incómodos” para el Estado. Ahí hay evidente
sistematicidad y un aparato organizado de poder, con fines de exterminio.
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