En días pasados fui invitado por un grupo de estudiantes de Comunicación
de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB) a hablar sobre el
posconflicto, y hoy quiero recoger parte de las reflexiones que allí hice.
Las Farc fueron derrotadas desde que el establecimiento logró
sentarlas a negociar la paz –pues su objetivo había sido siempre la toma del
poder por la vía armada-, pero la extrema derecha ansiosa de continuar la
guerra las sigue tratando como si todavía estuvieran combatiendo. La prueba reina
la dio el senador uribista Daniel Cabrales cuando las acusó de ser las
responsables de la tragedia en Mocoa. Según Cabrales usaron “dinamita explosiva”,
o sea explosivos que explotan. Es la dialéctica del agua mojada, ahí se aprecia la erudición que acompaña a
tan docta bancada. (Ver
noticia).
No nos llamemos a engaños, después de haber superado el conflicto
armado con las Farc nos ha surgido un nuevo conflicto, el de las plañideras
agrupadas en torno a Álvaro Uribe y el neo-paisa Alejandro Ordóñez, máximos
representantes de la caverna empeñados en atravesarse como vacas muertas en la
rueda de la reconciliación, por dos razones básicas: porque la paz los aniquila
(se quedan sin enemigo para asustar a la concurrencia) y porque deben impedir a
toda costa que comience a operar el tribunal de justicia contemplado en la Jurisdicción
Especial de Paz (JEP), cuya implementación haría que se conozcan las escabrosas
verdades de la guerra que aún permanecen ocultas.
De ningún modo puede pasar desapercibida la presencia en la marcha ‘contra
la corrupción’ de alias Popeye, pues es reflejo del talante de las fuerzas que
hoy se oponen a que se consoliden los acuerdos con las Farc. Popeye, lugarteniente del más grande asesino que ha habido en la historia de Colombia, fue
recibido como héroe por el exvicepresidente Francisco Santos, quien afirmó que
“tiene derecho a marchar porque ya pagó su deuda con la sociedad”, y aquel ni
corto ni perezoso aprovechó el ser tratado como uno más entre los suyos para
pedir “que el presidente de la República renuncie, porque es una rata”. (Ver
noticia).
Una sanguijuela como Popeye acusando al presidente de ser una rata,
hágame el favor… Es lo mismo que si en vida Pablo Escobar hubiera
acusado al entonces presidente César Gaviria de ser un asesino, y es cuando uno
se pregunta si tanta vitrina a tan redomado sicario será indicativo de que lo
están capacitando para incluirlo en la próxima lista del Centro Democrático al
Senado. Sea como fuere, esto es patética evidencia de que estamos tratando con
ratas.
Hablando de roedores, tampoco se puede desconocer que a falta de
sensatez y coherencia política, las fuerzas enemigas de la paz se han visto
obligadas a recurrir a los sectores más ignorantes, incultos y maleables de la
población. Hablo de lo que el mismo Alejandro Ordóñez definió como “la
fuerza del voto religioso”, gente a la que se le puede movilizar con solo
asustar diciéndole que la familia está en peligro porque a los niños los
quieren poner a leer cartillas que los vuelven homosexuales, y que la patria también
está en peligro porque Santos resultó ser un marxista leninista
que ‘autoengañó’ al candoroso Álvaro Uribe, y que así como vamos Colombia
terminará convertida en otra Venezuela.
El asunto de todos modos no se presta a chistes, porque llegado el
caso pueden convertir a esas masas adocenadas en beligerante fuerza de choque,
amoldable a sus propósitos desestabilizadores.
Pero si por los lados de la extrema derecha llueve, por los de la
extrema izquierda no escampa. Sumado al reciente bombazo que perpetró el ELN
cerca a la plaza de toros de Bogotá con saldo de un patrullero muerto y decenas
de heridos, ahora han salido con un comunicado en el que señalan a la emisora araucana
La Voz del Cinaruco de ser un medio “funcional” a los militares, a la vez que
califican al portal
La Silla Vacía como parte de “una matriz mediática difamadora (…) que llama
a golpear al movimiento social para debilitar a la guerrilla”. Como dije en columna
anterior, lo que hace el ELN en su insensatez es darle abundante munición a
los enemigos de la paz, esa misma a la que los elenos están mostrando tan poca
voluntad de acogerse.
Así las cosas, mientras la derecha anda muy juiciosa en la tarea de
sembrar desesperación para luego aparecer como los salvadores del despiporre, a
las fuerzas del centro y la izquierda les corresponde actuar con cabeza fría en
busca de conformar la más amplia de todas las coaliciones posibles, como único
recurso para enfrentar a tan poderosos enemigos.
O como dijera Luis Carlos Jacobsen en Facebook: “Nosotros acá jodiendo
y ellos organizaditos en redes hace dos años, con cristianos enlazados en
Whatsapp como profesionales. Sigan así y veremos cómo se llevan el proceso de
paz en nuestras narices...”
DE REMATE: Si el candidato uribista pierde la elección presidencial en
2018 habrá un nuevo conflicto armado, solo que ahora con fuerzas neofascistas.
En últimas, ya tienen su
propia guerrilla. Y si ganan, preparémonos para el regreso de la guerrilla
al monte. La caverna habrá logrado su objetivo.
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