El escándalo desatado tras conocerse la multimillonaria suma que
Odebrecht le pagó al publicista Eduardo ‘Duda’ Mendonça por su trabajo en la
campaña de Óscar Iván Zuluaga, representa un punto de quiebre para el uribismo:
por primera vez el dueño del letrero dejó de hablar de persecución política y,
ante la contundencia de la revelación, prefirió dejar solo a su excandidato a
la presidencia.
El otrora Titanic de la política conocido como Centro Democrático
amenaza con irse a pique, y del naufragio podría no salvarse ni el “incontaminado”
Iván Duque, de quien vino a saberse que estuvo también reunido con ‘Duda’,
Daniel García Arizabaleta y los Zuluaga –padre e hijo-, con tiquetes al parecer
pagados por Odebrecht, pues no aparecen reportados (Ver
noticia). ¿Y ahora nos quieren hacer creer que semejante comitiva y lo que
ahí charlaron permaneció desconocido a los oídos de Álvaro Uribe? ¿Que todo fue
a sus espaldas?
En la contabilidad oficial reposa que la campaña de Zuluaga le pagó 1,3
millones de dólares (2.859 millones de pesos) a ‘Duda’ por sus aportes en
publicidad, que debieron ser valiosos y lo habrían llevado a la presidencia si
no se hubiera atravesado el escándalo por el video de su encuentro con el
hacker Andrés Sepúlveda, donde este le entrega información reservada de Inteligencia
Militar y Zuluaga le dice “tenemos un mes dar un golpe, hermano”. (Ver
video).
De aquel suceso Zuluaga logró salir indemne, pese a que continúan
vinculados su hijo David y el prófugo ‘asesor espiritual’, Luis Alfonso Hoyos.
Pero de la que no puede salir airoso el uribismo en pleno es de la trama cuyo
origen se remonta a la reunión realizada en Panamá en noviembre de 2008 entre
Miguel Nule, el representante de Odebrecht André Rabello y Tomás Uribe, hijo
mayor del entonces presidente en ejercicio. Esto da una idea de la importancia
que para la casa Uribe siempre tuvo su estrecha cercanía (que hoy pretende
minimizar) con la empresa brasileña.
Esa primera reunión en Panamá ocurrió ocho meses antes de que se
abriera la licitación para la Ruta del Sol. Al año siguiente, el 17 de
septiembre de 2009, cuatro meses antes de la firma del contrato con Odebrecht
por 2 billones y medio de pesos, el mismísimo presidente Uribe se reunía en
Palacio con el también mismísimo presidente de la compañía, Marcelo Odebrecht,
y por simple cosa del azar allí también estaba Andrés Felipe Arias (ver
noticia), a quien le decían ‘Uribito’ porque su jefe aspiraba a convertirlo
en su remplazo hasta que se presentó el escándalo de Agro Ingreso Seguro que le
permitió al muy ‘traidor’ Juan Manuel Santos colarse por el entresijo de la
puerta…
Hasta ahora no se ha sabido cómo se acordó con Zuluaga que Odebrecht cubriría
el pago restante para completar los 4,3 millones de dólares que ‘Duda’ pidió por
su trabajo en la campaña de 2014. Pero algún acuerdo debió haber, solo que de
palabra, pues la ley prohíbe a cualquier empresa nacional o extranjera apoyar con
dinero a quien mediante elección popular aspire a convertirse en el dueño de la
chequera. ¿Y nunca lo contaron de esto a Uribe, el mismo que mandó a su chino
Tomás a Panamá a reunirse con Odebrecht? A otro perro con ese hueso…
Es por eso que Álvaro Uribe no tiene ninguna autoridad para esquivar
el bulto de su responsabilidad –política y penal- sometiendo a su excandidato a
la Comisión de Ética de su partido. Hoy se lava las manos con la carta que le escribe
su obediente excomisionado y prófugo de la justicia Luis Carlos Restrepo, pese
a que la génesis de tan corrupta trama arranca en la reunión de Panamá, donde
comenzaron a tejerse los hilos que hoy también enredan a Andrés Felipe Arias, Gabriel
García Morales, Otto Bula y Daniel
García Arizabaleta, todos de la entraña uribista. Son muchos y en todos los
niveles como para pensar que Uribe no sabía lo que ocurría a su alrededor, más
tratándose de alguien tan estricto en su estilo microgerencial de conocer y
controlar hasta el mínimo detalle.
Si bien a Iván Duque no se le puede culpar por haber estado en la reunión
con ‘Duda’, pues su presencia se ajustaba a su condición de director
programático, resulta paradójico que su situación ahora despejada como precandidato
solo contribuya a ahondar la división del CD, donde muchos lo ven como un
santista infiltrado. Incluso circula un video en el que se valen de
declaraciones suyas para acusarlo de ser tan ‘comunista’ como Nicolás Maduro,
Juan Manuel Santos y Timochenko (ver video). Acompaña el
coro de plañideras el muy ‘furibista’ Ricardo Puentes desde su página Periodismo sin Fronteras, quien le
adjudica la crisis del Centro Democrático a un plan tenebroso de la izquierda
para destruirlo desde adentro (ver
artículo).
Falta ver si los temores de esas personas tienen fundamento, pero son apenas
comprensibles con solo observar que Iván Duque tiene cara de honrado. Uribe lo
defiende de dientes para afuera, pero no lo veo como su ungido. Esas buenas
maneras y el contenido ‘liberal’ de una columna
reciente en Portafolio deben provocarle el mismo recelo que siempre le tuvo
a su exministro de Defensa. A riesgo de equivocarme, a Uribe lo veo más bien en
futura alianza con la campaña rabiosamente ‘Trumpista’ y confesional de Alejandro
Ordóñez, de la que incluso podría terminar como fórmula vicepresidencial, luego
de dejar a su partido con partida de defunción en medio de tremenda bronca
interna, al mejor estilo Corleone.
Sea como fuere, lo único cierto por ahora es que Álvaro Uribe Vélez parece
ser víctima de una maldición fatal, consistente en que casi todos los que le
rodean son una caterva de cafres o delincuentes de la peor calaña que terminan
investigados, presos o huyendo de la justicia, mientras él es el único inocente
del paseo…
DE REMATE: Al cierre de esta columna se conoció una entrevista
de Uribe con la FM donde anuncia que su partido presentará una ley
anticorrupción, y en la misma charla defiende al muy corrupto Daniel García
Arizabaleta, untado de Odebrecht hasta los tuétanos e inhabilitado por la
Procuraduría para ocupar cargos públicos durante 17 años por once faltas
disciplinarias. Como dicen las señoras bogotanas, “esto ya es la tapa” del
cinismo.
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