En mi columna de la semana pasada me referí a la marcha que Álvaro
Uribe Vélez promueve para el 2 de abril diciendo que “la salida a las calles es
una necesidad para defender la democracia”. Frente a eso afirmé que “es una
necesidad, sí, pero no para defender la democracia sino para su proyecto
desestabilizador”. (Ver
columna) Y en asunto de marchas recordé la del 4 de febrero de 2008, cuando
verdaderos ríos humanos colmaron las principales ciudades del país exigiendo a
grito herido “No más FARC”.
La organización de aquella primera marcha surgió como una iniciativa
ciudadana de repudio contra esa guerrilla, después de que el 4 de enero de ese
año se frustró el intento de liberación de Clara Rojas. Fue entonces cuando el
barranquillero Óscar Morales creó un foro en Facebook para invitar a sus amigos
a juntar "un millón de voces contra las Farc". El llamado se regó
como pólvora hasta trascender las fronteras, y fue así como además de las atiborradas
capitales nacionales ese 4 de febrero hubo concentraciones de colombianos
indignados en Nueva York, Washington, Dubai, Estambul, Tokio, Nueva Delhi, Tel
Aviv, Río de Janeiro, Buenos Aires, París, Londres o Munich, 163 ciudades en
total.
Ocho años después de esa marcha la seguidilla de escándalos,
investigaciones, capturas y condenas entre los allegados a Uribe –que remató
con la orden de detención a su hermano Santiago- permite pensar que las cosas
son a otro precio para el hoy senador del Centro Democrático, porque ya mucha
gente no le come cuento. La prueba es que cuando su bancada se declaró en
rebeldía y ‘marchó’ sobre el Palacio de
Nariño para exigir la renuncia del “dictador”, la indignación solo contagió a
sus guardaespaldas y a cuatro pelagatos.
La diferencia entre la marcha del 4-F y la del próximo 2 de abril es
que la primera expresaba el rechazo casi unánime del país al secuestro de civiles
por parte de las FARC. La segunda por el contrario obedece a la urgencia que
tiene Uribe de meterle pueblo a su pretensión de distraer con acusaciones
contra el gobierno las fundamentadas acusaciones que les hace la justicia a su
hermano, a sus hijos y a su partido, a este último por el espionaje que en la
campaña de 2014 le ordenaron realizar al hacker Andrés Sepúlveda y a otras
“células” para tratar de abortar el proceso de paz, lo cual si se hubiera
concretado les habría dado el triunfo, como se lo dio a Uribe el fracaso del
Caguán. (Ver
declaraciones de Sepúlveda).
Es precisamente eso lo que hoy tiene a Óscar Iván Zuluaga –también- a
las puertas de la cárcel, motivo por el cual huyó –también- a otro país, como en
su momento lo hicieron María del Pilar Hurtado, Andrés Felipe Arias, Luis
Carlos Restrepo y Luis Alfonso Hoyos, acusado este último por lo mismo que se
investiga a OIZ: concierto para delinquir, violación de datos personales y uso
de software malicioso.
El uribismo en abigarrada cohesión, que incluye a sus corifeos en columnas
de prensa o en medios como RCN, se ha alzado en pie de lucha para encubrir lo
que en el ámbito jurídico se conoce como una “empresa criminal”, nombre este
que la Corte Suprema les dio a las chuzadas del DAS pero se hace extensivo a
todos los investigados y condenados por concierto para delinquir.
En la columna arriba citada sugerí que el CD más bien debería llamarse
Fuerzas Uribistas Reaccionarias de Colombia (FURC). En consonancia, se hace
urgente que los colombianos que se oponen a ese proyecto sedicioso –al cual se
le da camuflaje de político- se manifiesten y hagan sentir su voz de protesta.
No se puede permitir que en busca de conseguir impunidad para su familia y sus
allegados más cercanos (y lejanos), el expresidente arrase con la justicia y
con la credibilidad que todavía les queda a las instituciones.
Con motivo de esa columna, espontáneos como Luz Marina Arango en
Facebook o Federico Gärtner y Emma Flood en Twitter (a quienes
no conozco en persona) se lanzaron al ruedo de las redes sociales a proponer
una marcha que permita pasar “de la indignación a la acción”, y en tal medida contribuya
a contrarrestar semejante proyecto reaccionario, cómplice de actividades criminales,
parte de cuya rufianesca dirigencia hoy es prófuga de la justicia.
Si hubiera que buscar una justificación adicional, sorprende cómo en
coincidencia con la captura del ‘apóstol’ de Yarumal se ha desatado una ola de asesinatos
de dirigentes populares, que la revista Semana definió como el
regreso del fantasma paramilitar y haría pensar en los coletazos de una
bestia herida, a modo de advertencia tanto de lo que les puede pasar a los
guerrilleros desmovilizados tras la firma de los acuerdos de paz, como del
poder ‘subversivo’ de la Mano Negra.
Nunca antes en mi vida he participado en la organización de ninguna
marcha –aunque sí he asistido a manifestaciones- pero he decidido acoger en
esta columna las voces de quienes proponen convocar a una movilización masiva en
rechazo a la cada vez más peligrosa extrema derecha, hoy convertida en una
jauría de perros rabiosos domesticada y envalentonada por el accionar conspirativo
del expresidente Álvaro Uribe.
Propongo que la marcha nacional en cuestión se realice el sábado 9 de
abril, y si bien su nombre está por definir (se escuchan sugerencias), la idea
central es que logremos aglutinar más de un millón de voces contra Uribe y sus FURC.
DE REMATE: Debe quedar bien claro que no es una manifestación de apoyo
al gobierno, pero sí en parte a sus esfuerzos por alcanzar la paz. Mejor dicho,
no sobra repetir estas palabras de Adolfo Zableh en columna
reciente: "Lo que menos me gusta de los uribistas es que me hacen
sentir simpatía por Juan Manuel Santos".
1 comentario:
50MILLONES+VOCES
NO+URIBES
NO+LOSURIBES
NO+MASFURC
NO+MASEXTREMISMOCOLOMBIA
Publicar un comentario