En la historia de la humanidad se recuerdan marchas decisivas para la
consolidación de ciertos dirigentes en el poder. La más recordada es la Gran
Marcha (o Larga Marcha, Cháng Zhēng), que les permitió a tres frentes del
Ejército Rojo de Mao Tsé Tung huir del acoso de las fuerzas enemigas, reagruparse
luego de recorrer 12.500 kilómetros y entrar triunfantes a Pekín.
En el plano nacional es recordada la marcha “Un millón de voces contra
las FARC”, durante el segundo gobierno de Álvaro Uribe, que un 4 de febrero de
2008 colmó de ríos humanos las principales capitales del país exigiendo a grito
herido “No más FARC”. Esto representó un golpe muy duro para esa organización
guerrillera, y a su vez le dio a Uribe un halo de caudillo.
Pero en lo militar las FARC no fueron derrotadas, y en parte por ello
el 4 de septiembre de 2012 el presidente Santos anunció que había iniciado
conversaciones de paz con la organización que Uribe no pudo aplastar con su
Estado de Opinión ni con más de 3.000 ‘falsos positivos’. Desde ese día aciago para
el expresidente, este se montó en el caballo de batalla de una oposición
despiadada a Juan Manuel Santos, tan despiadada cuanto más necesitado está de esquivar
las fundamentadas acusaciones que recaen sobre él mismo, sobre un nutrido grupo
de excolaboradores (muchos ya condenados), sobre su círculo de seguridad más
cercano (Noguera, Santoyo, Buitrago, etc.) y sobre algunos miembros de su
familia.
La táctica marrullera, desestabilizadora y perversa que las fuerzas
reaccionarias de Colombia con su comandante en jefe a la cabeza están aplicando
consiste en desviar la atención de las acciones judiciales sobre el entorno
criminal que rodea a Uribe, culpando al gobierno de haber desatado contra su
familia y su partido una especie de vindicta, como si fuera la víctima inocente
de un gobierno desalmado y el propio presidente Santos le indicara a la
Fiscalía las personas que debe capturar. (No sobra sin embargo recordar que fue
Uribe quien durante un consejo comunitario en 2006 ordenó
capturar al Secretario de Gobierno de Buenaventura, y que tan demagógica
detención solo le duró dos horas).
Vaya insolencia, lo que el uribismo denuncia sobre Santos es lo mismo
de lo que se acusaba al anterior gobierno, como acoso y espionaje a sus
opositores, complicidad con el Fiscal (¿recuerdan a Luis Camilo Osorio, de
quien Uribe dijo que deberían clonarlo?) o intentos de influir sobre las decisiones de las Cortes. Ellos han politizado y envilecido la justicia con el cirirí de una “abominable”
persecución, llegando el senador José Obdulio Gaviria al extremo delirante de
decir que “el Presidente y el Fiscal están por fuera de la ley”. El objetivo en
últimas es encochinar a todo el mundo, para que los cochinos del Centro
Democrático parezcan menos puercos de lo que son.
Ahora bien, falta saber cuánto les durará la treta o cuándo comenzarán
a aparecer los hilos de su tramoya siniestra. Una señal de debilidad o agotamiento
de la manada ya se vio el día de la captura de Santiago Uribe, cuando la
bancada uribista ‘marchó’ sobre el Palacio de Nariño y con cuatro pelagatos más a exigirle la renuncia al “dictador”. Tan notoria mengua
en su capacidad de movilización indicaría que es cada vez menos gente la que
les come carreta. Por eso es tan decisivo conocer cuántos le ‘caminarán’ a la
marcha –o marchita- del 2 de abril a la que el senador Uribe está convocando con
estas palabras: “Ciudadanos, al margen de los señalamientos contra mis
compañeros políticos y contra mi familia, la situación del país es muy grave.
Están consolidando la entrega al terrorismo. La salida a las calles es una
necesidad para defender la democracia. Hagamos todos el esfuerzo el 2 de abril”.
(En otros tiempos habría hablado de ‘esfuercito’, pero en fin).
La salida a las calles es una necesidad, sí, pero no para defender la
democracia sino para el proyecto desestabilizador de Uribe. Si la justicia
obrara como corresponde y no se viera intimidada por la histeria de plañideras
como María Fernanda Cabal o Paloma Valencia, el excandidato Óscar Iván Zuluaga debería
estar también detenido, pues en caso contrario habrían sido en vano todas las
pruebas que debió aportar el hacker Andrés Sepúlveda sobre la conspiración que contra
el proceso de paz adelantó la campaña del CD en 2014.
Hoy Uribe se ve urgido en meterle pueblo a su plan sedicioso, y para ello
debe recurrir de nuevo al viejo-truco de sembrar
el miedo por toda la geografía nacional, lo cual incluye poner a sus
áulicos (verbi gratia Saúl Hernández) a despertar la indignación del populacho
con el cuento de que el presidente Santos va a entregar el país a las FARC,
pero ahí estará él para evitarlo.
La bancada uribista se declaró en rebeldía, y esto es lo
más parecido a cuando Laureano Gómez habló de “hacer invivible la República
Liberal”. Según el médico psiquiatra José Francisco Socarrás (1906-1997) en su
libro Psicoanálisis de un resentido, el
caudillo conservador “tiene el don profético de anunciar desgracias de las que son
responsables sus enemigos”. En coincidencia de temperamentos, métodos y
objetivos, hoy el senador Uribe Vélez está en la misma tónica. Su partido
Centro Democrático exhibe un talante cada vez más colindante con lo rufianesco,
con lo ilegal, en fiel enseñanza de los métodos non sanctos a los que suele
recurrir su amo y signore.
Con la honrosa excepción de tres miembros de la bancada uribista (los
senadores Iván Duque y María del Rosario Guerra, y el representante Samuel
Hoyos) los demás parecen fieras heridas al borde del colapso, aunque cebadas
por los votos de y por los odios de su patrón. Se regodean en el arte de la
mentira, le inventan cartas a un periodista famoso, manipulan imágenes y videos
como el de la Azcárate, son expertos en sembrar rumores, propagandistas del
apocalipsis, sinuosos a la hora de revertir contra el gobierno de Santos todo
el peso de la culpa que debería recaer sobre ellos.
La marcha del 2 de abril será el bautizo de fuego para esas fuerzas rabiosas
de extrema derecha que están convocando a la insurrección general. Ahí se sabrá
si su beligerante comandancia dispone de suficientes ‘rebeldes’ para atizar la
hoguera. Una cosa que tienen ya muy clara es que la paz los aniquila, y es por
eso que están todos a una, como en Fuenteovejuna, poniendo su mejor ‘esfuercito’
para impedirla.
DE REMATE: En consideración a que el partido Centro Democrático no es
de centro y menos democrático, y a que por el contrario es un rebaño de neofascistas
abiertamente conspirativo y desestabilizador, deberían cambiar su nombre por el
de Fuerzas Uribistas Reaccionarias de Colombia (FURC). Ah, y olvidaba citar algo que también decía Socarrás sobre
Laureano Gómez: “el nervioso ejerce atracción sobre los nerviosos”.
1 comentario:
ESTE PSEUDO-PERIODISTA, LE PIDE LUCIDEZ A DIOS QUE DE EL RESTO SE ENCARGA EL...PATETICO EL SEÑOR, SU LUCIDEZ SOLO ESCRIBE SUPUESTOS, Lo peor que le ha podido ocurrir al periodismo y medios, es sacrificar la objetividad propia de la profesión, por las prebendas públicas y la politiquería partidista. Por eso están con la opinión pública, en el lugar de desprestigio en que se encuentran. Han colocado al expresidente Uribe, como centro y objetivo mayor de sus ataques periodísticos, judiciales y políticos. No le perdonan que haya sido capaz de deslindarse de quienes introdujeron el narco tráfico en la política y en la vida colombiana, organizándoles otro partido político; con esos mismos argumentos tratan de destruirlo. Ni con poder y gobierno abordo, lo han logrado. Piensen por un minuto, solo un minuto, ¿qué pasaría si fuera otra persona a la que se refiere el periodista; por ejemplo, Gustavo Petro? La inquietud no es por joder, es para provocar una reflexión sobre el lamentable estado de alienación social al que hemos caído. Un país sin memoria histórica, ni colectiva ni social; es una asquerosa república bananera. No me parecen coincidencias, parecen mas bien creadas. como controla usted lo que otros digan de usted? si sale Timochenko ha hablar de usted entonces asumimos que usted es guerrillero? o si Obama dice algo entonces usted es proyanki? dejen de inventar historias y den prueba de los delitos, o todo el congreso de la Republica es culpable de haber compartido curul con Pablo Escobar? o todo el m-19 es culpable de la toma por que eran miembros y fue el grupo el que realizo la toma y no unos miembros. decidan con que vara juzgamos
Publicar un comentario