Germán Vargas Lleras es hoy el vicepresidente de la República gracias
a que Juan Manuel Santos requirió para su reelección un perfil por completo diferente
al del ‘zarapastroso’ Angelino Garzón, con quien hizo fórmula para remplazar a
su jefe, el entonces presidente Álvaro Uribe. Pero el futuro político de Vargas
comenzó a pender de un hilo desde que en Floridablanca tuvo un episodio
convulsivo que puso a pensar si tiene la salud requerida para dirigir los destinos
de la nación, y luego se asomó al desbarrancadero con la venta de Isagén.
Del patatús se ocuparon el mismo día Yohir Akerman (Los vicios del
vice) y Daniel Samper Pizano (El
Vargas Lleras de 2016): el primero se refirió a la adicción del vice al
cigarrillo con ejemplos donde se le ve esparciendo su humo ante subalternos que
no pueden rechistar, mientras el segundo se alegró de saber que “la única
enfermedad que sigue padeciendo es la de las malas compañías”, en referencia a
copartidarios suyos como Oneida Pinto o Kiko Gómez.
En lo que atañe a su salud, la noticia de la convulsión debe ilusionar
a más de un copartidario con que de pronto Vargas Lleras lo escoja como su
fórmula vicepresidencial, por aquello de constituirse en el remplazo inmediato
ante una eventual ausencia definitiva del titular… Pero esto es solo
especulación.
Lo preocupante de todos modos es que en efecto llegara a ser el
próximo Presidente de Colombia, pues en lo político guarda tenebrosas
coincidencias con las tesis de Uribe Vélez, a tal punto que el vicepresidente ha
preferido guardar no discreto sino diciente silencio sobre el tema de la paz,
desde los días en que comenzaron las conversaciones de La Habana.
La coincidencia no es solo ideológica, comparten también un orgullo
herido: Vargas porque un libro-bomba enviado por las FARC a su oficina le voló
dos dedos, Uribe porque su padre fue supuestamente asesinado por un contingente
de ese grupo guerrillero. Pablo Catatumbo salió
a desmentir que en lo de Alberto Uribe hubieran sido ellos, pero le resta
credibilidad a su versión el tiempo que se demoraron en revelarlo.
Dije arriba que la candidatura de Germán Vargas se asomó al
desbarrancadero desde la venta de Isagén, y requiere una explicación. De
entrada se sabe que los recursos que recibirá el Estado servirán para construir
las autopistas 4G, proyectos liderados desde la vicepresidencia, y en tal
medida se podría pensar que con dicha venta quedó ‘pavimentada’ su candidatura.
Pero ahí no se entra a considerar que tanto la venta de Isagén como la
candidatura de Vargas Lleras han propiciado la constitución de un sólido bloque
político en contra de ambas posibilidades, y esto se percibe como un Toconvar
(Todos contra Vargas) similar al Toconser que le impidió a Horacio Serpa
conquistar la presidencia de Colombia en tres ocasiones.
La primera acción de este clan anti-Vargas ha consistido en una
demanda ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, tras considerar que la
subasta se hizo de manera irregular, y de ella hace parte un ramillete de cinco
congresistas de cuatro partidos divergentes en pensamiento, palabra y obra: Jorge
Robledo por el Polo, Antonio Navarro por Alianza Verde, Viviane Morales y Sofía
Gaviria por el Partido Liberal, e Iván Duque por el Centro Democrático (que
nada tiene de democrático ni de centro).
¿Qué pasará el día que la justicia les conceda la razón a quienes
afirman que “la enajenación violó los derechos a la libre competencia, ocasionó
un detrimento patrimonial en patrimonio público y afectó gravemente la
moralidad administrativa”? Ese día la candidatura de Vargas quedará herida de
muerte, y a Juan Manuel Santos le tocará salir a dar muestras de sincera contrición
para impedir que el plebiscito por la paz se le convierta en una batalla de aprobación
o desaprobación a su gestión.
Sea como fuere, así el Tribunal de Cundinamarca le conceda la razón al
gobierno (como ya lo hizo el Consejo de Estado), el hecho de que Cambio Radical
haya sido el único partido que apoyó la venta de Isagén es evidencia de que ese
Goliat deberá batirse contra muchos ‘Davides’ dispuestos a abandonar sus
diferencias y unir sus caucheras para impedirle a Vargas que un día venidero
pueda sentarse en el solio de Bolívar.
Si me pidieran adelantar cábalas al respecto, diría que con el paso de
los días irá cuajando una increíble paradoja, cuando los mismos que en el
gobierno anterior intentaron vender a Isagén pero no pudieron, terminen aliados
con el principal beneficiario político de dicha venta, Germán Vargas Lleras,
quien terminará distanciándose de su sparring, Juan Manuel Santos.
Así las cosas, en aplicación del refrán ‘Dios los cría y ellos se
juntan’, llegará el día en que la derecha representada en el Centro
Democrático, el Partido Conservador y Cambio Radical unan fuerzas en torno a
una causa ideológica común, y será entonces cuando nos toque rogar para que
Dios nos coja confesados. ¿Dónde estará Santos en ese momento? Creemos que del
lado liberal.
Mientras tanto, en la orilla de la izquierda aún queda mucha tela por
cortar. Ya están más que cantadas las candidaturas de Jorge Robledo y Gustavo Petro,
en un escenario donde Antonio Navarro podría inclinar la balanza a uno u otro
lado, o ser el tercero que propicie una provechosa coalición entre los dos
primeros.
Pero no solo de izquierda y derecha vive el hombre. Por los lados del
centro político representado en el Partido Liberal ya han anunciado que irán
con candidato propio, y es entonces cuando el nombre de Humberto de la Calle Lombana
se convierte en el que más me suena, me suena.
¿Estaría el jefe del equipo negociador de paz del gobierno interesado
en una eventual candidatura a la presidencia tras la firma de los acuerdos?
Averígüelo Vargas…
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